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ERES EL VISITANTE No.
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RECREACION Y ENTRETENIMIENTO
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Introducción de Casiodoro de Reina a su versión de la Biblia de 1569, transcrita y puesta en español actual por Russell Martin Stendal en su revisión de 1996, así como un Glosario (antiguo) y dos notas de los Editores de tal revisión: Las Sagradas Escrituras Version Antigua Traducida de los Textos Originales en Hebreo y Griego al Español por Casiodoro de Reina (1569) Apoyada en el Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas (1543) y en el Nuevo Testamento con Salmos y Proverbios de Juan Pérez de Pineda (1556) Y cotejada posteriormente con la revisión de Cipriano de Valera (1602) y con subsiguientes revisiones con el fin de actualizar la ortografía y la gramática sin perder el sentido de la traducción original. "La Palabra del Dios nuestro permanece para siempre". (Isaías 40:8). Copyright (c) 1996, Russell Martin Stendal Esta Biblia puede ser usada libremente siempre y cuando su contenido no sea alterado. (This Bible may be used freely provided that the contents are not altered). Colombia Para Cristo Apartado Aéreo 95.300 Santafé de Bogotá, Colombia telefax 346-1419 Primera Edición Marzo de 1996 Impreso en Colombia Prefacio que presenta Casiodoro de Reina en su versión de 1569: "AMONESTACION del Traductor de los Sacros Libros al Lector y a toda la Iglesia del Señor: Cristiano lector: Intolerable cosa es a Satanás, padre de mentira, y autor de tinieblas, que la verdad de Dios y su luz se manifieste en el mundo; porque sólo por este camino es desecho su engaño; se desvanecen sus tinieblas, y se descubre toda la vanidad sobre la cual su reino es fundado, y de allí está cierta su ruina: y los míseros hombres que tiene ligados en muerte con prisiones de ignorancia, enseñados con la divina luz, se le salen de su prisión a vida eterna, y a libertad de hijos de Dios. De aquí viene, que aunque por la condición de su maldito ingenio aborrezca y persiga todo medio encaminado a la salud de los hombres, con singulares diligencias y fuerza siempre ha resistido, y no cesa, ni cesará de resistir (hasta que Dios lo frene del todo) a los libros de la Sagrada Escritura; porque sabe muy bien por la larga experiencia de sus pérdidas, cuán poderoso instrumento es este para deshacer sus tinieblas en el mundo, y echarlo de su vieja posesión. Largo discurso sería necesario hacer para recitar ahora las persecuciones que la Sagrada Escritura ha sufrido en otros tiempos, y los cargos infames que le han hecho, por los cuales no pocas veces han alcanzado a casi desarraigarla del mundo; y lo hubieran alcanzado sin duda, si la luz que en ella está encerrada, no tuviese su origen y fuente más alto que este sol, y que no consistiese en solo los libros como todas las otras disciplinas humanas; de donde viene que pereciendo los libros en que están guardadas, o por la condición de los tiempos, o por otros casos mundanos, ellas también perezcan; y si alguna restauración tienen después, es en cuanto se hallan algunas reliquias, con que ayudado el ingenio humano las resucita. Mas porque la fuente de esta divina luz es el mismo Dios, y su intento es propagarla en este abismo de tinieblas, de aquí, que aunque muchas veces por cierto consejo suyo permita a Satanás la potestad sobre los sagrados libros, y aunque él los queme todos, y aun también mate a todos los que ya participaron de aquella celestial sabiduría, quedándonos la fuente sana y salva, (como no puede tocar en ella) la misma luz al fin vuelve a ser restaurada con gran victoria, y él queda frustrado y avergonzado de sus diligencias. Por ser pues este su pertinaz ingenio contra la divina palabra, estamos ciertos que no lo dejará de seguir en esta obra presente, y que en cuanto ella es más necesaria a la Iglesia del Señor, tanto más él se desvelará en despertar contra ella toda suerte de enemigos, extraños y domésticos; los de lejos y los de cerca. Los de lejos, hace días que están despiertos para impedir toda versión vulgar de la Santa Escritura, a título de que "los sagrados misterios no han de ser comunicados al vulgo, y que es ocasión de errores en él", sic. De cerca, no le faltarán otros supuestos, que con títulos algo más sutiles y aparentes se levanten contra ella, aunque por ventura a los unos y a los otros no les falte buena intención, y celo, como muchas veces acontece, que con buenas intenciones pero por falta de mejor enseñanza pensando servir a Dios, sirven al demonio y a sus intentos. En cuanto a los primeros, no determinamos por ahora tratar la cuestión, si es conveniente o no, que la ley de Dios, y todo el cuerpo de su palabra, ande de manera que pueda ser entendida por todos, remitiéndonos a otros muchos que antes de nosotros la han tratado copiosa y acertadamente. Bastará por ahora amonestarles con toda caridad y humildad, que si son Cristianos, y tienen verdadero celo de la gloria de Dios y de la salud de los hombres, como quieren que se entienda de ellos, miren lo primero, que de lo uno y de lo otro la Palabra de Dios contenida en los sacros libros es el verdadero y legítimo instrumento, y que por tal razón Dios la ha comunicado al mundo para ser por él conocido y honrado de todos, y que por esta vía tengan salud; y esto sin excluir de esta universalidad ni doctos ni indoctos, ni esta lengua ni la otra. De donde es necesario que concluyan: Que prohibir la divina Escritura en lengua vulgar no se puede hacer sin singular injuria de Dios, e igual daño a la salud de los hombres, lo cual es pura obra de Satanás y de los que él tiene a su servicio. Miren lo segundo, que hacen gran vergüenza a la misma Palabra de Dios en decir que los misterios que contiene no se hayan de comunicar al vulgo. Porque las supersticiones e idolatrías todas con que el diablo ha enloquecido al mundo, y extraviándolo del conocimiento y culto de su verdadero Dios, trajeron siempre este pretexto de falsa reverencia. Y tenía razón el inventor de ellas en esto, porque si quería que sus abominaciones permaneciesen algo en el mundo, necesario era que el vulgo no las entendiese, sino sólo aquellos a quienes eran provechosas para sustentar sus vientres y gloria. Los misterios de la verdadera Religión son al contrario, pues quieren ser vistos y entendidos de todos, porque son luz y verdad; y porque siendo ordenados para la salud de todos, el primer grado para alcanzarla necesariamente es conocerlos. Consideren en tercer lugar, que no le hacen menor afrenta en decir que sean ocasión de errores, porque la Luz y la Verdad (si confiesan que la Palabra de Dios lo es) a nadie puede engañar ni entenebrecer. Y si algunas veces lo hace (como no negamos que lo haga y muchas) de alguna otra parte debe venir el mal; no de su ingenio y naturaleza, que es quitar la tiniebla, descubrir el error, y deshacer el engaño. El Profeta Isaías claramente dice que su profecía no es para dar luz a todos, sino para cegar los ojos del Pueblo, agravar sus oídos, y embotar su corazón, para que no vean ni oigan la Palabra de Dios, y se conviertan y reciban sanidad; quien por evitar estos males mandaría entonces al Profeta que se callase, y le cerraría la boca, viendo que hiciera cosa conforme a la voluntad de Dios, y al bien de su Iglesia; mayormente diciendo él mismo otras muchas veces, que su profecía es "luz para los ciegos, consuelo para los afligidos, esfuerzo para los cansados", sic. ¿Y qué hablamos de Isaías? El mismo Señor dice, que vino al mundo para juicio, para que los que no ven vean, y los que ven sean ciegos. Le mandaron luego los padres de la fe de entonces que callase, por evitar el daño de los que de su predicación habían de salir más ciegos. De él dice Simeón, que viene para levantamiento, y también para ruina de muchos. Lo mismo había dicho de él el Profeta Isaías. Por lazo (dice) y por ruina a las dos casas de Israel, y de ellos "tropezarán muchos", sic. Lo mismo dice el Apóstol de la predicación del Evangelio, que a unos es olor vital, a otros olor mortal. ¿Sería luego buena prudencia quitarlo del mundo, quitando a los buenos el único medio por donde se han de salvar, por quitar la ocasión de hacerse peores a los que se pierdan, y de suyo están ya señalados para perdición? Miren lo cuarto: Que el estudio de la divina Palabra es cosa encomendada y mandada por Dios a todos, por tantos y tan claros testimonios del Viejo y Nuevo Testamento, que sin muy largo discurso no se podrán aquí recitar; de donde queda claro que no puede ser sin impiedad inexcusable, que el mandamiento de Dios, tantas veces repetido, y tan necesario a los hombres, sea dejado y anulado por una tan flaca razón; y que sin ningún pretexto, por santo que parezca, puede excusar, que si Dios la dio para todos, no sea una tiranía execrable que a los más la quiten; y falta de juicio es (si pretenden buena intención) que la habilidad para poder gozar de ella, sea saber latín solamente, como si sólo los que lo saben, por el mismo caso sean ya los más prudentes y píos: y los que no lo saben, los más puestos a los peligros, que dicen, que temen. ¿Si es la verdadera sabiduría, quién la necesita más que los más ignorantes? Si es Palabra de Dios, insigne injuria se hace a Dios, a ella, y a los buenos, que por el abuso de los malos, se le quite su libertad de correr por las manos de los que podrían usar bien de ella, y sacar los frutos para los cuales Dios la dio. Perverso juicio es que por evitar el inconveniente de los errores, que dicen, en algunos, priven a todos del medio con que podrían salir de la ignorancia, errores, herejías, idolatría, pecado, y toda corrupción, e iniquidad en que nacimos, y fuimos criados, y de que nuestra corrupta naturaleza se abreva (como dice Job) como peces del agua. Si es Luz, a la luz resiste todo hombre que le impide salir en público para lumbre y alegría de todos; y tinieblas se debe llamar y mentira, porque a la luz y a la verdad no resiste ni pone impedimento, sino la tiniebla y mentira. Si es candela, a cuya lumbre el hombre ciego y habitante en esta caverna tenebrosa encamine seguramente sus pasos, visto es pretender de tener los hombres en su ceguera, el que no quiere que les sea comunicada con aquella abundancia con que ella se da. Si es escudo a todos los que en ella ponen su esperanza, espada con que el Apóstol arma al Cristiano para defenderse y ofender a sus enemigos en toda suerte de tentación, desarmado y por consiguiente vencido y muerto de mano del diablo lo quiere, quien se la quita que no la tenga tan copiosa y tan a la mano, cuanto son muchas y continuas sus tentaciones. Si es útil para enseñar en la ignorancia, para redargüir en el error, para reprender en el pecado, para enseñar a la justicia, para perfeccionar al Cristiano, y hacerlo hábil y pronto a toda buena obra, fuera de todo buen enseñamiento, y de toda buena y Cristiana disciplina lo quiere, el error, el pecado, y la confusión en lo sacro y en lo profano ama y desea, el que en todo o en parte sepulta las divinas Escrituras; y sepultándolas en parte da a entender bien claro lo que haría del todo si pudiese, o esperase salir con ello. Estas razones son claras, y se dejan entender de todos, no obstante todos los hermosos pretextos que se podrán traer en contrario, que no son muchos; y el más dorado es el que hemos dicho, tan frío que ni aun con humana razón es digno de que se contienda mucho contra él, porque está claro que ningún hombre de sano juicio habrá, que de veras diga: Que un gran bien, y mayormente tan necesario a todos, dado de Dios para común uso de todos, se deba prohibir en todo ni en parte por el abuso que los malos ingenios pueden tener de él. Por monstruo de desvarío, enemigo del linaje humano, sería tenido justamente el rey o príncipe, que porque hay muchos que usan mal del pan, del agua, del vino, del fuego, de la luz, y de las otras cosas necesarias a la vida humana, o las prohibe del todo, o hiciese tal estanco de ellas que no se diesen si no muy caras, y con gran escasez. La Palabra de Dios tiene todos estos títulos, porque también tiene los mismos efectos para el alma, miren pues los príncipes del mundo, en qué opinión quieren ser tenidos haciéndola pasar por tan inicua condición. Finalmente como quiera que sea, es necesario que se resuelvan: Que ni las disputas inoportunas, ni las defensas violentas, ni los pretextos cautelosos, ni el fuego, ni las armas, ni toda la potencia del mundo junta podrá ya resistir, que la Palabra de Dios no corra por todo tan libremente como el sol por el cielo, como ya lo vamos todos probando por experiencia; y sería prudencia no poca aprender de lo experimentado para lo porvenir, y tomar otros consejos. Ni nos dejemos engañar más con los pretextos dichos, porque no se encubre mucho lo que el diablo pretende con ellos, aunque los que los han puesto tengan cuanta buena intención quisieron, por lo menos esto es necesario que esté fuera de disputa, Que habiendo dado Dios su Palabra a los hombres, y queriendo que sea entendida y puesta en efecto por todos, ningún buen fin puede pretender el que la prohibiere en cualquier lengua que sea". Casiodoro de Reina -- 1569. Comentario de los Editores de la revisión 1996 a la versión de 1569 de Reina: "De la edición original de Casiodoro de Reina, solamente tenemos conocimiento de tres copias que sobrevivieron a la hoguera de la Inquisición. Muchas Biblias fueron quemadas junto con sus dueños. Pero cuando el diablo supo que no podía parar subsiguientes ediciones de la Biblia en español, se vió obligado a cambiar de táctica. Valiéndose de las buenas intenciones de muchos para actualizar, modernizar, y simplificar la Biblia en español, en cada revisión el enemigo logró sembrar su cizaña, ocultando parcialmente la luz y la verdad de la palabra de Dios, y poco a poco quitando el filo de la espada del Cristiano. Es nuestra intención presentarles la Palabra de Dios en ortografía y gramática actualizadas, pero con toda la fuerza y unción que fue derramada sobre Casiodoro de Reina, erudito del Hebreo y Griego; un hombre escogido por Dios para ser el traductor de la Biblia al español". Los Editores -- 1996 GLOSARIO DE REINA: -------- Arrepentimiento. Es esencial para la salvación (Hechos 17:30); implica dar la media vuelta para cambiar de rumbo hacia la enmienda, con el fin de hacer solamente la voluntad de Dios, y se manifiesta con los "frutos del arrepentimiento" (restitución). (Lucas 3:3-18; Hechos 17:30). Buen Fruto. Por sus frutos los conoceréis - el fruto del Espíritu Santo se manifestar en la vida de todo cristiano auténtico. (Efesios 5:9). Buenas Obras. Son iniciadas por el Espíritu Santo, según la voluntad de Dios y se hacen a la manera de Dios y con el poder de Dios. (Santiago 2:20). Caridad. Entender y vivir el amor ágape (que redime, el amor vertical). Viene solamente cuando la vida de Dios se manifiesta en el ser humano; el hombre no lo tiene en sí mismo, ni lo puede obtener por su propia cuenta. Nace del sacrificio y no de las emociones humanas. La caridad es esencial para que nuestro amor humano, horizontal (fileos) sea saludable. Vean como se aman los unos a los otros, listos a dar la vida por los hermanos, sentir compasión por unos hermanos en dificultades tal como si fueran las propias. (1 Corintios cap. 13). Carnalidad. Si vives según la carne morirás. (Romanos 8:13). Concupiscencia. Apetito, o deseo de los bienes terrenos. Apetito desordenado por los deseos de la carne. (Santiago 1:15). Creer o tener Fe. Es más que un reconocimiento mental de hechos históricos. La verdadera fe obra obediencia a Dios (G latas 3:2-11) y es dependencia total en él para que su gracia obre en nosotros. Se requiere arrepentimiento y fe (obediencia) para recibir el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:38). Cristo. Mesías, Ungido; el que tiene toda Potestad. (Mateo 28:18). Es esencial que Jesús, el Cristo, sea nuestro único amo y Señor. (Joel 2:32). Elección. La palabra en griego significa selección. Muchos son llamados, pero pocos son escogidos. Sienten su llamado y elección seguros por una serie de pasos dirigidos por Dios. (2 Pedro 1:1-11). Espíritu Santo. El Consolador (Juan 14:16-18). Hay que "nacer de nuevo" por el Espíritu de Dios. La gracia de Dios puede obrar en nosotros mediante el arrepentimiento (de nuestras propias obras muertas) y la fe (dependencia total en Jesús, el Cristo, para obrar en nosotros). El auténtico Espíritu Santo obra santidad en nosotros para que podamos conocer plenamente a Dios. Evangelio. Las buenas nuevas: que podemos someternos a un nuevo Rey y no tenemos que servir a la carne, al mundo, o a Satanás ni un momento más. (Marcos 1:1; 1:14,15; 13:10; 16:15). Gentiles. Gente; paganos, inconversos; incircuncisos de carne y/o de corazón. (Jeremías 9:26). Gracia. La potencia de Dios - Dios hará por usted lo que usted reconoce que no puede hacer por sí mismo para hallar arrepintimiento, liberación , y todos los recursos necesarios para vivir plenamente en santidad, comunicado con Dios. (Romanos 7:25-8:39). Justicia (rectitud). La justicia actual, que sigue siendo la justicia de Cristo que obra en la vida diaria del creyente por la fe, mediante los recursos del Espíritu Santo. (Isaías 54:14-17; 1 Juan 2:29). Perfección. Madurez: que no falta nada. La meta principal de la vida cristiana. (Hebreos 6:1). Potencia. Virtud para hacer una cosa, para producir un efecto. Es el poder bajo control dirigido a un fin específico. Para que los dones del poder de Dios nos sean de provecho eterno, deben ser sometidos a la potestad de Jesús, para que seamos dirigidos por su Santo Espíritu y no por las concupiscencias de nuestra carne. (Isaías 9:7; 1 Corintios 14:40). Salud. Salvación del poder del pecado para seguir la voluntad de Dios; que da como resultado la vida en Cristo ahora para bienestar de nuestro cuerpo, alma y espíritu; más vida eterna como posesión definitiva en el juicio final. (Hebreos 2:3; Romanos 10:10). Vida Eterna. Jesús, el Cristo, es la vida eterna, si lo tenemos a él, tenemos la vida. (1 Juan 5:10-13). Vivir Guiados por el Espíritu. Los que son guiados por el Espíritu de Dios son los hijos de Dios. (Romanos 8:14). Sobreedificados sobre el fundamento de los Apóstoles y de los Profetas, en la principal piedra del ángulo, JESUS, el Cristo; En la cual compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un Templo santo al Señor: En el cual vosotros también sois juntamente edificados, por morada de Dios en el Espíritu Santo. (Efesios 2:20-22). Nota del Editor de la revisión de 1996 a la versión de 1569 de Reina: "Hemos hecho un esfuerzo para preservar el énfasis del original referente a mayúsculas, palabras en bastardilla y/o en [llaves]. Se emplea la bastardilla cuando, a criterio del traductor, la palabra es necesaria en cuanto al buen español, pero no figura en el manuscrito del idioma original. Las palabras en llaves son aclaraciones hechas por el traductor para evitar que se mal entienda la frase. La puntuación y la ortografía tienen el propósito principal de preservar el sentido y el conjunto demostrado en los manuscritos originales, y no necesariamente según las normas del español moderno. El traductor original transcribió el Nombre de Dios al español como Jehová; Nombre que aparece en los manuscritos hebreos de las Sagradas Escrituras con cuatro consonantes (sin vocales) YHWH (o JHVH) y se traduce de manera literal al español como YO SOY (según Exodo 3:14). Así mismo figura en el idioma griego en algunas citas del Nuevo Testamento (vean Marcos 12:26, 14:62, Lucas 22:70, Juan 4:26; 6:35,41; 8:18,24,28,58; 11:25; 18:5-8; Apocalipsis 1:8,11,17; 2:23; 21:6; 22:13,16). Los antiguos consideraban que el Nombre de Dios era demasiado sagrado para pronunciar y entonces leian "Adonai" o Señor cada vez que encontraban los cuatro consonantes del tetragramaton. Tradición seguida por nuestro Señor Jesús y por los apóstoles en el Nuevo Testamento cuando citaban las Escrituras del Antiguo Testamento. En esta obra hemos continuado en la tradición del Nuevo Testamento en cuanto a las citas del Antiguo Testamento y así el nombre que aparece en los manuscritos originales como YHWH esta siempre escrita en mayúsculas pequeñas como SEÑOR, DIOS, o YO SOY según el caso. Esperamos que esta explicación ayude a aclarar la polémica acerca de la transcripción castellana del Nombre sagrado (y dejamos al lector en libertad para pronunciar el Nombre de Dios a su conciencia) si todos reconocemos que hay un solo YO SOY y sólo mediante el arrepentimiento y la fe podemos hallar nuestra existencia en El eternamente. Ilustres hombres de Dios a través de los siglos han encontrado múltiples aplicaciones del mensaje profético de la Palabra de Dios; sea a la Israel natural, a la Israel espiritual (la Iglesia), o a la vida diaria del cristiano. Como acabamos de ver referente al Nombre de Dios, es útil entender el significado literal y espiritual de los nombres propios usados en las Sagradas Escrituras para mayor comprensión de cada faceta del mensaje divino". ______________________________________________________________ (c) 1996, Russell Martin Stendal Tomado del módulo: SEV.EXE Las 1569 Sagradas Escrituras Revised 1996 de Larry Pierce: http://www.online-bible.com/ GÉNESIS CAPÍTULO 1 1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y apartó Dios a la luz de las tinieblas. 5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche; y fue la tarde y la mañana un día. 6 Y dijo Dios: Sea un extendimiento en medio de las aguas, y haya apartamiento entre aguas y aguas. 7 E hizo Dios un extendimiento, y apartó las aguas que estaban debajo del extendimiento, de las aguas que estaban sobre el extendimiento; y fue así. 8 Y llamó Dios al extendimiento Cielos; y fue la tarde y la mañana el día segundo. 9 Y dijo Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco; y fue así. 10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y al ayuntamiento de las aguas llamó Mares; y vio Dios que era bueno. 11 Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que haga simiente; árbol de fruto que haga fruto según su naturaleza, que su simiente esté en él sobre la tierra; y fue así. 12 Y produjo la tierra hierba verde, hierba que hace simiente según su naturaleza, y árbol que hace fruto, cuya simiente está en él según su naturaleza; y vio Dios que era bueno. 13 Y fue la tarde y la mañana el día tercero. 14 Y dijo Dios: Sean luminarias en el extendimiento de los cielos para apartar el día y la noche; y sean por señales, y por tiempos determinados, y por días y años; 15 y sean por luminarias en el extendimiento de los cielos para alumbrar sobre la tierra; y fue así. 16 E hizo Dios las dos luminarias grandes; la luminaria grande para que señorease en el día, y la luminaria pequeña para que señorease en la noche, y las estrellas. 17 Y las puso Dios en el extendimiento de los cielos, para alumbrar sobre la tierra, 18 y para señorear en el día y en la noche, y para apartar la luz y las tinieblas; y vio Dios que era bueno. 19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. 20 Y dijo Dios: Produzcan las aguas gran cantidad de criaturas de alma viviente, y aves que vuelen sobre la tierra, sobre la faz del extendimiento de los cielos. 21 Y creó Dios las grandes ballenas, y todo animal que respira, que las aguas produjeron según sus naturalezas, y toda ave de alas según su naturaleza; y vio Dios que era bueno. 22 Y Dios los bendijo diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y las aves se multipliquen en la tierra. 23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto. 24 Y dijo Dios: Produzca la tierra alma viviente según su naturaleza, bestias y serpientes, y animales de la tierra según su naturaleza; y fue así. 25 E hizo Dios animales de la tierra según su naturaleza, y bestias según su naturaleza, y todas las serpientes de la tierra según su naturaleza; y vio Dios que era bueno. 26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en toda serpiente que se anda arrastrando sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 29 Y dijo Dios: He aquí os he dado toda hierba que hace simiente, que está sobre la faz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que haga simiente, os serán para comer. 30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se mueve sobre la tierra, en que hay ánima viviente, toda verdura de hierba verde les será para comer; y fue así. 31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. CAPÍTULO 2 1 Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento. 2 Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. 3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda su obra que había creado Dios en perfección. 4 Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que el SEÑOR Dios hizo la tierra y los cielos, 5 y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque el SEÑOR Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni aun había hombre para que labrase la tierra; 6 Y un vapor subía de la tierra, que regaba toda la faz de la tierra. 7 Formó, pues, El SEÑOR Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente. 8 Y había plantado el SEÑOR Dios un huerto en Edén al oriente, y puso allí al hombre que formó. 9 Había también hecho producir el SEÑOR Dios de la tierra todo árbol deseable a la vista, y bueno para comer, y el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 10 Y salía un río de Edén para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro cabezas. 11 El nombre del uno era Pisón; éste es el que cerca toda la tierra de Havila, donde hay oro; 12 y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y piedra cornerina. 13 El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que cerca toda la tierra de Etiopía. 14 Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va hacia el oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. 15 Tomó, pues, el SEÑOR Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrase y lo guardase. 16 Y mandó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás. 18 Y dijo el SEÑOR Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda que esté delante de él. 19 Formó, pues, el SEÑOR Dios de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán, para que viese cómo les había de llamar; y todo lo que Adán llamó al alma viviente, es ese su nombre. 20 Y puso Adán nombres a toda bestia y ave de los cielos, y a todo animal del campo; mas para Adán no halló ayuda que estuviese delante de él. 21 Y el SEÑOR Dios hizo caer sueño sobre el hombre, y se adormeció; entonces tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar; 22 y edificó el SEÑOR Dios la costilla que tomó del hombre, en mujer, y la trajo al hombre. 23 Y dijo el hombre: Esta vez, hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del Varón fue tomada. 24 Por tanto, el varón dejará a su padre y a su madre, y se allegará a su mujer, y serán por una carne. 25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban. CAPÍTULO 3 1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios dijo: No comáis de ningún árbol del huerto? 2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto comemos; 3 mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni tocaréis en él, para que no muráis. 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis. 5 Mas sabe Dios, que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses, sabiendo el bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era deseable a los ojos, y árbol de codicia para entender; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, y comió con ella. 7 Y fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron cintas para ceñir. 8 Y oyeron la voz del SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al aire del día; y se escondió el hombre y su mujer de delante del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. 9 Y llamó el SEÑOR Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 11 Y le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? 12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste, ella me dio del árbol, y comí. 13 Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que hiciste? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. 14 Y el SEÑOR Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás más que todas las bestias y que todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida; 15 y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; ella te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. 16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y a tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti. 17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él. Maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; 18 espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo; 19 en el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado. Porque polvo eres, y al polvo serás tornado. 20 Y llamó el hombre el nombre de su mujer, Eva; por cuanto ella era madre de todos lo vivientes. 21 Y el SEÑOR Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. 22 Y dijo el SEÑOR Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, para que no meta su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre; 23 y lo sacó el SEÑOR del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. 24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una llama de cuchillo que andaba en derredor para guardar el camino del árbol de la vida. CAPÍTULO 4 1 Y conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He ganado varón por el SEÑOR. 2 Y otra vez dio a luz a su hermano Abel. Y fue Abel pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. 3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra presente al SEÑOR. 4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró el SEÑOR a Abel y a su presente; 5 y a Caín y a su presente no miró. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. 6 Entonces el SEÑOR dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué se ha inmutado tu rostro? 7 Cierto que si bien hicieres, será acepto; y si no hicieres bien, a las puertas duerme el pecado, y a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. 8 Y habló Caín a su hermano Abel; y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató. 9 Y El SEÑOR dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé; ¿soy yo guarda de mi hermano? 10 Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. {sangre: Heb. sangres} 11 Ahora pues, maldito seas tú de la tierra que abrió su boca para recibir la sangre de tu hermano de tu mano: 12 Cuando labrares la tierra, no te volverá a dar su fuerza; vagabundo y extranjero serás en la tierra. 13 Y dijo Caín al SEÑOR: Grande es mi iniquidad para perdonar. 14 He aquí me echas hoy de la faz de la tierra, y de tu presencia me esconderé; y seré vagabundo y extranjero en la tierra; y será que cualquiera que me hallare, me matará. 15 Y le respondió el SEÑOR: Cierto que cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces el SEÑOR puso señal en Caín, para que no lo hiriese cualquiera que le hallara. 16 Y salió Caín de delante del SEÑOR, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. 17 Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. 18 Y a Enoc nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. 19 Y tomó para sí Lamec dos mujeres: el nombre de la una fue Ada, y el nombre de la otra Zila. 20 Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas, y crían ganados. 21 Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y órgano. 22 Y Zila también dio a luz a Tubal-Caín, acicalador de toda obra de bronce y de hierro: y la hermana de Tubal-Caín fue Naama. 23 Y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Que varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe; 24 que siete veces será vengado Caín, mas Lamec setenta veces siete. 25 Y conoció aún Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set; porque Dios (dijo ella) me ha dado otra simiente por Abel, al cual mató Caín. 26 Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces comenzó a ser invocado el nombre del SEÑOR. CAPÍTULO 5 1 Este es el libro de la descendencia de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a la semejanza de Dios lo hizo; 2 macho y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. 3 Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. 4 Y fueron los días de Adán, después que engendró a Set, ochocientos años; y engendró hijos e hijas. 5 Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió. 6 Y vivió Set ciento cinco años, y engendró a Enós. 7 Y vivió Set, después que engendró a Enós, ochocientos siete años; y engendró hijos e hijas. 8 Y fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió. 9 Y vivió Enós noventa años, y engendró a Cainán. 10 Y vivió Enós después que engendró a Cainán, ochocientos quince años; y engendró hijos e hijas. 11 Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años; y murió. 12 Y vivió Cainán setenta años, y engendró a Mahalaleel. 13 Y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años; y engendró hijos e hijas. 14 Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años; y murió. 15 Y vivió Mahalaleel sesenta y cinco años, y engendró a Jared. 16 Y vivió Mahalaleel, después que engendró a Jared, ochocientos treinta años; y engendró hijos e hijas. 17 Y fueron todos los días de Mahalaleel ochocientos noventa y cinco años; y murió. 18 Y vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc. 19 Y vivió Jared, después que engendró a Enoc, ochocientos años; y engendró hijos e hijas. 20 Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió. 21 Y vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. 22 Y anduvo Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años; y engendró hijos e hijas. 23 Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. 24 Y anduvo Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. 25 Y vivió Matusalén ciento ochenta y siete años, y engendró a Lamec. 26 Y vivió Matusalén, después que engendró a Lamec, setecientos ochenta y dos años; y engendró hijos e hijas. 27 Fueron, pues, todos los días de Matusalén, novecientos sesenta y nueve años; y murió. 28 Y vivió Lamec ciento ochenta y dos años, y engendró un hijo; 29 y llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos consolará de nuestras obras, y del trabajo de nuestras manos de la tierra, a la cual el SEÑOR maldijo. 30 Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y cinco años; y engendró hijos e hijas. 31 Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años; y murió. 32 Y siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam, y a Jafet. CAPÍTULO 6 1 Y acaeció que, cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, 2 viendo los hijos de Dios las hijas de los hombres que eran hermosas, tomaron mujeres, escogiendo entre todas. 3 Y dijo el SEÑOR: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. 4 Había gigantes en la tierra en aquellos días; y también después que entraron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos, éstos fueron los valientes, que desde la antigüedad fueron varones de nombre. 5 Y vio el SEÑOR que la malicia de los hombres era mucha sobre la tierra, y que todo el intento de los pensamientos del corazón de ellos ciertamente era malo todo el tiempo. 6 Y se arrepintió el SEÑOR de haber hecho hombre en la tierra, y le pesó en su corazón. 7 Y dijo el SEÑOR: Raeré los hombres que he creado de sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el animal y hasta el ave de los cielos; porque me arrepiento de haberlos hecho. 8 Pero Noé halló gracia en los ojos del SEÑOR. 9 Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, perfecto fue en sus generaciones; con Dios anduvo Noé. 10 Y engendró Noé tres hijos: a Sem, a Cam, y a Jafet. 11 Y se corrompió la tierra delante de Dios, y se llenó la tierra de violencia. 12 Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. 13 Y dijo Dios a Noé: El fin de toda carne ha venido delante de mí; porque la tierra está llena de violencia delante de ellos; y he aquí que yo los destruyo a ellos con la tierra. 14 Hazte un arca de madera de cedro; harás apartamientos en el arca y la embetunarás con brea por dentro y por fuera. 15 Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura. 16 Una ventana harás al arca, y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba; y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero. 17 Y, he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá. 18 Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, y tus hijos, y tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. 19 Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada uno meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán. 20 De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo animal de la tierra según su especie, dos de cada uno entrarán a ti para que haya vida. 21 Y tú tómate toda vianda que se come, y júntatela, y será para ti y para ellos por mantenimiento. 22 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Dios; así lo hizo. CAPÍTULO 7 1 Y el SEÑOR dijo a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca, porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. 2 De todo animal limpio te tomarás de siete pares, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, dos, macho y su hembra. 3 También de las aves de los cielos de siete pares, macho y hembra; para guardar en vida la simiente sobre la faz de toda la tierra. 4 Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días, y cuarenta noches; y raeré toda sustancia que hice de sobre la faz de la tierra. 5 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó el SEÑOR. 6 Y siendo Noé de seiscientos años, el diluvio de las aguas fue sobre la tierra. 7 Y vino Noé, y sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos con él al arca, por las aguas del diluvio. 8 De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que anda arrastrándose sobre la tierra, 9 De dos en dos entraron a Noé en el arca: macho y hembra, como mandó Dios a Noé. 10 Y fue, que al séptimo día las aguas del diluvio fueron sobre la tierra. 11 El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo a los diecisiete días del mes; aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las ventanas de los cielos fueron abiertas; 12 y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. 13 En este mismo día entró Noé, y Sem, y Cam y Jafet, hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos con él en el arca; 14 ellos y todos los animales según sus especies, y todas las bestias según sus especies, y todo animal que anda arrastrándose sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, todo pájaro, toda cosa de alas. 15 Y vinieron a Noé al arca, de dos en dos, de toda carne, en que había espíritu de vida. 16 Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios: y cerró Dios sobre él. 17 Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas se multiplicaron, y alzaron el arca, y fue alzado de sobre la tierra. 18 Y prevalecieron las aguas, y se multiplicaron en gran manera sobre la tierra; y andaba el arca sobre la faz de las aguas. 19 Y las aguas prevalecieron mucho en gran manera sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. 20 Quince codos encima prevalecieron las aguas; y fueron cubiertos los montes. 21 Y murió toda carne que anda arrastrándose sobre la tierra, en las aves, y en las bestias, y en los animales, y en toda criatura que anda arrastrándose sobre la tierra, y en todo hombre; 22 todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, de todo lo que había en la tierra, murió. 23 Así rayó toda la sustancia que había sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, hasta el animal, y hasta el ave del cielo; y fueron raídos de la tierra; y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. 24 Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días. CAPÍTULO 8 1 Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y cesaron las aguas. 2 Y se cerraron las fuentes del abismo, y las ventanas de los cielos; y la lluvia de los cielos fue detenida. 3 Y se tornaron las aguas de sobre la tierra, yendo y volviendo; y decrecieron las aguas al cabo de ciento cincuenta días. 4 Y reposó el arca en el mes séptimo, a diecisiete días del mes, sobre los montes de Armenia. 5 Y las aguas fueron decreciendo hasta el mes décimo; en el décimo, al primero del mes, se descubrieron las cabezas de los montes. 6 Y fue, que al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana del arca que había hecho, 7 y envió al cuervo, el cual salió, y estuvo yendo y tornando hasta que las aguas se secaron de sobre la tierra. 8 Envió también de sí a la paloma, para ver si las aguas se habían aliviado de sobre la faz de la tierra; 9 y no halló la paloma donde reposar la planta de su pie, y se volvió a él al arca, porque las aguas estaban aún sobre la faz de toda la tierra. Y él extendió su mano y la tomó, la metió consigo en el arca. 10 Y esperó aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma del arca. 11 Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de oliva tomada en su boca; y entendió Noé que las aguas se habían aliviado de sobre la tierra. 12 Y esperó aún otros siete días, y envió la paloma, la cual no tornó a volver a él más. 13 Y fue, que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, al primero del mes, las aguas se enjugaron de sobre la tierra y quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba enjuta. 14 Y en el mes segundo, a los veintisiete días del mes, se secó la tierra. 15 Y habló Dios a Noé diciendo: 16 Sal del arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo. 17 Todos los animales que están contigo de toda carne, de aves y de bestias y de toda criatura que anda arrastrándose sobre la tierra, sacarás contigo; y vayan por la tierra, y fructifiquen, y multiplíquense sobre la tierra. 18 Entonces salió Noé, y sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos con él. 19 Todos los animales, y toda criatura, y toda ave, todo lo que se mueve sobre la tierra según sus especies, salieron del arca. 20 Y edificó Noé un altar al SEÑOR y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. 21 Y olió el SEÑOR olor de reposo; y dijo el SEÑOR en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su niñez; ni volveré más a herir toda cosa viva, como he hecho. 22 Todavía serán todos los tiempos de la tierra; es a saber sementera, y siega, y frío y calor, verano e invierno, y día y noche, no cesarán. CAPÍTULO 9 1 Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad, y multiplicaos, y llenad la tierra; 2 y vuestro temor y vuestro pavor será sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se moverá en la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. 3 Todo lo que se mueve, que es vivo, os será para mantenimiento; así como la verdura de hierba, os lo he dado todo. 4 Pero la carne con su alma (o vida), que es su sangre, no comeréis. 5 Porque ciertamente vuestra sangre que es vuestra alma, yo la demandaré; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré el alma del hombre. 6 El que derramare sangre de hombre en el hombre, su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. 7 Mas vosotros fructificad, y multiplicaos; y andad en la tierra, y multiplicaos en ella. 8 Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: 9 He aquí, que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestra simiente después de vosotros; 10 y con toda alma viviente que está con vosotros, en aves, en animales, y en toda bestia de la tierra que está con vosotros; desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. 11 Que yo estableceré mi pacto con vosotros, que no será talada más toda carne con aguas de diluvio; y que no habrá más diluvio para destruir la tierra. 12 Y dijo Dios: Esta será la señal del pacto que yo pongo entre mí y vosotros y toda alma viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: 13 Mi arco pondré en las nubes, el cual será por señal de pacto entre mí y la tierra. 14 Y será, que cuando anublare sobre la tierra, entonces mi arco aparecerá en las nubes. 15 Y me acordaré de mi pacto que está entre mí y vosotros y toda alma viviente en toda carne; y no serán más las aguas por diluvio para destruir a toda carne. 16 Y estará el arco en las nubes, y lo veré para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente, con toda carne que está sobre la tierra. 17 Dijo más Dios a Noé: Esta será la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne, que está sobre la tierra. 18 Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. 19 Estos tres son los hijos de Noé; y de ellos fue llena toda la tierra. 20 Y comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; 21 y bebió del vino, y se embriagó, y se descubrió en medio de su tienda. 22 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban fuera. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre los hombros de ambos, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre teniendo vueltos los rostros, que no vieron la desnudez de su padre. 24 Y despertó Noé de su vino, y supo lo que había hecho con él su hijo el más joven; 25 y dijo: Maldito sea Canaán; siervo de siervos será a sus hermanos. 26 Dijo más: Bendito el SEÑOR, el Dios de Sem, y sea Canaán su siervo. 27 Ensanche Dios a Jafet, y habite en las tiendas de Sem, y sea Canaán su siervo. 28 Y vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años. 29 Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años; y murió. CAPÍTULO 10 1 Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a los cuales nacieron hijos después del diluvio. 2 Los hijos de Jafet: Gomer, y Magog, y Madai, y Javán, y Tubal, y Mesec, y Tiras. 3 Y los hijos de Gomer: Askenaz, y Rifat, y Togarma. 4 Y los hijos de Javán: Elisa, y Tarsis, Quitim, y Dodanim. 5 Por éstos fueron partidas las islas de los gentiles en sus tierras, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones. 6 Los hijos de Cam: Cus, y Mizraim, y Fut, y Canaán. 7 Y los hijos de Cus: Seba, Havila, y Sabta, y Raama, y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y Dedán. 8 Y Cus engendró a Nimrod. Este comenzó a ser poderoso en la tierra. 9 Este fue poderoso cazador delante del SEÑOR; por lo cual se dice: Así como Nimrod poderoso cazador delante del SEÑOR. 10 Y fue la cabecera de su reino Babel, y Erec, y Acad, y Calne, en la tierra de Sinar. 11 De esta tierra salió Assur, el cual edificó a Nínive, y a Rehobot, y a Cala, 12 Y a Resén entre Nínive y Cala; la cual es la ciudad grande. 13 Y Mizraim engendró a Ludim, y a Anamim, y a Lehabim, y a Naftuhim, 14 Y a Patrusim, y a Casluhim de donde salieron los filisteos, y a Caftorim. 15 Y Canaán engendró a Sidón, su primogénito y a Het, 16 y a Jebusi, y a Amorri, y a Gergesi, 17 y a Hevi, y a Arci, y a Sini, 18 y a Aradi, y a Samari, y a Amati; y después se derramaron las familias de los cananeos. 19 Y fue el término de los cananeos desde Sidón, viniendo a Gerar hasta Gaza, hasta entrar en Sodoma y Gomorra, Adma, y Zeboim hasta Lasa. 20 Estos son los hijos de Cam por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. 21 También le nacieron hijos a Sem, padre de todos los hijos de Heber, y hermano mayor de Jafet. 22 Y los hijos de Sem: Elam, y Asur, y Arfaxad, y Lud, y Aram. 23 Y los hijos de Aram: Uz, y Hul, y Geter, y Mas. 24 Y Arfaxad engendró a Sala, y Sala engendró a Heber. 25 Y a Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días fue partida la tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. 26 Y Joctán engendró a Almodad, y a Selef, y Hazar-mavet, y a Jera, 27 y a Adoram, y a Uzal, y a Dicla, 28 y a Obal, y a Abimael, y a Seba, 29 y a Ofir, y a Havila, y a Jobab: todos éstos fueron hijos de Joctán. 30 Y fue su habitación desde Mesa viniendo de Sefar, monte de oriente. 31 Estos fueron los hijos de Sem por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. 32 Estas son las familias de Noé por su descendencia, en sus naciones; y de éstos fue dividida los gentiles en la tierra después del diluvio. CAPÍTULO 11 1 Era entonces toda la tierra una lengua y unas mismas palabras. 2 Y aconteció que, cuando partieron de oriente, hallaron una vega en la tierra de Sinar, y se asentaron allí. 3 Y dijeron los unos a los otros: Dad acá, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les fue el ladrillo en lugar de piedra, y el betún en lugar de mezcla. 4 Y dijeron: Dad acá, edifiquémonos ciudad, y torre, que tenga la cabeza en el cielo; y hagámonos nombrados, por ventura nos esparciremos sobre la faz de toda la tierra. 5 Y descendió el SEÑOR para ver la ciudad y la torre, que edificaban los hijos del hombre. 6 Y dijo el SEÑOR: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un lenguaje; y ahora comienzan a hacer, y ahora no dejarán de efectuar todo lo que han pensando hacer. 7 Ahora pues, descendamos, y mezclemos allí sus lenguas, que ninguno entienda la lengua de su compañero. 8 Así los esparció el SEÑOR de allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9 Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí mezcló el SEÑOR el lenguaje de toda la tierra, y de allí los esparció sobre la faz de toda la tierra. 10 Estas son las generaciones de Sem: Sem, de edad de cien años, engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio. 11 Y vivió Sem, después que engendró a Arfaxad quinientos años, y engendró hijos e hijas. 12 Y Arfaxad vivió treinta y cinco años, y engendró a Sala. 13 Y vivió Arfaxad, después que engendró a Sala, cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas. 14 Y vivió Sala treinta años, y engendró a Heber. 15 Y vivió Sala, después que engendró a Heber, cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas. 16 Y vivió Heber treinta y cuatro años, y engendró a Peleg. 17 Y vivió Heber, después que engendró a Peleg, cuatrocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. 18 Y vivió Peleg, treinta años, y engendró a Reu. 19 Y vivió Peleg, después que engendró a Reu, doscientos nueve años, y engendró hijos e hijas. 20 Y Reu vivió treinta y dos años, y engendró a Serug. 21 Y vivió Reu, después que engendró a Serug, doscientos siete años, y engendró hijos e hijas. 22 Y vivió Serug treinta años, y engendró a Nacor. 23 Y vivió Serug, después que engendró a Nacor, doscientos años, y engendró hijos e hijas. 24 Y vivió Nacor veintinueve años, y engendró a Taré. 25 Y vivió Nacor, después que engendró a Taré, ciento diecinueve años, y engendró hijos e hijas. 26 Y vivió Taré setenta años, y engendró a Abram, y a Nacor, y a Harán. 27 Estas son las generaciones de Taré: Taré engendró a Abram, y a Nacor, y a Harán; y Harán engendró a Lot. 28 Y murió Harán antes que su padre Taré en la tierra de su naturaleza, en Ur de los caldeos. 29 Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres: el nombre de la mujer de Abram fue Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca. 30 Y Sarai fue estéril, que no tenía hijo. 31 Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo; y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se asentaron allí. 32 Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió Taré en Harán. CAPÍTULO 12 1 Pero el SEÑOR había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu naturaleza, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré; 2 y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. 4 Y se fue Abram, como el SEÑOR le dijo; y fue con él Lot; y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. 5 Y tomó Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y toda su hacienda que habían ganado, y las almas que habían hecho en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron. 6 Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el alcornoque de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. 7 Y apareció el SEÑOR a Abram, y le dijo: A tu simiente daré esta tierra. Y edificó allí un altar al SEÑOR, que se le había aparecido. 8 Y se pasó de allí a un monte al oriente de Betel, y tendió su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar al SEÑOR, e invocó el nombre del SEÑOR. 9 Y movió Abram de allí, caminando y yendo hacia el mediodía. 10 Y hubo hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para peregrinar allá; porque era grande el hambre en la tierra. 11 Y aconteció que cuando llegó para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer hermosa de vista; 12 y será, que cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te darán la vida. 13 Ahora pues, di que eres mi hermana, para que yo halle bien por causa tuya, y viva mi alma por amor de ti. 14 Y aconteció que, cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron la mujer que era hermosa en gran manera. 15 También la vieron los príncipes del Faraón, y se la alabaron al Faraón; y fue llevada la mujer a casa del Faraón, 16 que hizo bien a Abram por causa de ella; y tuvo ovejas, y vacas, y asnos, y siervos, y criadas, y asnas y camellos. 17 Mas el SEÑOR hirió al Faraón y a su casa de grandes plagas, por causa de Sarai, mujer de Abram. 18 Entonces el Faraón llamó a Abram y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer? 19 ¿Por qué dijiste: Es mi hermana? ¡Y yo la tomé para mí por mujer! Ahora, pues, he aquí tu mujer, tómala y vete. 20 Entonces el Faraón mandó acerca de él a varones, que le acompañaran, y a su mujer, con todo lo que tenía. CAPÍTULO 13 1 Así subió Abram de Egipto hacia el mediodía, él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot. 2 Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y oro. 3 Y volvió por sus jornadas de la parte del mediodía hacia Betel, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Betel y Hai; 4 al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre del SEÑOR. 5 Y asimismo Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, y vacas, y tiendas. 6 De tal manera que la tierra no los sufría para morar juntos; porque su hacienda era mucha, y no pudieron habitar juntos. 7 Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. 8 Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre mí y ti, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. 9 ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si tú fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo a la izquierda. 10 Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, antes que destruyese el SEÑOR a Sodoma, y a Gomorra, como un huerto del SEÑOR, como la tierra de Egipto entrando en Zoar. 11 Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot al oriente, y se apartaron el uno del otro. 12 Abram se asentó en la tierra de Canaán, y Lot se asentó en las ciudades de la llanura, y puso sus tiendas hasta Sodoma. 13 Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores para con el SEÑOR en gran manera. 14 Y el SEÑOR dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde tú estás hacia el aquilón, y al mediodía, y al oriente y al occidente; 15 porque toda la tierra que tú ves, la daré a ti y a tu simiente para siempre. 16 Y pondré tu simiente como el polvo de la tierra; que si alguno podrá contar el polvo de la tierra, también tu simiente será contada. 17 Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la tengo de dar. 18 Y asentó Abram su tienda, y vino, y moró en el alcornocal de Mamre, que es en Hebrón, y edificó allí altar al SEÑOR. CAPÍTULO 14 1 Y aconteció en aquellos días que Amrafel, rey de Sinar; Arioc, rey de Elasar; Quedorlaomer, rey de Elam, y Tidal, rey de los gentiles, 2 hicieron guerra contra Bera, rey de Sodoma, y contra Birsa, rey de Gomorra, y contra Sinab, rey de Adma, y contra Semeber, rey de Zeboim, y contra el rey de Bela, la cual es Zoar. 3 Todos éstos se juntaron en el valle de Sidim, que es el Mar Salado. 4 Doce años habían servido a Quedorlaomer, y al decimotercer año se rebelaron. 5 Y en el año decimocuarto vino Quedorlaomer, y los reyes que estaban de su parte, e hirieron a los refaítas en Asterot-carnaim; a los zuzitas en Ham, y a los emitas en Save-quiriataim. 6 Y a los horeos en el monte de Seir, hasta la llanura de Parán, que está junto al desierto. 7 Y volvieron y vinieron a En-mispat, que es Cades, e hirieron todas las labranzas de los amalacitas, y también al amorreo, que habitaba en Hazezontamar. 8 Y salió el rey de Sodoma, y el rey de Gomorra, y el rey de Adma, y el rey de Zeboim, y el rey de Bela, que es Zoar, y ordenaron contra ellos batalla en el valle de Sidim; 9 es a saber, contra Quedorlaomer, rey de Elam, y Tidal, rey de los gentiles, y Amrafel, rey de Sinar, y Arioc, rey de Elasar; cuatro reyes contra cinco. 10 Y el valle de Sidim estaba lleno de pozos de betún; y huyeron el rey de Sodoma y el de Gomorra, y cayeron allí; y los demás huyeron al monte. 11 Y tomaron toda la hacienda de Sodoma y de Gomorra, y todas sus vituallas, y se fueron. 12 Tomaron también a Lot, hijo del hermano de Abram, que moraba en Sodoma, y a su hacienda, y se fueron porque él moraba en Sodoma. 13 Y vino uno que escapó, y lo denunció a Abram el hebreo, que habitaba en el alcornocal de Mamre amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales estaban confederados con Abram. 14 Y oyó Abram que su hermano era cautivo, y armó sus criados, los criados de su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan. 15 Y se derramó sobre ellos de noche él y sus siervos, y los hirió, y los siguió hasta Hoba, que está a la izquierda de Damasco. 16 Y recobró todos los bienes, y también a Lot su hermano y su hacienda, y también las mujeres y el pueblo. 17 Y salió el rey de Sodoma a recibirlo, cuando volvía de herir a Quedorlaomer y a los reyes que estaban con él, al valle de Save, que es el valle del Rey. 18 Entonces Melquisedec, rey de Salem, sacó pan y vino; el cual era sacerdote del Dios alto; 19 y le bendijo, y dijo: Bendito sea Abram del Dios alto, poseedor de los cielos y de la tierra; 20 y bendito sea el Dios alto, que entregó tus enemigos en tu mano. Y Abram le dio los diezmos de todo. 21 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti la hacienda. 22 Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano al SEÑOR Dios alto, poseedor de los cielos y de la tierra, 23 que desde un hilo hasta la correa de un zapato, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram. 24 Sacando solamente lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fueron conmigo, Aner, Escol, y Mamre; los cuales tomarán su parte. CAPÍTULO 15 1 Después de estas cosas vino la palabra del SEÑOR a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. 2 Y respondió Abram: Señor DIOS ¿qué me has de dar, siendo así que yo ando solo, y el mayordomo de mi casa es el damasceno Eliezer? 3 Dijo más Abram: He aquí no me has dado simiente, y he aquí el hijo de mi casa me hereda. 4 Y luego la palabra del SEÑOR vino a él diciendo: No te heredará éste, sino el que saldrá de tus entrañas, aquél te heredará. 5 Y le sacó fuera, y dijo: Mira ahora a los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu simiente. 6 Y creyó al SEÑOR, y se lo contó por justicia. 7 Y le dijo: Yo soy el SEÑOR, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra. 8 Y él respondió: Señor DIOS ¿en qué conoceré que la tengo de heredar? 9 Y le dijo: Apártame una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. 10 Y tomó él todas estas cosas, y las partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de otra; mas no partió las aves. 11 Y descendían aves sobre los cuerpos muertos, y las ojeaba Abram. 12 Y fue que poniéndose el sol cayó sueño sobre Abram, y he aquí que un temor, una oscuridad grande cayó sobre él. 13 Entonces dijo a Abram: Ten por cierto que tu simiente será peregrina en tierra no suya, y les servirán, y serán afligidos cuatrocientos años. 14 Mas también a la gente a quien servirán, juzgo yo; y después de esto saldrán con grande riqueza. 15 Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. 16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aun no está cumplida la maldad del amorreo hasta aquí. 17 Y sucedió que puesto el sol, y hubo una oscuridad, y he aquí un horno de humo, y una antorcha de fuego que pasó por entre las mitades. 18 Aquel día hizo el SEÑOR pacto con Abram diciendo: A tu simiente daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; 19 al cineo, y al cenezeo, y al cadmoneo, 20 al heteo, y al ferezeo, y al rafeo, 21 y al amorreo, y al cananeo, y al gergeseo, y al jebuseo. CAPÍTULO 16 1 Y Sarai, mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. 2 Dijo, pues, Sarai a Abram: He aquí ahora el SEÑOR me ha vedado de dar a luz; te ruego que entres a mi sierva; por ventura tendré hijos de ella. Y obedeció Abram al dicho de Sarai. 3 Y Sarai, la mujer de Abram, tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio a Abram su marido por mujer. 4 Y él entró a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. 5 Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta es sobre ti; yo puse mi sierva en tu seno, y viéndose embarazada, me mira con desprecio; juzgue el SEÑOR entre mí y ti. 6 Y respondió Abram a Sarai: He ahí tu sierva en tu mano, haz con ella lo que bien te pareciere. Entonces Sarai la afligió, y ella huyó de su presencia. 7 Y la halló el ángel del SEÑOR junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino del Sur. 8 Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai, mi señora. 9 Y le dijo el ángel del SEÑOR: Vuélvete a tu señora, y humíllate bajo su mano. 10 Le dijo también el ángel del SEÑOR: Multiplicaré tanto tu simiente, que no será contada por la multitud. 11 Y le dijo aun el ángel del SEÑOR: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque ha oído el SEÑOR tu aflicción. 12 Y él será hombre fiero; su mano contra todos, y las manos de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. 13 Entonces ella llamó el nombre del SEÑOR que hablaba con ella, Atta el roi, Tú eres el Dios de la vista; porque dijo: ¿No he visto también aquí las espaldas del que me vio? 14 Por lo cual llamó al pozo, Pozo del Viviente que me ve. He aquí está entre Cades y Bered. 15 Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre de su hijo que le dio Agar, Ismael. 16 Y era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael. CAPÍTULO 17 1 Y siendo Abram de edad de noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció, y le dijo: Yo soy el Dios todo poderoso; anda delante de mí, y sé perfecto. 2 Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré mucho en gran manera. 3 Entonces Abram cayó sobre su rostro, y Dios habló con él diciendo: 4 He aquí mi pacto contigo: Serás por padre de muchedumbre de gentiles; 5 y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentiles. 6 Y te multiplicaré mucho en gran manera, y te pondré en gentiles, y reyes saldrán de ti. 7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y entre tu simiente después de ti por sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu simiente después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, en heredad perpetua; y les seré por Dios. 9 Dijo de nuevo Dios a Abraham: Tú, empero, mi pacto guardarás, tú y tu simiente después de ti por sus generaciones. 10 Este será mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu simiente después de ti: Será circuncidado en vosotros todo macho. 11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 12 Y de edad de ocho días será circuncidado en vosotros todo macho por vuestras generaciones: el nacido en casa, y el comprado a dinero de cualquier extranjero, que no fuere de tu simiente. 13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne para alianza perpetua. 14 Y el macho incircunciso que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; mi pacto anuló. 15 Dijo también el SEÑOR a Abraham: A Sarai tu mujer no llamarás su nombre Sarai, mas Sara será su nombre. 16 Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de gentiles; reyes de pueblos serán de ella. 17 Entonces Abraham cayó sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y si Sara, ya de noventa años, ha de dar a luz? 18 Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. 19 Y respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él por alianza perpetua a su simiente después de él. 20 Y por Ismael, también te he oído: he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera: doce príncipes engendrará, y le pondré por gran gente. 21 Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el cual te dará a luz Sara en este tiempo el año siguiente. 22 Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham. 23 Entonces tomó Abraham a Ismael su hijo, y a todos los siervos nacidos en su casa, y a todos los comprados por su dinero, todo macho en los varones de la casa de Abraham, y circuncidó la carne de su prepucio en aquel mismo día, como Dios había hablado con él. 24 Era Abraham de edad de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. 25 E Ismael su hijo era de trece años cuando fue circuncidada la carne de su prepucio. 26 En aquel mismo día fue circuncidado Abraham e Ismael su hijo. 27 Y todos los varones de su casa, el siervo nacido en casa, y el comprado por dinero del extranjero, fueron circuncidados con él. CAPÍTULO 18 1 Y se le apareció el SEÑOR en el alcornocal de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda, cuando comenzaba el calor del día. 2 Y alzó sus ojos, y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se inclinó hacia la tierra, 3 Y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. 4 Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, 5 y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón; después pasaréis, porque por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. 6 Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a Sara, y le dijo: Toma presto tres medidas de flor de harina, amasa y haz panes cocidos debajo de la ceniza. 7 Y corrió Abraham a las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al joven, y éste se dio prisa a aderezarlo. 8 Tomó también manteca y leche, y el becerro que había aderezado, y lo puso delante de ellos; y él estaba junto a ellos debajo del árbol; y comieron. 9 Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. 10 Entonces dijo: De cierto volveré a ti según el tiempo de la vida, y he aquí, que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, y Abraham estaba detrás de él. 11 Y Abraham y Sara eran viejos, entrados en días: y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. 12 Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite? Así mismo mi señor es ya viejo. 13 Entonces el SEÑOR dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? 14 ¿Por ventura hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, según el tiempo de la vida, y Sara tendrá un hijo. 15 Entonces Sara negó diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, porque te reíste. 16 Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos acompañándolos. 17 Y el SEÑOR dijo: ¿Encubro yo a Abraham lo que hago, 18 habiendo de ser Abraham en gran gente y fuerte, y habiendo de ser benditos en él todos los gentiles de la tierra? 19 Porque yo lo he conocido, sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino del SEÑOR, haciendo justicia y juicio, para que haga venir el SEÑOR sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. 20 Entonces el SEÑOR le dijo: Por cuanto el clamor de Sodoma y Gomorra se ha engrandecido, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, 21 descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. 22 Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; mas Abraham estaba aún delante del SEÑOR. 23 Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? 24 Por ventura hay cincuenta justos dentro de la ciudad, ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por cincuenta justos que estén dentro de él? 25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer derecho? 26 Entonces respondió el SEÑOR: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor de ellos. 27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza; 28 por ventura faltarán de cincuenta justos, cinco: ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. 29 Y volvió a hablarle, y dijo: Por ventura se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor de los cuarenta. 30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: Por ventura se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. 31 Y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor: Por ventura se hallarán allí veinte. Respondió, no la destruiré, por veinte. 32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: Por ventura se hallarán allí diez. Respondió, No la destruiré, por diez. 33 Y se fue el SEÑOR, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham se volvió a su lugar. CAPÍTULO 19 1 Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó su faz a tierra. 2 Y dijo: Ahora, pues, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies: y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la plaza dormiremos. 3 Mas él porfió con ellos mucho, y se vinieron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura y comieron. 4 Y antes que se acostasen, cercaron la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo; 5 y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácanolos, para que los conozcamos. 6 Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró las puertas tras sí, 7 y dijo: Hermanos míos, os ruego que no hagáis mal. 8 He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré afuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado. 9 Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino éste aquí para habitar como un extraño, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper las puertas. 10 Entonces los varones extendieron su mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron las puertas. 11 Y a los varones que estaban a la puerta de la casa desde el menor hasta el mayor, hirieron con ceguera; mas ellos se fatigaban por hallar la puerta. 12 Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar: 13 Porque destruimos este lugar, por cuanto el clamor de ellos se ha engrandecido delante del SEÑOR; por tanto el SEÑOR nos ha enviado para destruirlo. 14 Entonces salió Lot, y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque el SEÑOR va a destruir esta ciudad. Mas fue tenido como burlador en ojos de sus yernos. 15 Y cuando el alba subía, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. 16 Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer, y de las manos de sus dos hijas en la misericordia del SEÑOR que era sobre él; y le sacaron, y le pusieron fuera de la ciudad. 17 Y fue que sacándolos fuera, dijo: Escápate; sobre tu alma; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, para que no perezcas. 18 Y Lot les dijo: No, yo os ruego, señores míos; 19 he aquí ahora ha hallado tu siervo gracia en tus ojos, y has engrandecido tu misericordia que has hecho conmigo dándome la vida; mas yo no podré escapar al monte, que por ventura no se me pegue el mal, y muera. 20 He aquí ahora esta ciudad está cercana para huir allá, la cual es pequeña; escaparé ahora allá, (¿no es ella pequeña?) y vivirá mi alma. 21 Y le respondió: He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, para no destruir la ciudad de que has hablado. 22 Date prisa, escápate allá; porque no podré hacer nada hasta que hayas llegado allá. Por esto fue llamado el nombre de la ciudad, Zoar. 23 El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar. 24 Y el SEÑOR llovió sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego del SEÑOR desde los cielos; 25 y trastornó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal. 27 Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante del SEÑOR. 28 Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. 29 Y fue que, destruyendo Dios las ciudades de la llanura, Dios se acordó de Abraham, y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde Lot estaba. 30 Pero Lot subió de Zoar, y se asentó en el monte, y sus dos hijas con él; porque tuvo miedo de quedar en Zoar, y se alojó en una cueva él y sus dos hijas. 31 Entonces la mayor dijo a la menor: Nuestro padre es viejo, y no queda varón en la tierra que entre a nosotras conforme a la costumbre de toda la tierra. 32 Ven, demos a beber vino a nuestro padre, y durmamos con él, y conservaremos de nuestro padre generación. 33 Y dieron a beber vino a su padre aquella noche; y entró la mayor, y durmió con su padre; mas él no supo cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. 34 El día siguiente dijo la mayor a la menor: He aquí yo dormí la noche pasada con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra, duerme con él, y conservemos de nuestro padre generación. 35 Y dieron a beber vino a su padre también aquella noche; y se levantó la menor, y durmió con él; y él no supo cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. 36 Y concibieron las dos hijas de Lot, de su padre. 37 Y dio a luz la mayor un hijo, y llamó su nombre Moab, el cual es padre de los moabitas hasta hoy. 38 La menor también dio a luz un hijo, y llamó su nombre Ben-ammi, el cual es padre de los amonitas hasta hoy. CAPÍTULO 20 1 De allí partió Abraham a la tierra del mediodía, y se asentó entre Cades y Shur, y peregrinó en Gerar. 2 Y decía Abraham de Sara su mujer: Mi hermana es. Y Abimelec, rey de Gerar, envió y tomó a Sara. 3 Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí muerto eres por la mujer que has tomado, la cual es casada con marido. 4 Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo: Señor, ¿matarás también la gente justa? 5 ¿No me dijo él: Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi corazón, y con limpieza de mis manos he hecho esto. 6 Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases. 7 Ahora, pues, vuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si tú no la volvieres, sabe que de cierto morirás, con todo lo que fuere tuyo. 8 Entonces Abimelec se levantó de mañana, y llamó a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera. 9 Después llamó Abimelec a Abraham y le dijo: ¿Qué nos has hecho? ¿Y en qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan gran pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo. 10 Y dijo más Abimelec a Abraham: ¿Qué viste para que hicieses esto? 11 Y Abraham respondió: Porque dije para mí: Cierto no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer. 12 Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer. 13 Y fue que, cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: Esta es la merced que tú me harás, que en todos los lugares donde llegáremos, digas de mí: Mi hermano es. 14 Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, y siervos y siervas, y se los dio a Abraham, y le devolvió a Sara su mujer. 15 Y dijo Abimelec: He aquí mi tierra está delante de ti, habita donde bien te pareciere. 16 Y a Sara dijo: He aquí he dado mil monedas de plata a tu hermano; mira que él te es por velo de ojos para todos los que estuvieron contigo, y para con todos; así fue reprendida. 17 Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos. 18 Porque había del todo cerrado el SEÑOR toda matriz de la casa de Abimelec, a causa de Sara mujer de Abraham. CAPÍTULO 21 1 Y visitó el SEÑOR a Sara, como había dicho, e hizo el SEÑOR con Sara como había hablado. 2 Y Sara concibió y dio a luz a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. 3 Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac. 4 Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le mandó. 5 Y era Abraham de cien años, cuando le nació Isaac su hijo. 6 Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reir, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. 7 Y añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara había de dar leche a hijos? Que le he dado a luz un hijo en su vejez. 8 Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac. 9 Y vio Sara al hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, que se burlaba. 10 Por tanto dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo; que el hijo de esta sierva no ha de heredar con mi hijo, con Isaac. 11 Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. 12 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia. 13 Y también al hijo de la sierva pondré en gente, porque es tu simiente. 14 Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó al muchacho, y la envió. Y ella fue, y se perdió en el desierto de Beerseba. 15 Y faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un árbol; 16 y se fue y se sentó enfrente, alejándose como un tiro de arco; diciendo: No veré cuando el muchacho morirá; y se sentó enfrente, y alzó su voz y lloró. 17 Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. 18 Levántate, alza al muchacho, y tómalo de tu mano, porque en gran gente lo tengo de poner. 19 Entonces abrió Dios sus ojos, y vio una fuente de agua; y fue, y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho. 20 Y fue Dios con el muchacho; y creció, y habitó en el desierto, y fue tirador de arco. 21 Y habitó en el desierto de Parán; y su madre le tomó mujer de la tierra de Egipto. 22 Y aconteció en aquel mismo tiempo que habló Abimelec, y Ficol, príncipe de su ejército, a Abraham diciendo: Dios es contigo en todo cuanto haces. 23 Ahora pues, júrame aquí por Dios, que no faltarás a mí, ni a mi hijo, ni a mi nieto; sino que conforme a la misericordia que yo hice contigo, harás tú conmigo y con la tierra donde has peregrinado. 24 Y respondió Abraham: Yo juraré. 25 Y Abraham reprendió a Abimelec a causa de un pozo de agua, que los siervos de Abimelec le habían quitado. 26 Y respondió Abimelec: No sé quién haya hecho esto, ni tampoco tú me lo hiciste saber, ni yo lo he oído hasta hoy. 27 Y tomó Abraham ovejas y vacas, y dio a Abimelec; e hicieron ambos alianza. 28 Y puso Abraham siete corderas del rebaño aparte. 29 Y dijo Abimelec a Abraham: ¿Qué significan esas siete corderas que has puesto aparte? 30 Y él respondió: Que estas siete corderas tomarás de mi mano, para que me sean en testimonio de que yo cavé este pozo. 31 Por esto llamó a aquel lugar Beerseba; porque allí juraron ambos. 32 Así hicieron alianza en Beerseba; y se levantó Abimelec y Ficol, príncipe de su ejército, y se volvieron a tierra de los filisteos. 33 Y plantó Abraham un bosque en Beerseba, e invocó allí el nombre del SEÑOR Dios eterno. 34 Y moró Abraham en tierra de los filisteos muchos días. CAPÍTULO 22 1 Y aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3 Y Abraham madrugó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos criados suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. 4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. 5 Entonces dijo Abraham a sus criados: Esperaos aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí, y adoraremos, y volveremos a vosotros. 6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo; y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. 7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? 8 Y respondió Abraham: Dios proveerá para si cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. 9 Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y le puso en el altar sobre la leña. 10 Y extendió Abraham su mano, y tomó el cuchillo, para degollar a su hijo. 11 Entonces el ángel del SEÑOR le dio voces del cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ahora conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único; 13 entonces alzó Abraham sus ojos, y miró, y he aquí un carnero a sus espaldas, trabado en una mata por sus cuernos; y fue Abraham, y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. 14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, YHWH-jireh (el SEÑOR verá). Por tanto se dice hoy, en el monte del SEÑOR será visto. 15 Y llamó el ángel del SEÑOR a Abraham la segunda vez desde el cielo, 16 y dijo: Por mí mismo he jurado, dijo el SEÑOR, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único; 17 bendiciendo te bendeciré, y multiplicando, multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la orilla del mar; y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos: 18 En tu simiente serán benditos todos los gentiles de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. 19 Y se tornó Abraham a sus criados, y se levantaron y se fueron juntos a Beerseba; y habitó Abraham en Beerseba. 20 Y aconteció después de estas cosas, que fue dada nueva a Abraham, diciendo: He aquí que también Milca ha dado a luz hijos a Nacor tu hermano: 21 A Uz su primogénito, y a Buz su hermano, y a Kemuel padre de Aram. 22 Y a Quesed, y a Hazo, y a Pildas, y a Jidlaf, y a Betuel. 23 Y Betuel engendró a Rebeca. Estos ocho dio a luz Milca a Nacor, hermano de Abraham. 24 Y su concubina, que se llamaba Reúma, dio a luz también a Teba, y a Gaham, y a Tahas, y a Maaca. CAPÍTULO 23 1 Y fue la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara. 2 Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y vino Abraham a endechar a Sara, y a llorarla. 3 Y se levantó Abraham de delante de su muerta, y habló a los hijos de Het, diciendo: 4 Peregrino y advenedizo soy entre vosotros; dadme heredad de sepultura con vosotros, y sepultaré mi muerta de delante de mí. 5 Y respondieron los hijos de Het a Abraham, y le dijeron: 6 Oyenos, señor mío, eres un príncipe de Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestras sepulturas sepulta a tu muerta; ninguno de nosotros te impedirá su sepultura, para que entierres tu muerta. 7 Y Abraham se levantó, y se inclinó al pueblo de aquella tierra, a los hijos de Het; 8 y habló con ellos, diciendo: Si tenéis voluntad que yo sepulte mi muerta de delante de mí, oídme, e interceded por mí con Efrón, hijo de Zohar, 9 para que me dé la cueva de Macpela, que tiene al cabo de su heredad; que por su justo precio me la dé, para heredad de sepultura en medio de vosotros. 10 Este Efrón habitaba entre los hijos de Het; y respondió Efrón heteo a Abraham, en oídos de los hijos de Het, de todos los que entraban por la puerta de su ciudad, diciendo: 11 No, señor mío, óyeme: te doy la heredad, y te doy también la cueva que está en ella; delante de los hijos de mi pueblo te la doy; sepulta tu muerta. 12 Y Abraham se inclinó delante del pueblo de la tierra. 13 Y respondió a Efrón en oídos del pueblo de la tierra, diciendo: Antes, si te place, te ruego que me oigas; yo daré el precio de la heredad, tómalo de mí, y sepultaré en ella mi muerta. 14 Y respondió Efrón a Abraham, diciéndole: 15 Señor mío, escúchame: la tierra vale cuatrocientos siclos de plata; ¿qué es esto entre mí y ti? Entierra pues tu muerta. 16 Entonces Abraham se convino con Efrón, y pesó Abraham a Efrón el dinero que dijo, oyéndolo los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, corrientes por los mercaderes. 17 Y quedó la heredad de Efrón que estaba en Macpela enfrente de Mamre, la heredad y la cueva que estaba en ella, y todos los árboles que había en la heredad, y en todo su término al derredor, 18 de Abraham en posesión, a vista de los hijos de Het, y de todos los que entraban por la puerta de su ciudad. 19 Y después de esto sepultó Abraham a Sara su mujer en la cueva de la heredad de Macpela enfrente de Mamre, que es Hebrón en la tierra de Canaán. 20 Y quedó la heredad y la cueva que en ella había, de Abraham, en heredad de sepultura comprada de los hijos de Het. CAPÍTULO 24 1 Y Abraham era ya viejo, y bien entrado en días; y el SEÑOR había bendecido a Abraham en todo. 2 Y dijo Abraham a su siervo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía: Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, 3 y te juramentaré por el SEÑOR, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no has de tomar mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; 4 sino que irás a mi tierra y a mi natural, y tomarás de allá mujer para mi hijo Isaac. 5 Y el siervo le respondió: Por ventura la mujer no querrá venir en pos de mí a esta tierra, ¿volveré, pues, tu hijo a la tierra de donde saliste? 6 Y Abraham le dijo: Guárdate que no vuelvas a mi hijo allá. 7 El SEÑOR, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre, y de la tierra de mi natural, y me habló, y me juró diciendo: A tu simiente daré esta tierra; él enviará su ángel delante de ti, y tú tomarás de allá mujer para mi hijo. 8 Y si la mujer no quisiere venir en pos de ti, serás libre de este mi juramento; solamente que no vuelvas allá a mi hijo. 9 Entonces el siervo puso su mano debajo del muslo de Abraham su señor, y le juró sobre este negocio. 10 Y el siervo tomó diez camellos de los camellos de su señor, y fue llevando en su mano lo mejor que su señor tenía; y se levantó y fue a Ara Naharaim, a la ciudad de Nacor. 11 E hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la tarde, a la hora en que salen las doncellas por agua. 12 Y dijo: SEÑOR, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham. 13 He aquí yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. 14 Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja ahora tu cántaro, para que yo beba; y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos, que ésta sea la que aparejaste a tu siervo Isaac; y en esto conoceré que habrás hecho misericordia con mi señor. 15 Y aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí Rebeca que salía, (la cual había nacido a Betuel, hijo de Milca, mujer de Nacor hermano de Abraham) con su cántaro sobre sus hombros. 16 Y la doncella era de muy hermoso aspecto, virgen, a la que varón no había conocido; la cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía. 17 Entonces el siervo corrió hacia ella, y dijo: Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro. 18 Y ella respondió: Bebe, señor mío: y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano, y le dio a beber. 19 Y cuando acabó de darle a beber, dijo: También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber. 20 Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos. 21 Y el varón estaba maravillado de ella, callando, para saber si el SEÑOR había prosperado su camino o no. 22 Y fue que cuando los camellos acabaron de beber, el varón sacó un pendiente de oro de medio siclo de peso, y dos brazaletes de diez siclos de peso de oro, 23 y dijo: ¿De quién eres hija? Te ruego me digas, ¿hay lugar en casa de tu padre donde posemos? 24 Y ella respondió: Soy hija de Betuel, hijo de Milca, el cual dio a luz ella a Nacor. 25 Y añadió: También hay en nuestra casa paja y mucho forraje, y lugar para posar. 26 El varón entonces se inclinó, y adoró al SEÑOR. 27 Y dijo: Bendito sea el SEÑOR, Dios de mi señor Abraham, que no apartó su misericordia y su verdad de mi señor, guiándome el SEÑOR en el camino a casa de los hermanos de mi amo. 28 Y la doncella corrió, e hizo saber en casa de su madre estas cosas. 29 Y Rebeca tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera al varón, a la fuente; 30 y fue que cuando vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: Así me dijo aquel varón; vino al varón; y he aquí él estaba junto a los camellos a la fuente. 31 Y le dijo: Ven, bendito del SEÑOR; ¿por qué estás fuera? Yo he limpiado la casa, y el lugar para los camellos. 32 Entonces el varón vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los varones que con él venían. 33 Y le pusieron delante qué comer; mas él dijo: No comeré hasta que haya dicho mi mensaje. Y él le dijo: Habla. 34 Entonces dijo: Yo soy siervo de Abraham; 35 y el SEÑOR ha bendecido mucho a mi señor, y él se ha engrandecido; y le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos. 36 Y Sara, mujer de mi amo, dio a luz un hijo a mi señor después de su vejez, al cual ha dado todo cuanto tiene. 37 Y mi señor me hizo jurar, diciendo: No tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito; 38 sino que irás a la casa de mi padre, y a mi natural, y tomarás de allá mujer para mi hijo. 39 Y yo dije: Por ventura no querrá venir en pos de mí la mujer. 40 Entonces él me respondió: El SEÑOR, en cuya presencia yo he andado, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino; y tomarás mujer para mi hijo de mi linaje y de la casa de mi padre; 41 entonces serás libre de mi juramento, cuando hubieres llegado a mi linaje; y si no te la dieren, serás libre de mi juramento. 42 Llegué, pues, hoy a la fuente, y dije: SEÑOR, Dios de mi señor Abraham, si tú prosperas ahora mi camino por el cual yo ando, 43 he aquí yo estoy junto a la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por agua, a la cual yo dijere: Dame ahora de beber un poco de agua de tu cántaro; 44 y ella me respondiere, Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua; ésta sea la mujer que aparejó el SEÑOR al hijo de mi señor. 45 Y antes que acabase de hablar en mi corazón, he aquí Rebeca, que salía con su cántaro sobre su hombro; y descendió a la fuente, y sacó agua; y yo le dije: Te ruego que me des a beber. 46 Y ella prestamente bajó su cántaro de encima de sí, y dijo: Bebe, y también a tus camellos daré a beber. Y bebí, y dio también de beber a mis camellos. 47 Entonces le pregunté, y dije: ¿De quién eres hija? Y ella respondió: Hija de Betuel, hijo de Nacor, que le dio a luz Milca. Entonces le puse un pendiente sobre su nariz, y brazaletes sobre sus manos; 48 y me incliné, y adoré al SEÑOR, y bendije al SEÑOR, Dios de mi señor Abraham, que me había guiado por camino de verdad para tomar la hija del hermano de mi señor para su hijo. 49 Ahora pues, si vosotros hacéis misericordia y verdad con mi señor, declarádmelo; y si no, declarádmelo; y echaré a la diestra o a la siniestra. 50 Entonces Labán y Betuel respondieron y dijeron: Del SEÑOR ha salido esto; no podemos hablarte malo ni bueno. 51 He ahí Rebeca delante de ti; tómala y vete, y sea mujer del hijo de tu señor, como lo ha dicho el SEÑOR. 52 Y fue, que cuando el siervo de Abraham oyó sus palabras, se inclinó a tierra al SEÑOR. 53 Y sacó el siervo vasos de plata y vasos de oro y vestidos, y dio a Rebeca; también dio cosas preciosas a su hermano y a su madre. 54 Y comieron y bebieron él y los varones que venían con él, y durmieron; y levantándose de mañana, dijo: Enviadme a mi señor. 55 Entonces respondió su hermano y su madre: Espere la doncella con nosotros a lo menos diez días, y después irá. 56 Y él les dijo: No me detengáis, pues que el SEÑOR ha prosperado mi camino; despachadme para que me vaya a mi señor. 57 Ellos respondieron entonces: Llamemos la doncella y preguntémosle. 58 Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré. 59 Entonces enviaron a Rebeca su hermana, y a su nodriza, y al siervo de Abraham y a sus varones. 60 Y bendijeron a Rebeca, y le dijeron: Nuestra hermana eres; seas en millares de millares, y tu generación posea la puerta de sus enemigos. 61 Se levantó entonces Rebeca y sus doncellas, y subieron sobre los camellos, y siguieron al varón; y el siervo tomó a Rebeca, y se fue. 62 Y venía Isaac del pozo del Viviente que me ve; porque él habitaba en la tierra del mediodía; 63 y había salido Isaac a orar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían. 64 Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello; 65 porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el siervo había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. 66 Entonces el siervo contó a Isaac todo lo que había hecho. 67 Y la introdujo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer; y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre. CAPÍTULO 25 1 Y Abraham tomó otra mujer, cuyo nombre fue Cetura; 2 la cual le dio a luz a Zimram, y a Jocsán, y a Medán, y a Madián, y a Isbac, y a Súa. 3 Y Jocsán engendró a Seba, y a Dedán: e hijos de Dedán fueron Asurim, y Letusim, y Leumim. 4 E hijos de Madián: Efa, y Efer, y Hanoc, y Abida, y Elda. Todos estos fueron hijos de Cetura. 5 Y Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac. 6 Y a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió de junto Isaac su hijo, mientras él vivió, al oriente, a la tierra oriental. 7 Y estos fueron los días de vida que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años. 8 Y expiró, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de días y fue unido a su pueblo. 9 Y lo sepultaron Isaac e Ismael sus hijos en la cueva doble, en la heredad de Efrón, hijo de Zoar heteo, que está enfrente de Mamre; 10 la heredad que compró Abraham de los hijos de Het; allí está sepultado, y Sara su mujer. 11 Y sucedió, después de muerto Abraham, que Dios bendijo a Isaac su hijo; y habitó Isaac junto al pozo del Viviente que me ve. 12 Y estas son las generaciones de Ismael, hijo de Abraham, que dio a luz Agar, la egipcia, sierva de Sara a Abraham: 13 Estos, pues, son los nombres de los hijos de Ismael, por sus nombres, por sus linajes: El primogénito de Ismael, Nabaiot; y Cedar, y Abdeel, y Mibsam, 14 y Misma, y Duma, y Massa, 15 Hadar, y Tema, y Jetur, y Nafis, y Cedema. 16 Estos son los hijos de Ismael, y estos sus nombres por sus villas y por sus palacios; doce príncipes por sus familias. 17 Y estos fueron los años de la vida de Ismael, ciento treinta y siete años; y expiró y murió Ismael; y fue unido a su pueblo. 18 Y habitaron desde Havila hasta Shur, que está enfrente de Egipto, viniendo a Asiria; y delante de todos sus hermanos cayó. 19 Y estas son las generaciones de Isaac, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac; 20 y era Isaac de cuarenta años cuando tomó a Rebeca, hija de Betuel, el arameo, de Padan-aram, hermana de Labán, el arameo, por su mujer. 21 Y oró Isaac al SEÑOR por su mujer, que era estéril; y lo aceptó el SEÑOR, y concibió Rebeca su mujer. 22 Y los hijos se combatían dentro de ella; y dijo: Si es así ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar al SEÑOR. 23 Y le respondió el SEÑOR: Dos naciones hay en tu vientre, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; mas un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor. 24 Y cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí mellizos en su vientre. 25 Y salió el primero bermejo, y todo él velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. 26 Y después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando Rebeca los dio a luz. 27 Y crecieron los niños, y Esaú fue varón sabio en la caza, hombre del campo; Jacob, empero, era varón entero, que estaba en las tiendas. 28 Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. 29 Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo cansado, 30 dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de eso bermejo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. 31 Y Jacob respondió: Véndeme hoy en este día tu primogenitura. 32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? 33 Y dijo Jacob: Júrame hoy en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. 34 Entonces Jacob dio a Esaú del pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó, y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura. CAPÍTULO 26 1 Y hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que fue en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar. 2 Y se le apareció el SEÑOR, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré; 3 habita en esta tierra, y yo seré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu simiente daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que juré a Abraham tu padre: 4 Y multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y daré a tu simiente todas estas tierras; y todos los gentiles de la tierra serán benditos en tu simiente. 5 Por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi observancia, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. 6 Habitó, pues, Isaac en Gerar. 7 Y los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer; y él respondió: Es mi hermana; porque tuvo miedo de decir: Es mi mujer; por ventura, dijo, los varones del lugar me matarían por causa de Rebeca; porque era de hermoso aspecto. 8 Y sucedió que, después que él estuvo allí muchos días, Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana, vio a Isaac que jugaba con Rebeca su mujer. 9 Y llamó Abimelec a Isaac, y dijo: He aquí ella es de cierto tu mujer; ¿cómo, pues, dijiste: Es mi hermana? E Isaac le respondió, porque dije: Por ventura moriré por causa de ella. 10 Y Abimelec dijo: ¿Por qué nos has hecho esto? Por poco hubiera dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros el pecado. 11 Entonces Abimelec mandó a todo el pueblo, diciendo: El que tocare a este hombre o a su mujer, de cierto morirá. 12 Y sembró Isaac en aquella tierra, y halló aquel año ciento por uno; y le bendijo el SEÑOR. 13 Y el varón se engrandeció, y fue adelantando y engrandeciéndose, hasta hacerse muy grande; 14 y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y grande apero; y los filisteos le tuvieron envidia. 15 Y todos los pozos que habían abierto, los siervos de Abraham su padre en sus días, los filisteos los habían cerrado y llenado de tierra. 16 Y dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque mucho más fuerte que nosotros te has hecho. 17 E Isaac se fue de allí; y asentó sus tiendas en el valle de Gerar, y habitó allí. 18 Y volvió a abrir Isaac los pozos de agua que habían abierto en los días de Abraham su padre, y que los filisteos habían cerrado, muerto Abraham; y los llamó por los nombres que su padre los había llamado. 19 Y los siervos de Isaac cavaron en el valle, y hallaron allí un pozo de aguas vivas. 20 Y los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo: El agua es nuestra; por eso llamó el nombre del pozo Esek, porque habían altercado con él. 21 Y abrieron otro pozo, y también riñeron sobre él; y llamó su nombre Sitna. 22 Y se apartó de allí, y abrió otro pozo, y no riñeron sobre él; y llamó su nombre Rehobot, y dijo: Porque ahora nos ha hecho ensanchar el SEÑOR y fructificaremos en la tierra. 23 Y de allí subió a Beerseba. 24 Y se le apareció el SEÑOR aquella noche, y dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, que yo soy contigo, y yo te bendeciré, y multiplicaré tu simiente por causa de Abraham mi siervo. 25 Y edificó allí un altar, e invocó el nombre del SEÑOR, y tendió allí su tienda; y abrieron allí los siervos de Isaac un pozo. 26 Y Abimelec vino a él desde Gerar, y Ahuzat, amigo suyo, y Ficol, capitán de su ejército. 27 Y les dijo Isaac: ¿Por qué venís a mí, pues que me habéis aborrecido, y me enviaste, que no estuviese con vosotros? 28 Y ellos respondieron: Hemos visto que el SEÑOR es contigo; y dijimos: Haya ahora juramento entre nosotros, entre nosotros y tú, y haremos alianza contigo: 29 Que no nos hagas mal, como nosotros no te hemos tocado, y como solamente te hemos hecho bien, y te enviamos en paz; tú ahora, bendito del SEÑOR. 30 Entonces él les hizo banquete, y comieron y bebieron. 31 Y madrugaron por la mañana, y juraron el uno al otro; e Isaac los envió, y ellos se partieron de él en paz. 32 Y en aquel día sucedió que vinieron los criados de Isaac, y le dieron nuevas acerca del pozo que habían abierto, y le dijeron: Agua hemos hallado. 33 Y lo llamó Seba, por cuya causa el nombre de aquella ciudad es Beerseba hasta este día. 34 Y cuando Esaú fue de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri, el heteo, y a Basemat hija de Elón, el heteo: 35 Y fueron amargura de espíritu a Isaac y a Rebeca. CAPÍTULO 27 1 Y aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron de vista, llamó a Esaú, su hijo el mayor, y le dijo: Mi hijo. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. 3 Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo, y cógeme caza; 4 y hazme guisados, como yo amo, y tráemelo, y comeré; para que te bendiga mi alma antes que muera. 5 Y Rebeca oyó, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para coger la caza que había de traer. 6 Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: 7 Tráeme caza, y hazme guisados, para que coma, y te bendiga delante del SEÑOR, antes que muera. 8 Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando: 9 Ve ahora al ganado, y tómame de allí dos cabritos buenas de las cabras, y yo haré de ellos guisados para tu padre, como él ama; 10 y tú los llevarás a tu padre, y comerá, para que te bendiga antes de su muerte. 11 Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo hombre sin pelos; 12 por ventura me tentará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. 13 Y su madre respondió: Hijo mío, sobre mí sea tu maldición; solamente obedece a mi voz, y ve, y tómanlos. 14 Entonces él fue, y los tomó, y los trajo a su madre; y su madre hizo guisados, como su padre los amaba. 15 Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo menor: 16 Y le hizo vestir sobre sus manos y sobre la cerviz donde no tenía pelos, las pieles de los cabritos de las cabras; 17 y dio los guisados y pan que había aderezado, en mano de Jacob su hijo. 18 Y él fue a su padre, y dijo: Padre mío; y él respondió: Heme aquí, ¿quién eres, hijo mío? 19 Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste; levántate ahora, y come de mi caza, para que me bendiga tu alma. 20 Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Qué es esto, que tan presto hallaste hijo mío? Y él respondió: Porque el SEÑOR tu Dios hizo que se encontrase delante de mí. 21 E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, si eres mi hijo Esaú o no. 22 Y se acercó Jacob a su padre Isaac; y él le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, mas las manos son las manos de Esaú. 23 Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. 24 Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy. 25 Y dijo: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que te bendiga mi alma; y él se la acercó, y comió; le trajo también vino, y bebió. 26 Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. 27 Y él se llegó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, y dijo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que el SEÑOR ha bendecido. 28 Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. 29 Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti: Sé señor de tus hermanos, e inclínense a ti los hijos de tu madre; malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren. 30 Y aconteció, luego que hubo Isaac acabado de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de delante de Isaac su padre, que Esaú su hermano vino de su caza. 31 E hizo él también guisados, y trajo a su padre, y le dijo: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga tu alma. 32 Entonces Isaac su padre le dijo: ¿Quién eres tú? Y él dijo: Yo soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. 33 Entonces se estremeció Isaac con grande estremecimiento, y dijo: ¿Quién es el que vino aquí, que tomó caza, y me trajo, y comí de todo antes que vinieses? Yo le bendije, y será bendito. 34 Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo a su padre: Bendíceme también a mí, padre mío. 35 Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición. 36 Y él respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, que ya me ha engañado dos veces; me tomó mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí? 37 Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he fortelecido, ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? 38 Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. 39 Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He aquí será tu habitación en grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de arriba; 40 y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; mas habrá tiempo cuando te enseñorees, y descargues su yugo de tu cerviz. 41 Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a Jacob mi hermano. 42 Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte. 43 Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz: levántate, y húye a Labán mi hermano, a Harán. 44 Y mora con él algunos días, hasta que el enojo de tu hermano se mitigue. 45 Hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti, y se olvide de lo que le has hecho; yo enviaré entonces, y te traeré de allá, ¿por qué seré privada de vosotros ambos en un día? 46 Y dijo Rebeca a Isaac: Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué quiero la vida? CAPÍTULO 28 1 Entonces Isaac llamó a Jacob, y lo bendijo, y le mandó diciendo: No tomes mujer de las hijas de Canaán. 2 Levántate, ve a Padan-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma de allí para ti mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre. 3 Y el Dios omnipotente te bendiga y te haga fructificar, y te multiplique, hasta venir a ser congregación de pueblos; 4 y te dé la bendición de Abraham, y a tu simiente contigo, para que heredes la tierra de tus peregrinaciones, que Dios dio a Abraham. 5 Así envió Isaac a Jacob, el cual fue a Padan-aram, a Labán, hijo de Betuel, el arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y de Esaú. 6 Y vio Esaú como Isaac había bendecido a Jacob, y le había enviado a Padan-aram, para tomar para sí mujer de allí; y que cuando le bendijo, le había mandado, diciendo: No tomarás mujer de las hijas de Canaán; 7 y que Jacob había obedecido a su padre y a su madre, y se había ido a Padan-aram. 8 Vio asimismo Esaú que las hijas de Canaán parecían mal a Isaac su padre; 9 y se fue Esaú a Ismael, y tomó para sí por mujer a Mahalet, hija de Ismael, hijo de Abraham, hermana de Nebaiot, además de sus otras mujeres. 10 Y salió Jacob de Beerseba, y fue a Harán; 11 y se encontró con un lugar, y durmió allí porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel lugar y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. 12 Y soñó, y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su cabeza tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. 13 Y he aquí, el SEÑOR estaba encima de ella, el cual dijo: Yo soy el SEÑOR Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu simiente. 14 Y será tu simiente como el polvo de la tierra, y te multiplicarás al occidente, y al oriente, y al aquilón, y al mediodía; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. 15 Y he aquí, yo soy contigo, y yo te guardaré por dondequiera que fueres, y yo te volveré a esta tierra; porque no te dejaré hasta tanto que haya hecho lo que te he dicho. 16 Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente el SEÑOR está en este lugar, y yo no lo sabía. 17 Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán espantoso es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. 18 Y madrugó Jacob por la mañana, y tomó la piedra que había puesto a su cabecera, y la puso por título, y derramó aceite encima de ella. 19 Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, bien que Luz era el nombre de la ciudad primero. 20 E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje donde voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21 y si tornare en paz a casa de mi padre, el SEÑOR será mi Dios, 22 y esta piedra que he puesto por título, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo lo he de apartar para ti. CAPÍTULO 29 1 Y alzó Jacob sus pies, y fue a la tierra de los orientales. 2 Y miró, y vio un pozo en el campo; y he aquí tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él; porque de aquel pozo abrevaban los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo. 3 Y se juntaban allí todos los rebaños; y revolvían la piedra de sobre la boca del pozo, y abrevaban las ovejas; y volvían la piedra sobre la boca del pozo a su lugar. 4 Y les dijo Jacob: Hermanos míos, ¿de dónde sois? Y ellos respondieron: De Harán somos. 5 Y él les dijo: ¿Conocéis a Labán, hijo de Nacor? Y ellos dijeron: Sí, le conocemos. 6 Y él les dijo: ¿Tiene paz? Y ellos dijeron: Paz; y he aquí Raquel su hija viene con el ganado. 7 Y él dijo: He aquí el día es aún grande; no es tiempo todavía de recoger el ganado; abrevad las ovejas, e id a apacentarlas. 8 Y ellos respondieron: No podemos, hasta que se junten todos los rebaños, y remuevan la piedra de sobre la boca del pozo, para que abrevemos las ovejas. 9 Estando aún él hablando con ellos, Raquel vino con el ganado de su padre, porque ella era la pastora. 10 Y sucedió que, cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, y a las ovejas de Labán, el hermano de su madre, se acercó Jacob, y removió la piedra de sobre la boca del pozo, y abrevó el ganado de Labán, hermano de su madre. 11 Y Jacob besó a Raquel, y alzó su voz, y lloró. 12 Y Jacob dijo a Raquel como él era hermano de su padre, y como era hijo de Rebeca; y ella corrió, y dio las nuevas a su padre. 13 Y así que oyó Labán las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó, y lo besó, y lo trajo a su casa; y él contó a Labán todas estas cosas. 14 Y Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él un mes de días. 15 Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me has de servir de balde? Declárame qué será tu salario. 16 Y Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. 17 Y los ojos de Lea eran tiernos, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer. 18 Y Jacob amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel, tu hija menor. 19 Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; estáte conmigo. 20 Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba. 21 Y dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo es cumplido para que entre a ella. 22 Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete. 23 Y sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él entró a ella. 24 Y dio Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por criada. 25 Y venida la mañana, he aquí que era Lea; y él dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado? 26 Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor. 27 Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hicieres conmigo otros siete años. 28 E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquella; y él le dio a Raquel su hija por mujer. 29 Y dio Labán a Raquel su hija por criada a su sierva Bilha. 30 Y entró también a Raquel; y la amó también más que a Lea; y sirvió con él aún otros siete años. 31 Y vio el SEÑOR que Lea era aborrecida, y abrió su matriz; pero Raquel era estéril. 32 Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Porque vio el SEÑOR mi aflicción; ahora por tanto me amará mi marido. 33 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó el SEÑOR que yo era aborrecida, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón. 34 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez será juntado mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos: por tanto, llamó su nombre Leví. 35 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré al SEÑOR; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz. CAPÍTULO 30 1 Y viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, yo soy muerta. 2 Y Jacob se enojaba contra Raquel, y decía: ¿Soy yo en lugar de Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? 3 Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; entra a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella. 4 Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob entró a ella. 5 Y concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob. 6 Y dijo Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre Dan. 7 Y concibió otra vez Bilha, la sierva de Raquel, y dio a luz el hijo segundo a Jacob. 8 Y dijo Raquel: Con luchas de Dios he luchado con mi hermana, y he vencido. Y llamó su nombre Neftalí. 9 Y viendo Lea que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva, y la dio a Jacob por mujer. 10 Y Zilpa, sierva de Lea, dio a luz un hijo a Jacob. 11 Y dijo Lea: Vino la buena ventura. Y llamó su nombre Gad. 12 Y Zilpa, la sierva de Lea, dio a luz otro hijo a Jacob. 13 Y dijo Lea: Para hacerme bienaventurada; porque las mujeres me dirán bienaventurada; y llamó su nombre Aser. 14 Y fue Rubén en tiempo de la siega de los trigos, y halló mandrágoras en el campo, y las trajo a Lea su madre; y dijo Raquel a Lea: Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo. 15 Y ella respondió: ¿Es poco que hayas tomado mi marido, sino que también te has de llevar las mandrágoras de mi hijo? Y dijo Raquel: Pues dormirá contigo esta noche por las mandrágoras de tu hijo. 16 Y cuando Jacob volvía del campo a la tarde, salió Lea a él, y le dijo: A mí has de entrar, porque a la verdad te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo. Y durmió con ella aquella noche. 17 Y oyó Dios a Lea; y concibió, y dio a luz el quinto hijo a Jacob. 18 Y dijo Lea: Dios me ha dado mi salario, por cuanto di mi sierva a mi marido; por eso llamó su nombre Isacar. 19 Y concibió Lea otra vez, y dio a luz el sexto hijo a Jacob. 20 Y dijo Lea: Dios me ha dado buena dádiva; ahora morará conmigo mi marido, porque le he dado a luz seis hijos; y llamó su nombre Zabulón. 21 Y después dio a luz una hija, y llamó su nombre Dina. 22 Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y abrió su matriz. 23 Y concibió, y dio a luz un hijo; y dijo: Dios ha quitado mi vergüenza; 24 y llamó su nombre José, diciendo: Añádame el SEÑOR otro hijo. 25 Y aconteció, cuando Raquel dio a luz a José, que Jacob dijo a Labán: Envíame, e iré a mi lugar, y a mi tierra. 26 Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, porque tú sabes el servicio que te he hecho. 27 Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, he experimentado que el SEÑOR me ha bendecido por tu causa. 28 Y dijo: Señálame tu salario, que yo lo daré. 29 Y él respondió: Tú sabes cómo te he servido, y cuánto ha sido tu ganado conmigo; 30 porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en multitud; y el SEÑOR te ha bendecido con mi entrada; y ahora ¿cuándo tengo de hacer yo también por mi propia casa? 31 Y él dijo: ¿Qué te daré? Respondió Jacob: No me des nada; si hicieres por mí esto, volveré a apacentar tus ovejas. 32 Yo pasaré hoy por todas tus ovejas, poniendo aparte toda oveja pintada y manchada, y todo carnero bermejo entre los carneros, y lo pintado y manchado entre las cabras; y esto será mi salario. 33 Así responderá por mí mi justicia mañana cuando me viniere mi salario delante de ti; todo lo que no fuere pintado ni manchado en las cabras y bermejo en las ovejas mías, se me ha de tener por de hurto. 34 Y dijo Labán: Mira, ojalá fuese como tú dices. 35 Y apartó Labán aquel día los machos cabríos cinchados y manchados; y todas las cabras pintadas y manchadas, y todo lo que tenía en sí algo de blanco, y todo lo bermejo entre las ovejas, y las puso en la mano de sus hijos; 36 y puso tres días de camino entre sí y Jacob; y Jacob apacentaba las otras ovejas de Labán. 37 Luego tomó Jacob varas de álamo verdes, y de almendro, y de castaño, y descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de las varas. 38 Y puso las varas que había mondado en las pilas, en los abrevaderos del agua donde las ovejas venían a beber, delante de las ovejas, las cuales se calentaban viniendo a beber. 39 Y concebían las ovejas delante de las varas, y parían borregos cinchados, pintados y manchados. 40 Y apartaba Jacob los corderos, y los ponía con su rebaño, los cinchados, y todo lo que era bermejo en el hato de Labán. Y ponía su hato aparte, y no lo ponía con las ovejas de Labán. 41 Y sucedía que cuantas veces se calentaban las tempranas, Jacob ponía las varas delante de las ovejas en las pilas, para que concibiesen delante de las varas. 42 Y cuando venían las ovejas tardías, no las ponía; así eran las tardías para Labán, y las tempranas para Jacob. 43 Y se multiplicó el varón muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos. CAPÍTULO 31 1 Y oía él las palabras de los hijos de Labán que decían: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre; y de lo que era de nuestro padre ha hecho toda esta gloria. 2 Miraba también Jacob el rostro de Labán, y veía que no era para con él como ayer y antes de ayer. 3 También el SEÑOR dijo a Jacob: Vuelvete a la tierra de tus padres, y a tu natural; que yo seré contigo. 4 Y envió Jacob, y llamó a Raquel y a Lea al campo a sus ovejas, 5 Y les dijo: Veo que el rostro de vuestro padre no es para conmigo como ayer y antes de ayer; mas el Dios de mi padre ha sido conmigo. 6 Y vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre; 7 y vuestro padre me ha mentido, que me ha mudado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal. 8 Si él decía así: Los pintados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían pintados; y si decía así: Los cinchados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían cinchados. 9 Y quitó Dios el ganado de vuestro padre, y me lo dio a mí. 10 Y sucedió que al tiempo que las ovejas se calentaban, alcé yo mis ojos y vi en sueños, y he aquí que los machos que subían sobre las hembras eran cinchados, pintados y abigarrados. 11 Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. 12 Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás todos los machos que suben sobre las ovejas cinchados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. 13 Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste el título, y donde me prometiste voto. Levántate ahora, y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu naturaleza. 14 Y respondió Raquel y Lea, y le dijeron: ¿Tenemos acaso parte o heredad en la casa de nuestro padre? 15 ¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido del todo nuestro precio? 16 Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra es, y de nuestros hijos; ahora pues, haz todo lo que Dios te ha dicho. 17 Entonces se levantó Jacob, y subió sus hijos y sus mujeres sobre los camellos. 18 Y guió todo su ganado, y toda su hacienda que había adquirido, el ganado de su ganancia que había adquirido en Padan-aram, para volverse a Isaac su padre en la tierra de Canaán. 19 Y Labán había ido a trasquilar sus ovejas; y Raquel hurtó los ídolos de su padre. 20 Y hurtó Jacob el corazón de Labán, el arameo, en no hacerle saber cómo se huía. 21 Huyó, pues, con todo lo que tenía; y se levantó, y pasó el río, y puso su rostro al monte de Galaad. 22 Y fue dicho a Labán al tercer día cómo Jacob había huido. 23 Entonces tomó a sus hermanos consigo, y fue tras él camino de siete días, y le alcanzó en el monte de Galaad. 24 Y vino Dios a Labán, el arameo, en sueños aquella noche, y le dijo: Guárdate que no digas a Jacob bueno ni malo. 25 Alcanzó pues Labán a Jacob, y éste había fijado su tienda en el monte; y Labán acampó con sus hermanos en el monte de Galaad. 26 Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué has hecho, que me hurtaste el corazón, y has traído a mis hijas como cautivas a espada? 27 ¿Por qué te escondiste para huir, y me hurtaste el corazón, y no me hiciste saber, para que yo te enviara con alegría y con canciones, con tamborín y vihuela? 28 Que aun no me dejaste besar mis hijos y mis hijas. Ahora locamente has hecho. 29 Poder hay en mi mano para haceros mal; mas el Dios de vuestro padre me habló anoche diciendo: Guárdate que no digas a Jacob ni bueno ni malo. 30 Y ya que te ibas, porque tenías deseo de la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses? 31 Y Jacob respondió, y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues dije, por ventura me robarías tus hijas. 32 En quien hallares tus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tuviere tuyo, y llévatelo. Jacob no sabía que Raquel los había hurtado. 33 Y entró Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló, y salió de la tienda de Lea, y vino a la tienda de Raquel. 34 Y tomó Raquel los ídolos, y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos; y tentó Labán toda la tienda y no los halló. 35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; porque tengo la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos. 36 Entonces Jacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Qué prevaricación es la mía? ¿Cuál es mi pecado, que has seguido en pos de mí? 37 Pues que has tentado todos mis alhajas, ¿qué has hallado de todas las alhajas de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y tuyos, y juzguen entre nosotros ambos. 38 Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas. 39 Nunca te traje lo arrebatado por las fieras; yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, de mi mano lo requerías. 40 De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño se huía de mis ojos. 41 Así he estado veinte años en tu casa: catorce años te serví por tus dos hijas, y seis años por tu ganado; y has mudado mi salario diez veces. 42 Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, y el temor de Isaac, no fuera conmigo, de cierto me enviarías ahora vacío; vio Dios mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche. 43 Y respondió Labán, y dijo a Jacob: Las hijas son hijas mías, y los hijos, son hijos míos, y las ovejas son mis ovejas, y todo lo que tú ves es mío; ¿y que puedo yo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas han dado a luz? 44 Ven pues ahora, hagamos alianza yo y tú; y sea en testimonio entre mí y entre ti. 45 Entonces Jacob tomó una piedra, y la levantó por título. 46 Y dijo Jacob a sus hermanos: Coged piedras. Y tomaron piedras e hicieron un majano; y comieron allí sobre aquel majano. 47 Y lo llamó Labán: Jegar Sahaduta; y lo llamó Jacob Galaad. 48 Porque Labán dijo: Este majano será testigo hoy entre mí y entre ti; por eso fue llamado su nombre Galaad; 49 y Mizpa, por cuanto dijo: Atalaye el SEÑOR entre mí y entre ti, cuando nos esconderemos el uno del otro. 50 Si afligieres mis hijas, o si tomares otras mujeres además de mis hijas, nadie está con nosotros; mira, Dios es testigo entre mí y entre ti. 51 Dijo más Labán a Jacob: He aquí este majano, y he aquí este título, que he erigido entre mí y ti. 52 Testigo sea este majano, y testigo sea este título, que ni yo pasaré contra ti este majano, ni tú pasarás contra mí este majano ni este título, para mal. 53 El Dios de Abraham, y el Dios de Nacor juzgue entre nosotros, el Dios de sus padres. Y Jacob juró por el temor de Isaac su padre. 54 Y ofreció Jacob sacrificio en el monte, y llamó a sus hermanos a comer pan; y comieron pan, y durmieron en el monte. 55 Y madrugó Labán por la mañana, y besó a sus hijos y a sus hijas, y los bendijo; y volvió y se tornó a su lugar. CAPÍTULO 32 1 Y Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. 2 Y dijo Jacob cuando los vio: El campamento de Dios es éste; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim. 3 Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom. 4 Y les mandó diciendo: Así diréis a mí señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; 5 y tengo vacas, y asnos, y ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, por hallar gracia en tus ojos. 6 Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. 7 Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y partió el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos cuadrillas; 8 y dijo: Si viniere Esaú a una cuadrilla y la hiriere, la otra cuadrilla escapará. 9 Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, el SEÑOR, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu natural, y yo te haré bien. 10 Menor soy que todas las misericordias, y que toda la verdad que has hecho con tu siervo; que con mi bordón pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos cuadrillas. 11 Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; que por ventura no venga, y me hiera, la madre con los hijos. 12 Y tú has dicho: Yo te haré bien, y pondré tu simiente como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud. 13 Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú. 14 Doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 15 Treinta camellas paridas, con sus hijos, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. 16 Y lo entregó en mano de sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y manada. 17 Y mandó al primero, diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo: ¿De quién eres? ¿Y adónde vas? ¿Y para quién es esto que llevas delante de ti? 18 Entonces dirás: Presente es de tu siervo Jacob, que envía a mi señor Esaú; y he aquí también él viene tras nosotros. 19 Y mandó también al segundo, y al tercero, y a todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme a esto hablaréis a Esaú, cuando le hallareis. 20 Y diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; por ventura le seré acepto. 21 Y pasó el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el real. 22 Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 23 Los tomó, pues, y los pasó el arroyo, y pasó lo que tenía. 24 Y se quedó Jacob solo, y luchó con él un varón, hasta que el alba subía. 25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó la palma de su anca, la palma del anca de Jacob se descoyuntó luchando con él. 26 Y dijo: Déjame, que el alba sube. Y él dijo: No te dejaré, si no me bendices. 27 Y él le dijo: ¿Cómo es tu nombre? Y él respondió: Jacob. 28 Y él dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has peleado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y él respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar Peniel; porque vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. 31 Y le salió el sol cuando pasaba a Peniel; y cojeaba de su anca. 32 Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en la palma del anca; porque tocó a la palma del anca de Jacob en el tendón que se contrajo. CAPÍTULO 33 1 Y alzando Jacob sus ojos miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. 2 Y puso las siervas y sus niños delante; luego a Lea y a sus niños; y a Raquel y a José los postreros. 3 Y él pasó delante de ellos, y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. 4 Y Esaú corrió a su encuentro, y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron. 5 Y alzó sus ojos, y vio las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo. 6 Y se llegaron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron. 7 Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron. 8 Y él dijo: ¿Qué te propones con todas estas cuadrillas que he encontrado? Y él respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor. 9 Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo. 10 Y dijo Jacob: No, yo te ruego, si he hallado ahora gracia en tus ojos, toma mi presente de mi mano, que por eso he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios; y hazme placer. 11 Toma, te ruego, mi bendición que te es traída; porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. Y porfió con él, y la tomó. 12 Y dijo: Anda, y vamos; y yo iré delante de ti. 13 Y él le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. 14 Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso de la hacienda que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir. 15 Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y él dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor. 16 Así se volvió Esaú aquel día por su camino a Seir. 17 Y Jacob partió a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto llamó el nombre de aquel lugar Sucot. 18 Y vino Jacob sano a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y se asentó delante de la ciudad. 19 Y compró una parte del campo, donde tendió su tienda, de mano de los hijos de Hamor, padre de Siquem, por cien piezas de moneda. 20 Y asentó allí un altar, y lo llamó: El Fuerte Dios de Israel. CAPÍTULO 34 1 Y salió Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver las doncellas de la tierra. 2 Y la vio Siquem, hijo de Hamor, el heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró. 3 Mas su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella. 4 Y habló Siquem a Hamor su padre, diciendo: Tómame por mujer a esta joven. 5 Y oyó Jacob que Siquem había amancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen. 6 Y salió Hamor padre de Siquem a Jacob, para hablar con él. 7 Y los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron; y se entristecieron los varones, y se ensañaron mucho, porque hizo vileza en Israel acostándose con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho. 8 Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado con vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. 9 Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras. 10 Y habitad con nosotros; porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión. 11 Siquem también dijo a su padre y a sus hermanos: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis. 12 Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, que yo daré cuanto me dijereis, y dadme la joven por mujer. 13 Y respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con engaño; y parlaron, por cuanto había amancillado a Dina su hermana. 14 Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre que tiene prepucio; porque entre nosotros es abominación. 15 Mas con esta condición os haremos placer; si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón; 16 entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo. 17 Mas si no nos prestareis oído para circuncidaros, tomaremos nuestra hija, y nos iremos. 18 Y parecieron bien sus palabras a Hamor y a Siquem, hijo de Hamor. 19 Y no dilató el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más honrado de toda la casa de su padre. 20 Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo: 21 Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en la tierra, y traficarán en ella; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras. 22 Mas con esta condición nos harán estos hombres el placer de habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: si se circuncidare en nosotros todo varón, así como ellos son circuncidados. 23 Sus ganados, y su hacienda y todas sus bestias, serán nuestras; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros. 24 Y obedecieron a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad. 25 Y sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, los dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad animosamente, y mataron a todo varón. 26 Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron. 27 Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos y saquearon la ciudad; por cuanto habían amancillado a su hermana. 28 Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y en el campo, 29 y toda su hacienda; se llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa. 30 Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí, y me herirán, y seré destruido yo y mi casa. 31 Y ellos respondieron: ¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera? CAPÍTULO 35 1 Y dijo Dios a Jacob: Levántate, sube a Bet-el, y estáte allí; y haz allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. 2 Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. 3 Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y allí haré altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha sido conmigo en el camino que he andado. 4 Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de un alcornoque, que estaba en Siquem. 5 Y salieron, y el terror de Dios fue sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no siguieron tras los hijos de Jacob. 6 Y llegó Jacob a Luz, que está en tierra de Canaán, (esta es Bet-el) él y todo el pueblo que con él estaba; 7 y edificó allí un altar, y llamó el lugar El-betel, porque allí se le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano. 8 Entonces murió Débora, ama de Rebeca, y fue sepultada a las raíces de Bet-el, debajo de un alcornoque; y se llamó su nombre Alón-bacut. 9 Y se apareció otra vez Dios a Jacob, cuando se había vuelto de Padan-aram, y le bendijo. 10 Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel. 11 Y le dijo Dios: Yo soy el Dios Omnipotente: crece y multiplícate; una nación y compañía de naciones (gentiles) saldrá de ti, y reyes saldrán de tus lomos; 12 y la tierra que yo he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti; y a tu simiente después de ti daré la tierra. 13 Y se fue de él Dios, del lugar donde había hablado con él. 14 Y Jacob puso un título en el lugar donde había hablado con él, un título de piedra, y derramó sobre él libación, y echó sobre él aceite. 15 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios había hablado con él, Bet-el. 16 Y partieron de Bet-el, y había aún como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto. 17 Y aconteció, que como había trabajo en su parto, le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo. 18 Y acaeció que al salírsele el alma, (pues murió) llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín. 19 Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén. 20 Y puso Jacob un título sobre su sepultura: éste es el título de la sepultura de Raquel hasta hoy. 21 Y salió Israel, y tendió su tienda más allá de la torre de Eder. 22 Y acaeció, morando Israel en aquella tierra, que fue Rubén y durmió con Bilha la concubina de su padre; lo cual oyó Israel. Y fueron los hijos de Israel doce: 23 Los hijos de Lea: Rubén el primogénito de Jacob, y Simeón, y Leví, y Judá, e Isacar, y Zabulón. 24 Los hijos de Raquel: José, y Benjamín. 25 Y los hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan, y Neftalí. 26 Y los hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad, y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron en Padan-aram. 27 Y vino Jacob a Isaac su padre a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac. 28 Y fueron los días de Isaac ciento ochenta años. 29 Y expiró Isaac y murió, y fue recogido a su pueblo, viejo y lleno de días; y lo sepultaron Esaú y Jacob sus hijos. CAPÍTULO 36 1 Y estas son las generaciones de Esaú, el cual es Edom. 2 Esaú tomó sus mujeres de las hijas de Canaán: a Ada, hija de Elón, el heteo, y a Aholibama, hija de Aná, hijo de Zibeón, el heveo; 3 Y a Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebaiot. 4 Y Ada dio a luz a Esaú a Elifaz; y Basemat dio a luz a Reuel. 5 Y Aholibama dio a luz a Jeús, y a Jaalam, y a Coré: estos son los hijos de Esaú, que le nacieron en la tierra de Canaán. 6 Y Esaú tomó sus mujeres, y sus hijos, y sus hijas, y todas las personas de su casa, y sus ganados, y todas sus bestias, y toda su hacienda que había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a otra tierra de delante de Jacob su hermano. 7 Porque la hacienda de ellos era grande, y no podían habitar juntos, ni la tierra de su peregrinación los podía sostener a causa de sus ganados. 8 Y Esaú habitó en el monte de Seir; Esaú es Edom. 9 Estos son los linajes de Esaú, padre de Edom, en el monte de Seir. 10 Estos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Reuel, hijo de Basemat, mujer de Esaú. 11 Y los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatam, y Cenaz. 12 Y Timna fue concubina de Elifaz, hijo de Esaú, la cual le dio a luz a Amalec: estos son los hijos de Ada, mujer de Esaú. 13 Y los hijos de Reuel fueron Nahat, Zera, Sama, y Miza: estos son los hijos de Basemat, mujer de Esaú. 14 Estos fueron los hijos de Aholibama, mujer de Esaú, hija de Aná, que fue hijo de Zibeón; ella dio a luz a Esaú a Jeús, Jaalam, y Coré. 15 Estos son los duques de los hijos de Esaú. Los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: el duque Temán, el duque Omar, el duque Zefo, el duque Cenaz, 16 El duque Coré, el duque Gatam, y el duque Amalec: estos son los duques de Elifaz en la tierra de Edom; estos son los hijos de Ada. 17 Y estos son los hijos de Reuel, hijo de Esaú: el duque Nahat, el duque Zera, el duque Sama, y el duque Miza; estos son los duques que salieron de Reuel en la tierra de Edom; estos son los hijos de Basemat, mujer de Esaú. 18 Y estos son los hijos de Aholibama, mujer de Esaú: el duque Jeús, el duque Jaalam, y el duque Coré; estos son los duques que salieron de Aholibama, mujer de Esaú, hija de Aná. 19 Estos, pues, son los hijos de Esaú, y sus duques: él es Edom. 20 Y estos son los hijos de Seir, el horeo, moradores de aquella tierra: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, 21 Disón, Ezer, y Disán: estos son los duques de los horeos, hijos de Seir en la tierra de Edom. 22 Los hijos de Lotán fueron Hori y Hemán; y Timna fue hermana de Lotán. 23 Y los hijos de Sobal fueron Alván, Manahat, Ebal, Sefo, y Onam. 24 Y los hijos de Zibeón fueron Aja, y Aná. Este Aná es el que inventó los mulos en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibeón su padre. 25 Los hijos de Aná fueron Disón, y Aholibama, hija de Aná. 26 Y estos fueron los hijos de Disón: Hemdán, Esbán, Itrán, y Querán. 27 Y estos fueron los hijos de Ezer: Bilhán, Zaaván, y Acán. 28 Estos fueron los hijos de Disán: Uz, y Arán. 29 Y estos fueron los duques de los horeos: el duque Lotán, el duque Sobal, el duque Zibeón, el duque Aná. 30 El duque Disón, el duque Ezer, el duque Disán: estos fueron los duques de los horeos; por sus ducados en la tierra de Seir. 31 Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron estos: 32 Bela, hijo de Beor, reinó en Edom: y el nombre de su ciudad fue Dinaba. 33 Y murió Bela, y reinó por él Jobab, hijo de Zera, de Bosra. 34 Y murió Jobab, y reinó por él Husam, de tierra de Temán. 35 Y murió Husam, y reinó por él Hadad, hijo de Bedad, el que hirió a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit. 36 Y murió Hadad, y reinó por él Samla, de Masreca. 37 Y murió Samla, y reinó en su lugar Saúl, de Rehobot del Río. 38 Y murió Saúl, y reinó por él Baal-hanán, hijo de Acbor. 39 Y murió Baal-hanán, hijo de Acbor, y reinó por él Hadar en lugar suyo; y el nombre de su ciudad fue Pau; y el nombre de su mujer Mehetabel, hija de Matred, hija de Mezaab. 40 Estos, pues, son los nombres de los duques de Esaú por sus linajes y sus lugares por sus nombres: el duque Timna, el duque Alva, el duque Jetet, 41 El duque Aholibama, el duque Ela, el duque Pinón, 42 El duque Cenaz, el duque Temán, el duque Mibzar, 43 El duque Magdiel, y el duque Iram. Estos fueron los duques de Edom por sus habitaciones en la tierra de su heredad. Este es el Esaú, padre de Edom. CAPÍTULO 37 1 Y habitó Jacob en la tierra donde peregrinó su padre, en la tierra de Canaán. 2 Estas fueron las generaciones de Jacob. José, siendo de edad de diecisiete años apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha, y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. 3 Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque le había tenido en su vejez; y le hizo una ropa de diversos colores. 4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no le podían hablar pacíficamente. 5 Y soñó José un sueño y lo contó a sus hermanos; y ellos vinieron a aborrecerle más todavía. 6 Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: 7 He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba, y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor, y se inclinaban al mío. 8 Le respondieron sus hermanos: ¿Has de reinar tú sobre nosotros, o te has de enseñorear sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y de sus palabras. 9 Y soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. 10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es éste que soñaste? ¿Hemos de venir yo y tu madre, y tus hermanos, a inclinarnos a ti a tierra? 11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre miraba el asunto. 12 Y fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13 Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem; ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. 14 Y él le dijo: Ve la paz de tus hermanos y la paz de las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15 Y lo halló un hombre, andando él perdido por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? 16 Y él respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde pastan. 17 Y aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán. 18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, pensaron contra él para matarle. 19 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador; 20 ahora pues, venid, y matémoslo y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia le devoró; y veremos qué serán sus sueños. 21 Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos y dijo: No lo matemos. 22 Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. 23 Y sucedió que, cuando llegó José a sus hermanos, ellos hicieron desnudar a José su ropa, la ropa de colores que tenía sobre sí; 24 y le tomaron, y le echaron en la cisterna; mas la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. 25 Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas y bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho el que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27 Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; que nuestro hermano es nuestra carne. Y sus hermanos acordaron con él. 28 Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto. 29 Y Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos. 30 Y tornó a sus hermanos y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo? 31 Entonces tomaron ellos la ropa de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñieron la ropa con la sangre; 32 y enviaron la ropa de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esta hemos hallado, reconoce ahora si es o no la ropa de tu hijo. 33 Y él la conoció, y dijo: La ropa de mi hijo es; alguna mala bestia le devoró; José ha sido despedazado. 34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y se enlutó por su hijo muchos días. 35 Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo: Porque yo tengo de descender a mi hijo enlutado hasta la sepultura. Y lo lloró su padre. 36 Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial del Faraón, capitán de los de la guardia. CAPÍTULO 38 1 Y aconteció en aquel tiempo, que Judá descendió con sus hermanos, y se fue a un varón adulamita, que se llamaba Hira. 2 Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se llamaba Súa; y la tomó, y entró a ella, 3 la cual concibió, y dio a luz un hijo; y llamó su nombre Er. 4 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Onán. 5 Y volvió a concebir, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a luz. 6 Y Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba Tamar. 7 Y Er, el primogénito de Judá, fue malo a los ojos del SEÑOR, y lo mató el SEÑOR. 8 Entonces Judá dijo a Onán: Entra a la mujer de tu hermano, y haz parentesco con ella, y levanta simiente a tu hermano. 9 Y sabiendo Onán que la simiente no había de ser suya, sucedía que cuando entraba a la mujer de su hermano corrompía en tierra, por no dar simiente a su hermano. 10 Y desagradó en ojos del SEÑOR lo que hacía, y lo mató también a él. 11 Y Judá dijo a Tamar su nuera: Estáte viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: Que por ventura no muera él también como sus hermanos. Y se fue Tamar, y estuvo en casa de su padre. 12 Y pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá; y Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita. 13 Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas. 14 Entonces quitó ella de sobre sí los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la puerta de las aguas que están junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer. 15 Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro. 16 Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Ea, pues, ahora entraré a ti; porque no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me has de dar, si entrares a mí? 17 El respondió: Yo te enviaré de las ovejas un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Hazme de dar prenda hasta que lo envíes. 18 Entonces él dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu anillo, y tu manto, y tu bordón que tienes en tu mano. Y él se los dio, y entró a ella, la cual concibió de él. 19 Y se levantó, y se fue; y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez. 20 Y Judá envió el cabrito de las cabras por mano de su amigo el adulamita, para que tomase la prenda de mano de la mujer; mas no la halló. 21 Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera de las aguas junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera. 22 Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado; y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera. 23 Y Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados; he aquí yo he enviado este cabrito, y tú no la hallaste. 24 Y acaeció que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y aun cierto está encinta de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y sea quemada. 25 Y ella cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta; y dijo más: Conoce ahora cuyas son estas cosas, el anillo, y el manto, y el bordón. 26 Entonces Judá lo conoció, y dijo: Más justa es que yo, por cuanto no le he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció. 27 Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había dos en su vientre. 28 Y sucedió, cuando dio a luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero. 29 Y aconteció que tornando él a meter la mano, he aquí su hermano salió; y ella dijo: ¿Por qué has hecho sobre ti rotura? Y llamó su nombre Fares. 30 Y después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara. CAPÍTULO 39 1 Y descendido José a Egipto, lo compró Potifar, oficial del Faraón, capitán de los de la guardia, varón egipcio, de mano de los ismaelitas que lo habían llevado allá. 2 Mas el SEÑOR fue con José, y fue varón prosperado; y estaba en la casa de su señor el egipcio. 3 Y vio su señor que el SEÑOR era con él, y que todo lo que él hacía, el SEÑOR lo hacía prosperar en su mano. 4 Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa, y entregó en su poder todo lo que tenía. 5 Y aconteció que, desde cuando le dio el encargo de su casa, y de todo lo que tenía, el SEÑOR bendijo la casa del egipcio a causa de José; y la bendición del SEÑOR fue sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. 6 Y dejó todo lo que tenía en la mano de José; ni con él sabía de nada más que del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia. 7 Y aconteció después de esto, que la mujer de su señor alzó sus ojos sobre José, y dijo: Duerme conmigo. 8 Y él no quiso, y dijo a la mujer de su señor: He aquí que mi señor no sabe conmigo lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. 9 No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer, ¿cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios? 10 Y fue que hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella. 11 Aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí en casa. 12 Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en manos de ella, y huyó, y se salió fuera. 13 Y acaeció que cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, 14 llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo, para que hiciese burla de nosotros; vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; 15 y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó, y salió. 16 Y ella puso junto a sí la ropa de él, hasta que vino su señor a su casa. 17 Entonces le habló ella semejantes palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme; 18 y cuando yo alcé mi voz y grite, él dejó su ropa junto a mí, y huyó fuera. 19 Y sucedió que cuando oyó su señor las palabras que su mujer le hablara, diciendo: Así me ha tratado tu siervo; se encendió su furor. 20 Y tomó su señor a José, y le puso en la casa de la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la casa de la cárcel. 21 Mas el SEÑOR fue con José, y extendió a él su misericordia, y le dio gracia en ojos del príncipe de la casa de la cárcel. 22 Y el príncipe de la casa de la cárcel entregó en mano de José todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que hacían allí, él lo hacía. 23 No veía el príncipe de la cárcel cosa alguna que en su mano estaba; porque el SEÑOR era con él, y lo que él hacía, el SEÑOR lo prosperaba. CAPÍTULO 40 1 Y aconteció después de estas cosas, que pecaron el maestresala del rey de Egipto, y el panadero, contra su señor el rey de Egipto. 2 Y el Faraón se enojó contra sus dos oficiales, contra el principal de los maestresalas, y contra el principal de los panaderos; 3 y los puso en la cárcel de la casa del capitán de los de la guardia, en la casa de la cárcel donde José estaba preso. 4 Y el capitán de los de la guardia dio cargo de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la cárcel. 5 Y ambos a dos, el maestresala y el panadero del rey de Egipto, que estaban presos en la cárcel, soñaron un sueño, cada uno su sueño en una misma noche, cada uno conforme a la declaración de su sueño. 6 Y vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes. 7 Y él preguntó a aquellos oficiales del Faraón, que estaban con él en la cárcel de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros rostros? 8 Y ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quién lo declare. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las declaraciones? Contádmelo ahora. 9 Entonces el principal de los maestresalas contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí, 10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que florecía, salía su renuevo, maduraron sus racimos de uvas; 11 y que el vaso de Faraón estaba en mi mano, y que yo tomaba las uvas, y las exprimía en el vaso del Faraón, y daba el vaso en la mano del Faraón. 12 Y le dijo José: Esta es su declaración: Los tres sarmientos son tres días; 13 al cabo de tres días el Faraón levantará tu cabeza, y te hará volver a tu asiento; y darás el vaso al Faraón en su mano, como solías cuando eras su maestresala. 14 Por tanto te acordarás de mí dentro de ti cuando tuvieres bien, y te ruego que hagas conmigo misericordia, que hagas mención de mí al Faraón, y me saques de esta casa; 15 porque he sido hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí porqué me hubiesen de poner en la cárcel. 16 Y viendo el principal de los panaderos que había declarado para bien, dijo a José: También yo soñaba que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza; 17 y en el canastillo más alto había de todas las viandas del Faraón, obra de panadero; y que las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza. 18 Entonces respondió José, y dijo: Esta es su declaración: Los tres canastillos tres días son. 19 Al cabo de tres días quitará el Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti. 20 Y fue al tercer día el día del nacimiento del Faraón, e hizo banquete a todos sus siervos; y alzó la cabeza del príncipe de los maestresalas, y la cabeza del príncipe de los panaderos, entre sus siervos. 21 E hizo volver a su oficio al príncipe de los maestresalas; y dio el vaso en mano del Faraón. 22 Mas hizo ahorcar al príncipe de los panaderos, como le había declarado José. 23 Y el príncipe de los maestresalas no se acordó de José, sino que se olvidó de él. CAPÍTULO 41 1 Y aconteció que pasados dos años tuvo el Faraón un sueño: Y he aquí que estaba sobre el río; 2 y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, que pacían en el prado. 3 Y he aquí otras siete vacas subían tras ellas del río, de fea vista, y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río. 4 Y que las vacas de fea vista y enjutas de carne tragaban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó el Faraón. 5 Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: He aquí, siete espigas llenas y hermosas subían de una sola caña. 6 Y he aquí otras siete espigas menudas y abatidas del solano, salían después de ellas. 7 Y las siete espigas menudas tragaban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó el Faraón, y le pareció que era sueño. 8 Y acaeció que a la mañana su espíritu se atormentó; y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios: y les contó el Faraón sus sueños, mas no había quién los declarase al Faraón. 9 Entonces el príncipe de los maestresalas habló al Faraón, diciendo: De mis pecados me acuerdo hoy: 10 El Faraón se enojó contra sus siervos, y a mí me echó en la cárcel de la casa del capitán de los de la guardia, a mí y al príncipe de los panaderos. 11 Y yo y él soñamos sueño una misma noche: cada uno soñó conforme a la declaración de su sueño. 12 Y estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de los de la guardia; y se lo contamos, y él nos declaró nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño. 13 Y aconteció que como él nos declaró, así fue: a mí me hizo volver a mi asiento, e hizo colgar al otro. 14 Entonces el Faraón envió y llamó a José; y le hicieron salir corriendo de la cárcel, y le cortaron el pelo, y mudaron sus vestidos, y vino al Faraón. 15 Y dijo el Faraón a José: Yo he soñado un sueño, y no hay quién lo declare; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para declararlos. 16 Y respondió José al Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que responda paz al Faraón. 17 Entonces el Faraón dijo a José: En mi sueño, he aquí, que estaba a la orilla del río; 18 y que del río subían siete vacas gruesas de carne y hermosas de forma, que pacían en el prado. 19 Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en toda la tierra de Egipto en fealdad. 20 Y las vacas flacas y feas tragaban a las siete primeras vacas gruesas; 21 y entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen entrado en ellas, porque su parecer era aún malo, como de primero. Y yo desperté. 22 Vi también soñando, y he aquí siete espigas subían en una misma caña llenas y hermosas; 23 y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del solano, subían después de ellas. 24 Y las espigas menudas tragaban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quién me lo declare. 25 Entonces respondió José al Faraón: El sueño del Faraón es uno mismo: Dios ha mostrado al Faraón lo que él hace. 26 Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo. 27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del solano, siete años serán de hambre. 28 Esto es lo que respondo al Faraón. Lo que Dios hace, lo ha mostrado al Faraón. 29 He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. 30 Y se levantarán tras ellos siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto; y el hambre consumirá la tierra; 31 y aquella abundancia no se echará de ver a causa del hambre siguiente, la cual será gravísima. 32 Y el suceder el sueño al Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla. 33 Por tanto, provéase ahora el Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. 34 Haga esto el Faraón, y ponga gobernadores sobre la provincia, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia; 35 y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y alleguen el trigo bajo la mano del Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. 36 Y esté aquella provisión en depósito para la tierra, para los siete años del hambre que serán en la tierra de Egipto; y la tierra no perecerá de hambre. 37 Y el negocio pareció bien a Faraón, y a sus siervos. 38 Y dijo el Faraón a sus siervos: ¿Hemos de hallar otro hombre como éste, en quien haya Espíritu de Dios? 39 Y dijo el Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. 40 Tú serás sobre mi casa, y por tu dicho se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. 41 Dijo más el Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. 42 Entonces el Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; 43 y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: Abrech Padre tierno-a este honre como a padre carísimo; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. 44 Y dijo el Faraón a José: Yo soy el Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. 45 Y llamó el Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto. 46 Y era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante del Faraón, rey de Egipto: y salió José de delante del Faraón, y pasó por toda la tierra de Egipto. 47 E hizo la tierra en aquellos siete años de abundancia a montones. 48 Y él juntó todo el mantenimiento de los siete años que fueron en la tierra de Egipto, y guardó mantenimiento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el mantenimiento del campo de sus alrededores. 49 Y acopió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número. 50 Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera, príncipe de On. 51 Y llamó José el nombre del primogénito Manasés; porque Dios (dijo) me hizo olvidar de todo mi trabajo, y de toda la casa de mi padre. 52 Y el nombre del segundo lo llamó Efraín; porque Dios (dijo) me hizo crecer en la tierra de mi aflicción. 53 Y se cumplieron los siete años de la abundancia, que hubo en la tierra de Egipto. 54 Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todas las provincias, mas en toda la tierra de Egipto había pan. 55 Y hubo hambre en toda la tierra de Egipto, y el pueblo clamó al Faraón por pan. Y dijo el Faraón a todo los egipcios: Id a José, y haced lo que él os dijere. 56 Y había hambre por toda la faz de la tierra. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque el hambre había crecido en la tierra de Egipto. 57 Y toda la tierra venía a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre. CAPÍTULO 42 1 Y viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? 2 Y dijo: He aquí, yo he oído que hay alimentos en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no nos muramos. 3 Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo a Egipto. 4 Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: Para que no le acontezca algún desastre. 5 Y vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán. 6 Y José era el señor de la tierra, que vendía el trigo a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro por tierra. 7 Y cuando José vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán a comprar alimentos. 8 Y José conoció a sus hermanos, pero ellos no le conocieron. 9 Entonces se acordó José de los sueños que había soñado de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto de la tierra habéis venido. 10 Y ellos le respondieron: No, señor mío; mas tus siervos han venido a comprar alimentos. 11 Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres de la verdad; tus siervos nunca fueron espías. 12 Y él les dijo: No; a ver lo descubierto del país habéis venido. 13 Ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece. 14 Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois espías. 15 En esto seréis probados: Vive el Faraón que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí. 16 Enviad uno de vosotros, y traiga a vuestro hermano; y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si la verdad esta con vosotros; y si no, vive el Faraón, que sois espías. 17 Y los juntó en la cárcel por tres días. 18 Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid. Yo temo a Dios. 19 Si sois hombres de la verdad, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos; y vosotros id, llevad el alimento para el hambre de vuestra casa; 20 pero habéis de traerme a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y ellos lo hicieron así. 21 Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, que vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le oímos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. 22 Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven; y no escuchasteis? He aquí también su sangre es requerida. 23 Y ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos. 24 Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y le aprisionó a vista de ellos. 25 Y mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y fue hecho con ellos así. 26 Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí. 27 Y abriendo uno su saco para dar de comer a su asno, en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal. 28 Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y aun helo aquí en mi saco. Se les sobresaltó entonces el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios? 29 Y venidos a Jacob su padre en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acaecido, diciendo: 30 Aquel varón, señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra: 31 Y nosotros le dijimos: Somos hombres de la verdad, nunca fuimos espías. 32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; el uno no parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán. 33 Y aquel varón, señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres de verdad; dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad, 34 y traedme a vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres de la verdad; así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra. 35 Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor. 36 Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; sobre mí son todas estas cosas. 37 Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo volviere; entrégalo en mi mano, que yo lo volveré a ti. 38 Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros; que su hermano es muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor a la sepultura. CAPÍTULO 43 1 Y el hambre era grande en la tierra. 2 Y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento. 3 Y respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro sin vuestro hermano con vosotros. 4 Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento: 5 Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro sin vuestro hermano con vosotros. 6 Y dijo Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano? 7 Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra parentela, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Podíamos nosotros saber que había de decir: Haced venir a vuestro hermano? 8 Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. 9 Yo lo fío; a mí me pedirás cuenta de él: si yo no te lo volviere y lo pusiere delante de ti, seré para ti el culpable todos los días; 10 que si no nos hubiéramos detenido, cierto ahora hubiéramos ya vuelto dos veces. 11 Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros vasos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, y un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras. 12 Y tomad en vuestras manos doblado dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; por ventura fue yerro. 13 Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón. 14 Y el Dios Omnipotente os dé misericordias delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo. 15 Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doblado dinero, y a Benjamín; y se levantaron, y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José. 16 Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Mete a aquellos varones en casa, y degüella víctima, y aderézala; porque estos varones comerán conmigo al mediodía. 17 Y el varón hizo como José dijo; y metió aquel varón a los hombres en casa de José. 18 Y aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron metidos en casa de José, y decían: Por el dinero que fue vuelto en nuestros costales la primera vez nos han metido aquí, para revolver sobre nosotros, y dar sobre nosotros, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. 19 Y se llegaron a aquel varón que presidía en la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. 20 Y dijeron: Ay, señor mío, nosotros descendimos al principio a comprar alimentos; 21 y aconteció que cuando vinimos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí que el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer en nuestras manos. 22 Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. 23 Y él respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; vuestro dinero vino a mí. Y sacó a Simeón a ellos. 24 Y metió aquel varón a aquellos hombres en casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies; y dio de comer a sus asnos. 25 Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José al mediodía, porque habían oído que allí habían de comer pan. 26 Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se inclinaron a él hasta tierra. 27 Entonces les preguntó de la paz, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, tiene paz? ¿Vive todavía? 4 28 Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia. 29 Y alzando él sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío. 30 Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y procuró dónde llorar: y entró en su cámara, y lloró allí. 31 Y lavó su rostro, y salió fuera, y se esforzó, y dijo: Poned pan. 32 Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los Egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios. 33 Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su mayoría, y el menor conforme a su menoría; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro. 34 Y él tomó presentes de delante de sí para ellos; mas el presente de Benjamín era aumentado más que los presentes de todos ellos en cinco partes; y ellos bebieron, y se embriagaron con él. CAPÍTULO 44 1 Y mandó José al mayordomo de su casa, diciendo: Llene los costales de estos varones de alimentos, cuanto pudieren llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal; 2 y pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y él hizo como dijo José. 3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos. 4 Saliendo ellos de la ciudad, que aún no se habían alejado, dijo José a su mayordomo: Levántate, y sigue a esos hombres; y cuando los alcanzares, diles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien? 5 ¿No es ésta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis. 6 Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras. 7 Y ellos le respondieron: ¿Por qué dice mi señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos. 8 He aquí, el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán; ¿cómo, pues, habíamos de hurtar de casa de tu señor plata ni oro? 9 Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor. 10 Y él dijo: También ahora sea conforme a vuestras palabras; aquel en quien se hallare, será mi siervo, y vosotros seréis sin culpa. 11 Ellos entonces se dieron prisa, y derribaron cada uno su costal en tierra, abrieron cada uno su costal. 12 Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín. 13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y cargó cada uno su asno, y volvieron a la ciudad. 14 Y llegó Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron delante de él en tierra. 15 Y les dijo José: ¿Qué obra es ésta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar? 16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos? ¿O con qué nos justificaremos? Dios ha descubierto la maldad de tus siervos: he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros también, y aquel en cuyo poder fue hallada la copa. 17 Y él respondió: Nunca yo tal haga; el varón en cuyo poder fue hallada la copa, aquel será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre. 18 Entonces Judá se llegó a él, y dijo: Te ruego señor mío, que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues que tú eres como el Faraón. 19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ¿Tenéis padre o hermano? 20 Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un joven que le nació en su vejez, pequeño aún; y un hermano suyo murió, y él quedó solo de su madre, y su padre lo ama. 21 Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él. 22 Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si le dejare, su padre morirá. 23 Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no descendiere con vosotros, no veáis más mi rostro. 24 Aconteció pues, que cuando llegamos a mi padre tu siervo, le contamos las palabras de mi señor. 25 Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento. 26 Y nosotros respondimos: No podemos ir; si nuestro hermano fuere con nosotros, iremos; porque no podemos ver el rostro del varón, no estando con nosotros nuestro hermano el menor. 27 Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sabéis que dos me dio a luz mi mujer; 28 y el uno salió conmigo, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no le he visto; 29 y si tomareis también éste de delante de mí, y le aconteciere algún desastre, haréis descender mis canas con dolor a la sepultura. 30 Ahora, pues, cuando llegare yo a tu siervo mi padre, y el joven no fuere conmigo, porque su alma está ligada con el alma de él, 31 sucederá que cuando él no vea al joven, morirá: y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor a la sepultura. 32 Porque tu siervo salió por fiador por el joven con mi padre, diciendo: Si no te lo volviere, entonces yo seré culpable para mi padre todos los días; 33 te ruego pues que quede ahora tu siervo por el joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos. 34 Porque ¿cómo iré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre. CAPÍTULO 45 1 Entonces José no pudo contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, para darse a conocer José a sus hermanos. 2 Entonces dio su voz con lloro; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa del Faraón. 3 Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José: ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. 4 Entonces dijo José a sus hermanos: Llegaos ahora a mí. Y ellos se llegaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis a Egipto. 5 Ahora pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; que para vida me envió Dios delante de vosotros; 6 que ya han sido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en que ni habrá arada ni siega. 7 Y Dios me envió delante de vosotros, para que vosotros quedaseis en la tierra, y para daros vida por grande libertad. 8 Así pues, no me enviasteis vosotros acá, sino Dios, que me ha puesto por padre del Faraón, y por señor a toda su casa, y por enseñoreador en toda la tierra de Egipto. 9 Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. 10 Y habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. 11 Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes. 12 Y he aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla. 13 Haréis pues saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá. 14 Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello. 15 Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él. 16 Y se oyó la noticia en la casa del Faraón, diciendo: Los hermanos de José han venido. Y plugo en los ojos del Faraón y de sus siervos. 17 Y dijo el Faraón a José: Di a tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias, e id, volved a la tierra de Canaán; 18 y tomad a vuestro padre y vuestras familias, y venid a mí, que yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto y comeréis la grosura de la tierra. 19 Y tú manda: Haced esto: tomaos de la tierra de Egipto carros para vuestros niños y vuestras mujeres; y tomad a vuestro padre, y venid. 20 Y no se os preocupe por vuestras alhajas, porque el bien de la tierra de Egipto será vuestro. 21 Y lo hicieron así los hijos de Israel; y les dio José carros conforme a la orden del Faraón, y les suministró mantenimiento para el camino. 22 A cada uno de todos ellos dio mudas de vestidos, y a Benjamín dio trescientas piezas de plata, y cinco mudas de vestidos. 23 Y a su padre envió esto: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, y pan, y comida para su padre para el camino. 24 Y despidió a sus hermanos, y se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino. 25 Y subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán a Jacob su padre. 26 Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y su corazón se desmayó; pues no los creía. 27 Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo él los carros que José enviaba para llevarlo, el espíritu de Jacob su padre revivió. 28 Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera. CAPÍTULO 46 1 Salió Israel con todo lo que tenía, y vino a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2 Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí. 3 Y dijo: Yo soy el Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque yo te pondré allí en gran gente. 4 Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver; y José pondrá su mano sobre tus ojos. 5 Y se levantó Jacob de Beerseba; y tomaron los hijos de Israel a su padre Jacob, y a sus niños, y a sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para llevarlo. 6 Y tomaron sus ganados, y su hacienda que habían adquirido en la tierra de Canaán, y vinieron a Egipto, Jacob, y toda su simiente consigo; 7 sus hijos, y los hijos de sus hijos consigo; sus hijas, y las hijas de sus hijos, y a toda su simiente trajo consigo a Egipto. 8 Y estos son los nombres de los hijos de Israel, que entraron en Egipto: Jacob y sus hijos; Rubén, el primogénito de Jacob. 9 Y los hijos de Rubén: Hanoc, y Falú, y Hezrón, y Carmi. 10 Y los hijos de Simeón: Jemuel, y Jamín, y Ohad, y Jaquin, y Zohar, y Saúl, hijo de la cananea. 11 Y los hijos de Leví: Gersón, Coat, y Merari. 12 Y los hijos de Judá: Er, y Onán, y Sela, y Fares, y Zara: mas Er y Onán, murieron en la tierra de Canaán. Y los hijos de Fares fueron Hezrón y Hamul. 13 Y los hijos de Isacar: Tola, y Fúa, y Job, y Simrón. 14 Y los hijos de Zabulón: Sered y Elón, y Jahleel. 15 Estos fueron los hijos de Lea, los que dio a luz a Jacob en Padan-aram, y además su hija Dina; treinta y tres las almas todas de sus hijos e hijas. 16 Y los hijos de Gad: Zifión, y Hagui, y Ezbón, y Suni, y Eri, y Arodi, y Areli. 17 Y los hijos de Aser: Imna, e Isúa, e Isúi y Bería, y Sera, hermana de ellos. Los hijos de Bería: Heber, y Malquiel. 18 Estos fueron los hijos de Zilpa, la que Labán dio a su hija Lea, y dio a luz éstos a Jacob; dieciséis almas. 19 Y los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín. 20 Y nacieron a José en la tierra de Egipto Manasés y Efraín, los que le dio a luz Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. 21 Y los hijos de Benjamín fueron Bela, y Bequer y Asbel, y Gera, y Naamán, y Ehi, y Ros y Mupim, y Hupim, y Ard. 22 Estos fueron los hijos de Raquel, que nacieron a Jacob; en todas, catorce almas. 23 Y los hijos de Dan: Husim. 24 Y los hijos de Neftalí: Jahzeel, y Guni, y Jezer, y Silem. 25 Estos fueron los hijos de Bilha, la que dio Labán a Raquel su hija, y dio a luz éstos a Jacob; por todas siete almas. 26 Todas las personas que vinieron con Jacob a Egipto, procedente de sus lomos, sin las mujeres de los hijos de Jacob, todas las personas fueron sesenta y seis. 27 Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto, dos personas. Todas las almas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta. 28 Y envió a Judá delante de sí a José, para que le viniese a ver a Gosén; y llegaron a la tierra de Gosén. 29 Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre a Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello bastante. 30 Entonces Israel dijo a José: Muera yo ahora, ya que he visto tu rostro, pues aún vives. 31 Y José dijo a sus hermanos, y a la casa de su padre: Subiré y haré saber al Faraón, y le diré: Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí; 32 y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían. 33 Y cuando Faraón os llamare y dijere: ¿cuál es vuestro oficio? 34 Entonces diréis: Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta ahora, nosotros y nuestros padres; a fin de que moréis en la tierra de Gosén, porque los egipcios abominan todo pastor de ovejas. CAPÍTULO 47 1 Y José vino, e hizo saber al Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí, están en la tierra de Gosén. 2 Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco varones, y los presentó delante del Faraón. 3 Y el Faraón dijo a sus hermanos: ¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron a Faraón: Pastores de ovejas son tus siervos, así nosotros como nuestros padres. 4 Dijeron además al Faraón: Por morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que habiten tus siervos en la tierra de Gosén. 5 Entonces el Faraón habló a José, diciendo: Tu padre y tus hermanos han venido a ti; 6 la tierra de Egipto delante de ti está; en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres valientes, ponlos por mayorales del ganado mío. 7 Y José introdujo a su padre, y lo presentó delante del Faraón; y Jacob bendijo al Faraón. 8 Y dijo el Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? 9 Y Jacob respondió al Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de sus peregrinaciones. 10 Y Jacob bendijo al Faraón, y se salió de delante del Faraón. 11 Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés como mandó el Faraón. 12 Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, de pan, hasta la boca del niño. 13 Y no había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave; y desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. 14 Y recogió José todo el dinero que se halló en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa del Faraón. 15 Y acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José diciendo: Danos pan: ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? 16 Y José dijo: Dad vuestros ganados, y yo os daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. 17 Y ellos trajeron sus ganados a José; y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y los sustentó de pan por todos sus ganados aquel año. 18 Y acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubriremos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. 19 ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos del Faraón: y danos simiente para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra. 20 Entonces compró José toda la tierra de Egipto para el Faraón; porque los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser del Faraón. 21 Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades desde un cabo del término de Egipto hasta el otro cabo. 22 Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración del Faraón, y ellos comían su ración que el Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. 23 Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy y a vuestra tierra para el Faraón; ved aquí simiente, y sembraréis la tierra. 24 Y será que de los frutos daréis el quinto al Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños. 25 Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, que seamos siervos del Faraón. 26 Entonces José lo puso por fuero hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para el Faraón el quinto; excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue del Faraón. 27 Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y se posesionaron en ella, y se aumentaron, y multiplicaron en gran manera. 28 Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años. 29 Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad; te ruego que no me entierres en Egipto; 30 mas cuando durmiere con mis padres, me llevarás de Egipto, y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y él respondió: Yo haré como tú dices. 31 Y él dijo: Júramelo. Y él le juró. Entonces Israel se inclinó a la cabecera de la cama. CAPÍTULO 48 1 Y sucedió después de estas cosas, que fue dicho a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo sus dos hijos Manasés y Efraín. 2 Y se hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama; 3 y dijo a José: El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo, 4 y me dijo: He aquí, yo te hago crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de pueblos; y daré esta tierra a tu simiente después de ti por heredad perpetua. 5 Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos; 6 y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades. 7 Porque cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén. 8 Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos? 9 Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Allégalos ahora a mí, y los bendeciré. 10 Y los ojos de Israel estaban ya tan agravados de la vejez, que no podía ver. Y les hizo llegar a él, y él los besó y abrazó. 11 Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también tu simiente. 12 Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra. 13 Y los tomó José a ambos, Efraín a su diestra, a la siniestra de Israel; y a Manasés a su siniestra, a la diestra de Israel; y les hizo llegar a él. 14 Entonces Israel extendió su diestra, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su siniestra sobre la cabeza de Manasés, haciendo entender a sus manos, aunque Manasés era el primogénito. 15 Y bendijo a José, y dijo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, 16 el Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y mi nombre sea llamado en ellos, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac; y se multipliquen en gran manera en medio de la tierra. 17 Entonces viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le pesó en sus ojos; y tomó la mano de su padre, por quitarla de sobre la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. 18 Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu diestra sobre su cabeza. 19 Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también acrecentado; pero su hermano menor será más grande que él, y su simiente será plenitud de gentiles. 20 Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Póngate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín delante de Manasés. 21 Y dijo Israel a José: He aquí, yo muero, mas Dios será con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres. 22 Y yo te he dado a ti una parte sobre tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco. CAPÍTULO 49 1 Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los postreros días. 2 Juntaos y oíd, hijos de Jacob; y escuchad a vuestro padre Israel. 3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en fortaleza. 4 Corriente como las aguas, no seas el principal; por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado. 5 Simeón y Leví, hermanos: armas de iniquidad sus armas. 6 En su secreto no entre mi alma, ni mi honra se junte en su compañía; que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro. 7 Maldito su furor, que es fuerte; y su ira, que es dura; yo los apartaré en Jacob, y los esparciré en Israel. 8 Judá, te alabarán tus hermanos: tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti. 9 Cachorro de león Judá: de la presa subiste, hijo mío; se encorvó, se echó como león, Así como león viejo, ¿quién lo despertará? 10 No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga SILOH; y a él se congregarán los pueblos. 11 Atando a la vid su pollino, y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido, y en la sangre de uvas su cobertura: 12 Los ojos bermejos del vino, los dientes blancos de la leche. 13 Zabulón a puertos de mar habitará, y a puerto de navíos; y su término será hasta Sidón. 14 Isacar, asno huesudo echado entre dos líos; 15 y vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa; y bajó su hombro para llevar, y sirvió en tributo. 16 Dan juzgará a su pueblo, como una de las tribus de Israel. 17 Será Dan serpiente junto al camino, cerasta junto a la senda, que muerde los talones de los caballos, y hace caer por detrás al cabalgador de ellos. 18 Tu salud esperé, oh SEÑOR. 19 Gad, ejército lo acometerá; mas él acometerá al fin. 20 El pan de Aser será grueso, y él dará deleites al rey. 21 Neftalí, cierva dejada, que dará dichos hermosos. 22 Ramo fructífero José, ramo fructífero junto a una fuente, las doncellas van sobre el muro. 23 Y le causaron amargura, y asaetearon, y le aborrecieron los señores de saetas; 24 mas su arco quedó en fortaleza, y los brazos de sus manos se corroboraron por las manos del Fuerte de Jacob; de allí apacentó la piedra de Israel, 25 del Dios de tu padre, el cual te ayudará, y del Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre. 26 Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores: hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José, y sobre la mollera del Nazareo de sus hermanos. 27 Benjamín, lobo arrebatador: a la mañana comerá la presa, y a la tarde repartirá los despojos. 28 Todos estos fueron las doce tribus de Israel: y esto fue lo que su padre les dijo, y los bendijo; a cada uno por su bendición los bendijo. 29 Les mandó luego, y les dijo: Yo soy congregado con mi pueblo; sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo; 30 en la cueva que está en el campo de la dobladura, que está delante de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura. 31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea. 32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het. 33 Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró; y fue congregado con sus padres. CAPÍTULO 50 1 Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó. 2 Y mandó José a sus siervos médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel. 3 Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días. 4 Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa del Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos del Faraón, diciendo: 5 Mi padre me conjuró diciendo: He aquí yo muero; en mi sepulcro, que yo cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego pues que vaya yo ahora, y sepultaré a mi padre, y volveré. 6 Y el Faraón dijo: Ve, y sepulta a tu padre, como él te conjuró. 7 Entonces José subió a sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos del Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto. 8 Y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas. 9 Y subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande. 10 Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy grave lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días. 11 Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es este de los egipcios: por eso fue llamado su nombre Abel-mizraim, que está al otro lado del Jordán. 12 E hicieron sus hijos con él, según les había mandado; 13 pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de la dobladura, la que había comprado Abraham con el mismo campo, en heredad de sepultura, de Efrón el heteo, delante de Mamre. 14 Y se tornó José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que lo hubo sepultado. 15 Y viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Por ventura nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. 16 Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: 17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos, y su pecado, porque mal te galardonaron; por tanto ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. 18 Y vinieron también sus hermanos, y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por tus siervos. 19 Y les respondió José: No temáis: ¿Soy yo en lugar de Dios? 20 Vosotros pensasteis mal sobre mí, mas Dios lo pensó por bien, para hacer lo que vemos hoy, para dar vida a mucho pueblo. 21 Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón. 22 Y estuvo José en Egipto, él y la casa de su padre: y vivió José ciento diez años. 23 Y vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; también los hijos de Maquir, hijo de Manasés, fueron criados sobre las rodillas de José. 24 Y José dijo a sus hermanos: Yo me muero; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac, y a Jacob. 25 Y conjuró José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos. 26 Y murió José de edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un arca en Egipto.
ÉXODO CAPÍTULO 1 1 Estos son los nombres de los hijos de Israel, que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia. 2 Rubén, Simeón, Leví y Judá; 3 Isacar, Zabulón y Benjamín; 4 Dan y Neftalí, Gad y Aser. 5 Y todas las almas de los que salieron del muslo de Jacob, fueron setenta. Y José estaba en Egipto. 6 Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. 7 Y los hijos de Israel crecieron, y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo; y se llenó la tierra de ellos. 8 Se levantó entretanto un nuevo rey sobre Egipto, que no conocía a José; el cual dijo a su pueblo: 9 He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. 10 Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se junte con nuestros enemigos, y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. 11 Entonces pusieron sobre él comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron al Faraón las ciudades de los bastimentos: Pitón y Ramesés. 12 Pero cuanto más lo molestaban, tanto más se multiplicaban y crecían; tanto que ellos se fastidiaban de los hijos de Israel. 13 Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza; 14 y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo, y en todo su servicio, al cual los obligaban con dureza. 15 Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo: 16 Cuando asistáis a las hebreas, y veáis el sexo, si fuere hijo, matadlo; y si fuere hija, entonces viva. 17 Mas las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, y daban la vida a los niños. 18 Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis dado la vida a los niños? 19 Y las parteras respondieron al Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; porque son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas. 20 Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó, y se fortaleció en gran manera. 21 Y por haber las parteras temido a Dios, él les hizo casas. 22 Entonces el Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad en el río todo hijo que naciere, y a toda hija dad la vida. CAPÍTULO 2 1 Un varón de la familia de Leví fue, y tomó por mujer una hija de Leví; 2 la cual concibió, y le dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. 3 Y no pudiendo tenerle más escondido, tomó una arquilla de juncos, y la calafateó con pez y betún, y colocó en ella al niño, y lo puso en un carrizal a la orilla del río. 4 Y se paró una hermana suya a lo lejos, para ver lo que le acontecería. 5 Y la hija del Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase. 6 Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste. 7 Entonces su hermana dijo a la hija del Faraón: ¿Iré a llamarte un ama de las hebreas, para que te críe este niño? 8 Y la hija del Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño; 9 a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva este niño, y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño, y lo crió. 10 Y cuando creció el niño, ella lo trajo a la hija del Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué. 11 Y en aquellos días acaeció que, crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y vio sus cargas; y observó a un varón egipcio que hería a un hebreo de sus hermanos. 12 Y miró a todas partes, y viendo que no parecía haber nadie, mató al egipcio, y lo escondió en la arena. 13 Y salió al día siguiente, y viendo a dos hebreos que reñían, dijo al malo: ¿Por qué hieres a tu prójimo? 14 Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esta cosa es descubierta. 15 Y oyendo el Faraón este negocio, procuró matar a Moisés; mas Moisés huyó de delante del Faraón, y habitó en la tierra de Madián; y se sentó junto a un pozo. 16 Tenía el sacerdote de Madián siete hijas, las cuales vinieron a sacar agua, para llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre. 17 Mas los pastores vinieron, y las echaron. Entonces Moisés se levantó y las defendió, y dio de beber a sus ovejas. 18 Y volviendo ellas a Reuel su padre, él les dijo: ¿Por qué habéis hoy venido tan presto? 19 Y ellas respondieron: Un varón egipcio nos defendió de mano de los pastores, y también nos sacó el agua, y dio de beber a las ovejas. 20 Y dijo a sus hijas: ¿Y dónde está? ¿Por qué habéis dejado ese hombre? Llamadle para que coma pan. 21 Y Moisés acordó en morar con aquel varón; y él dio a Moisés a su hija Séfora, 22 la cual le dio a luz un hijo, y él le puso por nombre Gersón, porque dijo: Peregrino soy en tierra ajena. 23 Y aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel suspiraron a causa de la servidumbre, y clamaron, y su clamor subió a Dios desde su servidumbre. 24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. 25 Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios. CAPÍTULO 3 1 Y apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas detrás del desierto, y vino a Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció el Angel del SEÑOR en una llama de fuego en medio de un zarzal; y él miró, y vio que el zarzal ardía en fuego, y el zarzal no se consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora, y veré esta grande visión, por qué causa el zarzal no se quema. 4 Y viendo el SEÑOR que iba a ver, lo llamó Dios de en medio del zarzal, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te llegues acá; quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 7 Y dijo el SEÑOR: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; por lo cual yo he entendido sus dolores. 8 Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios; yo los sacaré de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo, y del jebuseo. 9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido ahora delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ven por tanto ahora, y te enviaré al Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto. 11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo, para que vaya al Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12 Y él le respondió: Porque yo seré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: luego que hubieres sacado este pueblo de Egipto, serviréis a Dios sobre este monte. 13 Y dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros; y si ellos me preguntan: ¿Cuál es su nombre? ¿Qué les responderé? 14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY El que Soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY (YHWH) me ha enviado a vosotros. 15 Y dijo más Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: El SEÑOR Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi Nombre para siempre, y este es mi memorial por todos los siglos. 16 Ve, y junta los ancianos de Israel, y diles: El SEÑOR Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, se me apareció, diciendo: De cierto os he visitado, y visto lo que se os hace en Egipto; 17 y he dicho: Yo os haré subir de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, y del heteo, y del amorreo, y del ferezeo, y del heveo, y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel. 18 Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: El SEÑOR Dios de los hebreos, nos ha encontrado; por tanto nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que sacrifiquemos al SEÑOR nuestro Dios. 19 Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. 20 Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir. 21 Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando os partiereis, no salgáis vacíos; 22 sino que demandará cada mujer a su vecina y a su huéspeda vasos de plata, vasos de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas, y despojaréis a Egipto. CAPÍTULO 4 1 Entonces Moisés respondió, y dijo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No se te ha aparecido el SEÑOR. 2 Y el SEÑOR le dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. 3 Y él le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se tornó una culebra; y Moisés huía de ella. 4 Entonces dijo el SEÑOR a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se tornó vara en su mano. 5 Por esto creerán que se te ha aparecido el SEÑOR Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. 6 Y le dijo además el SEÑOR: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve. 7 Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno; y él volvió a meter su mano en su seno; y volviéndola a sacar del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne. 8 Si aconteciere, que no te creyeren, ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera. 9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río, y las derramarás en tierra; y se volverán aquellas aguas que tomarás del río, se volverán sangre en la tierra. 10 Entonces dijo Moisés al SEÑOR: ¡Ruego Señor! Yo no soy hombre de palabras de ayer ni de anteayer, ni aun desde que tú hablas a tu siervo; porque soy pesado de boca y pesado de lengua. 11 Y el SEÑOR le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo el SEÑOR? 12 Ahora pues, ve, que yo seré en tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. 13 Y él dijo: ¡Ruego Señor! Envía por mano del que has de enviar. 14 Entonces el SEÑOR se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y aun he aquí que él te saldrá a recibir, y viéndote, se alegrará de su corazón. 15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo seré en tu boca y en la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. 16 Y él hablará por ti al pueblo; y él te será por boca, y tú serás a él por Dios. 17 Y tomarás esta vara en tu mano, con la cual harás las señales. 18 Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz. 19 Dijo también el SEÑOR a Moisés en Madián: Ve, y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte. 20 Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto; tomó también Moisés la vara de Dios en su mano. 21 Y dijo el SEÑOR a Moisés: Cuando hubiereis vuelto a Egipto, mira que hagas delante del Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo. 22 Y dirás al Faraón: El SEÑOR ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. 23 Y yo te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; por tanto, he aquí yo mato a tu hijo, tu primogénito. 24 Y aconteció en el camino, que en una posada lo encontró el SEÑOR, y quiso matarlo. 25 Entonces Séfora arrebató un pedernal, y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: Porque tú me eres esposo de sangre. 26 Entonces se apartó de él. Y ella le dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión. 27 Y el SEÑOR dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó. 28 Entonces contó Moisés a Aarón todas las palabras del SEÑOR que le enviaba, y todas las señales que le había dado. 29 Y fueron Moisés y Aarón, y juntaron todos los ancianos de los hijos de Israel. 30 Y habló Aarón todas las palabras que el SEÑOR había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo. 31 Y el pueblo creyó; y oyendo que el SEÑOR había visitado los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron. CAPÍTULO 5 1 Después de esto Moisés y Aarón entraron al Faraón, y le dijeron: El SEÑOR Dios de Israel, dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. 2 Y el Faraón respondió: ¿Quién es el SEÑOR, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco al SEÑOR, ni tampoco dejaré ir a Israel. 3 Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, y sacrificaremos al SEÑOR nuestro Dios; para que no nos encuentre con pestilencia o con espada. 4 Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su obra? Idos a vuestros cargos. 5 Dijo también el Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus cargos. 6 Y mandó el Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que tenían el cargo del pueblo, y a los gobernadores, diciendo: 7 De aquí en adelante no daréis hornija al pueblo para hacer ladrillo, como ayer y antes de ayer; vayan ellos y recojan hornija por sí mismos. 8 Y habéis de ponerles la tarea del ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, y por eso levantan la voz diciendo: Vamos y sacrificaremos a nuestro Dios. 9 Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras de mentira. 10 Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus gobernadores, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho el Faraón: Yo no os doy hornija. 11 Id vosotros, y recoged hornija donde la hallareis; que nada se disminuirá de vuestra tarea. 12 Entonces el pueblo se derramó por toda la tierra de Egipto a coger rastrojo para hornija. 13 Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea del día en su día, como cuando se os daba hornija. 14 Y azotaban a los gobernadores de los hijos de Israel, que los cuadrilleros del Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes? 15 Y los gobernadores de los hijos de Israel vinieron y se quejaron al Faraón, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos? 16 No se da hornija a tus siervos, y con todo eso nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son azotados, y tu pueblo peca. 17 Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y sacrifiquemos al SEÑOR. 18 Id pues ahora, y trabajad. No se os dará hornija, y habéis de dar la tarea del ladrillo. 19 Entonces los gobernadores de los hijos de Israel se vieron en aflicción, habiéndoseles dicho: No se disminuirá nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada día. 20 Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban delante de ellos cuando salían del Faraón, 21 les dijeron: Mire el SEÑOR sobre vosotros, y juzgue; pues habéis hecho heder nuestro olor delante del Faraón y de sus siervos, dándoles el cuchillo en las manos para que nos maten. 22 Entonces Moisés se volvió al SEÑOR, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? 23 Porque desde que yo vine al Faraón para hablarle en tu Nombre, ha afligido a este pueblo; y tú tampoco has librado a tu pueblo. CAPÍTULO 6 1 El SEÑOR respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré al Faraón; porque con mano fuerte los ha de dejar ir; y con mano fuerte los ha de echar de su tierra. 2 Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy el SEÑOR; 3 y me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi Nombre el SEÑOR (YHWH) no me notifiqué a ellos. 4 Y también establecí mi pacto con ellos, que les daría la tierra de Canaán, la tierra en que fueron extranjeros, y en la cual peregrinaron. 5 Y asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. 6 Por tanto dirás a los hijos de Israel: Yo soy el SEÑOR; y yo os sacaré de debajo de las cargas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes. 7 Y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios: y vosotros sabréis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os saco de debajo de las cargas de Egipto. 8 Y os meteré en la tierra, por la cual alcé mi mano que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo soy el SEÑOR. 9 De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; mas ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre. 10 Y habló El SEÑOR a Moisés, diciendo: 11 Entra, y habla al Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. 12 Y respondió Moisés delante del SEÑOR, diciendo: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan, ¿cómo pues me escuchará el Faraón, mayormente siendo yo incircunciso de labios? 13 Entonces el SEÑOR habló a Moisés y a Aarón, y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para el Faraón rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto. 14 Estas son las cabezas de las familias de sus padres. Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Hanoc y Falú, Hezrón y Carmi; estas son las familias de Rubén. 15 Los hijos de Simeón: Jemuel, y Jamín, y Ohad, y Jaquín, y Zohar, y Saúl, hijo de una cananea; estas son las familias de Simeón. 16 Y estos son los nombres de los hijos de Leví por sus linajes: Gersón, y Coat, y Merari. Y los años de la vida de Leví fueron ciento treinta y siete años. 17 Y los hijos de Gersón: Libni, y Simei, por sus familias. 18 Y los hijos de Coat: Amram, e Izhar, y Hebrón, y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y tres años. 19 Y los hijos de Merari: Mahli, y Musi; estas son las familias de Leví por sus linajes. 20 Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual le dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años. 21 Y los hijos de Izhar: Coré, y Nefeg y Zicri. 22 Y los hijos de Uziel: Misael, y Elzafán y Sitri. 23 Y tomó Aarón por mujer a Elisabet, hija de Aminadab, hermana de Naasón; la cual le dio a luz a Nadab, y a Abiú, y a Eleazar, y a Itamar. 24 Y los hijos de Coré: Asir, y Elcana, y Abiasaf; estas son las familias de los coreítas. 25 Y Eleazar, hijo de Aarón, tomó para sí mujer de las hijas de Futiel, la cual le dio a luz a Finees. Y éstas son las cabezas de los padres de los levitas por sus familias. 26 Este es aquel Aarón y aquel Moisés, a los cuales el SEÑOR dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus escuadrones. 27 Estos son los que hablaron al Faraón rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Moisés y Aarón fueron éstos. 28 Cuando el SEÑOR habló a Moisés en la tierra de Egipto, 29 Entonces el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: Yo soy el SEÑOR; di al Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti. 30 Y Moisés respondió delante del SEÑOR: He aquí, yo soy incircunciso de labios, ¿cómo pues me ha de oír el Faraón? CAPÍTULO 7 1 El SEÑOR dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido por dios del Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. 2 Tú dirás todas las cosas que yo te mandaré, y Aarón tu hermano hablará al Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. 3 Y yo endureceré el corazón del Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. 4 Y el Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, por grandes juicios. 5 Y sabrán los egipcios que yo soy el SEÑOR, cuando extendiere mi mano sobre Egipto, y sacare los hijos de Israel de en medio de ellos. 6 E hizo Moisés y Aarón como el SEÑOR les mandó: así lo hicieron. 7 Moisés entonces era de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando hablaron al Faraón. 8 Y habló el SEÑOR a Moisés y a Aarón, diciendo: 9 Si el Faraón os respondiere diciendo: Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma tu vara, y échala delante del Faraón, para que se torne culebra. 10 Vinieron, pues, Moisés y Aarón al Faraón, e hicieron como el SEÑOR lo había mandado; y echó Aarón su vara delante del Faraón y de sus siervos, y se tornó culebra. 11 Entonces llamó también el Faraón sabios y encantadores; e hicieron también lo mismo los encantadores de Egipto con sus encantamientos; 12 pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón tragó las varas de ellos. 13 Y el corazón del Faraón se endureció, y no los escuchó; como el SEÑOR lo había dicho. 14 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: El corazón del Faraón está agravado, que no quiere dejar ir al pueblo. 15 Ve por la mañana al Faraón, he aquí que él sale a las aguas; y tú ponte a la orilla del río delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra, 16 y dile: El SEÑOR, el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirvan en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír. 17 Así ha dicho el SEÑOR: En esto conocerás que yo soy el SEÑOR; he aquí, yo heriré con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se volverá sangre. 18 Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y tendrán asco los egipcios de beber el agua del río. 19 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus recogimientos de aguas, para que se vuelvan sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra. 20 Y Moisés y Aarón hicieron como el SEÑOR lo mandó; y alzando la vara hirió las aguas que había en el río, en presencia del Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se volvieron sangre. 21 Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, que los egipcios no podían beber de él; y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. 22 Y los encantadores de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón del Faraón se endureció, y no los escuchó; como el SEÑOR lo había dicho. 23 Y tornando el Faraón se volvió a su casa, y aun con esto no se convirtió. 24 Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río. 25 Y se cumplieron siete días después que el SEÑOR hirió el río. CAPÍTULO 8 1 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Entra al Faraón, y dile: El SEÑOR ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirvan. 2 Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo heriré con ranas todos tus términos. 3 Y el río criará ranas, las cuales subirán, y entrarán en tu casa, y en la cámara de tu cama, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, y en tu pueblo, y en tus hornos, y en tus artesas; 4 y las ranas subirán sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos. 5 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos, y estanques, para que haga venir ranas sobre la tierra de Egipto. 6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. 7 Y los encantadores hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. 8 Entonces el Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad al SEÑOR que quite las ranas de mí y de mi pueblo; y dejaré ir al pueblo, para que sacrifique al SEÑOR. 9 Y dijo Moisés al Faraón: Señálame: ¿cuándo oraré por ti, y por tus siervos, y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti, y de tus casas, y que solamente se queden en el río? 10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay otro como el SEÑOR nuestro Dios; 11 y las ranas se irán de ti, y de tus casas, y de tus siervos, y de tu pueblo, y solamente se quedarán en el río. 12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia del Faraón, y clamó Moisés al SEÑOR sobre el negocio de las ranas que había puesto al Faraón. 13 E hizo el SEÑOR conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos, y de los campos. 14 Y las juntaron en montones, y la tierra se corrompió. 15 Y viendo Faraón que le habían dado reposo, agravó su corazón, y no los escuchó; como el SEÑOR lo había dicho. 16 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara, y hiere el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por toda la tierra de Egipto. 17 Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, e hirió el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en toda la tierra de Egipto. 18 Y los encantadores hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; mas no pudieron. Y había piojos así en los hombres como en las bestias. 19 Entonces los magos dijeron al Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón del Faraón se endureció, y no los escuchó; como el SEÑOR lo había dicho. 20 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante del Faraón, he aquí él sale a las aguas; y dile: El SEÑOR ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 21 Porque si no dejares ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, y sobre tus siervos, y sobre tu pueblo, y sobre tus casas toda suerte de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda suerte de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estuvieren. 22 Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual mi pueblo habita, para que ninguna suerte de moscas haya en ella; a fin de que sepas que yo soy el SEÑOR en medio de la tierra. 23 Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal. 24 Y el SEÑOR lo hizo así: que vino toda suerte de moscas molestísimas sobre la casa del Faraón, y sobre las casas de sus siervos, y sobre toda la tierra de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas. 25 Entonces el Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, sacrificad a vuestro Dios en la tierra de Egipto. 26 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque sacrificaríamos al SEÑOR nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? 27 Camino de tres días iremos por el desierto, y sacrificaremos al SEÑOR nuestro Dios, como él nos lo ha dicho. 28 Y dijo el Faraón: Yo os dejaré ir para que sacrifiquéis al SEÑOR vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí. 29 Y respondió Moisés: He aquí, saliendo yo de tu presencia, rogaré al SEÑOR que las diversas suertes de moscas se vayan del Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que el Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a sacrificar al SEÑOR. 30 Entonces Moisés salió de la presencia del Faraón, y oró al SEÑOR. 31 Y el SEÑOR hizo conforme a la palabra de Moisés; y quitó todas aquellas moscas del Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo, sin que quedara una. 32 Mas el Faraón agravó aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo. CAPÍTULO 9 1 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Entra al Faraón, y dile: El SEÑOR Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirvan; 2 porque si no lo quieres dejar ir, y los detuvieres aún, 3 he aquí la mano del SEÑOR será sobre tus ganados que están en el campo: caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con pestilencia gravísima. 4 Y el SEÑOR hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. 5 Y el SEÑOR señaló tiempo, diciendo: Mañana hará el SEÑOR esta cosa en la tierra. 6 Y al día siguiente el SEÑOR hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno. 7 Entonces el Faraón envió a ver, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón del Faraón se agravó, y no dejó ir al pueblo. 8 Y el SEÑOR dijo a Moisés y a Aarón: Tomad vuestros puños llenos de la ceniza de un horno, y espárzala Moisés hacia el cielo delante del Faraón. 9 Y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, el cual originará sarna que eche vejigas apostemadas en los hombres y en las bestias, por toda la tierra de Egipto. 10 Y tomaron la ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y vino una sarna que echaba vejigas, así en los hombres como en las bestias. 11 Hasta que los magos no podían estar delante de Moisés a causa de la sarna, porque hubo sarna en los magos y en todos los egipcios. 12 Y el SEÑOR endureció el corazón del Faraón, y no los oyó, como el SEÑOR lo había dicho a Moisés. 13 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante del Faraón, y dile: El SEÑOR Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 14 Porque de otra manera yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, y en tus siervos, y en tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. 15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de pestilencia, y serás quitado de la tierra. 16 Porque a la verdad yo te he puesto para declarar en ti mi potencia, y que mi Nombre sea contado en toda la tierra. 17 Tu aún te ensalzas contra mi pueblo para no dejarlos ir. 18 He aquí que mañana a estas horas yo lluevo granizo muy grave, cual nunca fue en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora. 19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se hallare en el campo, y no fuere recogido a casa, el granizo descenderá sobre él, y morirá. 20 De los siervos del Faraón, el que temió la palabra del SEÑOR, hizo huir sus siervos y su ganado a casa; 21 mas el que no puso en su corazón la palabra del SEÑOR, dejó sus siervos y sus ganados en el campo. 22 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en la tierra de Egipto. 23 Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y el SEÑOR dio voces y granizó, y el fuego discurría por la tierra; y llovió el SEÑOR granizo sobre la tierra de Egipto. 24 Y hubo granizo, y fuego mezclado entre el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. 25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo hirió el granizo toda la hierba del campo, y quebró todos los árboles del país. 26 Solamente en la tierra de Gosén, donde los hijos de Israel estaban, no hubo granizo. 27 Entonces el Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; el SEÑOR es justo, y yo y mi pueblo impíos. 28 Orad al SEÑOR; y cesen los truenos de Dios y el granizo; y yo os dejaré ir, y no quedaréis más aquí. 29 Y le respondió Moisés: Saliendo yo de la ciudad extenderé mis manos al SEÑOR, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que del SEÑOR es la tierra. 30 Mas yo te conozco a ti y a tus siervos de antes que temieseis de la presencia del SEÑOR Dios. 31 El lino, pues, y la cebada fueron heridos; porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. 32 Mas el trigo y el centeno no fueron heridos; porque eran tardíos. 33 Y salido Moisés de la presencia de Faraón y de la ciudad, extendió sus manos al SEÑOR, y cesaron los truenos y el granizo; y la lluvia no cayó más sobre la tierra. 34 Y viendo el Faraón que la lluvia había cesado y el granizo y los truenos, perseveró en pecar, y agravó su corazón, él y sus siervos. 35 Y el corazón del Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel; como el SEÑOR lo había dicho por medio de Moisés. CAPÍTULO 10 1 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Entra a Faraón; porque yo he agravado su corazón, y el corazón de sus siervos, para dar entre ellos estas mis señales; 2 y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que di entre ellos; y para que sepáis que yo soy el SEÑOR. 3 Entonces vinieron Moisés y Aarón al Faraón, y le dijeron: El SEÑOR Dios de los hebreos, ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo para que me sirvan. 4 Y si aún rehusas dejarlo ir, he aquí que yo traeré mañana langosta en tus términos, 5 la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que quedó salvo, lo que os ha quedado del granizo; y comerá todo árbol que os produce fruto en el campo. 6 Y se llenarán tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió, y salió de la presencia del Faraón. 7 Entonces los siervos del Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo nos ha de ser éste por lazo? Deja ir a estos hombres, para que sirvan al SEÑOR su Dios; ¿aún no sabes que Egipto se pierde? 8 Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados al Faraón, el cual les dijo: Andad, servid al SEÑOR vuestro Dios. ¿Quién y quiénes son los que han de ir? 9 Y Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque tenemos fiesta solemne del SEÑOR. 10 Y él les dijo: Así sea el SEÑOR con vosotros, como yo os dejare ir a vosotros y a vuestros niños: mirad la malicia que está delante de vuestro rostro. 11 No será así: id ahora vosotros los varones, y servid al SEÑOR; porque esto es lo que vosotros demandasteis. Y los echaron de delante del Faraón. 12 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre la tierra de Egipto, y consuma toda la hierba de la tierra, y todo lo que el granizo dejó. 13 Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y el SEÑOR trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y a la mañana el viento oriental trajo la langosta. 14 Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todos los términos de Egipto, en gran manera grave; antes de ella no hubo langosta semejante, ni después de ella vendrá otra tal; 15 y cubrió la faz de toda la tierra, y se oscureció la tierra; y comió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; que no quedó cosa verde en los árboles ni en la hierba del campo, por toda la tierra de Egipto. 16 Entonces el Faraón hizo llamar aprisa a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra el SEÑOR vuestro Dios, y contra vosotros. 17 Mas ruego ahora que perdones mi pecado solamente esta vez, y que oréis al SEÑOR vuestro Dios que quite de mí solamente esta muerte. 18 Y salió de la presencia del Faraón, y oró al SEÑOR. 19 Y el SEÑOR volvió un viento occidental fortísimo, y quitó la langosta, y la arrojó en el mar Bermejo; ni una langosta quedó en todo el término de Egipto. 20 Mas el SEÑOR endureció el corazón del Faraón, para no dejar ir a los hijos de Israel. 21 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tales que cualquiera las palpe. 22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas tres días por toda la tierra de Egipto. 23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones. 24 Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid al SEÑOR; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros. 25 Y Moisés respondió: Tú también nos darás en nuestras manos sacrificios y holocaustos, que sacrifiquemos al SEÑOR nuestro Dios. 26 Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una uña; porque de ellos hemos de tomar para servir al SEÑOR nuestro Dios; y no sabemos con qué hemos de servir al SEÑOR, hasta que lleguemos allá. 27 Mas el SEÑOR endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir. 28 Y le dijo el Faraón: Retírate de mí: guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás. 29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro. CAPÍTULO 11 1 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre el Faraón, y sobre Egipto; después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. 2 Habla ahora al pueblo, y que cada uno demande a su vecino, y cada una a su vecina, vasos de plata y de oro. 3 Y el SEÑOR dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era gran varón en la tierra de Egipto, delante de los siervos del Faraón, y delante del pueblo. 4 Y dijo Moisés: El SEÑOR ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito del Faraón que está asentado en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras la muela; y todo primogénito de las bestias. 6 Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fue, ni jamás será. 7 Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua: para que sepáis que hará diferencial el SEÑOR entre los egipcios y los israelitas. 8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Sal tú, y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia del Faraón. 9 Y el SEÑOR dijo a Moisés: El Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. 10 Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante del Faraón: mas el SEÑOR había endurecido el corazón del Faraón, para que no dejase ir de su tierra a los hijos de Israel. CAPÍTULO 12 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: 2 Este mes os será cabeza de los meses; éste os será primero en los meses del año. 3 Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero por las familias de los padres, un cordero por familia; 4 mas si la familia fuere pequeña que no alcance a comer el cordero, entonces tomará a su vecino cercano de su casa, y según el número de las personas, cada uno conforme a su comer, echaréis la cuenta sobre el cordero. 5 El cordero será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras; 6 y habéis de guardarlo hasta el día catorce de este mes; y lo inmolará toda la asamblea de la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. 7 Y tomarán de la sangre, y pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. 8 Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 9 Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus intestinos. 10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que habrá de quedar hasta la mañana, habéis de quemarlo en el fuego. 11 Y así habéis de comerlo: ceñidos vuestros lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente: ésta es la Pascua del SEÑOR. 12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así en los hombres como en las bestias; y haré juicios en todos los dioses de Egipto. Yo soy el SEÑOR. 13 Y esta sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y cuando yo viere aquella sangre, pasaré por vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad, cuando heriré la tierra de Egipto. 14 Y este día os ha de ser en memoria, y habéis de celebrarlo como fiesta solemne al SEÑOR por vuestras edades; por estatuto perpetuo lo celebraréis. 15 Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, aquella alma será cortada de Israel. 16 El primer día os será santa convocación, y asimismo el séptimo día os será santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, solamente lo que toda persona hubiere de comer, esto solamente se aderece para vosotros. 17 Y guardaréis la fiesta de los ázimos, porque en aquel mismo día saqué vuestros ejércitos de la tierra de Egipto; por tanto guardaréis este día por vuestras edades por costumbre perpetua. 18 En el mes primero, el día catorce del mes por la tarde, comeréis los panes sin levadura, hasta el veintiuno del mes por la tarde. 19 Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas, porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural de la tierra, aquella alma será cortada de la congregación de Israel. 20 Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura. 21 Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad, y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. 22 Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. 23 Porque el SEÑOR pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará el SEÑOR aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. 24 Y guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. 25 Y será, cuando habréis entrado en la tierra que el SEÑOR os dará, como os lo ha prometido, guardaréis este servicio. 26 Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este vuestro servicio? 27 Vosotros responderéis: Esta es la víctima de la Pascua del SEÑOR, el cual pasó las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró. 28 Y los hijos de Israel se fueron, e hicieron como el SEÑOR había mandado a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. 29 Y aconteció que a la medianoche el SEÑOR hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del Faraón que estaba sentado sobre su trono, hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. 30 Y se levantó aquella noche el Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y había un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese muerto. 31 E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros, y los hijos de Israel; e id, servid al SEÑOR, como habéis dicho. 32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí. 33 Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. 34 Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas atadas, en sus sábanas sobre sus hombros. 35 E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, demandando a los egipcios vasos de plata, y vasos de oro, y vestidos. 36 Y el SEÑOR dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les prestaron; y ellos despojaron a los egipcios. 37 Y partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38 Y también subió con ellos grande multitud de diversa suerte de gentiles; y muchísimas ovejas y vacas. 39 Y cocieron la masa, que habían sacado de Egipto, e hicieron tortas sin levadura, porque no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían podido detenerse, ni aun prepararse comida. 40 El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto, fue cuatrocientos treinta años. 41 Y pasados cuatrocientos treinta años, en el mismo día salieron todos los ejércitos del SEÑOR de la tierra de Egipto. 42 Esta es noche de guardar al SEÑOR, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardar al SEÑOR todos los hijos de Israel por sus edades. 43 Y el SEÑOR dijo a Moisés y a Aarón: Esta será la ordenanza de la Pascua: Ningún extraño comerá de ella; 44 mas todo siervo humano comprado por dinero, comerá de ella después que lo hubieres circuncidado. 45 El extranjero y el asalariado no comerán de ella. 46 En una casa se comerá, y no llevarás de aquella carne fuera de casa, ni quebraréis hueso en él. 47 Toda la congregación de Israel la sacrificará. 48 Mas si algún extranjero peregrinare contigo, y quisiere hacer la pascua al SEÑOR, séale circuncidado todo varón, y entonces se llegará a sacrificarla, y será como el natural de la tierra; pero ningún incircunciso comerá de ella. 49 La misma ley será para el natural y para el extranjero que peregrinare entre vosotros. 50 Y todos los hijos de Israel hicieron como mandó el SEÑOR a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. 51 Y en aquel mismo día el SEÑOR sacó los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus escuadrones. CAPÍTULO 13 1 Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: 2 Santifícame todo primogénito, cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de las bestias; porque mío es. 3 Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre; pues el SEÑOR os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado. 4 Vosotros salís hoy en el mes de Abib. 5 Y cuando el SEÑOR te hubiere metido en la tierra del cananeo, y del heteo, y del amorreo, y del heveo, y del jebuseo, la cual juró a tus padres que te daría, tierra que destila leche y miel, harás este servicio en este mes. 6 Siete días comerás por leudar, y el séptimo día será fiesta al SEÑOR. 7 Por los siete días se comerán los panes sin levadura; y no se verá contigo nada leudado, ni levadura en todo tu término. 8 Y contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que el SEÑOR hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. 9 Y te será como una señal sobre tu mano, y como una memoria delante de tus ojos, para que la ley del SEÑOR esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó el SEÑOR de Egipto. 10 Por tanto, tú guardarás este servicio en su tiempo de año en año. 11 Y cuando el SEÑOR te hubiere metido en la tierra del cananeo, como te ha jurado a ti y a tus padres, y cuando te la hubiere dado, 12 harás pasar al SEÑOR todo lo que abriere la matriz, asimismo todo primerizo que abriere la matriz de tus animales; los machos serán del SEÑOR. 13 Mas todo primogénito de asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, le cortarás la cabeza; asimismo redimirás todo humano primogénito de tus hijos. 14 Y cuando mañana te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué es esto? Le dirás: El SEÑOR nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre; 15 y endureciéndose el Faraón en no dejarnos ir, el SEÑOR mató en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y por esta causa yo sacrifico al SEÑOR todo primogénito macho, y redimo todo primogénito de mis hijos. 16 Te será, pues, como una señal sobre tu mano, y por un memorial delante de tus ojos: Que el SEÑOR nos sacó de Egipto con mano fuerte. 17 Y luego que el Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Que por ventura no se arrepienta el pueblo cuando vieren la guerra, y se vuelvan a Egipto; 18 mas hizo Dios al pueblo que rodease por el camino del desierto del mar Bermejo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados. 19 Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros. 20 Y partidos de Sucot, asentaron campo en Etam, a la entrada del desierto. 21 Y el SEÑOR iba delante de ellos de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino; y de noche en una columna de fuego para alumbrarles; a fin de que anduviesen de día y de noche. 22 Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego. CAPÍTULO 14 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel que den la vuelta, y asienten su campamento delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él asentaréis el campamento, junto al mar. 3 Porque el Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. 4 Y yo endureceré el corazón del Faraón para que los siga; y seré glorificado en el Faraón y en todo su ejército; y sabrán los egipcios que yo soy el SEÑOR. Y ellos lo hicieron así. 5 Y fue dado aviso al rey de Egipto cómo el pueblo huía; y el corazón del Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? 6 Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; 7 y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. 8 Y endureció el SEÑOR el corazón del Faraón rey de Egipto, y siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel ya habían salido con gran poder. 9 Siguiéndolos, pues, los egipcios, con toda la caballería y carros del Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron asentando el campo junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante de Baal-zefón. 10 Y cuando el Faraón llegó, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí los egipcios que venían tras ellos; y temieron en gran manera, y clamaron los hijos de Israel al SEÑOR. 11 Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué lo has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? 12 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Que mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. 13 Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estaos quietos, y ved la salud del SEÑOR, que él hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14 El SEÑOR peleará por vosotros, y vosotros estaréis quietos. 15 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: ¿Por qué me das voces? Di a los hijos de Israel que marchen. 16 Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo; y entren los hijos de Israel por en medio del mar en seco. 17 Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios, para que los sigan: y yo me glorificaré en el Faraón, y en todo su ejército, y en sus carros, y en su caballería; 18 y sabrán los egipcios que yo soy el SEÑOR, cuando me glorificaré en el Faraón, en sus carros, y en su gente de a caballo. 19 Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó, e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos, se apartó, y se puso a sus espaldas. 20 E iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquellos, y alumbraba la noche a Israel; y en toda aquella noche nunca llegaron los unos a los otros. 21 Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo el SEÑOR que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y tornó el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 22 Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar en seco, teniendo las aguas como muro a su diestra y a su siniestra. 23 Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta el medio del mar, toda la caballería del Faraón, sus carros, y su gente de a caballo. 24 Y aconteció a la vela de la mañana, que el SEÑOR miró al campamento de los egipcios en la columna de fuego y nube, y alborotó el campamento de los egipcios. 25 Y les quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque el SEÑOR pelea por ellos contra los egipcios. 26 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. 27 Y Moisés extendió su mano sobre el mar, y el mar se volvió en su fuerza cuando amanecía; y los egipcios huían hacia ella; y el SEÑOR derribó a los egipcios en medio del mar. 28 Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército del Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. 29 Y los hijos de Israel fueron por medio del mar en seco, teniendo las aguas por muro a su diestra y a su siniestra. 30 Así salvó el SEÑOR aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. 31 Y vio Israel aquel grande hecho que el SEÑOR ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió al SEÑOR, y creyeron al SEÑOR y a Moisés su siervo. CAPÍTULO 15 1 Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico al SEÑOR, y dijeron: Cantaré yo al SEÑOR, porque se ha magnificado grandemente, echando en el mar al caballo y al que en él subía. 2 El SEÑOR es mi fortaleza, y mi canción, el me es por salud; este es mi Dios, y a éste adornaré; Dios de mi padre, y a éste ensalzaré. 3 El SEÑOR, varón de guerra; el SEÑOR es su Nombre. 4 Los carros del Faraón y a su ejército echó en el mar; y sus escogidos príncipes fueron hundidos en el mar Bermejo. 5 Los abismos los cubrieron; como una piedra descendieron a lo profundo. 6 Tu diestra, oh SEÑOR, ha sido magnificada en fortaleza; tu diestra, oh SEÑOR, ha quebrantado al enemigo. 7 Y con la multitud de tu grandeza has trastornado a los que se levantaron contra ti; enviaste tu furor; los tragó como a hojarasca. 8 Con el soplo de tus narices se amontonaron las aguas; se pararon las corrientes como en un montón; los abismos se cuajaron en medio del mar. 9 El enemigo dijo: Perseguiré, prenderé, repartiré despojos; mi alma se saciará de ellos; sacaré mi espada, los destruirá mi mano. 10 Soplaste con tu viento, los cubrió el mar. Se hundieron como plomo en las impetuosas aguas. 11 ¿Quién como tú, oh SEÑOR, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en loores, hacedor de maravillas? 12 Extendiendo tu diestra, la tierra los tragó. 13 Condujiste con tu misericordia a este pueblo, al cual salvaste; lo llevaste con tu fortaleza a la habitación de tu santuario. 14 Lo oirán los pueblos, y temblarán; se apoderará dolor de los moradores de Palestina. 15 Entonces los príncipes de Edom se turbarán; a los robustos de Moab los ocupará temblor; se abatirán todos los moradores de Canaán. 16 Caiga sobre ellos temblor y espanto; a la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; hasta que haya pasado tu pueblo, oh SEÑOR, hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste. 17 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, en el lugar de tu morada, que tú has aparejado, oh SEÑOR; en el santuario del Señor, que han afirmado tus manos. 18 El SEÑOR reinará por los siglos de los siglos. 19 Porque el Faraón entró cabalgando con sus carros y su gente de a caballo en el mar, y el SEÑOR volvió a traer las aguas del mar sobre ellos; mas los hijos de Israel fueron en seco por medio del mar. 20 Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó el pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. 21 Y María les respondía: Cantad al SEÑOR; porque en extremo se ha magnificado grandemente, echando en el mar al caballo, y al que en él subía. 22 E hizo Moisés que partiese Israel del mar Bermejo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. 23 Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. 24 Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? 25 Y Moisés clamó al SEÑOR; y el SEÑOR le mostró un árbol, el cual cuando lo metió dentro de las aguas, las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y derechos, y allí los probó; 26 y dijo: Si oyeres atentamente la voz del SEÑOR tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad, de las que envié a los egipcios, te enviaré a ti; porque yo soy el SEÑOR tu Sanador. 27 Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmas; y se asentaron allí junto a las aguas. CAPÍTULO 16 1 Y partiendo de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. 2 Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; 3 y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano del SEÑOR en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de las carnes, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto, para matar de hambre a toda esta multitud. 4 Y el SEÑOR dijo a Moisés: He aquí yo os lloveré pan del cielo; y el pueblo saldrá, y cogerá para cada día, para que yo le pruebe si anda en mi ley, o no. 5 Mas al sexto día aparejarán lo que han de encerrar, que será el doble de lo que solían coger cada día. 6 Entonces dijo Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel: A la tarde sabréis que el SEÑOR os ha sacado de la tierra de Egipto. 7 Y a la mañana veréis la gloria del SEÑOR; porque él ha oído vuestras murmuraciones contra el SEÑOR; que nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros? 8 Y dijo Moisés: El SEÑOR os dará a la tarde carne para comer, y a la mañana pan hasta saciaros; porque el SEÑOR ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; que nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra el SEÑOR. 9 Y dijo Moisés a Aarón: Di a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos en la presencia del SEÑOR; que él ha oído vuestras murmuraciones. 10 Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria del SEÑOR, que apareció en la nube. 11 Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: 12 Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Entre las dos tardes comeréis carne, y mañana os saciaréis de pan, y sabréis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 13 Y cuando se hizo tarde, subieron codornices que cubrieron el real; y a la mañana descendió rocío en derredor del real. 14 Y cuando el rocío cesó de descender, he aquí sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una helada sobre la tierra. 15 Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: Este es Maná ¿Qué es esto? porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: Este es el pan que el SEÑOR os da para comer. 16 Esto es lo que el SEÑOR ha mandado: Cogéreis de él cada uno según pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda. 17 Y los hijos de Israel lo hicieron así: y recogieron unos más, otros menos. 18 Y lo medían por gomer, y no sobraba al que había recogido mucho, ni faltaba al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer. 19 Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. 20 Mas ellos no obedecieron a Moisés, y algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y se pudrió; y se enojó contra ellos Moisés. 21 Y lo recogían muy de mañana, cada uno según lo que había de comer; y cuando el sol calentaba, se derretía. 22 En el sexto día recogieron doblada comida, dos gomeres para cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron a Moisés, y se lo hicieron saber. 23 Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho el SEÑOR: Mañana es el santo sábado del reposo del SEÑOR; lo que hubiereis de cocer, cocedlo hoy, y lo que hubiereis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. 24 Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según que Moisés había mandado, y no se pudrió, ni hubo en él gusano. 25 Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es sábado del SEÑOR; hoy no lo hallaréis en el campo. 26 En los seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es sábado, en el cual no se hallará. 27 Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron. 28 Y el SEÑOR dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes? 29 Mirad que el SEÑOR os dio el sábado, y por eso os da en el sexto día pan para dos días. Estése, pues, cada uno en su casa, y nadie salga de su lugar en el séptimo día. 30 Así el pueblo reposó el séptimo día. 31 Y la Casa de Israel lo llamó Maná; y era como simiente de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel. 32 Y dijo Moisés: Esto es lo que el SEÑOR ha mandado: Llenarás un gomer de él para que se guarde para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto, cuando yo os saqué de la tierra de Egipto. 33 Y dijo Moisés a Aarón: Toma un vaso y pon en él un gomer lleno de maná, y ponlo delante del SEÑOR, para que sea guardado para vuestros descendientes. 34 Y Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, como el SEÑOR lo mandó a Moisés. 35 Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que entraron en la tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron al término de la tierra de Canaán. 36 Y un gomer es la décima parte del efa. CAPÍTULO 17 1 Y toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin, por sus jornadas, al mandamiento del SEÑOR, y asentaron el campamento en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese. 2 Y riñó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué reñís conmigo? ¿Por qué tentáis al SEÑOR? 3 Así que el pueblo tuvo allí sed de agua, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, y a nuestros hijos y a nuestros ganados? 4 Entonces clamó Moisés al SEÑOR, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán. 5 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara, con que heriste el río, y ve: 6 He aquí que yo estoy delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y herirás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. 7 Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron al SEÑOR, diciendo: ¿Está, pues, el SEÑOR entre nosotros, o no? 8 Y vino Amalec y peleó con Israel en Refidim. 9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal, pelea con Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando con Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12 Y las manos de Moisés estaban pesadas; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sustentaban sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. 14 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en el libro, y di a Josué que del todo tengo de raer la memoria de Amalec de debajo del cielo. 15 Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre El SEÑOR Es Mí Bandera (YHWH-nisi); 16 y dijo: Por cuanto Amalec levantó la mano sobre el trono del SEÑOR, el SEÑOR tendrá guerra con Amalec de generación en generación. CAPÍTULO 18 1 Y oyó Jetro, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo el SEÑOR había sacado a Israel de Egipto. 2 Y tomó Jetro, suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió, 3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Peregrino he sido en tierra ajena; 4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró del cuchillo del Faraón. 5 Y Jetro el suegro de Moisés, con sus hijos y su mujer, llegó a Moisés en el desierto, donde tenía el campamento junto al monte de Dios; 6 y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella. 7 Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro por la paz, y vinieron a la tienda. 8 Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que el SEÑOR había hecho al Faraón y a los egipcios por causa de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado el SEÑOR. 9 Y se alegró Jetro de todo el bien que el SEÑOR había hecho a Israel, que lo había librado de mano de los egipcios. 10 Y Jetro dijo: Bendito sea el SEÑOR, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano del Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios. 11 Ahora conozco que el SEÑOR es grande más que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos. 12 Y tomó Jetro, el suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel a comer pan con el suegro de Moisés delante de Dios. 13 Y aconteció que otro día se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. 14 Y viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? 15 Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16 Cuando tienen negocios, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes. 17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: No haces bien. 18 Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el negocio es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. 19 Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios será contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los negocios a Dios. 20 Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde anden, y lo que han de hacer. 21 Además considera tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y pondrás sobre el pueblo príncipes sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta y sobre diez. 22 Los cuales juzgarán al pueblo en todo tiempo; y será que todo negocio grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo negocio pequeño: alivia así la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo. 23 Si esto hicieres, y Dios te mandare, tú podrás persistir, y todo este pueblo se irá también en paz a su lugar. 24 Entonces Moisés oyó la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. 25 Y escogió Moisés varones de virtud de todo Israel, y los puso por cabezas sobre el pueblo, príncipes sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. 26 Los cuales juzgaban al pueblo en todo tiempo; el negocio arduo lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo negocio pequeño. 27 Y despidió Moisés a su suegro, y se fue a su tierra. CAPÍTULO 19 1 Al mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en aquel día vinieron al desierto de Sinaí. 2 Porque partieron de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y se asentaron en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. 3 Y Moisés subió a Dios; y el SEÑOR lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la Casa de Jacob, y denunciarás a los hijos de Israel: 4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. 5 Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6 Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. 7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y propuso en presencia de ellos todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado. 8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que el SEÑOR ha dicho haremos. Y Moisés refirió las palabras del pueblo al SEÑOR. 9 Y el SEÑOR dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés denunció las palabras del pueblo al SEÑOR. 10 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana, y laven sus vestidos; 11 y estén apercibidos para el día tercero, porque al tercer día el SEÑOR descenderá, a ojos de todo el pueblo, sobre el monte de Sinaí. 12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis a su término; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. 13 No le tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. En habiendo sonado largamente la trompeta, subirán al monte. 14 Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos. 15 Y dijo al pueblo: Estad apercibidos para el tercer día; no lleguéis a mujer. 16 Y aconteció al tercer día cuando vino la mañana, que vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y un sonido de trompeta muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el real. 17 Y Moisés sacó del real al pueblo a recibir a Dios; y se pusieron a lo bajo del monte. 18 Y todo el monte de Sinaí humeaba, porque el SEÑOR había descendido sobre él en fuego; y el humo de él subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera. 19 Y el sonido de la trompeta iba esforzándose en extremo: Moisés hablaba, y Dios le respondía en voz. 20 Y descendió el SEÑOR sobre el monte de Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó el SEÑOR a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. 21 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Desciende, requiere al pueblo que no traspasen el término por ver al SEÑOR, porque caerá multitud de ellos. 22 Y también los sacerdotes que se llegan al SEÑOR, se santifiquen, para que el SEÑOR no haga en ellos estrago. 23 Y Moisés dijo al SEÑOR: El pueblo no podrá subir al monte de Sinaí, porque tú nos has requerido diciendo: Señala términos al monte, y santifícalo. 24 Y el SEÑOR le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el término por subir al SEÑOR, para que no haga en ellos estrago. 25 Entonces Moisés descendió al pueblo y habló con ellos. CAPÍTULO 20 1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: 2 Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de siervos. 3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy el SEÑOR tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, de los que me aborrecen, 6 y que hago misericordia en millares de generaciones a los que me aman, y guardan mis mandamientos. 7 No tomarás el Nombre del SEÑOR tu Dios en vano; porque no dará por inocente el SEÑOR al que tomare su Nombre en vano. 8 Te acordarás del día del reposo, para santificarlo: 9 Seis días obrarás, y harás toda tu obra; 10 mas el séptimo día será sábado al SEÑOR tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas; 11 porque en seis días hizo el SEÑOR los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto el SEÑOR bendijo el día del sábado y lo santificó. 12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean alargados sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da. 13 No matarás. 14 No cometerás adulterio. 15 No hurtarás. 16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. 17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. 18 Todo el pueblo consideraba las voces, y las llamas, y el sonido de la trompeta, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, que nosotros oiremos; y no hable Dios con nosotros, para que no muramos. 20 Entonces Moisés respondió al pueblo: No temáis; que por probaros vino Dios, y para que su temor esté en vuestra presencia para que no pequéis. 21 Entonces el pueblo se puso de lejos, y Moisés se llegó a la oscuridad en la cual estaba Dios. 22 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. 23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis. 24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en cualquier lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi Nombre, vendré a ti, y te bendeciré. 25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares tu pico sobre él, tú lo ensuciarás. 26 Y no subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no sea descubierta junto a él. CAPÍTULO 21 1 Y estos son los derechos que les propondrás. 2 Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre de balde. 3 Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. 4 Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le hubiere dado a luz hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. 5 Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre. 6 Entonces su amo lo hará llegar a los jueces, y le hará llegar a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lezna, y será su siervo para siempre. 7 Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá como suelen salir los siervos. 8 Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare. 9 Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas. 10 Si le tomare otra, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal. 11 Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia sin dinero. 12 El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. 13 Mas el que no armó asechanzas, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te pondré lugar al cual ha de huir. 14 Además, si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo, y lo matare con engaño, de mi altar lo quitarás para que muera. 15 Y el que hiriere a su padre o a su madre, morirá. 16 Asimismo el que robare una persona, y la vendiere, o si fuere hallado en sus manos, morirá. 17 Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá. 18 Además, si algunos riñeren, y alguno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y no muriere, pero cayere en cama; 19 si se levantare y anduviere fuera sobre su bordón, entonces será el que le hirió absuelto; solamente le satisfará lo que estuvo parado, y hará que le curen. 20 Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado; 21 mas si durare por un día o dos, no será castigado, porque su dinero es. 22 Si algunos riñeren, e hiriesen a alguna mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, será penado conforme a lo que le impusiere el marido de la mujer y pagará por jueces. 23 Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, 24 Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe. 26 Y cuando alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo. 27 Y si sacare el diente de su siervo, o el diente de su sierva, por su diente le dejará ir libre. 28 Si un buey acorneare hombre o mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no se comerá su carne; mas el dueño del buey será absuelto. 29 Pero si el buey era acorneador desde ayer y antes de ayer, y a su dueño le fue hecho requerimiento, y no lo hubiere guardado, y matare hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño. 30 Si le fuere impuesto rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto. 31 Haya acorneado hijo, o haya acorneado hija, conforme a este juicio se hará con él. 32 Si el buey acorneare siervo o sierva, pagará treinta siclos de plata su señor, y el buey será apedreado. 33 Y si alguno abriere alguna cisterna, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o asno, 34 el dueño de la cisterna pagará el dinero, restituyendo a su dueño, y lo que fue muerto será suyo. 35 Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo, y éste muriere, entonces venderán el buey vivo, y partirán el dinero de él, y también partirán el muerto. 36 Mas si era notorio que el buey era acorneador de ayer y antes de ayer, y su dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el muerto será suyo. CAPÍTULO 22 1 Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas. 2 Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte. 3 Si el sol hubiere salido sobre él, el matador será reo de homicidio; el ladrón habrá de restituir cumplidamente; si no tuviere, será vendido por su hurto. 4 Si fuere hallado con el hurto en la mano, sea buey o asno u oveja vivos, pagará el doble. 5 Si alguno hiciere pastar tierra o viña, y metiere su bestia, y comiere la tierra de otro, de lo mejor de su tierra y de lo mejor de su viña pagará. 6 Cuando se prendiere fuego, y al quemar espinas quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado. 7 Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón se hallare, pagará el doble. 8 Si el ladrón no se hallare, entonces el dueño de la casa será presentado a los jueces, para jurar si ha metido su mano en la hacienda de su prójimo. 9 Sobre todo negocio de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando uno dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo. 10 Si alguno hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y se muriere o se perniquebrare, o fuere llevado sin verlo nadie; 11 juramento del SEÑOR tendrá lugar entre ambos de que no metió su mano a la hacienda de su prójimo; y su dueño lo aceptará, y el otro no pagará. 12 Mas si le hubiere sido hurtado, lo pagará a su dueño. 13 Y si le hubiere sido arrebatado por fiera, le traerá testimonio, y no pagará lo arrebatado. 14 Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere perniquebrada o muerta, ausente su dueño, la pagará. 15 Si el dueño estaba presente, no la pagará. Si era alquilada, él vendrá por su alquiler. 16 Cuando alguno engañare a alguna virgen que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer. 17 Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme al dote de las vírgenes. 18 A la hechicera no darás la vida. 19 Cualquiera que cohabitare con bestia, morirá. 20 El que sacrificare a dioses, excepto sólo al SEÑOR, será muerto. 21 Y al extranjero no engañarás, ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. 22 A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. 23 Que si tú llegas a afligirle, y él a mí clamare, ciertamente oiré yo su clamor; 24 y mi furor se encenderá, y os mataré a cuchillo, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos. 25 Si dieres a mi pueblo dinero prestado, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura. 26 Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a puestas del sol se lo volverás; 27 porque sólo aquello es su cubierta, es aquel el vestido para cubrir sus carnes, en el que ha de dormir; y será que cuando él a mí clamare, yo entonces le oiré, porque soy misericordioso. 28 No maldecirás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo. 29 No dilatarás la primicia de tu cosecha, ni de tu licor, me darás el primogénito de tus hijos. 30 Así harás con el de tu buey y de tu oveja: siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás. 31 Y habéis de serme varones santos; y no comeréis carne arrebatada de las fieras en el campo; a los perros la echaréis. CAPÍTULO 23 1 No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso. 2 No seguirás a los muchos para mal hacer; ni responderás en pleito acostándote tras los muchos para hacer tuerto; 3 ni al pobre honrarás en su causa. 4 Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. 5 Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás entonces desamparado? Sin falta ayudarás con él a levantarlo. 6 No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito. 7 De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío. 8 No recibirás presente; porque el presente ciega a los que ven, y pervierte las palabras de los justos. 9 Y no angustiarás al extranjero; pues vosotros sabéis cómo se halla el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. 10 Seis años sembrarás tu tierra, y allegarás su renta; 11 mas el séptimo la dejarás libre y la soltarás, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás de tu viña y de tu olivar. 12 Seis días harás tus hechos, y al séptimo día reposarás, a fin que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero. 13 Y en todo lo que os he dicho seréis avisados. Y nombre de otros dioses no mentaréis, ni se oirá en vuestra boca. 14 Tres veces en el año me celebraréis fiesta. 15 La fiesta de los ázimos guardarás: Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib; porque en él saliste de Egipto; y ninguno comparecerá vacío delante de mí. 16 También la fiesta de la cosecha de los primeros frutos de tus labores que hubieres sembrado en el campo; y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando habrás recogido tus labores del campo. 17 Tres veces en el año comparecerá todo varón tuyo delante del Señor DIOS. 18 No sacrificarás sobre pan leudado la sangre de mi sacrificio, ni el sebo de mi cordero quedará de la noche hasta la mañana. 19 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la Casa del SEÑOR tu Dios. No guisarás el cabrito con la leche de su madre. 20 He aquí yo envío el Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. 21 Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión; porque mi Nombre está en él. 22 Pero si en verdad oyeres su voz, e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo a tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren. 23 Porque mi Angel irá delante de ti, y te introducirá a la tierra del amorreo, y del heteo, y del ferezeo, y del cananeo, y del heveo, y del jebuseo, a los cuales yo haré cortar. 24 No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrantarás del todo sus imágenes. 25 Mas al SEÑOR vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. 26 No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo cumpliré el número de tus días. 27 Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde tú entrares, y te daré la cerviz de todos tus enemigos. 28 Yo enviaré la avispa delante de ti, que eche fuera al heveo, y al cananeo, y al heteo, de delante de ti. 29 No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las bestias del campo. 30 Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes la tierra por heredad. 31 Y yo pondré tu término desde el mar Bermejo hasta el mar de Palestina, y desde el desierto hasta el río; porque pondré en vuestras manos los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti. 32 No harás alianza con ellos, ni con sus dioses. 33 En tu tierra no habitarán, para que por ventura no te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses; porque te será de tropiezo. CAPÍTULO 24 1 Y dijo a Moisés: Sube al SEÑOR, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos. 2 Mas Moisés sólo se llegará al SEÑOR; y ellos no se lleguen cerca, ni suba con él el pueblo. 3 Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras del SEÑOR, y todos los derechos; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijeron: Haremos todas las palabras que el SEÑOR ha dicho. 4 Y Moisés escribió todas las palabras del SEÑOR, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel. 5 Y envió a los jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y sacrificaron becerros como sacrificios de paz al SEÑOR. 6 Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar. 7 Y tomó el libro de la alianza, y leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que el SEÑOR ha dicho, y obedeceremos. 8 Entonces Moisés tomó la sangre, y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre de la alianza que el SEÑOR ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas. 9 Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; 10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. 11 Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron. 12 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. 13 Y se levantó Moisés, y Josué su ministro; y Moisés subió al monte de Dios. 14 Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere negocios, lléguese a ellos. 15 Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. 16 Y la gloria del SEÑOR reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. 17 Y el parecer de la gloria del SEÑOR era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel. 18 Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches. CAPÍTULO 25 1 Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: 2 Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. 3 Y ésta será la ofrenda que tomaréis de ellos: Oro, y plata, y cobre, 4 y cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino fino, y pelo de cabras, 5 y cueros de carneros teñidos de rojo, y cueros de tejones, y madera de cedro; 6 aceite para la luminaria, especias para el aceite de la unción, y para el sahumerio aromático; 7 piedras de onix, y piedras de engastes, para el efod, y para el pectoral. 8 Y me harán un santuario, y yo habitaré entre ellos. 9 Conforme a todo lo que yo te mostrare, la semejanza del tabernáculo, y la semejanza de todos sus vasos, así lo haréis. 10 Harán también un arca de madera de cedro, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. 11 Y la cubrirás de oro puro; por dentro y por fuera la cubrirás; y harás sobre ella una corona de oro alrededor. 12 Y para ella harás de fundición cuatro anillos de oro, que pondrás a sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. 13 Y harás unas varas de madera de cedro, las cuales cubrirás de oro. 14 Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. 15 Las varas se estarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella. 16 Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré. 17 Y harás una cubierta de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. 18 Harás también dos querubines de oro, labrados a martillo los harás, en los dos cabos de la cubierta. 19 Harás, pues, un querubín al extremo de un lado, y un querubín al otro extremo del lado opuesto; harás los querubines en sus dos extremidades. 20 Y los querubines extenderán por encima las dos alas, cubriendo con sus alas la cubierta; sus caras la una enfrente de la otra, mirando a la cubierta las caras de los querubines. 21 Y pondrás la cubierta sobre el arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. 22 Y de allí me testificaré a ti, y hablaré contigo de sobre la cubierta, de entre los dos querubines que estarán sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandaré para los hijos de Israel. 23 Harás asimismo una mesa de madera de cedro: su longitud será de dos codos, y de un codo su anchura, y su altura de codo y medio. 24 Y la cubrirás de oro puro, y le harás una corona de oro alrededor. 25 Le harás también una moldura alrededor, del ancho de una mano, a la moldura harás una corona de oro en circunferencia. 26 Y le harás cuatro anillos de oro, los cuales pondrás a las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro pies. 27 Los anillos estarán antes de la moldura, por lugares para las varas, para llevar la mesa. 28 Y harás las varas de madera de cedro, y las cubrirás de oro, y con ellas será llevada la mesa. 29 Harás también sus platos, y sus cucharas, y sus cubiertas, y sus tazones, con que se cubrirá el pan; de oro fino los harás. 30 Y pondrás sobre la mesa el pan de la proposición delante de mí continuamente. 31 Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero: su pie, y su caña, sus copas, sus manzanas, y sus flores, serán de lo mismo; 32 y saldrán seis cañas de sus lados: tres cañas del candelero de un lado, y tres cañas del candelero del otro lado; 33 tres copas en forma de almendras en una caña, una manzana y una flor; y tres copas, en forma de almendras en la otra caña, una manzana y una flor; así pues, en las seis cañas que salen del candelero. 34 Y en el candelero cuatro copas en forma de almendras, sus manzanas y sus flores. 35 Habrá una manzana debajo de las dos cañas, de lo mismo, otra manzana debajo de las otras dos cañas, de lo mismo, otra manzana debajo de las otras dos cañas de lo mismo, en las seis cañas que salen del candelero. 36 Sus manzanas y sus cañas serán de lo mismo, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. 37 Y le harás siete candilejas, las cuales le pondrás encima para que alumbren a la parte de su delantera. 38 También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. 39 De un talento de oro fino lo harás, con todos estos vasos. 40 Y mira, y hazlos conforme a su semejanza, que te ha sido mostrado en el monte. CAPÍTULO 26 1 Y harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, cárdeno, y púrpura, y carmesí; y harás querubines de obra delicada. 2 La longitud de una cortina será de veintiocho codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos; todas las cortinas tendrán una medida. 3 Las cinco cortinas estarán juntas la una con la otra, y las otras cinco cortinas unidas la una con la otra. 4 Y harás lazadas de cárdeno en la orilla de una cortina, en el borde, en la juntura; y así harás en la orilla de la postrera cortina en la juntura segunda. 5 Cincuenta lazadas harás en una cortina, y otras cincuenta lazadas harás en el borde de la cortina que está en la segunda juntura; las lazadas estarán contrapuestas la una a la otra. 6 Harás también cincuenta corchetes de oro, con los cuales juntarás las cortinas la una con la otra, y se formará un tabernáculo. 7 Harás asimismo cortinas de pelo de cabras para una cubierta sobre el tabernáculo; once cortinas harás. 8 La longitud de una cortina será de treinta codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos; una medida tendrán las once cortinas. 9 Y juntarás las cinco cortinas aparte y las otras seis cortinas separadamente; y doblarás la sexta cortina delante de la faz del tabernáculo. 10 Y harás cincuenta lazadas en la orilla de una cortina, al borde, en la juntura, y otras cincuenta lazadas en la orilla de la segunda cortina en la otra juntura. 11 Harás asimismo cincuenta corchetes de bronce, los cuales meterás por las lazadas; y juntarás la tienda, y será una. 12 Y el sobrante que resulta en las cortinas de la tienda, la mitad de la cortina que sobra, quedará a espaldas del tabernáculo. 13 Y un codo de una parte, y otro codo de la otra que sobra en la longitud de las cortinas de la tienda, cargará sobre los lados del tabernáculo de una parte y de la otra, para cubrirlo. 14 Harás también a la tienda una cubierta de cueros de carneros, teñidos de rojo, y otra cubierta de cueros de tejones encima. 15 Y harás para el tabernáculo tablas de madera de cedro estantes. 16 La longitud de cada tabla será de diez codos, y de codo y medio la anchura de la misma tabla. 17 Dos quicios tendrá cada tabla, trabadas la una con la otra; así harás todas las tablas del tabernáculo. 18 Harás, pues, las tablas del tabernáculo: veinte tablas al lado del mediodía, al austro. 19 Y harás cuarenta basas de plata para debajo de las veinte tablas; dos basas debajo de una tabla para sus dos quicios, y dos basas debajo de la otra tabla para sus dos quicios. 20 Y al otro lado del tabernáculo, a la parte del aquilón, veinte tablas; 21 y sus cuarenta basas de plata: dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de la otra tabla. 22 Y para el lado del tabernáculo, al occidente, harás seis tablas. 23 Harás además dos tablas para las esquinas del tabernáculo en los dos ángulos posteriores; 24 las cuales se unirán por abajo, y asimismo se juntarán por su alto a un gozne; así será de las otras dos que estarán a las dos esquinas. 25 Así que serán ocho tablas, con sus basas de plata, dieciséis basas; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de la otra tabla. 26 Harás también cinco barras de madera de cedro, para las tablas de un lado del tabernáculo, 27 y cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para el otro lado del tabernáculo, que está al occidente. 28 Y la barra del medio pasará por medio de las tablas, de un cabo al otro. 29 Y cubrirás las tablas de oro, y harás sus anillos de oro para meter por ellos las barras; también cubrirás las barras de oro. 30 Y alzarás el tabernáculo conforme a su traza que te fue mostrada en el monte. 31 Y harás también un velo de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y de lino torcido; será hecho de primorosa labor, con querubines; 32 y has de ponerlo sobre cuatro columnas de cedro cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre cuatro basas de plata. 33 Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el lugar santísimo. 34 Y pondrás la cubierta sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo. 35 Y pondrás la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa al lado del tabernáculo al mediodía; y pondrás la mesa al lado del aquilón. 36 Y harás a la puerta del tabernáculo una cortina de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido, obra de bordador. 37 Y harás para la cortina cinco columnas de cedro, las cuales cubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y harás de fundición cinco basas de bronce para ellas. CAPÍTULO 27 1 Harás también altar de madera de cedro de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos. 2 Y harás sus cuernos a sus cuatro esquinas; sus cuernos serán de lo mismo; y lo cubrirás de bronce. 3 Harás también sus calderos para limpiar su ceniza; y sus paletas, y sus tazones, y sus garfios, y sus braseros; harás todos sus vasos de bronce. 4 Y le harás un enrejado de bronce de hechura de red; y sobre la red harás cuatro anillos de bronce a sus cuatro esquinas. 5 Y lo has de poner dentro del cerco del altar abajo; y llegará aquella red hasta el medio del altar. 6 Harás también varas para el altar, varas de madera de cedro, las cuales cubrirás de bronce. 7 Y sus varas se meterán por los anillos; y estarán aquellas varas a ambos lados del altar, cuando hubiere de ser llevado. 8 De tablas lo harás, hueco; de la manera que te fue mostrado en el monte, así lo harán. 9 Asimismo harás el atrio del tabernáculo: al lado del mediodía, al austro, tendrá el atrio cortinas de lino torcido, de cien codos de longitud cada lado; 10 sus veinte columnas, y sus veinte basas serán de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 11 Y de la misma manera al lado del aquilón habrá a lo largo cortinas de cien codos de longitud, y sus veinte columnas, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de sus columnas y sus molduras, de plata. 12 Y el ancho del atrio del lado occidental tendrá cortinas de cincuenta codos; sus columnas serán diez, con sus diez basas. 13 Y en el ancho del atrio por la parte de levante, al oriente, habrá cincuenta codos. 14 Y las cortinas de un lado serán de quince codos; sus columnas tres, con sus tres basas. 15 Al otro lado quince codos de cortinas; sus columnas tres, con sus tres basas. 16 Y a la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido, de obra de bordador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas. 17 Todas las columnas del atrio en derredor serán ceñidas de plata; sus capiteles de plata, y sus basas de bronce. 18 La longitud del atrio será de cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos: sus cortinas de lino torcido, y sus basas de bronce. 19 Todos los vasos del tabernáculo en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio, serán de bronce. 20 Y tú mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite de olivas, claro, molido, para la luminaria, para hacer arder continuamente las lámparas. 21 En el tabernáculo del testimonio, afuera del velo que estará delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos, delante del SEÑOR desde la tarde hasta la mañana, por estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones. CAPÍTULO 28 1 Harás allegar a ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón, Nadab y Abiú, Eleazar e Itamar, hijos de Aarón. 2 Y harás vestidos santos para Aarón tu hermano, para honra y hermosura. 3 Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de Espíritu de sabiduría; para que hagan los vestidos de Aarón, para santificarle para que sea mi sacerdote. 4 Los vestidos que harán serán estos: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra, y el cinturón. Hagan, pues, los santos vestidos a Aarón tu hermano, y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. 5 Los cuales tomarán oro, y cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino fino, 6 y harán el efod de oro y cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido de obra de bordador. 7 Tendrá dos hombreras que se junten a sus dos lados, y así se juntará. 8 Y el artificio de su cinto que estará sobre él, será de su misma obra, de lo mismo; de oro, cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido. 9 Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel: 10 Los seis nombres en una piedra, y los otros seis nombres en la otra piedra, conforme al nacimiento de ellos. 11 De obra de grabador en piedra a modo de grabaduras de sello, harás grabar aquellas dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; les harás alrededor engastes de oro. 12 Y pondrás aquellas dos piedras sobre los hombros del efod, serán piedras de memoria a los hijos de Israel; y Aarón llevará los nombres de ellos delante del SEÑOR en sus dos hombros por memoria. 13 Y harás los engastes de oro, 14 y dos cadenillas de oro fino; las cuales harás de hechura de trenza; y fijarás las cadenas de hechura de trenza en los engastes. 15 Harás asimismo el pectoral del juicio de primorosa obra, le has de hacer conforme a la obra del efod, de oro, y cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido. 16 Será cuadrado y doble, de un palmo de largo y un palmo de ancho; 17 y lo llenarás de pedrería con cuatro órdenes de piedras. El orden: un rubí, una esmeralda, y una crisólita, será el primer orden; 18 El segundo orden, un carbunclo, un zafiro, y un diamante; 19 el tercer orden, un topacio, una turquesa, y una amatista; 20 y el cuarto orden, un tarsis (o berilo), un onix, y un jaspe; estarán engastadas en oro en sus encajes. 21 Y serán aquellas piedras según los nombres de los hijos de Israel, doce según sus nombres; como grabaduras de sello cada una según su nombre, serán a las doce tribus. 22 Harás también en el pectoral cadenetas de hechura de trenzas de oro fino. 23 Y harás en el pectoral dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del pectoral. 24 Y pondrás las dos trenzas de oro en los dos anillos a los dos extremos del pectoral; 25 y pondrás los dos extremos de las dos trenzas sobre los dos engastes, y las pondrás a los lados del efod en la parte delantera. 26 Harás también dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del pectoral, en su orilla que está al lado del efod de la parte de adentro. 27 Harás asimismo dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos lados del efod abajo en la parte delantera, delante de su juntura sobre el cinto del efod. 28 Y juntarán el pectoral con sus anillos a los anillos del efod con un cordón de cárdeno, para que esté sobre el cinto del efod, y no se aparte el pectoral del efod. 29 Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entrare en el santuario, en memoria delante del SEÑOR continuamente. 30 Y pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando entrare delante del SEÑOR; y llevará siempre Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón delante del SEÑOR. 31 Harás el manto del efod todo de cárdeno. 32 Y tendrá el collar de su cabeza en medio de él, el cual tendrá un borde alrededor de obra de tejedor, como un collar de un coselete, para que no se rompa. 33 Y harás en sus orladuras granadas de cárdeno, y púrpura, y carmesí, por sus orladuras alrededor; y entre ellas campanillas de oro alrededor. 34 Una campanilla de oro y una granada, otra campanilla de oro y otra granada, por las orladuras del manto alrededor. 35 Y estará sobre Aarón cuando ministrare; y se oirá su sonido cuando él entrare en el santuario delante del SEÑOR y cuando saliere; para que no muera. 36 Harás además una plancha de oro fino, y grabarás en ella grabadura de sello, SANTIDAD AL SEÑOR. 37 Y la pondrás con un cordón cárdeno, y estará sobre la mitra; por la parte delantera de la mitra estará. 38 Y estará sobre la frente de Aarón; y Aarón llevará el pecado de las santificaciones, que los hijos de Israel santificaren en todas las ofrendas de sus santificaciones; y sobre su frente estará continuamente para que hallen gracia delante del SEÑOR. 39 Y bordarás una túnica de lino, y harás una mitra de lino; harás también un cinto de obra de recamador. 40 Y para los hijos de Aarón harás túnicas; también les harás cintos, y les formarás chapeos tiaras para honra y hermosura. 41 Y con ellos vestirás a Aarón tu hermano, y a sus hijos con él; y los ungirás, y llenarás sus manos, y santificarás, para que sean mis sacerdotes. 42 Y les harás calzoncillos de lino para cubrir la carne vergonzosa; serán desde los lomos hasta los muslos: 43 Y estarán sobre Aarón y sobre sus hijos cuando entraren en el tabernáculo del testimonio, o cuando se llegaren al altar para servir en el santuario, para que no lleven pecado, y mueran. Estatuto perpetuo para él, y para su simiente después de él. CAPÍTULO 29 1 Y esto es lo que les harás para santificarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un novillo, y dos carneros perfectos; 2 y panes sin levadura, y tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite; las cuales harás de flor de harina de trigo; 3 y las pondrás en un canastillo, y en el canastillo las ofrecerás, con el becerro y los dos carneros. 4 Y harás llegar a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo del testimonio, y los lavarás con agua. 5 Y tomarás las vestiduras, y vestirás a Aarón la túnica y el manto del efod, y el efod, y el pectoral, y le ceñirás con el cinto del efod; 6 y pondrás la mitra sobre su cabeza, y la Corona de la Santidad pondrás sobre la mitra. 7 Y tomarás el aceite de la unción, y derramarás sobre su cabeza, y le ungirás. 8 Y harás llegar sus hijos, y les vestirás las túnicas. 9 Y les ceñirás el cinto, a Aarón y a sus hijos, y les atarás los chapeos (tiaras), y tendrán el sacerdocio por fuero perpetuo; y llenarás las manos de Aarón y de sus hijos. 10 Y harás llegar el novillo delante del tabernáculo del testimonio, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del novillo. 11 Y matarás el novillo delante del SEÑOR a la puerta del tabernáculo del testimonio. 12 Y tomarás de la sangre del novillo, y pondrás sobre los cuernos del altar con tu dedo, y derramarás toda la demás sangre al cimiento del altar. 13 Tomarás también todo el sebo que cubre los intestinos, y el redaño de sobre el hígado, y los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y los quemarás sobre el altar. 14 Pero consumirás a fuego fuera del campo la carne del novillo, y su pellejo, y su estiércol; es expiación. 15 Asimismo tomarás un carnero, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 16 Y matarás el carnero, y tomarás su sangre, y rociarás sobre el altar alrededor. 17 Y cortarás el carnero por sus piezas, y lavarás sus intestinos, y sus piernas, y las pondrás sobre sus piezas y sobre su cabeza. 18 Y quemarás todo el carnero sobre el altar: es holocausto al SEÑOR, olor grato, es ofrenda quemada al SEÑOR. 19 Tomarás luego el otro carnero, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero: 20 Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre, y pondrás sobre la ternilla de la oreja derecha de Aarón, y sobre la ternilla de las orejas de sus hijos, y sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y esparcirás la sangre sobre el altar alrededor. 21 Y tomarás de la sangre que estará sobre el altar, y del aceite de la unción, y esparcirás sobre Aarón, y sobre sus vestiduras, y sobre sus hijos, y sobre las vestimentas de éstos; y él será santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestimentas de sus hijos con él. 22 Luego tomarás del carnero el sebo, y la cola, y el sebo que cubre los intestinos, y el redaño del hígado, y los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y la espaldilla derecha; porque es carnero de consagraciones. 23 También una torta grande de pan, y una torta de pan de aceite, y una hojaldre del canastillo de los ázimos que está delante del SEÑOR; 24 y lo has de poner todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos; y lo mecerás agitándolo delante del SEÑOR. 25 Después lo tomarás de sus manos, y lo harás arder sobre el altar sobre el holocausto, por olor agradable delante del SEÑOR. Es ofrenda encendida al SEÑOR. 26 Y tomarás el pecho del carnero de las consagraciones, el cual es de Aarón, y lo mecerás por ofrenda mecida delante del SEÑOR; y será porción tuya. 27 Y apartarás el pecho de la ofrenda mecida, y la espaldilla de la santificación, lo que fue mecido y lo que fue santificado del carnero de las consagraciones de Aarón y de sus hijos; 28 y será para Aarón y para sus hijos por fuero perpetuo de los hijos de Israel, porque es apartamiento; y será apartado de los hijos de Israel de sus sacrificios pacíficos, apartamiento de ellos será para el SEÑOR. 29 Y las vestimentas santas, que son de Aarón, serán de sus hijos después de él, para ser ungidos con ellas, y para ser con ellas consagrados. 30 Por siete días las vestirá el sacerdote de sus hijos, que en su lugar viniere al tabernáculo del testimonio a servir en el santuario. 31 Y tomarás el carnero de las consagraciones, y cocerás su carne en el lugar del santuario. 32 Y Aarón y sus hijos comerán la carne del carnero, y el pan que está en el canastillo, a la puerta del tabernáculo del testimonio. 33 Y comerán aquellas cosas con las cuales fueron expiados, para llenar sus manos para ser santificados; mas el extranjero no comerá, porque son santidad. 34 Y si sobrare algo de la carne de las consagraciones y del pan hasta la mañana, quemarás al fuego lo que hubiere sobrado; no se comerá, porque es santidad. 35 Así pues harás a Aarón y a sus hijos, conforme a todas las cosas que yo te he mandado; por siete días los consagrarás. 36 Y sacrificarás el novillo de la expiación en cada día para las expiaciones; y expiarás el altar, y lo ungirás para santificarlo. 37 Por siete días expiarás el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo; cualquiera cosa que tocare el altar, será santificada. 38 Y esto es lo que ofrecerás sobre el altar: dos corderos de un año cada día, continuamente. 39 Ofrecerás un cordero a la mañana, y el otro cordero ofrecerás a la caída de la tarde. 40 Además una décima parte de un efa de flor de harina amasada con la cuarta parte de un hin de aceite molido; y la libación será la cuarta parte de un hin de vino con cada cordero. 41 Y ofrecerás el otro cordero a la caída de la tarde, haciendo conforme al presente de la mañana, y conforme a su libación, en olor de suavidad; será ofrenda encendida al SEÑOR. 42 Esto será holocausto continuo por vuestras edades a la puerta del tabernáculo del testimonio delante del SEÑOR, en el cual me concertaré con vosotros, para hablaros allí. 43 Y allí testificaré de mí a los hijos de Israel, y el lugar será santificado con mi gloria. 44 Y santificaré el tabernáculo del testimonio y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. 45 Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. 46 Y conocerán que yo soy el SEÑOR su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos: Yo soy el SEÑOR su Dios. CAPÍTULO 30 1 Harás asimismo un altar de sahumerio de incienso; de madera de cedro lo harás. 2 Su longitud será de un codo, y su anchura de un codo; será cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos serán de lo mismo. 3 Y lo cubrirás de oro puro, su techado, y sus paredes en derredor, y sus cuernos; y le harás en derredor una corona de oro. 4 Le harás también dos anillos de oro debajo de su corona a sus dos esquinas en ambos lados, para meter las varas con que será llevado. 5 Y harás las varas de madera de cedro, y las cubrirás de oro. 6 Y lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante de la cubierta que está sobre el testimonio, donde yo te testificaré de mí. 7 Y quemará sobre él Aarón sahumerio de aroma cada mañana, cuando aderezare las lámparas lo quemará. 8 Y cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el sahumerio continuamente delante del SEÑOR por vuestras edades. 9 No ofreceréis sobre él sahumerio extraño, ni holocausto, ni presente; ni tampoco derramaréis sobre él libación. 10 Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre de la expiación para las reconciliaciones; una vez en el año hará expiación sobre él en vuestras edades; será santísimo al SEÑOR. 11 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 12 Cuando tomares el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará al SEÑOR el rescate de su persona, cuando los contares, y no habrá en ellos mortandad por haberlos contado. 13 Esto dará cualquiera que pasare por la cuenta: medio siclo conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte óbolos; la mitad de un siclo será la ofrenda al SEÑOR. 14 Cualquiera que pasare por la cuenta, de veinte años arriba, dará la ofrenda al SEÑOR. 15 Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá de medio siclo, cuando dieren la ofrenda al SEÑOR para hacer expiación por vuestras personas. 16 Y tomarás de los hijos de Israel el dinero de las expiaciones, y lo darás para la obra del tabernáculo del testimonio; y será por memorial a los hijos de Israel delante del SEÑOR, para expiar vuestras personas. 17 Habló más el SEÑOR a Moisés, diciendo: 18 Harás también una fuente de bronce, con su basa de bronce, para lavar; y la has de poner entre el tabernáculo del testimonio y el altar; y pondrás en ella agua. 19 Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos sus manos y sus pies. 20 Cuando entraren en el tabernáculo del testimonio, se han de lavar con agua, para que no mueran; y cuando se llegaren al altar para ministrar, para encender al SEÑOR la ofrenda que se ha de consumir al fuego, 21 también se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su simiente por sus generaciones. 22 Habló más el SEÑOR a Moisés, diciendo: 23 Y tú has de tomar de las principales especias; de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, y de cálamo aromático doscientos cincuenta, 24 y de casia quinientos, al peso del santuario, y de aceite de olivas un hin; 25 y harás de ello el aceite de la santa unción, superior ungüento, obra de perfumador, el cual será el aceite de la santa unción. 26 Con él ungirás el tabernáculo del testimonio, y el arca del testimonio, 27 y la mesa, y todos sus vasos, y el candelero, y todos sus vasos, y el altar del incienso, 28 y el altar del holocausto, todos sus vasos, y la fuente y su basa. 29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado. 30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los santificarás para que sean mis sacerdotes. 31 Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Este será mi aceite de la santa unción por vuestras edades. 32 Sobre carne de hombre no será untado, ni haréis otro semejante, conforme a su composición, santo es; por santo habéis de tenerlo vosotros. 33 Cualquiera que compusiere ungüento semejante, y que pusiere de él sobre extraño, será cortado de su pueblo. 34 Dijo aún El SEÑOR a Moisés: Tómate aromas, estacte y uña olorosa y gálbano aromático e incienso limpio; de todo en igual peso. 35 Y harás de ello una confección aromática de obra de perfumador, bien mezclada, pura y santa; 36 y molerás alguna de ella pulverizándola, y la pondrás delante del testimonio en el tabernáculo del testimonio, donde yo te testificaré de mí. Os será cosa santísima. 37 Como la confección que harás, no os haréis otra según su composición: santidad te será para el SEÑOR. 38 Cualquiera que hiciere otra como ella para olerla, será cortado de su pueblo. CAPÍTULO 31 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Mira, yo he llamado por su nombre a Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; 3 y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, y en inteligencia, y en ciencia, y en todo artificio, 4 para inventar diseños, para trabajar en oro, y en plata, y en bronce, 5 y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para obrar en toda clase de labor. 6 Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado. 7 El tabernáculo del testimonio, y el arca del testimonio, y la cubierta que estará sobre ella, y todos los vasos del tabernáculo; 8 y la mesa y sus vasos, y el candelero limpio, y todos sus vasos, y el altar del incienso; 9 y el altar del holocausto, y todos sus vasos, y la fuente, y su basa; 10 y los vestidos del servicio, y las santas vestiduras para Aarón el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos, para que sean sacerdotes; 11 y el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado. 12 Habló además el SEÑOR a Moisés, diciendo: 13 Y tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Con todo eso vosotros guardaréis mis sábados, porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que yo soy el SEÑOR que os santifico. 14 Así que guardaréis el sábado, porque santo es a vosotros; los que lo profanaren, de cierto morirán; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella alma será cortada de en medio de su pueblo. 15 Seis días se hará obra, y el séptimo día, sábado de reposo, será santo al SEÑOR; cualquiera que hiciere obra el día del sábado, morirá ciertamente. 16 Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel: haciendo sábado por sus edades por pacto perpetuo. 17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo el SEÑOR los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó, y reposó. 18 Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. CAPÍTULO 32 1 Mas viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se juntó entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, aquel varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 2 Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, y de vuestros hijos, y de vuestras hijas, y traédmelos. 3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón, 4 el cual los tomó de las manos de ellos, y lo formó con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. 5 Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta al SEÑOR. 6 Y el día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a regocijarse. 7 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. 8 Presto se han apartado del camino que yo les mandé, y se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. 9 Dijo más el SEÑOR a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. 10 Ahora pues, déjame que se encienda mi furor en ellos, y los consuma; y a ti yo te pondré sobre gran gente. 11 Entonces Moisés oró a la faz del SEÑOR su Dios, y dijo: ¡Oh SEÑOR! ¿Por qué se encenderá tu furor en tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran fortaleza, y con mano fuerte? 12 ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del furor de tu ira, y arrepiéntete del mal de tu pueblo. 13 Acuérdate de Abraham, de Isaac, y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra simiente como las estrellas del cielo; y daré a vuestra simiente toda esta tierra que he dicho, y la tomarán por heredad para siempre. 14 Entonces el SEÑOR se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo. 15 Y volvió Moisés, y descendió del monte trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de una parte y de otra estaban escritas. 16 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. 17 Y oyendo Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. 18 Y él respondió: No es alarido de respuesta de fuertes, ni alarido de respuesta de flacos; alarido de cantar oigo yo. 19 Y aconteció, que cuando llegó él al campamento, y vio el becerro y las danzas, el furor se le encendió a Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. 20 Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. 21 Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? 22 Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. 23 Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros, que a este Moisés, el varón que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido. 24 Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro. 25 Y viendo Moisés que el pueblo estaba desnudo, porque Aarón lo había desnudado para vergüenza entre sus enemigos, 26 se puso Moisés a la puerta del real, y dijo: ¿Quién es del SEÑOR? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. 27 Y él les dijo: Así dijo el SEÑOR Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. 28 Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. 29 Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado al SEÑOR, porque cada uno se ha consagrado en su hijo, y en su hermano, para que dé él hoy bendición sobre vosotros. 30 Y aconteció que el día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado; mas yo subiré ahora al SEÑOR; por ventura le aplacaré acerca de vuestro pecado. 31 Entonces volvió Moisés al SEÑOR, y dijo: Yo te ruego, pues, este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, 32 que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. 33 Y el SEÑOR respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro. 34 Ve pues ahora, lleva a este pueblo donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; que en el día de mi visitación yo visitaré en ellos su pecado. 35 Y el SEÑOR hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón. CAPÍTULO 33 1 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Ve, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac, y Jacob, diciendo: A tu simiente la daré. 2 (Y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, y al heteo, y al ferezeo, y al heveo y al jebuseo.) 3 A la tierra que fluye leche y miel; porque yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, para que no te consuma en el camino. 4 Y oyendo el pueblo esta mala palabra, vistieron luto, y ninguno se puso sus atavíos. 5 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Di a los hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré; quítate pues ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer. 6 Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb. 7 Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo extendió fuera del campamento, lejos del campamento, y lo llamó el tabernáculo del testimonio. Y fue, que cualquiera que requería al SEÑOR, salía al tabernáculo del testimonio, que estaba fuera del campamento. 8 Y sucedía que, cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y estaba cada cual en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo. 9 Y cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía, y se ponía a la puerta del tabernáculo, y el SEÑOR hablaba con Moisés. 10 Y viendo todo el pueblo la columna de nube, que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba todo el pueblo, cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. 11 Y hablaba el SEÑOR a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su amigo. Y se volvía al campamento; mas el joven Josué, su criado, hijo de Nun, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo. 12 Y dijo Moisés al SEÑOR: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién has de enviar conmigo; sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. 13 Ahora, pues, si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que me muestres tu camino, para que te conozca, para que halle gracia en tus ojos; y mira que tu pueblo es esta gente. 14 Y él dijo: Mis fazes irán delante de ti, y te haré descansar. 15 Y él respondió: Si tus fazes no han de ir delante, no nos saques de aquí. 16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en andar tú con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? 17 Y el SEÑOR dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y yo te he conocido por tu nombre. 18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. 19 Y el respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de YO SOY delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. 20 Dijo más: No podrás ver mi faz; porque no me verá hombre, y vivirá. 21 Y dijo aún el SEÑOR: He aquí lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; 22 y será que, cuando pasare mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. 23 Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas mis fazes no se verán. CAPÍTULO 34 1 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y yo escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. 2 Prepárate, pues, para mañana, y sube por la mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. 3 Y no suba hombre contigo, ni aparezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte. 4 Y él alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó por la mañana, y subió al monte de Sinaí, como le mandó el SEÑOR, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. 5 Y el SEÑOR descendió en una nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de YO SOY. 6 Y pasando el SEÑOR por delante de él, proclamó: Yo soy el SEÑOR, YO SOY fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; 7 que guardo la misericordia en millares, que suelto la iniquidad, la rebelión, y el pecado, y que de ningún modo absolveré al malvado; que visito la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. 8 Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. 9 Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque este es pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y poséenos. 10 Y él dijo: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo: haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna; y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra del SEÑOR; porque ha de ser cosa terrible la que yo haré contigo. 11 Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, y al cananeo, y al heteo, y al ferezeo, y al heveo, y al jebuseo. 12 Guárdate que no hagas alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean por tropezadero en medio de ti; 13 mas derribaréis sus altares, y quebraréis sus imágenes, y talaréis sus bosques; 14 porque no te inclinarás a dios ajeno; que el SEÑOR, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es. 15 Por tanto no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y sacrificarán a sus dioses, y te llamarán, y comerás de sus sacrificios. 16 O tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán también fornicar a tus hijos en pos de los dioses de ellas. 17 No harás dioses de fundición para ti. 18 La fiesta de los ázimos guardarás: siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto. 19 Todo lo que abre matriz, mío es; y de tu ganado todo primerizo de vaca o de oveja que fuere macho. 20 Pero redimirás con cordero el primerizo del asno; y si no lo redimieres, le has de cortar la cabeza. Redimirás todo primogénito de tus hijos, y no serán vistos vacíos delante de mí. 21 Seis días obrarás, mas en el séptimo día cesarás; cesarás aun en la arada y en la siega. 22 Y te harás la fiesta de las semanas a los principios de la siega del trigo; y la fiesta de la cosecha a la vuelta del año. 23 Tres veces en el año será visto todo varón tuyo delante del Señoreador DIOS, El Dios de Israel. 24 Porque yo arrojaré los gentiles de tu presencia, y ensancharé tu término; y ninguno codiciará tu tierra, cuando tú subieres para ser visto delante del SEÑOR tu Dios tres veces en el año. 25 No ofrecerás sobre leudo la sangre de mi sacrificio; ni quedará de la noche para la mañana el sacrificio de la fiesta de la pascua. 26 El principio de los primeros frutos de tu tierra meterás en la Casa del SEÑOR tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre. 27 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho el pacto contigo y con Israel. 28 Y él estuvo allí con el SEÑOR cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. 29 Y aconteció, que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, mientras descendía del monte, no sabía él que la tez de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con El. 30 Y miró Aarón y todos los hijos de Israel a Moisés, y he aquí la tez de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de llegarse a él. 31 Y los llamó Moisés; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló. 32 Y después se llegaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todas las cosas que el SEÑOR le había dicho en el monte de Sinaí. 33 Y cuando hubo acabado Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. 34 Y cuando venía Moisés delante del SEÑOR para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, hablaba con los hijos de Israel lo que le era mandado; 35 y veían los hijos de Israel el rostro de Moisés, que la tez de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con El. CAPÍTULO 35 1 Y Moisés hizo juntar toda la congregación de los hijos de Israel, y les dijo: Estas son las cosas que el SEÑOR ha mandado que hagáis. 2 Seis días se hará obra, mas el día séptimo os será santo, sábado de reposo al SEÑOR; cualquiera que en él hiciere obra, morirá. 3 No encenderéis fuego en todas vuestras moradas en el día del sábado. 4 Y habló Moisés a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que el SEÑOR ha mandado, diciendo: 5 Tomad de entre vosotros ofrenda para el SEÑOR; todo generoso de corazón la traerá al SEÑOR: oro, plata, bronce; 6 cárdeno, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras; 7 cueros rojos de carneros, cueros de tejones, madera de cedro; 8 aceite para la luminaria, especias aromáticas para el aceite de la unción y para el incienso aromático; 9 y piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod, y para el pectoral. 10 Y todo sabio de corazón de entre vosotros, vendrá y hará todas las cosas que el SEÑOR ha mandado: 11 El tabernáculo, su tienda, y su cubierta, y sus anillos, y sus tablas, sus barras, sus columnas, y sus basas; 12 el arca, y sus varas, la cubierta, y el velo de la tienda; 13 la mesa, y sus varas, y todos sus vasos, y el pan de la proposición. 14 El candelero de la luminaria, y sus vasos, y sus candilejas, y el aceite para la luminaria; 15 y el altar del incienso, y sus varas, y el aceite de la unción, y el incienso aromático, y la cortina de la puerta, para la entrada del tabernáculo. 16 El altar del holocausto, y su enrejado de bronce, y sus varas, y todos sus vasos, y la fuente con su basa; 17 las cortinas del atrio, sus columnas, y sus basas, y la cortina de la puerta del atrio; 18 las estacas del tabernáculo, y las estacas del atrio, y sus cuerdas; 19 las vestiduras del servicio para ministrar en el santuario; es a saber, las santas vestiduras de Aarón el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos para servir en el sacerdocio. 20 Y salió toda la congregación de los hijos de Israel de delante de Moisés. 21 Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, y trajeron ofrenda al SEÑOR para la obra del tabernáculo del testimonio, y para toda su obra, y para las santas vestiduras. 22 Y vinieron así hombres como mujeres, todo voluntario de corazón, y trajeron cadenas y zarcillos, anillos y brazaletes, y toda joya de oro; y cualquiera ofrecía ofrenda de oro al SEÑOR. 23 Todo hombre que se hallaba con cárdeno, o púrpura, o carmesí, o lino fino, o pelo de cabras, o cueros rojos de carneros, o cueros de tejones, lo traía. 24 Cualquiera que ofrecía ofrenda de plata o de bronce, traía al SEÑOR la ofrenda; y todo el que se hallaba con madera de cedro, la traía para toda la obra del servicio. 25 Además todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: cárdeno, o púrpura, o carmesí, o lino fino. 26 Y todas las mujeres cuyo corazón las levantó en sabiduría, hilaron pelos de cabras. 27 Y los príncipes trajeron piedras de ónice, y las piedras de los engastes para el efod y el pectoral; 28 y la especia aromática y aceite, para la luminaria, y para el aceite de la unción, y para el perfume aromático. 29 De los hijos de Israel, así hombres como mujeres, todos los que tuvieron corazón voluntario para traer para toda la obra, que el SEÑOR había mandado por medio de Moisés que hiciesen, trajeron ofrenda voluntaria al SEÑOR. 30 Y dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, el SEÑOR ha nombrado a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; 31 y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, y en ciencia, y en todo artificio, 32 para proyectar inventos, para obrar en oro, y en plata, y en bronce, 33 y en obra de pedrería para engastar, y en obra de madera, para trabajar en toda invención ingeniosa. 34 Y ha puesto en su corazón para que pueda enseñar, así él como Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan. 35 Y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de artificio, y de invención, y de recamado en cárdeno, y en púrpura, y en carmesí, y en lino fino, y en telar; para que hagan toda labor, e inventen todo diseño. CAPÍTULO 36 1 Hizo, pues, Bezaleel y Aholiab, y todo hombre sabio de corazón, a quien el SEÑOR dio sabiduría e inteligencia para que supiesen hacer toda la obra del servicio del santuario, todas las cosas que había mandado el SEÑOR. 2 Y Moisés llamó a Bezaleel y a Aholiab, y a todo varón sabio de corazón, en cuyo corazón había dado el SEÑOR sabiduría, y a todo hombre a quien su corazón le movió a llegarse a la obra, para trabajar en ella; 3 y tomaron de delante de Moisés toda la ofrenda que los hijos de Israel habían traído para la obra del servicio del santuario, a fin de hacerla. Y ellos le traían aun ofrenda voluntaria cada mañana. 4 Tanto que vinieron, todos los maestros que hacían toda la obra del santuario, cada uno de la obra que hacía. 5 Y hablaron a Moisés, diciendo: El pueblo trae mucho más de lo que se necesita para hacer la obra para el ministerio que el SEÑOR ha mandado que se haga. 6 Entonces Moisés mandó pregonar por el campo, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga más obra para ofrecer para el santuario. Y así fue el pueblo detenido de ofrecer; 7 pues tenía material abundante para hacer toda la obra, y sobraba. 8 Y todos los sabios de corazón entre los que hacían la obra, hicieron el tabernáculo de diez cortinas, de lino torcido, y de cárdeno, y de púrpura y carmesí; las cuales hicieron de obra primorosa, con querubines. 9 La longitud de una cortina era de veintiocho codos, y la anchura de cuatro codos; todas las cortinas tenían una misma medida. 10 Y juntó las cinco cortinas la una con la otra; asimismo unió las otras cinco cortinas la una con la otra. 11 E hizo las lazadas de color de cárdeno en la orilla de una cortina, en el borde, a la juntura; y así hizo en la orilla al borde de la segunda cortina, en la juntura. 12 Cincuenta lazadas hizo en una cortina, y otras cincuenta en la segunda cortina, en el borde, en la juntura; las lazadas enfrente de las otras. 13 Hizo también cincuenta corchetes de oro, con los cuales juntó las cortinas, la una con la otra; y se hizo un tabernáculo. 14 Hizo asimismo cortinas de pelo de cabras para la tienda sobre el tabernáculo; once cortinas hizo. 15 La longitud de una cortina era de treinta codos, y la anchura de cuatro codos; las once cortinas tenían una misma medida. 16 Y juntó las cinco cortinas de por sí, y las seis cortinas aparte. 17 Hizo además cincuenta lazadas en la orilla de la postrera cortina en la juntura, y otras cincuenta lazadas en la orilla de la otra cortina en la juntura. 18 Hizo también cincuenta corchetes de bronce para juntar la tienda, de modo que fuese una. 19 E hizo una cubierta para la tienda de cueros rojos de carneros, y otra cubierta encima de cueros de tejones. 20 E hizo las tablas para el tabernáculo de madera de cedro estantes. 21 La longitud de cada tabla de diez codos, y de codo y medio la anchura. 22 Cada tabla tenía dos quicios enclavijados el uno delante del otro; así hizo todas las tablas del tabernáculo. 23 Hizo, pues, las tablas para el tabernáculo: veinte tablas al lado del austro, al mediodía. 24 Hizo también las cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas: dos basas debajo de una tabla para sus dos quicios, y dos basas debajo de la otra tabla para sus dos quicios. 25 Y para el otro lado del tabernáculo, en el lado del aquilón, hizo veinte tablas, 26 con sus cuarenta basas de plata: dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de la otra tabla. 27 Y para el lado occidental del tabernáculo hizo seis tablas. 28 Para las esquinas del tabernáculo en los dos lados hizo dos tablas, 29 las cuales se juntaban por abajo, y asimismo por arriba a un gozne; y así hizo a la una y a la otra en las dos esquinas. 30 Eran, pues, ocho tablas, y sus basas de plata dieciséis; dos basas debajo de cada tabla. 31 Hizo también las barras de madera de cedro; cinco para las tablas de un lado del tabernáculo, 32 y cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del lado del tabernáculo a la parte occidental. 33 E hizo que la barra del medio pasase por en medio de las tablas de un extremo al otro. 34 Y cubrió las tablas de oro, e hizo de oro los anillos de ellas por donde pasasen las barras; cubrió también de oro las barras. 35 Hizo asimismo el velo de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido, el cual hizo con querubines de delicada obra. 36 Y para él hizo cuatro columnas de cedro; y las cubrió de oro, los capiteles de las cuales eran de oro; e hizo para ellas cuatro basas de plata de fundición. 37 Hizo asimismo el velo para la puerta del tabernáculo, de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido, obra de recamador; 38 y sus cinco columnas con sus capiteles; y cubrió las cabezas de ellas y sus molduras de oro; y sus cinco basas las hizo de bronce. CAPÍTULO 37 1 Hizo también Bezaleel el arca de madera de cedro: su longitud era de dos codos y medio, y de codo y medio su anchura, y su altura de otro codo y medio; 2 y la cubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le hizo una corona de oro en derredor. 3 Además fundió para ella cuatro anillos de oro a sus cuatro esquinas; en un lado dos anillos y en el otro lado dos anillos. 4 Hizo también las varas de madera de cedro, y las cubrió de oro. 5 Y metió las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca. 6 Hizo asimismo la cubierta de oro puro: su longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. 7 Hizo también los dos querubines de oro, los hizo labrados a martillo, a los dos extremos de la cubierta: 8 Un querubín de este lado al extremo, y el otro querubín al otro lado al extremo de la cubierta; hizo los querubines a sus dos extremos. 9 Y los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas la cubierta; y sus rostros el uno enfrente del otro, hacia la cubierta los rostros de los querubines. 10 Hizo también la mesa de madera de cedro; su longitud de dos codos, y su anchura de un codo, y de codo y medio su altura; 11 y la cubrió de oro puro, y le hizo una corona de oro en derredor. 12 Le hizo también una moldura alrededor, del ancho de una mano, a la moldura hizo la corona de oro en circunferencia. 13 Le hizo asimismo de fundición cuatro anillos de oro, y los puso a las cuatro esquinas que correspondían a los cuatro pies de ella. 14 Delante de la moldura estaban los anillos, por los cuales se metiesen las varas para llevar la mesa. 15 E hizo las varas de madera de cedro para llevar la mesa, y las cubrió de oro. 16 También hizo los vasos que habían de estar sobre la mesa, sus platos, y sus cucharas, y sus cubiertos y sus tazones con que se había de cubrir el pan, de oro fino. 17 Hizo asimismo el candelero de oro puro, el cual lo hizo labrado a martillo: su pie y su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores eran de lo mismo. 18 De sus lados salían seis cañas; tres cañas de un lado del candelero, y otras tres cañas del otro lado del candelero; 19 en una caña había, tres copas figura de almendras, una manzana y una flor; y en la otra caña había tres copas figura de almendras, otra manzana y otra flor; y así en todas las seis cañas que salían del candelero. 20 Y en el mismo candelero había cuatro copas figura de almendras, sus manzanas y sus flores; 21 y una manzana debajo de las dos cañas de lo mismo, y otra manzana debajo de las otras dos cañas de lo mismo, y otra manzana debajo de las otras dos cañas de lo mismo, por las seis cañas que salían de él. 22 Sus manzanas y sus cañas eran de lo mismo; todo era una pieza labrada a martillo, de oro puro. 23 Hizo asimismo sus siete candilejas, y sus despabiladeras, y sus platillos, de oro puro; 24 de un talento de oro puro lo hizo, con todos sus vasos. 25 Hizo también el altar del incienso de madera de cedro: un codo su longitud, y otro codo su anchura, era cuadrado; y su altura de dos codos; y sus cuernos de la misma pieza. 26 Y lo cubrió de oro puro, su mesa y sus paredes alrededor, y sus cuernos; y le hizo una corona de oro alrededor. 27 Le hizo también dos anillos de oro debajo de la corona en las dos esquinas a los dos lados, para pasar por ellos las varas con que había de ser llevado. 28 E hizo las varas de madera de cedro, y las cubrió de oro. 29 Hizo asimismo el aceite santo de la unción, y el fino incienso aromático, de obra de perfumador. CAPÍTULO 38 1 E hizo el altar del holocausto de madera de cedro: su longitud de cinco codos, y su anchura de otros cinco codos, cuadrado, y de tres codos de altura. 2 E hizo sus cuernos a sus cuatro esquinas, los cuales eran de la misma pieza, y lo cubrió de bronce. 3 Hizo asimismo todos los vasos del altar: calderos, y tenazas, y tazones, y garfios, y palas; todos sus vasos hizo de bronce. 4 E hizo para el altar el enrejado de bronce, de hechura de red, que puso en su cerco por debajo hasta el medio del altar. 5 Hizo también cuatro anillos de fundición a los cuatro extremos del enrejado de bronce, para meter las varas. 6 E hizo las varas de madera de cedro, y las cubrió de bronce. 7 Y metió las varas por los anillos a los lados del altar, para llevarlo con ellas; el altar lo hizo hueco, de tablas. 8 También hizo la fuente de bronce, con su basa de bronce, de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo del testimonio. 9 Hizo asimismo el atrio; del lado austral del mediodía las cortinas del atrio eran de cien codos, de lino torcido; 10 sus columnas veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 11 Y del lado del aquilón cortinas de cien codos; sus columnas veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 12 Al lado del occidente cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, y sus diez basas; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 13 Y al lado oriental, al oriente, cortinas de cincuenta codos. 14 A un lado cortinas de quince codos, sus tres columnas, y sus tres basas; 15 al otro lado, de una parte y de la otra de la puerta del atrio, cortinas de a quince codos, sus tres columnas, y sus tres basas. 16 Todas las cortinas del atrio alrededor eran de lino torcido. 17 Y las basas de las columnas eran de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata; y las cubiertas de las cabezas de ellas, de plata; asimismo todas las columnas del atrio tenían molduras de plata. 18 La cortina de la puerta del atrio fue de obra de recamado, de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido; la longitud de veinte codos, y la altura en el ancho de cinco codos, conforme a las cortinas del atrio. 19 Y sus columnas fueron cuatro con sus cuatro basas de bronce; y sus capiteles de plata; y las cubiertas de los capiteles de ellas y sus molduras, de plata. 20 Y todas las estacas del tabernáculo y del atrio alrededor fueron de bronce. 21 Estas son las cuentas del tabernáculo, del Tabernáculo del Testimonio, lo que fue contado de orden de Moisés por mano de Itamar, hijo de Aarón sacerdote, para el ministerio de los levitas. 22 Y Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá, hizo todas las cosas que el SEÑOR mandó a Moisés. 23 Y con él estaba Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, maestro, e ingeniero, y recamador en cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino fino. 24 Todo el oro empleado en la obra, en toda la obra del santuario, el cual fue oro de ofrenda, fue veintinueve talentos, y setecientos treinta siclos, según el siclo del santuario. 25 Y la plata de los contados de la congregación fue cien talentos, y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario: 26 Medio por cabeza, medio siclo, según el siclo del santuario, a todos los que pasaron por cuenta de edad de veinte años arriba, que fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta. 27 Y los cien talentos de plata fueron para hacer de fundición las basas del santuario y las basas del velo; en cien basas cien talentos, a talento por basa. 28 Y de los mil setecientos setenta y cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubrió los capiteles de ellas, y las ciñó. 29 Y el bronce de la ofrenda fue setenta talentos, y dos mil cuatrocientos siclos; 30 del cual hizo las basas de la puerta del tabernáculo del testimonio, y el altar de bronce, y su enrejado de bronce, y todos los vasos del altar. 31 Y las basas del atrio alrededor, y las basas de la puerta del atrio, y todas las estacas del tabernáculo, y todas las estacas del atrio alrededor. CAPÍTULO 39 1 Y del cárdeno, y púrpura, y carmesí, hicieron las vestimentas del ministerio para ministrar en el santuario, y asimismo hicieron las santas vestiduras para Aarón; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 2 Hizo también el efod de oro, de cárdeno y púrpura y carmesí, y lino torcido. 3 Y extendieron las planchas de oro, y cortaron hilos para tejerlos entre el cárdeno, y entre la púrpura, y entre el carmesí, y entre el lino, con delicada obra. 4 Hicieron las hombreras que se juntasen; y se unían en sus dos lados. 5 Y el cinto del efod que estaba sobre él, era de lo mismo, conforme a su obra; de oro, cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 6 Y labraron las piedras de ónice montadas en engastes de oro, grabadas de grabadura de sello con los nombres de los hijos de Israel. 7 Y las puso sobre las hombreras del efod, por piedras de memoria a los hijos de Israel; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 8 Hizo también el pectoral de primorosa obra, como la obra del efod, de oro, cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido. 9 Era cuadrado; doblado hicieron el pectoral; su longitud era de un palmo, y de un palmo su anchura, doblado. 10 Y engastaron en él cuatro órdenes de piedras. El orden era un rubí, una esmeralda, y una crisólita; este el primer orden. 11 El segundo orden, un carbunclo, un zafiro, y un diamante. 12 El tercer orden, un topacio, una turquesa, y una amatista. 13 Y el cuarto orden, un tarsis (o berilo), un ónice, y un jaspe; cercadas y encajadas en sus engastes de oro. 14 Las piedras eran conforme a los nombres de los hijos de Israel, doce conforme a los nombres de ellos; como grabaduras de sello, cada una conforme a su nombre según las doce tribus. 15 Hicieron también sobre el pectoral las cadenillas de hechura de trenza, de oro puro. 16 Hicieron asimismo los dos engastes y los dos anillos, de oro; y pusieron los dos anillos de oro en los dos extremos del pectoral. 17 Y pusieron las dos trenzas de oro en aquellos dos anillos en los extremos del pectoral. 18 Y fijaron los dos extremos de las dos trenzas en los dos engastes, que pusieron sobre las hombreras del efod, en la parte delantera de él. 19 E hicieron dos anillos de oro, que pusieron en los dos extremos del pectoral, en su orilla, en la parte baja del efod. 20 Hicieron además dos anillos de oro, los cuales pusieron en las dos orillas del efod, abajo en la parte delantera, delante de su juntura, sobre el cinto del efod. 21 Y ataron el pectoral de sus anillos a los anillos del efod con un cordón de cárdeno, para que estuviese sobre el cinto del mismo efod, y no se apartase el pectoral del efod; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 22 Hizo también el manto del efod de obra de tejedor, todo de cárdeno. 23 Con su collar en medio de él, como el collar de un coselete, con un borde en derredor del collar, para que no se rompiese. 24 E hicieron en las orillas del manto las granadas de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido. 25 Hicieron también las campanillas de oro puro, las campanillas las pusieron entre las granadas por las orillas del manto alrededor entre las granadas: 26 Una campanilla y una granada, una campanilla y una granada alrededor, en las orillas del manto, para ministrar; como el SEÑOR lo mandó a Moisés. 27 E hicieron las túnicas de lino fino de obra de tejedor, para Aarón y para sus hijos; 28 asimismo la mitra de lino fino, y los adornos de los chapeos tiaras de lino fino, y los calzoncillos de lino, de lino torcido; 29 también el cinto de lino torcido, y de cárdeno, y púrpura, y carmesí, de obra de recamador; como el SEÑOR lo mandó a Moisés. 30 También hicieron la plancha, la corona de la santidad, de oro puro, y escribieron en ella de grabadura de sello, el rótulo, SANTIDAD AL SEÑOR. 31 Y pusieron en ella un cordón de cárdeno, para colocarla sobre la mitra arriba; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 32 Y fue acabada toda la obra del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio; e hicieron los hijos de Israel como el SEÑOR lo había mandado a Moisés; así lo hicieron. 33 Y trajeron el tabernáculo a Moisés, el tabernáculo y todos sus vasos; sus corchetes, sus tablas, sus barras, y sus columnas, y sus basas; 34 y la cubierta de pieles rojas de carneros, y la cubierta de pieles de tejones, y el velo de la cortina. 35 El arca del testimonio, y sus varas, y la cubierta. 36 La mesa, todos sus vasos, y el pan de la proposición. 37 El candelero limpio, sus candilejas, las candilejas de la ordenanza, y todos sus vasos, y el aceite para la luminaria. 38 Y el altar de oro, y el aceite de la unción, y el incienso aromático, y la cortina para la puerta del tabernáculo. 39 El altar de bronce, con su enrejado de bronce, sus varas, y todos sus vasos; y la fuente, y su basa. 40 Las cortinas del atrio, y sus columnas, y sus basas, y la cortina para la puerta del atrio, y sus cuerdas, y sus estacas, y todos los vasos del servicio del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio. 41 Las vestimentas del servicio para ministrar en el santuario, las santas vestiduras para Aarón el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos, para ministrar en el sacerdocio. 42 En conformidad a todas las cosas que el SEÑOR había mandado a Moisés, así hicieron los hijos de Israel toda la obra. 43 Y vio Moisés toda la obra, y he aquí que la habían hecho como el SEÑOR había mandado; y los bendijo. CAPÍTULO 40 1 Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: 2 En el día del mes primero, el primero del mes harás levantar el tabernáculo, el tabernáculo del testimonio; 3 y pondrás en él el arca del testimonio, y la cubrirás con el velo. 4 Y meterás la mesa, y la pondrás en orden: meterás también el candelero y encenderás sus lámparas. 5 Y pondrás el altar de oro para el incienso delante del arca del testimonio, y pondrás la cortina delante de la puerta del tabernáculo. 6 Después pondrás el altar del holocausto delante de la puerta del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio. 7 Luego pondrás la fuente entre el tabernáculo del testimonio y el altar; y pondrás agua en ella. 8 Finalmente pondrás el atrio en derredor, y la cortina de la puerta del atrio. 9 Y tomarás el aceite de la unción y ungirás el tabernáculo, y todo lo que estará en él; y lo santificarás con todos sus vasos, y será santo. 10 Ungirás también el altar del holocausto y todos sus vasos; y santificarás el altar, y será un altar santísimo. 11 Asimismo ungirás la fuente y su basa, y la santificarás. 12 Y harás llegar a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo del testimonio, y los lavarás con agua. 13 Y harás vestir a Aarón las santas vestiduras, y lo ungirás, y lo consagrarás, para que sea mi sacerdote. 14 Después harás llegar sus hijos, y les vestirás las túnicas. 15 Y los ungirás como ungiste a su padre, y serán mis sacerdotes; y será que su unción les será por sacerdocio perpetuo por sus generaciones. 16 Y Moisés hizo conforme a todo lo que el SEÑOR le mandó; así lo hizo. 17 Así en el mes primero, en el segundo año al primero del mes, el tabernáculo fue levantado. 18 Y Moisés hizo levantar el tabernáculo, y puso sus basas, y puso sus tablas, y puso sus barras, e hizo alzar sus columnas. 19 Y tendió la tienda sobre el tabernáculo, y puso el cobertor sobre el tabernáculo encima; como el SEÑOR había mandado a Moisés. 20 Y tomó y puso el testimonio en el arca, y puso las varas sobre el arca, y la cubierta sobre el arca encima; 21 y metió el arca en el tabernáculo, y puso el velo de la tienda, y cubrió el arca del testimonio; como el SEÑOR había mandado a Moisés. 22 Y puso la mesa en el tabernáculo del testimonio, al lado del aquilón del tabernáculo, fuera del velo. 23 Y sobre ella puso por orden los panes delante del SEÑOR, como el SEÑOR había mandado a Moisés. 24 Y puso el candelero en el tabernáculo del testimonio, enfrente de la mesa, al lado del mediodía del tabernáculo. 25 Y encendió las lámparas delante del SEÑOR; como el SEÑOR había mandado a Moisés. 26 Puso también el altar de oro en el tabernáculo del testimonio, delante del velo. 27 Y encendió sobre él el incienso aromático; como el SEÑOR había mandado a Moisés. 28 Puso asimismo la cortina de la puerta del tabernáculo. 29 Y puso el altar del holocausto a la puerta del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio; y ofreció sobre él holocausto y presente; como el SEÑOR había mandado a Moisés. 30 Y puso la fuente entre el tabernáculo del testimonio y el altar; y puso en ella agua para lavar. 31 Y Moisés y Aarón y sus hijos lavaban en ella sus manos y sus pies. 32 Cuando entraban en el tabernáculo del testimonio, y cuando se llegaban al altar, se lavaban; como el SEÑOR había mandado a Moisés. 33 Finalmente levantó el atrio en derredor del tabernáculo y del altar, y puso la cortina de la puerta del atrio. Y así acabó Moisés la obra. 34 Entonces una nube cubrió el tabernáculo del testimonio, y la gloria del SEÑOR llenó el tabernáculo. 35 Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo del testimonio, porque la nube estaba sobre él, y la gloria del SEÑOR lo tenía lleno. 36 Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas; 37 pero si la nube no se alzaba, no partían hasta el día en que ella se alzaba. 38 Porque la nube del SEÑOR estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche en él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas.
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LEVÍTICO CAPÍTULO 1 1 Y llamó el SEÑOR a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo del testimonio, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofreciere ofrenda al SEÑOR de animales, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda. 3 Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo del testimonio delante del SEÑOR. 4 Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto; y él lo aceptará para expiarle. 5 Entonces degollará el becerro en la presencia del SEÑOR; y los sacerdotes, hijos de Aarón, ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo del testimonio. 6 Y desollará el holocausto, y lo dividirá en sus piezas. 7 Y los hijos de Aarón el sacerdote pondrán fuego sobre el altar, y pondrán la leña en orden sobre el fuego. 8 Luego los sacerdotes, hijos de Aarón, pondrán las piezas, la cabeza y el redaño, en orden sobre la leña que está sobre el fuego, que habrá encima del altar: 9 Y lavará con agua sus intestinos y sus piernas; y el sacerdote hará perfume de todo sobre el altar; y esto será holocausto, ofrenda encendida de olor muy aceptable al SEÑOR. 10 Y si su ofrenda fuere holocausto ovejuno, de los corderos, o de las cabras, macho sin defecto lo ofrecerá. 11 Y ha de degollarlo al lado del altar, al aquilón delante del SEÑOR; y los sacerdotes, hijos de Aarón, rociarán su sangre sobre el altar alrededor. 12 Y lo dividirá en sus piezas, con su cabeza y su redaño; y el sacerdote las pondrá en orden sobre la leña que está sobre el fuego, que habrá encima del altar; 13 y lavará sus entrañas y sus piernas con agua; y el sacerdote lo ofrecerá todo, y hará de ello perfume sobre el altar; y esto será holocausto, ofrenda encendida de olor muy aceptable al SEÑOR. 14 Y si el holocausto se hubiere de ofrecer al SEÑOR de aves, presentará su ofrenda de tórtolas, o de palominos. 15 Y el sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará perfume sobre el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar. 16 Y le quitará el buche y las plumas, lo cual echará junto al altar, hacia el oriente, en el lugar de las cenizas. 17 Y la henderá por sus alas, mas no la dividirá en dos; y el sacerdote hará de ella perfume sobre el altar, sobre la leña que está sobre el fuego; y esto será holocausto, ofrenda encendida de olor muy aceptable al SEÑOR. CAPÍTULO 2 1 Y cuando alguna persona ofreciere ofrenda de presente al SEÑOR, su ofrenda será flor de harina, sobre la cual echará aceite, y pondrá sobre ella incienso, 2 y la traerá a los sacerdotes, hijos de Aarón; y de ello tomará su puño lleno de su flor de harina y de su aceite, con todo su incienso, y el sacerdote hará perfume de ello sobre el altar; y esto será ofrenda encendida de olor muy aceptable al SEÑOR. 3 Y la sobra del presente será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas encendidas del SEÑOR. 4 Y cuando ofrecieres ofrenda de presente cocida en horno, será de tortas de flor de harina sin levadura, amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite. 5 Mas si tu presente fuere ofrenda de sartén, será de flor de harina sin levadura, amasada con aceite, 6 la cual partirás en piezas, y echarás sobre ella aceite; esto será presente. 7 Y si tu presente fuere ofrenda cocida en cazuela, se hará de flor de harina con aceite. 8 Y traerás al SEÑOR el presente que se hará de estas cosas, y la ofrecerás al sacerdote, el cual la llegará al altar. 9 Y tomará el sacerdote de aquel presente, en memoria del mismo, y hará perfume sobre el altar; y ésta será ofrenda encendida, de olor muy aceptable al SEÑOR. 10 Y lo restante del presente será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas encendidas del SEÑOR. 11 Ningún presente que ofreciereis al SEÑOR, será con levadura; porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, haréis ofrenda de perfume al SEÑOR. 12 En la ofrenda de las primicias las ofreceréis al SEÑOR; mas no subirán sobre el altar por olor aceptable. 13 Y sazonarás toda ofrenda de tu presente con sal; y no harás que falte jamás de tu presente la sal de la alianza de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal. 14 Y si ofrecieres al SEÑOR presente de primicias, tostarás al fuego las espigas verdes, y el grano desmenuzado ofrecerás por ofrenda de tus primicias. 15 Y pondrás sobre ella aceite, y pondrás sobre ella incienso; y esto será presente. 16 Y el sacerdote hará perfume, en memoria del don, parte de su grano desmenuzado, y de su aceite con todo su incienso; y esto será ofrenda encendida al SEÑOR. CAPÍTULO 3 1 Y si su ofrenda fuere sacrificio de paz, si hubiere de ofrecerlo de ganado vacuno, sea macho o hembra, sin defecto lo ofrecerá delante del SEÑOR. 2 Y pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y la degollará a la puerta del tabernáculo del testimonio; y los sacerdotes, hijos de Aarón, rociarán su sangre sobre el altar en derredor. 3 Luego ofrecerá del sacrificio de la paz, por ofrenda encendida al SEÑOR, el sebo que cubre los intestinos, y todo el sebo que está sobre las entrañas, 4 y los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y sobre los ijares, y con los riñones quitará el redaño que está sobre el hígado. 5 Y los hijos de Aarón harán de ello perfume sobre el altar, con el holocausto que estará sobre la leña que está encima del fuego; y esto será ofrenda de olor muy aceptable al SEÑOR. 6 Mas si de ovejas fuere su ofrenda para sacrificio de paz al SEÑOR, sea macho o hembra, la ofrecerá sin tacha. 7 Si ofreciere cordero por su ofrenda, lo ofrecerá delante del SEÑOR; 8 y pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y después la degollará delante del tabernáculo del testimonio; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar en derredor. 9 Y del sacrificio de la paz ofrecerá por ofrenda encendida al SEÑOR, su sebo, y la cola entera, la cual quitará a raíz del espinazo, y el sebo que cubre los intestinos, y todo el sebo que está sobre las entrañas; 10 asimismo los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y el que está sobre los ijares, y con los riñones quitará el redaño de sobre el hígado. 11 Y el sacerdote hará de ello perfume sobre el altar; y esto será vianda de ofrenda encendida al SEÑOR. 12 Y si fuere cabra su ofrenda la ofrecerá delante del SEÑOR; 13 y pondrá su mano sobre la cabeza de ella, y la degollará delante del tabernáculo del testimonio; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar en derredor. 14 Después ofrecerá de ella su ofrenda, por ofrenda encendida al SEÑOR, el sebo que cubre los intestinos, y todo el sebo que está sobre las entrañas, 15 y los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y el que está sobre los ijares, y con los riñones quitará el redaño de sobre el hígado. 16 Y el sacerdote hará perfume de ello sobre el altar; y esto será vianda de ofrenda encendida de olor muy aceptable al SEÑOR. Todo el sebo es del SEÑOR. 17 Estatuto perpetuo por vuestras edades; en todas vuestras moradas, ningún sebo ni ninguna sangre comeréis. CAPÍTULO 4 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel, diciendo: Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos del SEÑOR sobre cosas que no se han de hacer, e hiciere alguna de ellas; 3 si el sacerdote ungido pecare, según el pecado del pueblo, ofrecerá por su pecado que habrá cometido, un novillo sin tacha para expiación. 4 Y traerá el novillo a la puerta del tabernáculo del testimonio delante del SEÑOR, y pondrá su mano sobre la cabeza del novillo, y lo degollará delante del SEÑOR. 5 Y el sacerdote ungido tomará de la sangre del novillo, y la traerá al tabernáculo del testimonio; 6 y mojará el sacerdote su dedo en la sangre, y rociará de aquella sangre siete veces delante del SEÑOR, hacia el velo del santuario. 7 Y pondrá el sacerdote de la sangre sobre los cuernos del altar del incienso aromático, que está en el tabernáculo del testimonio delante del SEÑOR; y echará toda la sangre del novillo al cimiento del altar del holocausto, que está a la puerta del tabernáculo del testimonio. 8 Y tomará del novillo para la expiación todo su sebo, el sebo que cubre los intestinos, y todo el sebo que está sobre las entrañas, 9 y los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y el que está sobre los ijares, y con los riñones quitará el redaño de sobre el hígado, 10 de la manera que se quita del buey del sacrificio de la paz; y hará el sacerdote perfume de ello sobre el altar del holocausto. 11 Y el cuero del novillo, y toda su carne, con su cabeza, y sus piernas, y sus intestinos, y su estiércol; 12 finalmente, todo el novillo sacará fuera del campo, a un lugar limpio, donde se echan las cenizas, y lo quemará al fuego sobre la leña; en el lugar donde se echan las cenizas será quemado. 13 Y si toda la congregación de Israel hubiere errado, y el negocio estuviere oculto a la congregación, y hubieren hecho algo contra alguno de los mandamientos del SEÑOR en cosas que no se han de hacer, y hubieren pecado; 14 luego que fuere entendido el pecado sobre el que pecaron, la congregación ofrecerá un novillo por expiación, y lo traerán delante del tabernáculo del testimonio. 15 Y los ancianos de la congregación pondrán sus manos sobre la cabeza del novillo delante del SEÑOR; y degollarán aquel novillo delante del SEÑOR. 16 Y el sacerdote ungido meterá de la sangre del novillo en el tabernáculo del testimonio. 17 Y mojará el sacerdote su dedo en la misma sangre, y rociará siete veces delante del SEÑOR hacia el velo. 18 Y de aquella sangre pondrá sobre los cuernos del altar que está delante del SEÑOR en el tabernáculo del testimonio, y derramará toda la sangre al cimiento del altar del holocausto, que está a la puerta del tabernáculo del testimonio. 19 Y le quitará todo el sebo, y hará de él perfume sobre el altar. 20 Y hará de aquel novillo como hizo con el novillo de la expiación; lo mismo hará de él; y así los expiará el sacerdote, y obtendrán perdón. 21 Y sacará el novillo fuera del campamento, y lo quemará como quemó el primer novillo; y esto será expiación de la congregación. 22 Y cuando pecare el príncipe, e hiciere por yerro algo contra alguno de todos los mandamientos del SEÑOR su Dios, sobre cosas que no se han de hacer, y pecare; 23 luego que le fuere notificado su pecado en el qué pecó, entonces presentará por su ofrenda un macho cabrío sin defecto. 24 Y pondrá su mano sobre la cabeza del macho cabrío, y lo degollará en el lugar donde se degüella el holocausto delante del SEÑOR; y esto será expiación. 25 Y tomará el sacerdote con su dedo de la sangre de la expiación, y pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará la sangre al cimiento del altar del holocausto; 26 y quemará todo su sebo sobre el altar, como el sebo del sacrificio de la paz; así lo expiará el sacerdote de su pecado, y tendrá perdón. 27 Y si alguna persona del pueblo de la tierra pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos del SEÑOR en cosas que no se han de hacer, y pecare; 28 luego que le fuere conocido su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una hembra de las cabras, una cabra sin defecto, por su pecado que habrá cometido. 29 Y pondrá su mano sobre la cabeza de la expiación, y degollará la expiación en el lugar del holocausto. 30 Luego tomará el sacerdote en su dedo de su sangre, y pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará toda su sangre al cimiento del altar. 31 Y le quitará todo su sebo, de la manera que fue quitado el sebo del sacrificio de la paz; y hará perfume el sacerdote sobre el altar en olor muy aceptable al SEÑOR; y así lo reconciliará el sacerdote en expiación por él, y tendrá perdón. 32 Y si trajere oveja para su ofrenda por el pecado, hembra sin defecto traerá. 33 Y pondrá su mano sobre la cabeza de la expiación, y la degollará por expiación en el lugar donde se degüella el holocausto. 34 Después tomará el sacerdote con su dedo de la sangre de la expiación, y pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto; y derramará toda la sangre al cimiento del altar. 35 Y le quitará todo su sebo, como fue quitado el sebo del sacrificio de la paz, y hará el sacerdote perfume de ello sobre el altar en ofrenda encendida al SEÑOR; y así lo reconciliará el sacerdote de su pecado que habrá cometido, y tendrá perdón. CAPÍTULO 5 1 Y cuando alguna persona pecare, por haber sido llamado a testificar, y él fuere testigo que vio, o supo, si no lo denunciare, él llevará su pecado. 2 Asimismo la persona que hubiere tocado en cualquiera cosa inmunda, sea cuerpo muerto de bestia inmunda, o cuerpo muerto de animal inmundo, o cuerpo muerto de serpiente inmunda, bien que no lo supiere, será inmunda y habrá pecado. 3 O si tocare a hombre inmundo en cualquiera inmundicia suya de que es inmundo, y no lo echare de ver; si después llegare a saberlo, habrá pecado. 4 También la persona que jurare, pronunciando con sus labios hacer mal o bien, en cualesquiera cosas que el hombre profiere con juramento, y él no lo supiere; si después lo entiende, será culpado en una de estas cosas. 5 Y será que cuando pecare en alguna de estas cosas, confesará aquello en que pecó: 6 Y traerá su expiación al SEÑOR por su pecado que ha cometido, una hembra de los rebaños, una cordera o una cabra por expiación; y el sacerdote lo reconciliará de su pecado. 7 Y si no le alcanzare para un cordero, traerá en expiación por su pecado que cometió, dos tórtolas o dos palominos al SEÑOR; el uno para expiación, y el otro para holocausto. 8 Y los traerá al sacerdote, el cual ofrecerá primero el que es por expiación, y desunirá su cabeza de su cuello, mas no la apartará del todo; 9 y rociará de la sangre de la expiación sobre la pared del altar; y lo que sobrare de la sangre lo exprimirá al cimiento del altar; y esto será expiación. 10 Y del otro hará holocausto conforme a la ordenanza; y así lo reconciliará el sacerdote de su pecado que cometió, y tendrá perdón. 11 Mas si su posibilidad no alcanzare para dos tórtolas, o dos palominos, el que pecó traerá por su ofrenda la décima parte de un efa de flor de harina por expiación. No pondrá sobre ella aceite, ni sobre ella pondrá incienso, porque es expiación. 12 La traerá, pues, al sacerdote, y el sacerdote tomará de ella su puño lleno, en memoria suya, y hará perfume sobre el altar sobre las otras ofrendas encendidas al SEÑOR; y esto será expiación. 13 Y así lo reconciliará el sacerdote en expiación por él de su pecado que cometió en alguna de estas cosas, y tendrá perdón; y el sobrante será del sacerdote, como el presente. 14 Habló más el SEÑOR a Moisés, diciendo: 15 Cuando alguna persona hiciere prevaricación, y pecare por yerro en las cosas santificadas al SEÑOR, traerá por su expiación al SEÑOR, un carnero sin tacha de los rebaños, conforme a tu estimación, de dos siclos de plata del siclo del santuario, por el pecado. 16 Y lo que hubiere pecado del santuario, pagará, y añadirá a ello el quinto, y lo dará al sacerdote; y el sacerdote lo reconciliará con el carnero de la expiación, y tendrá perdón. 17 Finalmente, si una persona pecare, e hiciere alguna de todas aquellas cosas que por mandamiento del SEÑOR no se han de hacer, sin hacerlo a sabiendas, es culpable, y llevará su pecado. 18 Traerá, pues, al sacerdote por expiación, según tú lo estimes, un carnero sin tacha de los rebaños; y el sacerdote lo reconciliará de su yerro que cometió por ignorancia, y tendrá perdón. 19 Pecado es, y ciertamente pecó contra el SEÑOR. CAPÍTULO 6 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Cuando una persona pecare, e hiciere prevaricación contra el SEÑOR, y negare a su prójimo lo encomendado o dejado en su mano, o bien robare, o calumniare a su prójimo; 3 o sea que hallando lo perdido, después lo negare, y jurare en falso, en alguna de todas aquellas cosas en que suele pecar el hombre; 4 entonces será que cuando se expiare y reconciliare, restituirá aquello que robó, o por el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló, 5 o todo aquello sobre que hubiere jurado falsamente; lo restituirá, pues, por entero, y añadirá a ello la quinta parte, para aquel a quien pertenece, y pagará el día de su expiación. 6 Y por su expiación traerá al SEÑOR un carnero sin tacha de los rebaños, conforme a tu estimación, al sacerdote para la expiación. 7 Y el sacerdote lo reconciliará delante del SEÑOR, y tendrá perdón de cualquiera de todas las cosas, en que suele ofender. 8 Habló aún el SEÑOR a Moisés, diciendo: 9 Manda a Aarón y a sus hijos diciendo: Esta es la ley del holocausto: (es holocausto, porque se quema sobre el altar toda la noche hasta la mañana, y el fuego del altar ardirá en él:) 10 El sacerdote se pondrá su vestimenta de lino, y se vestirá pañetes de lino sobre su carne; y cuando el fuego hubiere consumido el holocausto, él apartará las cenizas de sobre el altar, y las pondrá junto al altar. 11 Después se desnudará de sus vestimentas, y se pondrá otras vestiduras, y sacará las cenizas fuera del real al lugar limpio. 12 Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará sobre él el holocausto, y quemará sobre él los sebos de la paz. 13 El fuego ardirá continuamente en el altar; no se apagará. 14 Y ésta es la ley del presente: Lo ofrecerán los hijos de Aarón delante del SEÑOR, delante del altar. 15 Y tomará de él un puñado de la flor de harina del presente, y de su aceite, y todo el incienso que estará sobre el presente, y hará perfume sobre el altar en olor de reposo al SEÑOR por memoria. 16 Y el sobrante de ella lo comerán Aarón y sus hijos; sin levadura se comerá en el lugar santo; en el atrio del tabernáculo del testimonio lo comerán. 17 No se cocerá con levadura; lo he dado a ellos por su porción de mis ofrendas encendidas; es cosa santísima, como la expiación del pecado, y como la expiación de la culpa. 18 Todos los varones de los hijos de Aarón comerán de ella. Estatuto perpetuo será para vuestras generaciones tocante a las ofrendas encendidas del SEÑOR; toda cosa que tocare en ellas será santificada. 19 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 20 Esta será la ofrenda de Aarón y de sus hijos, que ofrecerán al SEÑOR el día que serán ungidos: la décima parte de un efa de flor de harina, presente perpetuo, la mitad a la mañana y la mitad a la tarde. 21 En sartén se aderezará con aceite; frita la traerás, y los pedazos cocidos del presente ofrecerás al SEÑOR en olor muy aceptable. 22 Y el sacerdote ungido en su lugar, de entre sus hijos, hará la ofrenda; estatuto perpetuo del SEÑOR: toda se quemará en perfume. 23 Y todo presente de sacerdote será enteramente quemado; no se comerá. 24 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 25 Habla a Aarón y a sus hijos, diciendo: Esta será la ley de la expiación del pecado; en el lugar donde será degollado el holocausto, será degollada la expiación por el pecado delante del SEÑOR; porque es cosa santísima. 26 El sacerdote que la ofreciere por expiación, la comerá; en el lugar santo será comida, en el atrio del tabernáculo del testimonio. 27 Todo lo que en su carne tocare, será santificado; y si cayere de su sangre sobre el vestido, lavarás aquello sobre que cayere, en el lugar santo. 28 Y el vaso de barro en que fuere cocida, será quebrado; y si fuere cocida en vaso de bronce, será fregado y lavado con agua. 29 Todo varón de entre los sacerdotes la comerá: es cosa santísima. 30 Mas no se comerá de expiación alguna, de cuya sangre se metiere en el tabernáculo del testimonio para reconciliar en el santuario: al fuego será quemada. CAPÍTULO 7 1 Asimismo ésta será la ley de la expiación de la culpa; será cosa santísima. 2 En el lugar donde degollaren el holocausto, degollarán la expiación de la culpa; y rociará su sangre en derredor sobre el altar. 3 Y de ella ofrecerá todo su sebo, la cola, y el sebo que cubre los intestinos. 4 Y los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y el que está sobre los ijares; y con los riñones quitará el redaño de sobre el hígado. 5 Y el sacerdote hará de ello perfume sobre el altar en ofrenda encendida al SEÑOR; y ésta será expiación de la culpa. 6 Todo varón de entre los sacerdotes la comerá; será comida en el lugar santo; porque es cosa santísima. 7 Como la expiación por el pecado, así será la expiación de la culpa; una misma ley tendrán; será del sacerdote que habrá hecho la reconciliación con ella. 8 Y el sacerdote que ofreciere holocausto de alguno, el cuero del holocausto que ofreciere, será del sacerdote. 9 Asimismo todo presente que se cociere en horno, y todo el que fuere aderezado en sartén, o en cazuela, será del sacerdote que lo ofreciere. 10 Y todo presente amasado con aceite, y seco, será de todos los hijos de Aarón, tanto al uno como al otro. 11 Y ésta será la ley del sacrificio de la paz, que se ofrecerá al SEÑOR: 12 Si se ofreciere en hacimiento de gracias, ofrecerá por sacrificio de hacimiento de gracias tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite, y flor de harina frita en tortas amasadas con aceite. 13 Con tortas de pan leudo ofrecerá su ofrenda en el sacrificio de hacimiento de gracias de sus paz. 14 Y de toda la ofrenda presentará una parte por ofrenda elevada al SEÑOR, y será del sacerdote que rociare la sangre de los sacrificios de paz. 15 Mas la carne de su sacrificio de la paz para hacimiento de gracias, se comerá en el día que fuere ofrecida; no dejarán de ella nada para otro día. 16 Mas si el sacrificio de su ofrenda fuere voto, o voluntario, el día que ofreciere su sacrificio será comido; y lo que de él quedare, se comerá al día siguiente; 17 y lo que quedare para el tercer día de la carne del sacrificio, será quemado en el fuego. 18 Y si se comiere de la carne de su sacrificio de paz el tercer día, el que lo ofreciere no será acepto, ni le será imputado; abominación será, y la persona que de él comiere llevará su pecado. 19 Y la carne que tocare alguna cosa inmunda, no se comerá; al fuego será quemada; mas toda persona limpia comerá de esta carne. 20 Y la persona que comiere la carne del sacrificio de paz, el cual es del SEÑOR, estando inmunda, aquella persona será cortada de su pueblo. 21 Además, la persona que tocare alguna cosa inmunda, en inmundicia de hombre, o en animal inmundo, o en cualquiera abominación inmunda, y comiere de la carne del sacrificio de la paz, el cual es del SEÑOR, aquella persona será cortada de su pueblo. 22 Habló aún el SEÑOR a Moisés, diciendo: 23 Habla a los hijos de Israel, diciendo: Ningún sebo de buey, ni de cordero, ni de cabra, comeréis. 24 El sebo de animal mortecino, y el sebo del que fue arrebatado de fieras, se aparejará para cualquiera otro uso, mas no lo comeréis. 25 Porque cualquiera que comiere sebo de animal, del cual se ofrece al SEÑOR ofrenda encendida, la persona que lo comiere, será cortada de su pueblo. 26 Además, ninguna sangre comeréis en todas vuestras habitaciones, así de aves como de bestias. 27 Cualquiera persona que comiere alguna sangre, la tal persona será cortada de su pueblo. 28 Habló más el SEÑOR a Moisés, diciendo: 29 Habla a los hijos de Israel, diciendo: El que ofreciere su sacrificio de paz al SEÑOR, traerá su ofrenda del sacrificio de su paz al SEÑOR; 30 sus manos traerán las ofrendas que se han de quemar al SEÑOR; traerá el sebo con el pecho; el pecho para mecerlo, como sacrificio de mecedura delante del SEÑOR; 31 y del sebo hará perfume el sacerdote en el altar, mas el pecho será de Aarón y de sus hijos. 32 Y daréis al sacerdote para ser elevada en ofrenda, la espaldilla derecha de los sacrificios de vuestra paz. 33 El que de los hijos de Aarón ofreciere la sangre de la paz, y el sebo, de él será en porción la espaldilla derecha; 34 porque he tomado de los hijos de Israel, de sus sacrificios de paz, el pecho de la mecedura, y la espaldilla de la apartadura, y lo he dado a Aarón el sacerdote y a sus hijos, por estatuto perpetuo de los hijos de Israel. 35 Esta es la unción de Aarón y la unción de sus hijos, de las ofrendas encendidas al SEÑOR, desde el día en que él los allegó para ser sacerdotes del SEÑOR; 36 las cuales porciones mandó El SEÑOR que les diesen, desde el día en que él los ungió de entre los hijos de Israel, por estatuto perpetuo por sus generaciones. 37 Esta es la ley del holocausto, del presente, de la expiación por el pecado, y de la expiación de la culpa, y de las consagraciones, y del sacrificio de la paz; 38 la cual mandó el SEÑOR a Moisés, en el monte de Sinaí, el día que mandó a los hijos de Israel que ofreciesen sus ofrendas al SEÑOR en el desierto de Sinaí. CAPÍTULO 8 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Toma a Aarón y a sus hijos con él, y las vestimentas, y el aceite de la unción, y el novillo de la expiación, y los dos carneros, y el canastillo de los ázimos; 3 y reúne toda la congregación a la puerta del tabernáculo del testimonio. 4 Hizo, pues, Moisés como el SEÑOR le mandó, y se reunió la congregación a la puerta del tabernáculo del testimonio. 5 Y dijo Moisés a la congregación: Esto es lo que el SEÑOR ha mandado hacer. 6 Entonces Moisés hizo llegar a Aarón y a sus hijos, y los lavó con agua. 7 Y puso sobre él la túnica, y le ciñó con el cinto; le vistió después el manto, y puso sobre él el efod, y lo ciñó con el cinto del efod, y lo ajustó con él. 8 Luego le puso encima el pectoral, y puso en el pectoral el Urim y el Tumim. 9 Después puso la mitra sobre su cabeza; y sobre la mitra delante de su rostro puso la plancha de oro, la corona de la santidad; como El SEÑOR había mandado a Moisés. 10 Y tomó Moisés el aceite de la unción, y ungió el tabernáculo, y todas las cosas que estaban en él, y las santificó. 11 Y roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus vasos, y la fuente y su basa, para santificarlos. 12 Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo. 13 Después Moisés hizo llegar los hijos de Aarón, y les vistió las túnicas, y los ciñó con cintos, y les ajustó los chapeos (tiaras), como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 14 Hizo luego llegar el novillo de la expiación, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del novillo de la expiación, 15 y lo degolló; y Moisés tomó la sangre, y puso con su dedo sobre los cuernos del altar alrededor, y expió el altar; y echó la demás sangre al cimiento del altar, y lo santificó para reconciliar sobre él. 16 Después tomó todo el sebo que estaba sobre los intestinos, y el redaño del hígado, y los dos riñones, y el sebo de ellos, e hizo Moisés perfume sobre el altar. 17 Mas el novillo, y su cuero, y su carne, y su estiércol, lo quemó con fuego fuera del real; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 18 Después hizo llegar el carnero del holocausto, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero; 19 y lo degolló; y roció Moisés la sangre sobre el altar en derredor. 20 Y cortó el carnero en sus piezas; y Moisés hizo perfume de la cabeza, y las piezas, y el sebo. 21 Lavó luego con agua los intestinos y las piernas, y quemó Moisés todo el carnero sobre el altar; holocausto en olor muy aceptable, ofrenda encendida al SEÑOR; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 22 Después hizo llegar el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero; 23 y lo degolló; y tomó Moisés de su sangre, y puso sobre la ternilla de la oreja derecha de Aarón, y sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho. 24 Hizo llegar luego los hijos de Aarón, y puso Moisés de la sangre sobre la ternilla de sus orejas derechas, y sobre los pulgares de sus manos derechas, y sobre los pulgares de sus pies derechos; y roció Moisés la sangre sobre el altar en derredor; 25 y después tomó el sebo, y la cola, y todo el sebo que estaba sobre los intestinos, y el redaño del hígado, y los dos riñones, y el sebo de ellos, y la espaldilla derecha; 26 y del canastillo de los ázimos, que estaba delante del SEÑOR, tomó una torta sin levadura, y una torta de pan de aceite, y una lasaña, y lo puso con el sebo y con la espaldilla derecha; 27 y lo puso todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos, y lo hizo mecer en ofrenda de mecedura delante del SEÑOR. 28 Después tomó aquellas cosas Moisés de las manos de ellos, e hizo perfume en el altar sobre el holocausto; son las consagraciones en olor muy aceptable, ofrenda encendida al SEÑOR. 29 Y tomó Moisés el pecho, y lo meció, en ofrenda de mecedura delante del SEÑOR; del carnero de las consagraciones aquella fue la parte de Moisés; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 30 Luego tomó Moisés del aceite de la unción, y de la sangre que estaba sobre el altar, y roció sobre Aarón, y sobre sus vestiduras, y sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de sus hijos con él; y santificó a Aarón, y sus vestiduras, y a sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él. 31 Y dijo Moisés a Aarón y a sus hijos: Comed la carne a la puerta del tabernáculo del testimonio; y comedla allí con el pan que está en el canastillo de las consagraciones, según yo he mandado, diciendo: Aarón y sus hijos la comerán. 32 Y lo que sobrare de la carne y del pan, habéis de quemarlo al fuego. 33 De la puerta del tabernáculo del testimonio no saldréis en siete días, hasta el día que se cumplieren los días de vuestras consagraciones; porque por siete días seréis consagrados. 34 De la manera que hoy se ha hecho, mandó hacer el SEÑOR para expiaros. 35 A la puerta, pues, del tabernáculo del testimonio estaréis día y noche por siete días, y guardaréis la ordenanza delante del SEÑOR, para que no muráis; porque así me ha sido mandado. 36 Y Aarón y sus hijos hicieron todas las cosas que mandó el SEÑOR por mano de Moisés. CAPÍTULO 9 1 Y fue en el día octavo, que Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel; 2 y dijo a Aarón: Toma un becerro para expiación, y un carnero para holocausto, sin defecto, y ofrécelos delante del SEÑOR. 3 Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Tomad un macho cabrío para expiación, y un becerro y un cordero de un año, sin tacha, para holocausto; 4 asimismo un buey y un carnero para sacrificio de paz, que inmoléis delante del SEÑOR; y un presente amasado en aceite; porque el SEÑOR se aparecerá hoy a vosotros. 5 Y llevaron lo que mandó Moisés delante del tabernáculo del testimonio, y vino toda la congregación, y se pusieron delante del SEÑOR. 6 Entonces Moisés dijo: Esto es lo que mandó el SEÑOR que hagáis, y la gloria del SEÑOR se os aparecerá. 7 Y dijo Moisés a Aarón: Llégate al altar, y haz tu expiación, y tu holocausto, y haz la reconciliación por ti y por el pueblo; haz también la ofrenda del pueblo, y haz la reconciliación por ellos; como ha mandado el SEÑOR. 8 Entonces se acercó Aarón al altar; y degolló su becerro de la expiación que era por él. 9 Y los hijos de Aarón le trajeron la sangre; y él mojó su dedo en la sangre, y puso sobre los cuernos del altar, y derramó la demás sangre al cimiento del altar; 10 Y el sebo y riñones y redaño del hígado, de la expiación, hizo perfume, como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 11 Mas la carne y el cuero los quemó en fuego fuera del real. 12 Degolló asimismo el holocausto, y los hijos de Aarón le presentaron la sangre, la cual roció él alrededor sobre el altar. 13 Después le presentaron el holocausto, por sus piezas, y la cabeza; y él hizo perfume sobre el altar. 14 Luego lavó los intestinos y las piernas, y los quemó con el holocausto sobre el altar. 15 Ofreció también la ofrenda del pueblo, y tomó el macho cabrío de la expiación, que era del pueblo, y lo degolló, y lo ofreció por expiación como el primero. 16 Y ofreció el holocausto, e hizo según la ordenanza. 17 Ofreció asimismo el presente, y llenó de él su mano, e hizo perfume sobre el altar, además del holocausto de la mañana. 18 Degolló también el buey y el carnero que era del pueblo en sacrificio de paz; y los hijos de Aarón le presentaron la sangre (la cual roció él sobre el altar alrededor), 19 y los sebos del buey; y del carnero, la cola con lo que cubre las entrañas, y los riñones, y el redaño del hígado; 20 y pusieron los sebos sobre los pechos, y él quemó los sebos sobre el altar. 21 Pero los pechos, con la espaldilla derecha, los meció Aarón con mecimiento delante del SEÑOR; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés. 22 Después alzó Aarón sus manos hacia el pueblo y los bendijo; y descendió de hacer la expiación, y el holocausto, y el sacrificio de la paz. 23 Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo del testimonio; y salieron, y bendijeron al pueblo; y la gloria del SEÑOR se apareció a todo el pueblo. 24 Y salió un fuego de delante del SEÑOR, el cual consumió el holocausto y los sebos sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y cayeron sobre sus rostros. CAPÍTULO 10 1 Y los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, tomaron cada uno su incensario, y pusieron fuego en ellos, sobre el cual pusieron perfume, y ofrecieron delante del SEÑOR fuego extraño, que él nunca les mandó. 2 Y salió un fuego de delante del SEÑOR que los quemó, y murieron delante del SEÑOR. 3 Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló el SEÑOR, diciendo: En mis allegados me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló. 4 Y llamó Moisés a Misael, y a Elzafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo; acercaos y sacad a vuestros hermanos de delante del santuario fuera del campamento. 5 Y ellos se acercaron, y los sacaron con sus túnicas fuera del campamento, como dijo Moisés. 6 Entonces Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar y a Itamar, sus hijos: No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis vuestros vestidos, para que no muráis, ni se levante la ira sobre toda la congregación; pero vuestros hermanos, toda la Casa de Israel, lamentarán el incendio que el SEÑOR ha hecho. 7 Ni saldréis de la puerta del tabernáculo del testimonio, porque moriréis; por cuanto el aceite de la unción del SEÑOR está sobre vosotros. Y ellos hicieron conforme al dicho de Moisés. 8 Y el SEÑOR habló a Aarón, diciendo: 9 Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra, cuando hubiereis de entrar en el tabernáculo del testimonio, para que no muráis; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; 10 y esto para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio; 11 y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que el SEÑOR les ha dicho por mano de Moisés. 12 Y Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar y a Itamar, sus hijos que habían quedado: Tomad el presente que queda de las ofrendas encendidas al SEÑOR, y comedlo sin levadura junto al altar, porque es cosa santísima. 13 Habéis, pues, de comerlo en el lugar santo; porque esto será fuero para ti, y fuero para tus hijos, de las ofrendas encendidas al SEÑOR, pues que así me ha sido mandado. 14 Comeréis asimismo en lugar limpio, tú y tus hijos y tus hijas contigo, el pecho de la mecida, y la espaldilla elevada, porque por fuero para ti, y fuero para tus hijos, son dados de los sacrificios de la paz de los hijos de Israel. 15 Con las ofrendas de los sebos que se han de encender, traerán la espaldilla que se ha de elevar, y el pecho que será mecido, para que lo mezas por ofrenda de mecedura delante del SEÑOR; y será por fuero perpetuo tuyo, y de tus hijos contigo, como el SEÑOR lo ha mandado. 16 Y Moisés demandó el macho cabrío de la expiación, y se halló que era quemado; y se enojó contra Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón que habían quedado, diciendo: 17 ¿Por qué no comisteis la expiación en el lugar santo? Porque es santísimo, y la dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación, para que sean reconciliados delante del SEÑOR. 18 Veis que su sangre no fue metida en el santuario de adentro; habíais de comerla en el lugar santo, como yo mandé. 19 Y respondió Aarón a Moisés: He aquí hoy han ofrecido su expiación y su holocausto delante del SEÑOR; con todo eso me han acontecido estas cosas; pues si comiera yo hoy de la expiación, ¿Hubiera sido acepto al SEÑOR? 20 Y Moisés oyó esto, y lo aceptó. CAPÍTULO 11 1 Y habló el SEÑOR a Moisés y a Aarón, diciéndoles: 2 Hablad a los hijos de Israel, diciendo: Estos son los animales que comeréis de todos los animales que están sobre la tierra. 3 De entre los animales, todo el de pezuña, y que tiene las pezuñas hendidas, y que rumia, éste comeréis. 4 Estos sin embargo no comeréis de los que rumian y de los que tienen pezuña: el camello, porque rumia mas no tiene pezuña hendida, habéis de tenerlo por inmundo; 5 también el conejo, porque rumia, mas no tiene pezuña, lo tendréis por inmundo; 6 asimismo la liebre, porque rumia, mas no tiene pezuña, la tendréis por inmunda; 7 también el puerco, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, mas no rumia, lo tendréis por inmundo. 8 De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos. 9 Esto comeréis de todas las cosas que están en las aguas: todas las cosas que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, aquellas comeréis; 10 mas todas las cosas que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de todo reptil de agua como de toda cosa viviente que está en las aguas, las tendréis en abominación. 11 Os serán, pues, en abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. 12 Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación. 13 Y de las aves, éstas tendréis en abominación; no se comerán, serán abominación: el águila, el quebrantahuesos, el esmerejón, 14 el milano, y el buitre según su especie; 15 todo cuervo según su especie; 16 el avestruz, y el mochuelo, y la gaceta, y el gavilán según su especie; 17 y el halcón, y la gaviota, y la lechuza, 18 y el calamón, y el cisne, y el pelícano, 19 y la cigueña, y el cuervo marino, según su especie, y la abubilla, y el murciélago. 20 Todo insecto alado que anduviere sobre cuatro patas, tendréis en abominación. 21 Pero esto comeréis de todo insecto alado que anda sobre cuatro patas, que tuviere piernas además de sus patas para saltar con ellas sobre la tierra; 22 estos comeréis de ellos: la langosta según su especie, y el langostín según su especie, y el argol según su especie, y el hagab según su especie. 23 Todo otro insecto alado que tenga cuatro patas, tendréis en abominación. 24 Y por estas cosas seréis inmundos: cualquiera que tocare a sus cuerpos muertos, será inmundo hasta la tarde; 25 y cualquiera que llevare algo de sus cuerpos muertos, lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la tarde. 26 Todo animal de pezuña, pero que no tiene pezuña hendida, ni rumia, tendréis por inmundo; cualquiera que tocare sus cuerpos muertos será inmundo. 27 Y de todos los animales que andan en cuatro patas, tendréis por inmundo cualquiera que ande sobre sus garras; cualquiera que tocare sus cuerpos muertos, será inmundo hasta la tarde. 28 Y el que llevare sus cuerpos muertos, lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la tarde; habéis de tenerlos por inmundos. 29 Y estos tendréis por inmundos de los animales que se van arrastrando sobre la tierra: la comadreja, y el ratón, y la rana según su especie, 30 y el erizo, y el lagarto, y el caracol, y la babosa, y el topo. 31 Estos tendréis por inmundos de todos los animales; cualquiera que los tocare, cuando estuvieren muertos, será inmundo hasta la tarde. 32 Y todo aquello sobre que cayere alguno de ellos después de muertos, será inmundo; así vaso de madera, como vestido, o piel, o saco, cualquier instrumento con que se hace obra, será metido en agua, y será inmundo hasta la tarde, y así será limpio. 33 Y todo vaso de barro dentro del cual cayere alguno de ellos, todo lo que estuviere en él será inmundo, y quebraréis el vaso. 34 Toda vianda que se come, sobre la cual viniere el agua de tales vasos, será inmunda; y toda bebida que se bebiere, será en todos esos vasos inmunda. 35 Y todo aquello sobre que cayere algo del cuerpo muerto de ellos, será inmundo; el horno y la chimenea serán derribados; son inmundos, y por inmundos los tendréis. 36 Con todo, la fuente y la cisterna donde se recogen aguas, serán limpias; mas lo que hubiere tocado en sus cuerpos muertos será inmundo. 37 Y si cayere de sus cuerpos muertos sobre alguna simiente sembrada, que estuviere sembrada, será limpia. 38 Mas si se hubiere puesto agua sobre la simiente, y cayere de sus cuerpos muertos sobre ella, la tendréis por inmunda. 39 Y si algún animal que tuviereis para comer se muriere, el que tocare su cuerpo muerto será inmundo hasta la tarde; 40 y el que comiere de su cuerpo muerto, lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la tarde; asimismo el que sacare su cuerpo muerto, lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la tarde. 41 Y todo reptil que se va arrastrando sobre la tierra, es abominación; no se comerá. 42 Todo lo que anda sobre el pecho, y todo lo que anda sobre cuatro o más patas, de todo reptil que anda arrastrándose sobre la tierra, no lo comeréis, porque es abominación. 43 No ensuciéis vuestras almas con ningún reptil que anda arrastrándose, ni os contaminéis con ellos, ni seáis inmundos con ellos. 44 Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios, vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no ensuciéis vuestras almas con ningún reptil que anduviere arrastrándose sobre la tierra. 45 Porque yo soy el SEÑOR, que os hago subir de la tierra de Egipto para seros por Dios; seréis pues santos, porque yo soy santo. 46 Esta es la ley de los animales y de las aves, y de todo ser viviente que se mueve en las aguas, y de todo animal que se anda arrastrando sobre la tierra; 47 para hacer diferencia entre lo inmundo y lo limpio, y entre los animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer. CAPÍTULO 12 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel, diciendo: La mujer cuando concibiere y diere a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días que está separada por su menstruo, será inmunda. 3 Y al octavo día circuncidará la carne de su prepucio. 4 Mas ella permanecerá treinta y tres días en la sangre de su purgación; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta que sean cumplidos los días de su purgación. 5 Y si diere a luz hembra será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre. 6 Y cuando los días de su purgación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo del testimonio, al sacerdote; 7 y lo ofrecerá delante del SEÑOR, y la reconciliará, y será limpia del flujo de su sangre. Esta es la ley de la que diere a luz varón o hembra. 8 Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto, y otro para expiación; y la reconciliará el sacerdote, y será limpia. CAPÍTULO 13 1 Y habló el SEÑOR a Moisés y a Aarón, diciendo: 2 Cuando el hombre tuviere en la piel de su carne hinchazón, o postilla, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su carne como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote, o a uno de los sacerdotes sus hijos; 3 y el sacerdote mirará la llaga en la piel de la carne; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más hundida que la tez de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le dará por inmundo. 4 Y si en la piel de su carne hubiere mancha blanca, pero no pareciere más hundida que la tez, ni su pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días; 5 y al séptimo día el sacerdote lo mirará; y si la llaga a su parecer se hubiere estancado, no habiéndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le encerrará por siete días la segunda vez. 6 Después el sacerdote le reconocerá al séptimo día la segunda vez; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo dará por limpio: era postilla; y lavará sus vestidos, y será limpio. 7 Mas si hubiere ido creciendo la postilla en la piel, después que fue mostrado al sacerdote para ser limpio, será visto otra vez del sacerdote; 8 y si reconociéndolo el sacerdote, ve que la postilla ha crecido en la piel, el sacerdote lo dará por inmundo: es lepra. 9 Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, será traído al sacerdote; 10 y el sacerdote mirará, y si pareciere hinchazón blanca en la piel, el cual haya vuelto el pelo blanco, y se descubre asimismo la carne viva en la hinchazón, 11 lepra es envejecida en la piel de su carne; y le dará por inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es inmundo. 12 Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, y la lepra cubriere toda la piel del llagado desde su cabeza hasta sus pies, a toda vista de ojos del sacerdote; 13 entonces el sacerdote le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto toda su carne, dará por limpio al llagado; se ha vuelto toda ella blanca; y él es limpio. 14 Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo. 15 Y el sacerdote mirará la carne viva, y lo dará por inmundo. Es inmunda la carne viva: es lepra. 16 Mas cuando la carne viva se mudare y se volviere blanca, entonces vendrá al sacerdote; 17 y el sacerdote mirará, y si la llaga se hubiere vuelto blanca, el sacerdote dará por limpio al que tenía la llaga, y él será limpio. 18 Y cuando en la carne, en su piel, hubiere postema, y se sanare, 19 y sucediere en el lugar de la postema hinchazón blanca, o mancha blanca embermejecida, será mostrado al sacerdote; 20 y el sacerdote mirará; y si pareciere estar más baja que su piel, y su pelo se hubiere vuelto blanco, lo dará el sacerdote por inmundo; es llaga de lepra que se originó en la postema. 21 Y si el sacerdote la considerare, y no pareciere en ella pelo blanco, ni estuviere más baja que la piel, sino oscura, entonces el sacerdote lo encerrará por siete días; 22 y si se fuere extendiendo por la piel, entonces el sacerdote lo dará por inmundo: es llaga. 23 Pero si la mancha blanca se estuviere en su lugar, que no haya cundido, es la costra de la postema; y el sacerdote lo dará por limpio. 24 Asimismo cuando la carne tuviere en su piel quemadura de fuego, y hubiere en lo sanado del fuego mancha blanquecina, bermejiza o blanca, 25 el sacerdote la mirará; y si el pelo se hubiere vuelto blanco en la mancha, y pareciere estar más hundida que la piel, es lepra que salió en la quemadura; y el sacerdote lo dará por inmundo; llaga de lepra es. 26 Mas si el sacerdote la mirare, y no pareciere en la mancha pelo blanco, ni estuviere más baja que la tez, sino que está oscura, le encerrará el sacerdote por siete días; 27 y al séptimo día el sacerdote la reconocerá; si se hubiere ido extendiendo por la piel, el sacerdote lo dará por inmundo; es llaga de lepra. 28 Pero si la mancha se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido en la piel, sino que está oscura, hinchazón es de la quemadura; lo dará el sacerdote por limpio; que señal de la quemadura es. 29 Y al hombre o mujer que le saliere llaga en la cabeza, o en la barba, 30 el sacerdote mirará la llaga; y si pareciere estar más profunda que la tez, y el pelo en ella fuera rubio y adelgazado, entonces el sacerdote lo dará por inmundo; es tiña, es lepra de la cabeza o de la barba. 31 Mas cuando el sacerdote hubiere mirado la llaga de la tiña, y no pareciere estar más profunda que la tez, ni fuere en ella pelo negro, el sacerdote encerrará al llagado de la tiña por siete días; 32 y al séptimo día el sacerdote mirará la llaga; y si la tiña no pareciere haberse extendido, ni hubiere en ella pelo rubio, ni pareciere la tiña más profunda que la tez, 33 entonces lo trasquilarán, mas no trasquilarán el lugar de la tiña; y encerrará el sacerdote al que tiene la tiña por siete días la segunda vez. 34 Y al séptimo día mirará el sacerdote la tiña; y si la tiña no hubiere cundido en la piel, ni pareciere estar más profunda que la tez, el sacerdote lo dará por limpio; y lavará sus vestidos, y será limpio. 35 Pero si la tiña se hubiere ido extendiendo en la piel después de su purificación, 36 entonces el sacerdote la mirará; y si la tiña hubiere cundido en la piel, no busque el sacerdote el pelo rubio, es inmundo. 37 Mas si le pareciere que la tiña está, y que ha salido en ella el pelo negro, la tiña está sanada; él está limpio, y por limpio lo dará el sacerdote. 38 Asimismo el hombre o mujer, cuando en la piel de su carne tuviere manchas, manchas blancas, 39 el sacerdote mirará: y si en la piel de su carne parecieren manchas blancas algo oscurecidas, es empeine que brotó en la piel, está limpia la persona. 40 Y el varón, cuando se le pelare la cabeza, es calvo, mas limpio. 41 Y si a la parte de su rostro se le pelare la cabeza, es calvo por delante, pero limpio. 42 Mas cuando en la calva o en la antecalva hubiere llaga blanca bermeja, lepra es que brota en su calva o en su antecalva. 43 Entonces el sacerdote lo mirará, y si pareciere la hinchazón de la llaga blanca bermeja en su calva o en su antecalva, como el parecer de la lepra de la tez de la carne, 44 leproso es, es inmundo; el sacerdote lo dará luego por inmundo; en su cabeza tiene su llaga. 45 Y el leproso en quien hubiere tal llaga, sus vestidos serán deshechos y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! 46 Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro: habitará solo; fuera del real será su morada. 47 Y cuando en el vestido hubiere plaga de lepra, en vestido de lana, o en vestido de lino; 48 o en estambre, o en trama de lino, o de lana, o en piel, o en cualquiera obra de piel; 49 y que la plaga sea verde, o bermeja, en vestido o en piel, o en estambre, o en trama, o en cualquiera obra de piel; plaga es de lepra, y se ha de mostrar al sacerdote. 50 Y el sacerdote mirará la plaga, y encerrará la cosa plagada por siete días. 51 Y al séptimo día mirará la plaga; y si hubiere cundido la plaga en el vestido, o estambre, o en la trama, o en piel, o en cualquiera obra que se hace de pieles, lepra roedora es la plaga; inmunda será. 52 Será quemado el vestido, o estambre o trama, de lana o de lino, o cualquiera obra de pieles en que hubiere tal plaga; porque lepra roedora es; al fuego será quemada. 53 Y si el sacerdote mirare, y no pareciere que la plaga se haya extendido en el vestido, o estambre, o en la trama, o en cualquiera obra de pieles; 54 entonces el sacerdote mandará que laven donde está la plaga, y lo encerrará otra vez por siete días. 55 Y el sacerdote mirará después que la plaga fuere lavada; y si pareciere que la plaga no ha mudado su aspecto, bien que no haya cundido la plaga, inmunda es; la quemarás al fuego; corrosión es penetrante, esté lo raído en la faz o en el revés de aquella cosa. 56 Mas si el sacerdote la viere, y pareciere que la plaga se ha oscurecido después que fue lavada, la cortará del vestido, o de la piel, o del estambre, o de la trama. 57 Y si apareciere más en el vestido, o estambre, o trama, o en cualquiera cosa de pieles, reverdeciendo en ella, quemarás al fuego aquello donde estuviere la plaga. 58 Pero el vestido, o estambre, o trama, o cualquiera cosa de piel que lavares, y que se le quitare la plaga, se lavará la segunda vez, y entonces será limpia. 59 Esta es la ley de la plaga de la lepra del vestido de lana o de lino, o del estambre, o de la trama, o de cualquiera cosa de piel, para que sea dada por limpia o por inmunda. CAPÍTULO 14 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Esta será la ley del leproso cuando se limpiare: Será traído al sacerdote. 3 Y el sacerdote saldrá fuera del real; y mirará el sacerdote, y viendo que está sana la llaga de la lepra del leproso, 4 el sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y palo de cedro, y grana, e hisopo; 5 y mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas vivas; 6 después tomará la avecilla viva, y el palo de cedro, y la grana, y el hisopo, y lo mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas vivas; 7 y rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra, y le dará por limpio; y soltará la avecilla viva sobre la faz del campo. 8 Y el que se purifica lavará sus vestidos, y raerá todo su pelo, y se lavará con agua, y será limpio; y después entrará en el real, y morará fuera de su tienda siete días. 9 Y será, que al séptimo día raerá todo el pelo de su cabeza, y su barba, y las cejas de sus ojos; finalmente, raerá todo su pelo, y lavará sus vestidos, y lavará su carne en agua, y será limpio. 10 Y el día octavo tomará dos corderos sin defecto, y una cordera de un año sin tacha; y tres décimas de flor de harina para presente amasada con aceite, y un log de aceite. 11 Y el sacerdote que le purifica presentará con aquellas cosas al que se ha de limpiar delante del SEÑOR, a la puerta del tabernáculo del testimonio; 12 y tomará el sacerdote un cordero, y lo ofrecerá por expiación de la culpa, con el log de aceite, y lo mecerá como ofrenda mecida delante del SEÑOR. 13 Y degollará el cordero en el lugar donde degüellan la expiación por el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario; porque como la expiación por el pecado, así también la expiación por la culpa es del sacerdote; es cosa santísima. 14 Y tomará el sacerdote de la sangre de la expiación por la culpa, y pondrá el sacerdote sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho. 15 Asimismo tomará el sacerdote del log de aceite, y echará sobre la palma de su mano izquierda, 16 y mojará su dedo derecho en el aceite que tiene en su mano izquierda, y esparcirá del aceite con su dedo siete veces delante del SEÑOR. 17 Y de lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondrá el sacerdote sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho, sobre la sangre de la expiación por la culpa; 18 y lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondrá sobre la cabeza del que se purifica; y así lo reconciliará el sacerdote delante del SEÑOR. 19 Y hará el sacerdote la expiación y purificará al que se ha de purificar de su inmundicia, y después degollará el holocausto. 20 Y hará subir el sacerdote el holocausto y el presente sobre el altar, y así lo reconciliará el sacerdote, y será limpio. 21 Mas si fuere pobre, que no alcanzare su mano a tanto, entonces tomará un cordero para expiación por la culpa para la ofrenda mecida, para reconciliarse, y una décima de flor de harina amasada con aceite para presente, y un log de aceite; 22 y dos tórtolas, o dos palominos, lo que alcanzare su mano; y el uno será para expiación por el pecado, y el otro para holocausto. 23 Estas cosas traerá al octavo día de su purificación al sacerdote, a la puerta del tabernáculo del testimonio delante del SEÑOR. 24 Y el sacerdote tomará el cordero de la expiación por la culpa, y el log de aceite, y lo mecerá el sacerdote como ofrenda mecida delante del SEÑOR; 25 luego degollará el cordero de la expiación por la culpa, y tomará el sacerdote de la sangre de la expiación por la culpa, y pondrá sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho. 26 Y el sacerdote echará del aceite sobre la palma de su mano izquierda; 27 y con su dedo derecho rociará el sacerdote del aceite que tiene en su mano izquierda, siete veces delante del SEÑOR. 28 También el sacerdote pondrá del aceite que tiene en su mano sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho, en el lugar de la sangre de la expiación por la culpa. 29 Y lo que sobrare del aceite que el sacerdote tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica, para reconciliarlo delante del SEÑOR. 30 Asimismo ofrecerá una de las tórtolas, o de los palominos, lo que alcanzare su mano. 31 Uno de lo que alcanzare su mano, en expiación por el pecado, y el otro en holocausto, además del presente; y así reconciliará el sacerdote al que se ha de purificar, delante del SEÑOR. 32 Esta es la ley del que hubiere tenido plaga de lepra, cuya mano no alcanzare lo prescrito para purificarse. 33 Y habló el SEÑOR a Moisés y a Aarón, diciendo: 34 Cuando hubieres entrado en la tierra de Canaán, la cual yo os doy en posesión, y pusiere yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de vuestra posesión, 35 vendrá aquel de quien fuere la casa, y dará aviso al sacerdote, diciendo: Algo como plaga ha aparecido en mi casa. 36 Entonces mandará el sacerdote, y limpiarán la casa antes que el sacerdote entre a mirar la plaga, para que no sea contaminado todo lo que estuviere en la casa; y después el sacerdote entrará a reconocer la casa. 37 Y mirará la plaga; y si se vieren manchas en las paredes de la casa, verdosas, profundas o bermejas, las cuales parecieren más hundidas que la pared, 38 el sacerdote saldrá de la casa a la puerta de ella, y cerrará la casa por siete días. 39 Y al séptimo día volverá el sacerdote, y mirará; y si la plaga hubiere crecido en las paredes de la casa, 40 entonces mandará el sacerdote, y arrancarán las piedras en que estuviere la plaga, y las echarán fuera de la ciudad, en un lugar inmundo; 41 y hará descostrar la casa por dentro alrededor, y derramarán el polvo que descostraren fuera de la ciudad en un lugar inmundo; 42 y tomarán otras piedras, y las pondrán en el lugar de las piedras quitadas; y tomarán otra tierra, y encostrarán la casa. 43 Y si la plaga volviere a reverdecer en aquella casa, después que hizo arrancar las piedras, y descostrar la casa, y después que fue encostrada, 44 entonces el sacerdote entrará y mirará; y si pareciere haberse extendido la plaga en la casa, lepra roedora está en la tal casa: inmunda es. 45 Entonces derribará la casa, sus piedras, y sus maderos, y toda la mezcla de la casa; y lo sacará fuera todo de la ciudad a un lugar inmundo. 46 Y cualquiera que entrare en aquella casa todos los días que la mandó cerrar, será inmundo hasta la tarde. 47 Y el que durmiere en aquella casa, lavará sus vestidos; también el que comiere en la casa, lavará sus vestidos. 48 Mas si entrare el sacerdote y mirare, y viere que la plaga no se ha extendido en la casa después que fue encostrada, el sacerdote dará la casa por limpia, porque la plaga ha sanado. 49 Entonces tomará para purificar la casa dos avecillas, y palo de cedro, y grana, e hisopo; 50 y degollará una avecilla en un vaso de barro sobre aguas vivas; 51 y tomará el palo de cedro, y el hisopo, y la grana, y la avecilla viva, y lo mojará todo en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas vivas, y rociará la casa siete veces. 52 Y purificará la casa con la sangre de la avecilla, y con las aguas vivas, y con la avecilla viva, y el palo de cedro, y el hisopo, y la grana. 53 Luego soltará la avecilla viva fuera de la ciudad sobre la faz del campo; y así reconciliará la casa, y será limpia. 54 Esta es la ley acerca de toda plaga de lepra, y de tiña; 55 y de la lepra del vestido, y de la casa; 56 y acerca de la hinchazón, y de la postilla, y de la mancha blanca; 57 para enseñar cuándo es inmundo, y cuándo es limpio. Esta es la ley de la lepra. CAPÍTULO 15 1 Y habló el SEÑOR a Moisés y a Aarón, diciendo: 2 Hablad a los hijos de Israel, y decidles: Cualquier varón, cuando su simiente manare de su carne, será inmundo. 3 Y esta será su inmundicia en su flujo; sea que su carne destiló por causa de su flujo, o que su carne se cerró por causa de su flujo, él será inmundo. 4 Toda cama en que se acostare el que tuviere flujo, será inmunda; y toda cosa sobre que se sentare, inmunda será. 5 Y cualquiera que tocare su cama, lavará sus vestidos; se lavará también a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la tarde. 6 Y el que se sentare sobre aquello en que se hubiere sentado el que tiene flujo, lavará sus vestidos, se lavará también a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la tarde. 7 Asimismo el que tocare la carne del que tiene flujo, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la tarde. 8 Y si el que tiene flujo escupiere sobre el limpio, éste lavará sus vestidos, y después de haberse lavado con agua, será inmundo hasta la tarde. 9 Y todo aparejo sobre que cabalgare el que tuviere flujo, será inmundo. 10 Y cualquiera que tocare cualquiera cosa que haya estado debajo de él, será inmundo hasta la tarde; y el que la llevare, lavará sus vestidos, y después de lavarse con agua, será inmundo hasta la tarde. 11 Y todo aquel a quien tocare el que tiene flujo, y no lavare con agua sus manos, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la tarde. 12 Y el vaso de barro en que tocare el que tiene flujo, será quebrado; y todo vaso de madera será lavado con agua. 13 Y cuando se hubiere limpiado de su flujo el que tiene flujo, se ha de contar siete días desde su purificación, y lavará sus vestidos, y lavará su carne en aguas vivas, y será limpio. 14 Y el octavo día tomará dos tórtolas, o dos palominos, y vendrá delante del SEÑOR a la puerta del tabernáculo del testimonio, y los dará al sacerdote; 15 y el sacerdote hará del uno expiación, y del otro holocausto; y el sacerdote lo reconciliará de su flujo delante del SEÑOR. 16 Y el hombre, cuando de él saliere derramamiento de simiente, lavará en agua toda su carne, y será inmundo hasta la tarde. 17 Y todo vestido, o toda piel sobre la cual hubiere el derramamiento de simiente, se lavará con agua, y será inmunda hasta la tarde. 18 Y la mujer con quien el varón tuviere ayuntamiento de simiente, ambos se lavarán con agua, y serán inmundos hasta la tarde. 19 Y cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su carne, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare, será inmundo hasta la tarde. 20 Y todo aquello sobre que ella se acostare mientras su separación, será inmundo; y todo aquello sobre que se sentare, será inmundo. 21 Y cualquiera que tocare su cama, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la tarde. 22 También cualquiera que tocare cualquier mueble sobre que ella se hubiere sentado, lavará sus vestidos; se lavará luego a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la tarde. 23 Y si alguna cosa estuviere sobre la cama, o sobre la silla en que ella se hubiere sentado, el que lo tocare será inmundo hasta la tarde. 24 Y si alguno durmiere con ella, y la inmundicia de ella fuere sobre él, será inmundo por siete días; y toda cama sobre que durmiere, será inmunda. 25 Y la mujer, cuando manare el flujo de su sangre por muchos días fuera del tiempo de su costumbre, o cuando tuviere flujo de sangre más de su costumbre; todo el tiempo del flujo de su inmundicia, será inmunda como en los días de su costumbre. 26 Toda cama en que durmiere todo el tiempo de su flujo, le será como la cama de su costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, será inmundo, como la inmundicia de su costumbre. 27 Cualquiera que tocare en esas cosas será inmundo; y lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la tarde. 28 Y cuando fuere limpia de su flujo, se ha de contar siete días, y después será limpia. 29 Y el octavo día tomará consigo dos tórtolas, o dos palominos, y los traerá al sacerdote, a la puerta del tabernáculo del testimonio; 30 y el sacerdote hará del uno ofrenda por el pecado, y del otro holocausto; y la reconcilará el sacerdote delante del SEÑOR del flujo de su inmundicia. 31 Así apartaréis los hijos de Israel de sus inmundicias, y no morirán por sus inmundicias ensuciando mi tabernáculo, que está entre ellos. 32 Esta es la ley del que tiene flujo, y del que sale derramamiento de simiente, viniendo a ser inmundo a causa de ello; 33 y de la que padece su costumbre, y acerca del que tuviere flujo, sea macho o hembra; y del hombre que durmiere con mujer inmunda. CAPÍTULO 16 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, después que murieron los dos hijos de Aarón, cuando se llegaron delante del SEÑOR, y murieron; 2 y el SEÑOR dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no entre en todo tiempo en el santuario del velo adentro, delante de la cubierta que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre la cubierta. 3 Con esto entrará Aarón en el santuario: con un novillo por expiación, y un carnero en holocausto. 4 La túnica santa de lino se vestirá, y sobre su carne tendrá pañetes de lino, y se ceñirá el cinto de lino; y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; y lavará su carne con agua, y las vestirá. 5 Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto. 6 Y hará traer Aarón el novillo de la expiación, que era suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa. 7 Después tomará los dos machos cabríos, y los presentará delante del SEÑOR a la puerta del tabernáculo del testimonio. 8 Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por el SEÑOR, y la otra suerte por Azazel. 9 Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por el SEÑOR, y lo ofrecerá por expiación. 10 Mas el macho cabrío, sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante del SEÑOR, para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. 11 Y hará llegar Aarón el novillo que era suyo para expiación, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará el novillo que era suyo por expiación. 12 Después tomará el incensario lleno de brasas de fuego, del altar de delante del SEÑOR, y sus puños llenos del incienso aromático molido, y lo meterá del velo adentro. 13 Y pondrá el incienso sobre el fuego delante del SEÑOR, y la nube del incienso cubrirá la cubierta que está sobre el testimonio, y no morirá. 14 Tomará luego de la sangre del novillo, y rociará con su dedo hacia la cubierta hacia el oriente; hacia la cubierta esparcirá de aquella sangre siete veces con su dedo. 15 Después degollará el macho cabrío, que era del pueblo, para expiación y meterá la sangre de él del velo adentro; y hará de su sangre, como hizo de la sangre del novillo, y esparcirá sobre la cubierta y delante de la cubierta; 16 y limpiará el santuario, de las inmundicias de los hijos de Israel, y de sus rebeliones, y de todos sus pecados: de la misma manera hará también al tabernáculo del testimonio, el cual mora entre ellos, en medio de sus inmundicias. 17 Y ningún hombre estará en el tabernáculo del testimonio cuando él entrare a hacer la reconciliación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la reconciliación por sí, y por su casa, y por toda la congregación de Israel. 18 Y saldrá al altar que está delante del SEÑOR, y lo expiará; y tomará de la sangre del novillo, y de la sangre del macho cabrío, y pondrá sobre los cuernos del altar alrededor. 19 Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel. 20 Y cuando hubiere acabado de expiar el santuario, y el tabernáculo del testimonio, y el altar, hará llegar el macho cabrío vivo; 21 y pondrá Aarón ambas manos suyas sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus rebeliones, y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de algún varón aparejado para esto. 22 Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitable; y enviará el macho cabrío al desierto. 23 Después vendrá Aarón al tabernáculo del testimonio, y se desnudará las vestimentas de lino, que había vestido para entrar en el santuario, y las pondrá allí. 24 Lavará luego su carne con agua en el lugar del santuario, y pondrá sus vestidos; después saldrá, y hará su holocausto, y el holocausto del pueblo, y hará la reconciliación por sí y por el pueblo. 25 Y del sebo de la expiación hará perfume sobre el altar. 26 Y el que hubiere llevado el macho cabrío a Azazel, lavará sus vestidos, lavará también con agua su carne, y después entrará en el real. 27 Y sacará fuera del real el novillo de la expiación por el pecado, y el macho cabrío de la expiación por la culpa, la sangre de los cuales fue metida para hacer la expiación en el santuario; y quemarán en el fuego sus pellejos, y sus carnes, y su estiércol. 28 Y el que los quemare, lavará sus vestidos, lavará también su carne con agua, y después entrará en el real. 29 Esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que peregrina entre vosotros. 30 Porque en este día se os reconciliará para limpiaros; y seréis limpios de todos vuestros pecados delante del SEÑOR. 31 Sábado de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, por estatuto perpetuo. 32 Y hará la reconciliación el sacerdote que fuere ungido, y cuya mano hubiere sido llena para ser sacerdote en lugar de su padre; y se vestirá las vestimentas de lino, las vestiduras santas; 33 y expiará el santuario santo, y el tabernáculo del testimonio; expiará también el altar, y a los sacerdotes, y a todo el pueblo de la congregación. 34 Y esto tendréis por estatuto perpetuo, para expiar a los hijos de Israel de todos sus pecados una vez en el año. Y Moisés lo hizo como el SEÑOR le mandó. CAPÍTULO 17 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: Esto es lo que ha mandado el SEÑOR, diciendo: 3 Cualquier varón de la Casa de Israel que degollare buey, o cordero, o cabra, en el real, o fuera del real, 4 y no lo trajere a la puerta del tabernáculo del testimonio, para ofrecer ofrenda al SEÑOR delante del tabernáculo del SEÑOR, sangre será imputada al tal varón; sangre derramó; el tal varón será cortado de entre su pueblo; 5 a fin de que traigan los hijos de Israel sus sacrificios, los que sacrifican sobre la faz del campo, para que los traigan al SEÑOR a la puerta del tabernáculo del testimonio al sacerdote, y sacrifiquen ellos sacrificios de paz al SEÑOR. 6 Y el sacerdote esparza la sangre sobre el altar del SEÑOR, a la puerta del tabernáculo del testimonio, y haga perfume del sebo en olor muy aceptable al SEÑOR. 7 Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios, tras de los cuales fornican; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus edades. 8 Les dirás también: Cualquier varón de la Casa de Israel, o de los extranjeros que peregrinan entre vosotros, que ofreciere holocausto o sacrificio, 9 y no lo trajere a la puerta del tabernáculo del testimonio, para hacerlo al SEÑOR, el tal varón también será cortado de su pueblo. 10 Y cualquier varón de la Casa de Israel, o de los extranjeros que peregrinan entre ellos, que comiere alguna sangre, yo pondré mi rostro contra la persona que comiere sangre, y la cortaré de entre su pueblo. 11 Porque el alma (o la vida) de la carne en la sangre está; y yo os la he dado para expiar vuestras personas (almas) sobre el altar; por lo cual la misma sangre expiará la persona. 12 Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comerá sangre, ni el extranjero que peregrina entre vosotros comerá sangre. 13 Y cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que peregrinan entre ellos, que cogiere caza de animal o de ave que sea de comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. 14 Porque el alma de toda carne, su vida, está en su sangre; por tanto he dicho a los hijos de Israel: No comeréis la sangre de ninguna carne, porque el alma (o la vida) de toda carne es su sangre; cualquiera que la comiere será cortado. 15 Y cualquiera persona que comiere cosa mortecina o despedazada por fiera, así de los naturales como de los extranjeros, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la tarde; y se limpiará. 16 Y si no los lavare, ni lavare su carne, llevará su iniquidad. CAPÍTULO 18 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 3 No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, en la cual yo os introduzco; ni andaréis en sus estatutos. 4 Mis derechos pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 5 Por tanto mis estatutos y mis derechos guardaréis, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo soy el SEÑOR. 6 Ningún varón se allegue a ninguna mujer cercana de su carne, para descubrir su desnudez. Yo soy el SEÑOR. 7 La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez. 8 La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre. 9 La desnudez de tu hermana, hija de tu padre, o hija de tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás. 10 La desnudez de la hija de tu hijo, o de la hija de tu hija, su desnudez no descubrirás, porque es la desnudez tuya. 11 La desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, tu hermana es, su desnudez no descubrirás. 12 La desnudez de la hermana de tu padre no descubrirás; es parienta de tu padre. 13 La desnudez de la hermana de tu madre no descubrirás; porque parienta de tu madre es. 14 La desnudez del hermano de tu padre no descubrirás; no llegarás a su mujer; es mujer del hermano de tu padre. 15 La desnudez de tu nuera no descubrirás; mujer es de tu hijo, no descubrirás su desnudez. 16 La desnudez de la mujer de tu hermano no descubrirás; es la desnudez de tu hermano. 17 La desnudez de la mujer y de su hija no descubrirás; no tomarás la hija de su hijo, ni la hija de su hija, para descubrir su desnudez: son parientas, es maldad. 18 No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival, descubriendo su desnudez delante de ella en su vida. 19 Y no llegarás a la mujer en 8el apartamiento de su inmundicia, para descubrir su desnudez. 20 Además, no tendrás acto carnal con la mujer de tu prójimo, contaminándote en ella. 21 Y no des de tu simiente para hacerla pasar por el fuego a Moloc; no contamines el nombre de tu Dios: Yo soy el SEÑOR. 22 No te echarás con macho como con mujer; es abominación. 23 Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento ensuciándote con él; ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es mezcla. 24 En ninguna de estas cosas os ensuciaréis; porque en todas estas cosas se han ensuciado los gentiles que yo echo de delante de vosotros; 25 y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores. 26 Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis derechos, y no hagáis ninguna de todas estas abominaciones; ni el natural ni el extranjero que peregrina entre vosotros. 27 (Porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de la tierra, que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada.) 28 Y la tierra no os vomitará, por haberla contaminado, como vomitó a los gentiles que fueron antes de vosotros. 29 Porque cualquiera que hiciere alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren, serán cortadas de entre su pueblo. 30 Guardad, pues, mi observancia, no haciendo algo de las leyes de las abominaciones que fueron hechas antes de vosotros, y no os ensuciéis en ellas. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. CAPÍTULO 19 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo el SEÑOR vuestro Dios. 3 Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis sábados guardaréis. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 4 No os volveréis a los ídolos, ni haréis para vosotros dioses de fundición. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 5 Y cuando ofreciereis sacrificio de paz al SEÑOR, de vuestra voluntad lo sacrificaréis. 6 Será comido el día que lo ofreciereis, y el siguiente día; y lo que quedare para el tercer día, será quemado en el fuego. 7 Y si se comiere el día tercero, será abominación; no será acepto; 8 y el que lo comiere, llevará su delito, por cuanto profanó la santidad del SEÑOR; y la tal persona será cortada de su pueblo. 9 Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no acabarás de segar el rincón de tu campo, ni espigarás tu tierra segada. 10 Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás los granos caídos de tu viña; para el pobre y para el extranjero los dejarás. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 11 No hurtaréis, y no engañaréis, ni mentiréis ninguno a su prójimo. 12 Y no juraréis en mi nombre con mentira, ni ensuciarás el nombre de tu Dios. Yo soy el SEÑOR. 13 No harás calumnia a tu prójimo, ni le robarás. No se detendrá el trabajo del jornalero en tu casa hasta la mañana. 14 No maldigas al sordo, y delante del ciego no pongas tropiezo, mas tendrás temor de tu Dios. Yo soy el SEÑOR. 15 No harás agravio en el juicio; ni complaciendo al pobre, ni favoreciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo. 16 No andarás chismeando en tu pueblo. No te pondrás contra la sangre de tu prójimo. Yo soy el SEÑOR. 17 No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; ingenuamente reprenderás a tu prójimo, y no consentirás sobre el pecado. 18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo; mas amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el SEÑOR. 19 Mis estatutos guardaréis. A tu animal no harás ayuntar para mixturas; tu campo no sembrarás de mixtura, y no te pondrás vestidos con mezcla de diversas cosas. 20 Y cuando un hombre tuviere acto carnal con mujer, y ella fuere sierva desposada con alguno, y no estuviere rescatada, ni le hubiere sido dada libertad, ambos serán azotados; no morirán, por cuanto ella no es libre. 21 Y él traerá en expiación por su culpa al SEÑOR, a la puerta del tabernáculo del testimonio, un carnero por expiación. 22 Y con el sacerdote lo reconciliará con el carnero de la expiación delante del SEÑOR, por su pecado que cometió; y se le perdonará su pecado que ha cometido. 23 Y cuando hubiereis entrado en la tierra, y plantareis todo árbol de comer, circuncidaréis su prepucio de su fruto; tres años os será incircunciso; su fruto no se comerá. 24 Y al cuarto año todo su fruto será santidad de loores al SEÑOR. 25 Mas al quinto año comeréis el fruto de él, para que os haga crecer su fruto. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 26 No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros, ni adivinaréis. 27 No cortaréis en redondo las extremidades de vuestras cabezas, ni dañarás la punta de tu barba. 28 Y no haréis rasguños en vuestra carne por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo soy el SEÑOR. 29 No contaminarás tu hija haciéndola fornicar; para que no se prostituya la tierra, y se llene de maldad. 30 Mis sábados guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo soy el SEÑOR. 31 No os volváis a los encantadores y a los adivinos; no los consultéis ensuciándoos con ellos. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 32 Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo soy el SEÑOR. 33 Y cuando el extranjero morare contigo en vuestra tierra, no le oprimiréis. 34 Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que peregrinare entre vosotros; y ámalo como a ti mismo; porque peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 35 No hagáis agravio en juicio, en medida de tierra, ni en peso, ni en otra medida. 36 Balanzas justas, pesas justas, efa justo, e hin justo tendréis. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto. 37 Guardad pues todos mis estatutos, y todos mis derechos, y ponedlos por obra. Yo soy el SEÑOR. CAPÍTULO 20 1 Y habló el SEÑOR a Moisés diciendo: 2 Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que peregrinan en Israel, que diere de su simiente a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará con piedras. 3 Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo; por cuanto dio de su simiente a Moloc, contaminando mi santuario, y ensuciando mi santo nombre. 4 Y si escondiere el pueblo de la tierra sus ojos de aquel varón que hubiere dado de su simiente a Moloc, para no matarle, 5 entonces yo pondré mi rostro contra aquel varón, y contra su familia, y le cortaré de entre su pueblo, con todos los que fornicaron en pos de él, prostituyéndose en pos de Moloc. 6 Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. 7 Santificaos, pues, y sed santos, porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 8 Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo soy el SEÑOR que os santifico. 9 Porque varón que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él. 10 Y el varón que adulterare con la mujer de otro, el que cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, indefectiblemente morirá el adúltero y la adúltera. 11 Y cualquiera que se echare con la mujer de su padre, la desnudez de su padre descubrió; ambos morirán; su sangre será sobre ellos. 12 Y cualquiera que durmiere con su nuera, ambos morirán; hicieron mistura; su sangre será sobre ellos. 13 Y cualquiera que tuviere ayuntamiento con macho como con mujer, abominación hicieron; ambos morirán; su sangre será sobre ellos. 14 Y el que tomare mujer y a la madre de ella, comete vileza; quemarán en fuego a él y a ellas, para que no haya vileza entre vosotros. 15 Y cualquiera que tuviere cópula con bestia, morirá; y mataréis a la bestia. 16 Y la mujer que se acercare a algún animal, para tener ayuntamiento con él, a la mujer y al animal matarás; morirán infaliblemente; su sangre será sobre ellos. 17 Y cualquiera que tomare a su hermana, hija de su padre o hija de su madre, y viere su desnudez, y ella viere la suya, cosa es execrable; por tanto serán muertos a ojos de los hijos de su pueblo; descubrió la desnudez de su hermana; su pecado llevará. 18 Y cualquiera que durmiere con mujer menstruosa, y descubriere su desnudez, su fuente descubrió, y ella descubrió la fuente de su sangre; ambos serán cortados de entre su pueblo. 19 La desnudez de la hermana de tu madre, o de la hermana de tu padre, no descubrirás; por cuanto descubrió su parienta, su iniquidad llevarán. 20 Y cualquiera que durmiere con la mujer del hermano de su padre, la desnudez del hermano de su padre descubrió; su pecado llevarán; morirán sin hijos. 21 Y el que tomare la mujer de su hermano, es suciedad; la desnudez de su hermano descubrió; sin hijos serán. 22 Guardad, pues, todos mis estatutos y todos mis derechos, y ponedlos por obra; y no os vomitará la tierra, en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. 23 Y no andéis en las prácticas de los gentiles que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación. 24 Pero a vosotros os he dicho: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra que fluye leche y miel. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos. 25 Por tanto, vosotros haréis diferencia entre animal limpio e inmundo, y entre ave inmunda y limpia; y no ensuciéis vuestras personas en los animales, ni en las aves, ni en ninguna cosa que se va arrastrando por la tierra, las cuales os he apartado por inmundas. 26 Habéis, pues, de serme santos, porque yo el SEÑOR soy santo, y os he apartado de los pueblos, para que seáis míos. 27 Y el hombre o la mujer en quienes hubiere espíritu pitónico o de adivinación, morirán; los apedrearán con piedras; su sangre será sobre ellos. CAPÍTULO 21 1 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Habla a los sacerdotes hijos de Aarón, y diles que no se contaminen por un muerto en sus pueblos. 2 Mas por su pariente cercano a sí, por su madre, o por su padre, o por su hijo, o por su hermano, 3 o por su hermana virgen, a él cercana, la cual no haya tenido marido, por ella se contaminará. 4 No se contaminará, por el príncipe en su pueblo, ensuciándose. 5 No harán calva en su cabeza, ni raerán la punta de su barba, ni en su carne harán rasguños. 6 Santos serán a su Dios, y no ensuciarán el nombre de su Dios; porque los fuegos del SEÑOR, el pan de su Dios ofrecen; por tanto serán santos. 7 Mujer ramera o infame no tomarán; ni tomarán mujer repudiada de su marido; porque el sacerdote es santo a su Dios. 8 Y lo santificarás, porque el pan de tu Dios ofrece; santo será a ti, porque santo soy yo el SEÑOR vuestro santificador. 9 Y la hija del varón sacerdote, si comenzare a fornicar, a su padre contamina; quemada será en fuego. 10 Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para vestir las vestimentas, no descubrirá su cabeza, ni romperá sus vestidos; 11 ni entrará a alguna persona muerta, ni por su padre, o por su madre se contaminará. 12 Ni saldrá del santuario, ni ensuciará el santuario de su Dios; porque la corona del aceite de la unción de su Dios está sobre él. Yo soy el SEÑOR. 13 Y tomará él mujer con su virginidad. 14 Viuda, o repudiada, o infame, o ramera, éstas no tomará; mas tomará virgen de su pueblo por mujer. 15 Y no ensuciará su simiente en su pueblo; porque yo el SEÑOR soy el que los santifico. 16 Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: 17 Habla a Aarón, y dile: El varón de tu simiente en sus generaciones, en el cual hubiere falta, no se acercará para ofrecer el pan de su Dios. 18 Porque ningún varón en el cual hubiere falta, se acercará: varón ciego, o cojo, o falto, o sobrado, 19 o varón en el cual hubiere quebradura de pie o quebradura de mano, 20 o jorobado, o lagañoso, o que tuviere nube en el ojo, o que tuviere sarna, o empeine, o testículo atrofiado. 21 Ningún varón de la simiente de Aarón sacerdote, en el cual hubiere falta, se acercará para ofrecer las ofrendas encendidas del SEÑOR. Hay falta en él; no se acercará a ofrecer el pan de su Dios. 22 El pan de su Dios, de lo santísimo y de las cosas santificadas, comerá. 23 Pero no entrará del velo adentro, ni se acercará al altar, por cuanto hay falta en él; y no ensuciará mi santuario, porque yo el SEÑOR soy el que los santifico. 24 Y Moisés habló esto a Aarón, y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel. CAPÍTULO 22 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Di a Aarón y a sus hijos, que se abstengan de las santificaciones de los hijos de Israel, y que no ensucien mi santo nombre en lo que ellos me santifican. Yo soy el SEÑOR. 3 Diles: Todo varón de toda vuestra simiente en vuestras generaciones que llegare a las santificaciones, que los hijos de Israel santifican al SEÑOR, teniendo inmundicia sobre sí, de delante de mí será cortada su alma. Yo soy el SEÑOR. 4 Cualquier varón de la simiente de Aarón que fuere leproso, o padeciere flujo de simiente, no comerá de las santificaciones hasta que esté limpio; y el que tocare cualquiera cosa inmunda de mortecino, o el varón del cual hubiere salido derramamiento de semen; 5 o el varón que hubiere tocado cualquier reptil, por el cual será inmundo, u hombre por el cual venga a ser inmundo, conforme a cualquiera inmundicia suya; 6 la persona que lo tocare, será inmunda hasta la tarde, y no comerá de las santificaciones, antes que haya lavado su carne con agua. 7 Y cuando el sol se pusiere, será purificado; y después comerá de las santificaciones, porque su pan es. 8 Mortecino ni despedazado por fiera no comerá, para contaminarse en ello. Yo soy el SEÑOR. 9 Guarden, pues, mi observancia, y no lleven pecado por ello, y mueran por ello cuando la profanaren. Yo soy el SEÑOR que los santifico. 10 Ningún extraño comerá santificación; el huésped del sacerdote, ni el jornalero, no comerá santificación. 11 Mas el sacerdote, cuando comprare persona de su dinero, ésta comerá de ella, y el nacido en su casa; éstos comerán de su pan. 12 Pero la hija del sacerdote, cuando se casare con varón extraño, ella no comerá de la apartadura de las santificaciones. 13 Mas si la hija del sacerdote fuere viuda, o repudiada, y no tuviere prole, y se hubiere vuelto a la casa de su padre, como en su juventud, comerá del pan de su padre; pero ningún extraño coma de él. 14 Y el que por yerro comiere santificación, añadirá a ella su quinto, y lo dará al sacerdote con la ofrenda que comió. 15 No contaminarán, pues, las santificaciones de los hijos de Israel, las cuales apartan para el SEÑOR; 16 ni les harán llevar la iniquidad del pecado, comiendo las santificaciones de ellos. Porque yo el SEÑOR soy el que los santifico. 17 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 18 Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: Cualquier varón de la Casa de Israel, o de los extranjeros en Israel, que ofreciere su ofrenda por todos sus votos, y por todas sus ofrendas voluntarias, que ofrecieren al SEÑOR en holocausto; 19 de vuestra voluntad ofreceréis macho sin defecto de entre las vacas, de entre los corderos, o de entre las cabras. 20 Ninguna cosa en que haya falta ofreceréis, porque no será acepto por vosotros. 21 Asimismo, cuando alguno ofreciere sacrificio de paz al SEÑOR para presentar voto, u ofreciendo voluntariamente, de vacas o de ovejas, sin tacha será acepto. 22 Ciego, o perniquebrado, o mutilado, o verrugoso, o sarnoso o roñoso, no ofreceréis éstos al SEÑOR, ni de ellos pondréis ofrenda encendida sobre el altar del SEÑOR. 23 Buey o carnero que tenga de más o de menos, podrás ofrecer por ofrenda voluntaria; mas por voto no será acepto. 24 Herido o magullado, roto o cortado, no ofreceréis al SEÑOR, ni en vuestra tierra lo haréis. 25 Y de mano de hijo de extranjero no ofreceréis el pan de vuestro Dios de todas estas cosas; porque su corrupción está en ellas; hay en ellas falta, no se os aceptarán. 26 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 27 El buey, o el cordero, o la cabra, cuando naciere, siete días estará mamando de su madre; mas desde el octavo día en adelante será acepto para ofrenda de sacrificio encendido al SEÑOR. 28 Y sea buey o carnero, no degollaréis en un día a él y a su hijo. 29 Y cuando ofreciereis sacrificio de acción de gracias al SEÑOR, de vuestra voluntad lo sacrificaréis. 30 En el mismo día se comerá; no dejaréis de él para otro día. Yo soy el SEÑOR. 31 Guardad pues mis mandamientos, y ponedlos por obra. Yo soy el SEÑOR. 32 Y no ensuciéis mi santo nombre, y yo me santificaré en medio de los hijos de Israel. Yo soy el SEÑOR que os santifico; 33 que os saqué de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Yo soy el SEÑOR. CAPÍTULO 23 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel, y diles: Las fiestas del SEÑOR, a las cuales haréis convocación general de todo el pueblo, estas serán mis fiestas. 3 Seis días se trabajará, y el séptimo día será sábado de reposo, convocación santa; ninguna obra haréis; sábado es del SEÑOR en todas vuestras habitaciones. 4 Estas son las fiestas del SEÑOR, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos determinados. 5 En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua al SEÑOR. 6 Y a los quince días de este mes es la fiesta de los ázimos al SEÑOR; siete días comeréis ázimos. 7 El primer día tendréis santa convocación; ninguna obra servil haréis. 8 Y ofreceréis al SEÑOR siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ninguna obra servil haréis. 9 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 10 Habla a Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra que yo os doy, y segareis su mies, traeréis al sacerdote un homer por primicia de los primeros frutos de vuestra siega; 11 el cual mecerá el homer delante del SEÑOR, para que seáis aceptos; el siguiente día del sábado lo mecerá el sacerdote. 12 Y el día que ofrezcáis el homer, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto al SEÑOR. 13 Con su presente, dos décimas de flor de harina amasada con aceite en ofrenda encendida al SEÑOR para olor aceptable; y su libación de vino, la cuarta parte de un hin. 14 Y no comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en todas vuestras habitaciones. 15 Y os habéis de contar desde el siguiente día del sábado, desde el día en que ofrecisteis el homer de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán; 16 hasta el siguiente día del sábado séptimo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis nuevo presente al SEÑOR. 17 De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de flor de harina, cocidos con levadura, por primicias al SEÑOR. 18 Y ofreceréis con el pan siete corderos de un año sin defecto, y un novillo de la vacada y dos carneros; serán holocausto al SEÑOR, con su presente y sus libaciones, en ofrenda encendida de olor muy aceptable al SEÑOR. 19 Ofreceréis además un macho cabrío por expiación; y dos corderos de un año en sacrificio de paz. 20 Y el sacerdote los presentará en ofrenda mecida delante del SEÑOR, con el pan de las primicias, y los dos corderos; santidad serán del SEÑOR para el sacerdote. 21 Y convocaréis en este mismo día; os será santa convocación; ninguna obra servil haréis; estatuto perpetuo en todas vuestras habitaciones por vuestras edades. 22 Y cuando segareis la mies de vuestra tierra, no acabarás de segar el rincón de tu campo, ni espigarás tu siega; para el pobre, y para el extranjero la dejarás. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 23 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 24 Habla a los hijos de Israel, y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis sábado, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. 25 Ninguna obra servil haréis; y ofreceréis ofrenda encendida al SEÑOR. 26 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 27 Pero a los diez de este mes séptimo será el día de las expiaciones; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida al SEÑOR. 28 Ninguna obra haréis en este mismo día; porque es día de expiaciones, para reconciliaros delante del SEÑOR vuestro Dios. 29 Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo. 30 Y cualquiera persona que hiciere obra alguna en este mismo día, yo destruiré la tal persona de entre su pueblo. 31 Ninguna obra haréis; estatuto perpetuo será por vuestras edades en todas vuestras habitaciones. 32 Sábado de sábados será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve del mes en la tarde; de tarde a tarde reposaréis vuestro sábado. 33 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 34 Habla a los hijos de Israel, y diles: A los quince días de este mes séptimo será la fiesta de los tabernáculos al SEÑOR por siete días. 35 El primer día será santa convocación: ninguna obra servil haréis. 36 Siete días ofreceréis ofrenda encendida al SEÑOR; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida al SEÑOR; es fiesta, ninguna obra servil haréis. 37 Estas son las fiestas del SEÑOR, a las que convocaréis; santas convocaciones, para ofrecer ofrenda encendida al SEÑOR, holocausto y presente, sacrificio y libaciones, cada cosa en su tiempo; 38 además de los sábados del SEÑOR de cada semana y además de vuestros dones, y a más de todos vuestros votos, y además de todas vuestras ofrendas voluntarias, que daréis al SEÑOR. 39 Pero a los quince del mes séptimo, cuando hubiereis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta al SEÑOR por siete días; el primer día será sábado; y el octavo día también será sábado. 40 Y tomaréis el primer día gajos con fruto de algún árbol hermoso, ramos de palmas, y ramas de árboles espesos, y sauces de los arroyos; y os regocijaréis delante del SEÑOR vuestro Dios por siete días. 41 Y le haréis fiesta al SEÑOR por siete días cada año; será estatuto perpetuo por vuestras edades; en el mes séptimo la haréis. 42 En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos; 43 para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel, cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 44 Así habló Moisés a los hijos de Israel de las fiestas del SEÑOR. CAPÍTULO 24 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Manda a los hijos de Israel que te traigan aceite de olivas claro, molido, para la luminaria, para hacer arder las lámparas de continuo. 3 Fuera del velo del testimonio, en el tabernáculo del testimonio, las aderezará Aarón desde la tarde hasta la mañana delante del SEÑOR, de continuo; estatuto perpetuo por vuestras edades. 4 Sobre el candelero limpio pondrá siempre en orden las lámparas delante del SEÑOR. 5 Y tomarás flor de harina, y cocerás de ella doce tortas; cada torta será de dos décimas. 6 Y las pondrás en dos órdenes, seis en cada orden, sobre la mesa limpia delante del SEÑOR. 7 Pondrás también sobre cada orden incienso limpio, y servirá al pan por olor, y perfume al SEÑOR. 8 Cada día de sábado lo pondrá en orden delante del SEÑOR siempre; pacto sempiterno de los hijos de Israel. 9 Y será de Aarón y de sus hijos, los cuales lo comerán en el lugar santo; porque es cosa santísima para él, de las ofrendas encendidas al SEÑOR, por fuero perpetuo. 10 En aquella sazón el hijo de una mujer israelita, el cual era hijo de un hombre egipcio, salió entre los hijos de Israel; y el hijo de la israelita y un varón de Israel riñeron en el real. 11 Y el hijo de la mujer israelita pronunció el Nombre, y maldijo; entonces le llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan. 12 Y lo pusieron en la cárcel, hasta que les fuese declarado por palabra del SEÑOR. 13 Entonces el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: 14 Saca al blasfemo fuera del real, y todos los que le oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la congregación. 15 Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cualquier varón que dijere mal a su Dios, llevará su iniquidad. 16 Y el que pronunciare el Nombre del SEÑOR, morirá; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si pronunciare el Nombre, que muera. 17 Asimismo el hombre que hiere de muerte a cualquiera persona, que sufra la muerte. 18 Y el que hiere a algún animal ha de restituirlo, animal por animal. 19 Y el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: 20 Rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que habrá hecho a otro, tal se hará a él. 21 El que hiere algún animal, ha de restituirlo; mas el que hiere de muerte a un hombre, que muera. 22 Un mismo derecho tendréis; como el extranjero, así será el natural; porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 23 Y habló Moisés a los hijos de Israel, y ellos sacaron al blasfemo fuera del real, y lo apedrearon con piedras. Y los hijos de Israel hicieron según que el SEÑOR había mandado a Moisés. CAPÍTULO 25 1 Y el SEÑOR habló a Moisés en el monte de Sinaí, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo al SEÑOR. 3 Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña, y cogerás sus frutos; 4 y el séptimo año la tierra tendrá sábado de reposo, sábado al SEÑOR; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. 5 Lo que de suyo se naciere en tu tierra segada, no lo segarás; y las uvas de tu ofrenda no vendimiarás; año de reposo será a la tierra. 6 Mas el sábado de la tierra os será para comer a ti, y a tu siervo, y a tu sierva, y a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo; 7 y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer. 8 Y te has de contar siete sábados de años, siete veces siete años; de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. 9 Entonces harás pasar la trompeta de jubilación en el mes séptimo a los diez del mes; el día de las expiaciones haréis pasar la trompeta por toda vuestra tierra. 10 Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; éste os será jubileo; y volveréis cada uno a su posesión, y cada cual volverá a su familia. 11 El año de los cincuenta años os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus ofrendas; 12 porque es jubileo; santo será a vosotros; el fruto de la tierra comeréis. 13 En este año de jubileo volveréis cada uno a su posesión. 14 Y cuando vendiereis algo a vuestro prójimo, o comprareis de mano de vuestro prójimo, no engañe ninguno a su hermano. 15 Conforme al número de los años después del jubileo comprarás de tu prójimo; conforme al número de los años de los frutos te venderá él a ti. 16 Conforme a la multitud de los años aumentarás el precio, y conforme a la disminución de los años disminuirás el precio; porque según el número de los años de los frutos te ha de vender él. 17 Y no engañe ninguno a su prójimo; mas tendrás temor de tu Dios; porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 18 Ejecutad, pues, mis estatutos, y guardad mis derechos, y ponedlos por obra, y habitaréis en la tierra seguros; 19 y la tierra dará su fruto, y comeréis hasta saciaros, y habitaréis en ella seguros. 20 Y si dijereis: ¿Qué comeremos el séptimo año? He aquí no hemos de sembrar, ni hemos de coger nuestros frutos, 21 entonces yo os enviaré mi bendición el sexto año, y hará fruto por tres años. 22 Y sembraréis el año octavo, y comeréis del fruto añejo; hasta el año noveno, hasta que venga su fruto comeréis del añejo. 23 Y la tierra no se venderá rematadamente, porque la tierra mía es; que vosotros peregrinos y extranjeros sois para conmigo. 24 Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión, otorgaréis redención a la tierra. 25 Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, vendrá su redentor, su pariente mas cercano, y rescatará lo que su hermano hubiere vendido. 26 Y cuando el hombre no tuviere redentor, si alcanzare su mano, y hallare lo que basta para su rescate; 27 entonces contará los años de su venta, y pagará lo que quedare al varón a quien vendió, y volverá a su posesión. 28 Mas si no alcanzare su mano lo que basta para que vuelva a él, lo que vendió estará en poder del que lo compró hasta el año del jubileo; y al jubileo saldrá la tierra libre, y él volverá a su posesión. 29 Y el varón que vendiere casa de morada en ciudad cercada, tendrá facultad de redimirla hasta acabarse el año de su venta; un año será el término de poderse redimir. 30 Y si no fuere rescatada dentro de un año entero, la casa que estuviere en la ciudad amurallada quedará para siempre para aquel que la compró, y para sus descendientes; no saldrá en el jubileo. 31 Mas las casas de las aldeas que no tienen muro alrededor, serán estimadas como un campo de tierra; tendrán redención, y saldrán en el jubileo. 32 Pero en cuanto a las ciudades de los levitas, y de las casas de las ciudades, que poseyeren, los levitas tendrán redención siempre. 33 Y el que comprare de los levitas, la venta de la casa, y de la ciudad de su posesión saldrá en el jubileo; por cuanto las casas de las ciudades de los levitas es la posesión de ellos entre los hijos de Israel. 34 Mas la tierra del ejido de sus ciudades no se venderá, porque es perpetua posesión de ellos. 35 Y cuando tu hermano empobreciere, y se acogiere a ti, tú lo recibirás; como peregrino y extranjero vivirá contigo. 36 No tomarás usura de él, ni aumento; mas tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá contigo. 37 No le darás tu dinero a usura, ni tus víveres a ganancia. 38 Yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canaán, para ser vuestro Dios. 39 Y cuando tu hermano empobreciere, estando contigo, y se vendiere a ti, no le harás servir como esclavo. 40 Como criado, como extranjero estará contigo; hasta el año del jubileo te servirá. 41 Entonces saldrá libre de tu casa, él y sus hijos consigo, y volverá a su familia, y a la posesión de sus padres se restituirá. 42 Porque me pertenecen, yo los saqué de la tierra de Egipto; y no serán vendidos a manera de esclavos. 43 No te enseñorearás de él con dureza, mas tendrás temor de tu Dios. 44 Así tu esclavo como tu esclava que tuvieres, serán de los gentiles que están en vuestro alrededor; de ellos compraréis esclavos y esclavas. 45 También compraréis de los hijos de los forasteros que viven entre vosotros, y de los que del linaje de ellos son nacidos en vuestra tierra, que están con vosotros; los cuales tendréis por posesión. 46 Y los poseeréis por juro de heredad para vuestros hijos después de vosotros, como posesión hereditaria; para siempre os serviréis de ellos; pero en vuestros hermanos los hijos de Israel, no os enseñorearéis cada uno sobre su hermano con dureza. 47 Y si el peregrino o extranjero que está contigo, adquiriese medios, y tu hermano que está con él empobreciere, y se vendiere al peregrino o extranjero que está contigo, o a la raza del linaje del extranjero; 48 después que se hubiere vendido, tendrá redención; uno de sus hermanos lo rescatará; 49 o su tío, o el hijo de su tío lo rescatará, o el cercano de su carne, de su linaje, lo rescatará; o si sus medios alcanzaren, él mismo se redimirá. 50 Y contará con el que lo compró, desde el año que se vendió a él hasta el año del jubileo; y ha de apreciarse el dinero de su venta conforme al número de los años, y se hará con él conforme al tiempo de un criado asalariado. 51 Si aún fueren muchos años, conforme a ellos volverá para su rescate del dinero por el cual se vendió. 52 Y si quedare poco tiempo hasta el año del jubileo, entonces contará con él, y devolverá su rescate conforme a sus años. 53 Como con el tomado a salario anualmente hará con él; no se enseñoreará en él con aspereza delante de tus ojos. 54 Mas si no se redimiere en esos años, en el año del jubileo saldrá, él, y sus hijos con él. 55 Porque míos son los hijos de Israel; son esclavos míos, a los cuales saqué de la tierra de Egipto. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. CAPÍTULO 26 1 No haréis para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantaréis título, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 2 Guardad mis sábados, y tened en reverencia mi santuario: Yo soy el SEÑOR. 3 Si anduviereis en mis decretos, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra; 4 yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra dará su fruto, y el árbol del campo dará su fruto; 5 y la trilla os alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros y habitaréis seguros en vuestra tierra. 6 Porque yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar las malas bestias de vuestra tierra, y por vuestra tierra no pasará cuchillo. 7 Y perseguiréis a vuestros enemigos, y delante de vosotros caerán a cuchillo. 8 Y cinco de vosotros perseguirán a cien, y cien de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a cuchillo delante de vosotros. 9 Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros. 10 Y comeréis lo añejo de mucho tiempo, y sacaréis fuera lo añejo a causa de lo nuevo. 11 Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; 12 y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. 13 Yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus esclavos; y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro alto. 14 Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, 15 y si abominareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis derechos, no poniendo por obra todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto; 16 yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en balde vuestra simiente, porque vuestros enemigos la comerán. 17 Y pondré mi ira sobre vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga. 18 Y si aun con estas cosas no me oyereis, yo tornaré a castigaros siete veces más por vuestros pecados. 19 Y quebrantaré la soberbia de vuestra fortaleza, y tornaré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce. 20 Y vuestra fuerza se consumirá en vano; que vuestra tierra no dará su fruto, y los árboles de la tierra no darán su fruto. 21 Y si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados. 22 Enviaré también contra vosotros bestias fieras que os arrebaten los hijos, y destruyan vuestros animales, y os apoquen, y vuestros caminos sean desiertos. 23 Y si con estas cosas no fuereis corregidos, sino que anduviereis conmigo en oposición, 24 yo también procederé con vosotros, en oposición y os heriré aún siete veces por vuestros pecados. 25 Y traeré sobre vosotros cuchillo vengador, en vindicación del pacto; y os recogeréis a vuestras ciudades; mas yo enviaré pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en mano del enemigo. 26 Cuando yo os quebrantare el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis. 27 Y si con esto no me oyereis, mas procediereis conmigo en oposición, 28 yo procederé con vosotros en contra y con ira, y os castigaré aún siete veces por vuestros pecados. 29 Y comeréis la carne de vuestros hijos, y comeréis la carne de vuestras hijas. 30 Y destruiré vuestros altos, y talaré vuestras imágenes, y pondré vuestros cuerpos muertos sobre los cuerpos muertos de vuestros ídolos, y mi alma os abominará. 31 Y pondré vuestras ciudades en desierto, y asolaré vuestros santuarios, y no oleré la fragancia de vuestro suave perfume. 32 Yo asolaré también la tierra, que se pasmarán de ella vuestros enemigos que en ella moran; 33 y a vosotros os esparciré por los gentiles, y desenvainaré cuchillo en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades. 34 Entonces la tierra reposará sus sábados todos los días que estuviere asolada, mientras vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus sábados. 35 Todo el tiempo que estará asolada, reposará lo que no reposó en vuestros sábados mientras habitabais en ella. 36 Y a los que quedaren de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja movida los perseguirá, y huirán como de cuchillo, y caerán sin que nadie los persiga. 37 Y tropezarán los unos con los otros, como si huyeran delante de cuchillo, aunque nadie los persiga; y no podréis resistir delante de vuestros enemigos. 38 Y pereceréis entre los gentiles, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá. 39 Y los que quedaren de vosotros decaerán en las tierras de vuestros enemigos por su iniquidad; y por la iniquidad de sus padres decaerán con ellos. 40 Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición, 41 Yo también habré andado con ellos en contra, y los habré metido en la tierra de sus enemigos; y entonces se humillará su corazón incircunciso, y rogarán por su pecado; 42 y yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré; y haré memoria de la tierra. 43 Que la tierra estará desamparada de ellos, y reposará sus sábados, estando desierta a causa de ellos; y ellos rogarán por su pecado; por cuanto menospreciaron mis derechos, y tuvo el alma de ellos fastidio de mis decretos. 44 Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos; porque yo el SEÑOR soy su Dios. 45 Antes me acordaré de ellos por el pacto antiguo, cuando los saqué de la tierra de Egipto a los ojos de los gentiles, para ser su Dios: Yo soy el SEÑOR. 46 Estos son los decretos, derechos y leyes que estableció el SEÑOR entre sí y los hijos de Israel en el monte de Sinaí por mano de Moisés. CAPÍTULO 27 1 Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando alguno hiciere especial voto al SEÑOR, según la estimación de las personas que se hayan de redimir, así será tu estimación: 3 En cuanto al macho de veinte años hasta sesenta, tu estimación será cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. 4 Y si fuere hembra, la estimación será treinta siclos. 5 Y si fuere de cinco años hasta veinte, tu estimación será respecto al macho veinte siclos, y a la hembra diez siclos. 6 Y si fuere de un mes hasta cinco años, tu estimación será en orden al macho, cinco siclos de plata; y por la hembra será tu estimación tres siclos de plata. 7 Mas si fuere de sesenta años arriba, por el macho tu estimación será quince siclos, y por la hembra diez siclos. 8 Pero si fuere más pobre que tu estimación, entonces comparecerá ante el sacerdote, y el sacerdote le apreciará; conforme a la facultad del votante le apreciará el sacerdote. 9 Y si fuere animal de que se ofrece ofrenda al SEÑOR, todo lo que se diere de él al SEÑOR será santo. 10 No será mudado ni trocado, bueno por malo, ni malo por bueno; y si se permutare un animal por otro, él y el dado por él en cambio serán del santuario. 11 Y si fuere algún animal inmundo, de que no se ofrece ofrenda al SEÑOR, entonces el animal será puesto delante del sacerdote, 12 y el sacerdote lo apreciará, sea bueno o sea malo; conforme a la estimación del sacerdote, así será. 13 Y si lo hubieren de redimir, añadirán su quinto sobre tu estimación. 14 Y cuando alguno santificare su casa en santificación al SEÑOR, la apreciará el sacerdote, sea buena o sea mala; según la apreciare el sacerdote, así quedará. 15 Mas si el santificante redimiere su casa, añadirá a tu estimación el quinto del dinero sobre ella, y será suya. 16 Y si alguno santificare de la tierra de su posesión al SEÑOR, tu estimación será conforme a su sembradura; un homer de sembradura de cebada se apreciará en cincuenta siclos de plata. 17 Y si santificare su tierra desde el año del jubileo, conforme a tu estimación quedará. 18 Mas si después del jubileo santificare su tierra, entonces el sacerdote hará la cuenta del dinero conforme a los años que quedaren hasta el año del jubileo, y se rebajará de tu estimación. 19 Y si el que santificó la tierra quisiere redimirla, añadirá a tu estimación el quinto del dinero de ella, y se le quedará para él. 20 Mas si él no redimiere la tierra, y la tierra se vendiere a otro, no la redimirá más; 21 sino que cuando saliere en el jubileo, la tierra será santa al SEÑOR, como tierra de anatema; la posesión de ella será del sacerdote. 22 Y si santificare alguno al SEÑOR la tierra que él compró, que no era de la tierra de su herencia, 23 entonces el sacerdote calculará con él la suma de tu estimación hasta el año del jubileo, y aquel día dará tu señalado precio, cosa consagrada al SEÑOR. 24 En el año del jubileo, volverá la tierra a aquel de quien él la compró, cuya era la herencia de la tierra. 25 Y todo lo que apreciares será conforme al siclo del santuario; el siclo tiene veinte óbolos. 26 Pero el primogénito de los animales, que por la primogenitura es del SEÑOR, nadie lo santificará; sea buey u oveja, del SEÑOR es. 27 Mas si fuere de los animales inmundos, lo redimirán conforme a tu estimación, y añadirán sobre ella su quinto; y si no lo redimieren, se venderá conforme a tu estimación. 28 Pero ningún anatema, que alguno santificare al SEÑOR de todo lo que tuviere, de hombres y animales, y de las tierras de su posesión, no se venderá, ni se redimirá. Todo anatema será cosa santísima al SEÑOR. 29 Cualquier anatema de hombres que se consagrare no será redimido; indefectiblemente morirá. 30 Y todos los diezmos de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, del SEÑOR son; es santidad al SEÑOR. 31 Y si alguno quisiere redimir algo de sus diezmos, añadirá su quinto a ello. 32 Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será santidad al SEÑOR. 33 No mirará si es bueno o malo, ni lo trocará; y si lo trocare, ello y su trueque serán santificación; no se redimirá. 34 Estos son los mandamientos que ordenó el SEÑOR a Moisés, para los hijos de Israel, en el monte de Sinaí.
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