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PROVERBIOS CAPÍTULO 1 1 Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel: 2 Para entender sabiduría y castigo; para entender las razones prudentes; 3 para recibir el castigo de prudencia, justicia, juicio y equidad; 4 para dar astucia a los simples, y a los jóvenes inteligencia y consejo. 5 Si el sabio los oyere, aumentará la doctrina; y el entendido adquirirá consejo; 6 para entender parábola y declaración; palabras de sabios, y sus enigmas. 7 El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR; los locos despreciaron la sabiduría y el castigo. 8 Oye, hijo mío, el castigo de tu padre, y no deseches la ley de tu madre; 9 porque aumento de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. 10 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. 11 Si dijeren: Ven con nosotros, espiemos a alguno para matarle, acechemos al inocente sin razón; 12 los tragaremos vivos como el sepulcro, y enteros, como los que caen en un abismo; 13 hallaremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos; 14 echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una bolsa, 15 hijo mío, no andes en camino con ellos; aparta tu pie de sus veredas; 16 porque sus pies correrán al mal, e irán presurosos a derramar sangre. 17 Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave; 18 mas ellos a su propia sangre espían, y a sus almas ponen asechanza. 19 Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual prenderá el alma de sus poseedores. 20 La sabiduría clama de fuera; en las plazas da su voz; 21 clama en los principales lugares de concurso; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones: 22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los locos aborrecerán la ciencia? 23 Volveos a mi reprensión; he aquí yo os derramaré mi espíritu, y os haré saber mis palabras. 24 Por cuanto llamé, y no quisisteis; extendí mi mano, y no hubo quien escuchase; 25 antes desechasteis todo consejo mío, y no quisisteis mi reprensión; 26 también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; 27 cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. 28 Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán; 29 por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor del SEÑOR, 30 ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía. 31 Comerán, pues, del fruto de su camino, y de sus consejos se hartarán. 32 Porque el reposo de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los locos los echará a perder. 33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente, y vivirá reposado del temor del mal. CAPÍTULO 2 1 Hijo mío, si tomares mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, 2 haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia; 3 si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; 4 si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros; 5 entonces entenderás el temor del SEÑOR, y hallarás el conocimiento de Dios. 6 Porque el SEÑOR da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. 7 El guarda el ser a los rectos; es escudo a los que caminan perfectamente, 8 guardando las veredas del juicio, y el camino de sus misericordiosos guardará. 9 Entonces entenderás justicia, juicio, y equidad, y todo buen camino. 10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere dulce a tu alma, 11 el consejo te guardará, te preservará la inteligencia, 12 para librarte del mal camino, del hombre que habla perversidades; 13 que dejan las veredas derechas, por andar por caminos tenebrosos; 14 que se alegran haciendo mal, que se huelgan en malas perversidades; 15 cuyas veredas son torcidas, y ellos torcidos en sus caminos. 16 Para librarte de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras; 17 que desampara el príncipe de su juventud, y se olvida del pacto de su Dios. 18 Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas van hacia los muertos. 19 Todos los que a ella entraren, no volverán, ni tomarán las veredas de la vida. 20 Para que andes por el camino de los buenos, y guardes las veredas de los justos. 21 Porque los rectos habitarán la tierra, y los perfectos permanecerán en ella; 22 mas los impíos serán cortados de la tierra, y los prevaricadores serán de ella desarraigados. CAPÍTULO 3 1 Hijo mío, no te olvides de mi ley; y tu corazón guarde mis mandamientos; 2 porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. 3 Misericordia y verdad no te desamparen; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; 4 y hallarás gracia y buena opinión en los ojos de Dios y de los hombres. 5 Fíate del SEÑOR de todo tu corazón, y no estribes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. 7 No seas sabio en tu propia opinión; teme al SEÑOR, y apártate del mal; 8 porque será medicina a tu ombligo, y tuétano a tus huesos. 9 Honra al SEÑOR de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos; 10 y serán llenos tus alfolíes con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto. 11 No deseches, hijo mío, el castigo del SEÑOR; ni te fatigues de su corrección; 12 porque el SEÑOR castiga al que ama y quiere, como el padre al hijo. 13 Bienaventurado el hombre que halló la sabiduría, y que saca a luz la inteligencia; 14 porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, y sus frutos más que el oro fino. 15 Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. 16 Largura de días trae en su mano derecha; en su izquierda riquezas y honra. 17 Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. 18 Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano; y bienaventurados son los que la mantienen. 19 El SEÑOR con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia. 20 Con su ciencia se partieron los abismos, y destilan el rocío los cielos. 21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo; 22 y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello. 23 Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará. 24 Cuando te acostares, no tendrás temor; antes te acostarás, y tu sueño será suave. 25 No tendrás temor del pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere; 26 porque el SEÑOR será tu confianza, y él guardará tu pie para que no seas tomado. 27 No detengas el bien de sus dueños, cuando tuvieres poder para hacerlo. 28 No digas a tu prójimo: Ve, y vuelve, y mañana te daré; cuando tienes contigo qué darle. 29 No pienses mal contra tu prójimo, estando él confiado de ti. 30 No pleitees con alguno sin razón, si él no te ha hecho agravio. 31 No envidies al hombre injusto, ni escojas alguno de sus caminos. 32 Porque el perverso es abominado del SEÑOR; mas su secreto es con los rectos. 33 La maldición del SEÑOR está en la casa del impío; mas él bendecirá la morada de los justos. 34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores, y a los humildes dará gracia. 35 Los sabios heredarán la honra; mas los locos sostendrán deshonra. CAPÍTULO 4 1 Oíd, hijos, el castigo del padre; y estad atentos para que sepáis inteligencia. 2 Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley. 3 Porque yo fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. 4 Y él me enseñaba, y me decía: Sustente tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. 5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; 6 no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará. 7 Sabiduría primero que todo; adquiere sabiduría; y ante toda tu posesión adquiere inteligencia. 8 Crece en ella, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado. 9 Dará a tu cabeza aumento de gracia; corona de hermosura te entregará. 10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones; y se te multiplicarán años de vida. 11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar. 12 Cuando anduvieres por ellas no se estrecharán tus pasos; y si corrieres, no tropezarás. 13 Ten el castigo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida. 14 No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos. 15 Desampárala, no pases por ella; apártate de ella, y pasa. 16 Porque no duermen ellos, si no hicieren mal; y pierden su sueño, si no han hecho caer. 17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos. 18 Mas la vereda de los justos es como la luz del lucero, que va en aumento hasta que el día es perfecto. 19 El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan. 20 Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. 21 No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón. 22 Porque son vida a los que las hallan, y medicina a toda su carne. 23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. 24 Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de labios. 25 Tus ojos miren lo recto, y tus párpados enderecen tu camino delante de ti. 26 Pesa la vereda de tus pies, y todos tus caminos sean ordenados. 27 No te desvíes a diestra, ni a siniestra; aparta tu pie del mal. CAPÍTULO 5 1 Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído; 2 para que guardes consejo, y tus labios conserven la ciencia. 3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; 4 mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como cuchillo de dos filos. 5 Sus pies descienden a la muerte; sus pasos sustentan el sepulcro; 6 si no pesares el camino de vida, sus caminos son inestables; no los conocerás. 7 Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las razones de mi boca. 8 Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; 9 para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel; 10 para que no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; 11 y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo, 12 y digas: ¡Cómo aborrecí el castigo, y mi corazón menospreció la reprensión; 13 y no oí la voz de los que me castigaban; y a los que me enseñaban no incliné mi oído! 14 Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación. 15 Bebe el agua de tu cisterna, y las corrientes de tu pozo. 16 Rebosan por de fuera tus fuentes, en las plazas los ríos de tus aguas. 17 Sean para ti solo, y no para los extraños contigo. 18 Será bendito tu manantial; y alégrate de la mujer de tu juventud. 19 Como cierva de amores y graciosa gacela, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor andarás ciego de continuo, sin fijar tus ojos en nadie más. 20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, y abrazarás el seno de la extraña? 21 Pues que los caminos del hombre están ante los ojos del SEÑOR, ¡y él pesa todas sus veredas! 22 Sus propias iniquidades prenderán al impío, y con las cuerdas de su pecado será detenido. 23 El morirá por no haberse sometido al castigo; y por la grandeza de su locura, errará. CAPÍTULO 6 1 Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si prometiste al extraño, 2 enlazado eres con las palabras de tu boca, y preso con las razones de tu boca. 3 Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, porque has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y esfuerza tu prójimo. 4 No des sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecimiento. 5 Escápate como la gacela de la mano del cazador, y como el ave de la mano del parancero. 6 Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; 7 la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, 8 prepara en el verano su comida y en el tiempo de la siega allega su mantenimiento. 9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Tomando un poco de sueño, cabeceando otro poco, y cruzado los brazos otro poco para volver a dormir; 11 así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre de escudo. 12 El hombre perverso es varón inicuo, anda en perversidad de boca; 13 guiña con sus ojos, habla con sus pies, enseña con sus dedos; 14 perversidades hay en su corazón, anda pensando mal en todo tiempo; enciende rencillas. 15 Por tanto su calamidad vendrá de repente; súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio. 16 Seis cosas aborrece el SEÑOR, y aun siete abomina su alma: 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, 18 el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, 19 el testigo falso que habla mentiras, y el que enciende rencillas entre los hermanos. 20 Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la ley de tu madre; 21 átala siempre en tu corazón, enlázala a tu cuello. 22 Te guiará cuando anduvieres; cuando durmieres te guardará; hablará contigo cuando despertares. 23 Porque el mandamiento es candela, y la enseñanza luz; y camino de vida las reprensiones del castigo; 24 para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la extraña. 25 No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos; 26 porque a causa de la mujer ramera es reducido el hombre a un bocado de pan; y la mujer caza la preciosa alma del varón. 27 ¿Tomará el hombre fuego en su seno, sin que sus vestidos se quemen? 28 ¿Andará el hombre sobre las brasas, sin que sus pies se quemen? 29 Así el que entrare a la mujer de su prójimo; no será sin culpa cualquiera que la tocare. 30 No tienen en poco al ladrón, cuando hurtare para saciar su alma teniendo hambre; 31 pero tomado, paga siete veces; da toda la sustancia de su casa. 32 Mas el que comete adulterio con la mujer, es falto de corazón; corrompe su alma el que tal hace. 33 Plaga y vergüenza hallará; y su afrenta nunca será raída. 34 Porque el celo sañudo del varón no perdonará en el día de la venganza; 35 no tendrá respeto a ninguna redención; ni querrá perdonar, aunque multipliques el cohecho. CAPÍTULO 7 1 Hijo mío, guarda mis razones, y encierra contigo mis mandamientos. 2 Guarda mis mandamientos, y vivirás; y mi ley como las niñas de tus ojos. 3 Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón. 4 Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana; y a la inteligencia llama parienta, 5 para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras. 6 Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, 7 vi entre los simples, consideré entre los jóvenes, un joven falto de entendimiento, 8 el cual pasaba por la calle, junto a la esquina de aquella, e iba camino de su casa; 9 a la tarde del día, ya que oscurecía; en la oscuridad y tiniebla de la noche. 10 Y he aquí, una mujer que le sale al encuentro con atavío de ramera, guardada de corazón, 11 alborotadora y rencillosa, sus pies no pueden estar en casa; 12 unas veces de fuera, o bien por las plazas, acechando por todas las esquinas. 13 Y traba de él, y lo besa; desvergonzó su rostro, y le dijo: 14 Sacrificios de paz había prometido, hoy he pagado mis votos; 15 por tanto he salido a encontrarte, buscando tu rostro, y te he hallado. 16 Con paramentos he ataviado mi cama, recamados con cordoncillo de Egipto. 17 He sahumado mi cámara con mirra, áloes, y canela. 18 Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; alegrémonos en amores. 19 Porque el marido no está en casa, se ha ido a un largo viaje; 20 el saco de dinero llevó en su mano, el día de la fiesta volverá a su casa. 21 Lo derribó con la mucha suavidad de sus palabras, con la blandura de sus labios lo persuadió. 22 Se va en pos de ella luego, como va el buey al degolladero, y como el loco a las prisiones para ser castigado; 23 de tal manera que la saeta traspasó su hígado; como el ave que se apresura al lazo, y no sabe que es contra su vida. 24 Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca. 25 No se aparte a sus caminos tu corazón; no yerres en sus veredas. 26 Porque a muchos ha hecho caer muertos; y todos los fuertes han sido muertos por ella. 27 Caminos del sepulcro son su casa, que descienden a las cámaras de la muerte. CAPÍTULO 8 1 ¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia? 2 En los altos cabezos, junto al camino, a las encrucijadas de las veredas se para; 3 en el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces: 4 Oh hombres, a vosotros clamo; y mi voz es a los hijos de los hombres. 5 Entended, simples, la astucia; y vosotros, locos, tomad entendimiento. 6 Oíd, porque hablaré cosas excelentes; y abriré mis labios para cosas rectas. 7 Porque mi paladar hablará verdad, y mis labios abominan la impiedad. 8 En justicia son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida. 9 Todas ellas son rectas al que entiende; rectas a los que han hallado sabiduría. 10 Recibid mi castigo, y no plata; y ciencia más que el oro escogido. 11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella. 12 Yo, la sabiduría, moré con la astucia; y yo invento la ciencia de los consejos. 13 El temor del SEÑOR es aborrecer el mal; la soberbia, la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco. 14 Conmigo está el consejo y el ser; yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza. 15 Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. 16 Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra. 17 Yo amo a los que me aman; y los que me buscan me hallan. 18 Las riquezas y la honra están conmigo; sólidas riquezas, y justicia. 19 Mejor es mi fruto que el oro, y que la piedra preciosa; y mi rédito mejor que la plata escogida. 20 Por vereda de justicia guiaré, por en medio de veredas de juicio; 21 para hacer heredar a mis amigos el ser, y que yo llene sus tesoros. 22 El SEÑOR me poseyó en el principio de su camino, desde entonces, antes de sus obras. 23 Eternalmente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. 24 Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. 25 Antes que los montes fuesen fundados, antes de los collados, era yo engendrada; 26 no había aún hecho la tierra, ni las campiñas, ni el principio del polvo del mundo. 27 Cuando componía los cielos, allí estaba yo; cuando señalaba por compás la sobrefaz del abismo; 28 cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; 29 cuando ponía al mar su estatuto, y a las aguas, que no pasasen su mandamiento; cuando señalaba los fundamentos de la tierra; 30 con él estaba yo ordenándolo todo; y fui su delicia todos los días, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. 31 Tengo solaz en la redondez de su tierra; y mis solaces son con los hijos de los hombres. 32 Ahora, pues, hijos, oídme; y bienaventurados los que guardaren mis caminos. 33 Obedeced el castigo, y sed sabios; y no lo menospreciéis. 34 Bienaventurado el hombre que me oye, trasnochando a mis puertas cada día, guardando los umbrales de mis entradas. 35 Porque el que me hallare, hallará la vida; y alcanzará la voluntad del SEÑOR. 36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen, aman la muerte. CAPÍTULO 9 1 La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas; 2 mató sus víctima, templó su vino, y puso su mesa. 3 Envió sus criadas; sobre lo más alto de la ciudad clamó: 4 cualquier simple, venga acá. A los faltos de entendimiento (o de corazón) dijo: 5 Venid, comed mi pan, y bebed del vino que yo he templado. 6 Dejad las simplezas, y vivid; y andad por el camino de la inteligencia. 7 El que castiga al burlador, afrenta se acarrea; el que reprende al impío, se atrae mancha. 8 No castigues al burlador, para que no te aborrezca; castiga al sabio, y te amará. 9 Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y acrecerá su saber. 10 El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; y la ciencia de los santos es inteligencia. 11 Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán. 12 Si fueres sabio, para ti lo serás; mas si fueres burlador, pagarás tú solo. 13 La mujer loca, alborotadora, simple e ignorante; 14 se sienta en una silla a la puerta de su casa, en lo alto de la ciudad, 15 para llamar a los que pasan por el camino; a los que enderecen sus caminos: 16 Cualquier simple, venga acá. A los faltos de entendimiento dijo: 17 Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es suave. 18 Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en los profundos de la sepultura. CAPÍTULO 10 1 (Las parábolas de Salomón.) El hijo sabio alegra al padre; y el hijo loco es tristeza a su madre. 2 Los tesoros de maldad no serán de provecho; mas la justicia libra de la muerte. 3 El SEÑOR no dejará hambrear el alma del justo; mas la iniquidad lanzará a los impíos. 4 La mano negligente hace pobre; mas la mano de los diligentes enriquece. 5 El que recoge en el verano es hijo entendido; el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza. 6 Bendita es la cabeza del justo; mas la boca de los impíos cubrirá la iniquidad. 7 La memoria del justo será bendita; mas el nombre de los impíos hederá. 8 El sabio de corazón recibirá los mandamientos; mas el que habla locuras caerá. 9 El que camina en integridad, anda confiado; mas el que pervierte sus caminos, será quebrantado. 10 El que guiña el ojo acarrea tristeza; y el que habla locuras caerá. 11 Vena de vida es la boca del justo; mas la boca de los impíos cubrirá la iniquidad. 12 El odio despierta las rencillas; mas la caridad cubrirá todas las maldades. 13 En los labios del prudente se halla sabiduría; y es vara a las espaldas del falto de entendimiento. 14 Los sabios guardan la sabiduría; mas la boca del loco es calamidad cercana. 15 Las riquezas del rico son su ciudad fuerte; y el desmayo de los pobres es su pobreza. 16 La obra del justo es para vida; mas el fruto del impío es para pecado. 17 Camino a la vida es guardar el castigo; mas el que deja la reprensión, yerra. 18 El que encubre el odio es de labios mentirosos; y el que echa mala fama es loco. 19 En las muchas palabras no falta rebelión; mas el que refrena sus labios es prudente. 20 Plata escogida es la lengua del justo; mas el entendimiento (o corazón) de los impíos es como nada. 21 Los labios del justo apacientan a muchos; mas los locos con falta de entendimiento mueren. 22 La bendición del SEÑOR es la que enriquece, y no añade tristeza con ella. 23 Hacer abominación es como risa al loco; mas la sabiduría recrea al varón de entendimiento. 24 Lo que el impío teme, eso le vendrá; mas Dios da a los justos lo que desean. 25 Cuando pasare el torbellino, el malo no será; mas el justo, fundado para siempre. 26 Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, así es el perezoso a los que lo envían. 27 El temor del SEÑOR aumentará los días; mas los años de los impíos serán acortados. 28 La esperanza de los justos es alegría; mas la esperanza de los impíos perecerá. 29 El camino del SEÑOR es fortaleza al perfecto; pero es espanto a los que obran maldad. 30 El justo eternalmente no será removido; mas los impíos no habitarán la tierra. 31 La boca del justo producirá sabiduría; mas la lengua perversa será cortada. 32 Los labios del justo conocerán la voluntad de Dios; mas la boca de los impíos habla perversidades. CAPÍTULO 11 1 El peso falso abominación es al SEÑOR; mas la pesa cabal le agrada. 2 Cuando vino la soberbia, vino también la deshonra; mas con los humildes es la sabiduría. 3 La perfección de los rectos los encaminará; mas la perversidad de los pecadores los echará a perder. 4 No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de la muerte. 5 La justicia del perfecto enderezará su camino; mas el impío por su impiedad caerá. 6 La justicia de los rectos los librará; mas los pecadores en su pecado serán presos. 7 Cuando muere el hombre impío, perece su esperanza; y la esperanza de los malos perecerá. 8 El justo es librado de la tribulación; mas el impío entra en lugar suyo. 9 El hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la sabiduría. 10 En el bien de los justos la ciudad se alegra; mas cuando los impíos perecen, hay fiestas. 11 Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida; mas por la boca de los impíos ella será trastornada. 12 El que carece de entendimiento, menosprecia a su prójimo; mas el hombre prudente calla. 13 El que anda en chismes, descubre el secreto; mas el de espíritu fiel encubre la cosa. 14 Cuando faltaren las industrias, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay salud. 15 Con ansiedad será afligido el que fiare al extraño; mas el que aborreciere las fianzas vivirá confiado. 16 La mujer graciosa tendrá honra; y los fuertes tendrán riquezas. 17 A su alma hace bien el hombre misericordioso; mas el cruel atormenta su carne. 18 El impío hace obra falsa; mas el que sembrare justicia, tendrá galardón firme. 19 Como la justicia es para vida, así el que sigue el mal es para su muerte. 20 Abominación son al SEÑOR los perversos de corazón; mas los perfectos de camino le son agradables. 21 Por más pactos que tenga hechos con la muerte, el malo no será absuelto; mas la simiente de los justos escapará. 22 Zarcillo de oro en la nariz del puerco es la mujer hermosa y apartada de razón. 23 El deseo de los justos solamente es bueno; mas la esperanza de los impíos es enojo. 24 Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, mas vienen a pobreza. 25 El alma de bendición a los demás será engordada; y el que saciare, él también será saciado. 26 Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá; mas bendición será sobre la cabeza del que vende. 27 El que madruga al bien, hallará favor; mas al que busca el mal, éste le vendrá. 28 El que confía en sus riquezas, caerá; mas los justos reverdecerán como ramos. 29 El que turba su casa heredará viento; y el loco será siervo del sabio de corazón. 30 El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas, es sabio. 31 Ciertamente el justo será recompensado en la tierra; ¡cuánto más el impío y el pecador! CAPÍTULO 12 1 El que ama el castigo ama la sabiduría; mas el que aborrece la reprensión, es ignorante. 2 El bueno alcanzará favor del SEÑOR; mas él condenará al hombre de malos pensamientos. 3 El hombre no se afirmará por medio de la impiedad; mas la raíz de los justos no será movida. 4 La mujer virtuosa es corona de su marido; mas la mala, como carcoma en sus huesos. 5 Los pensamientos de los justos son rectitud; mas las astucias de los impíos, engaño. 6 Las palabras de los impíos son para asechar la sangre; mas la boca de los rectos los librará. 7 Dios trastornará a los impíos, y no serán más; pero la casa de los justos permanecerá. 8 Según su sabiduría es alabado el hombre; mas el perverso de corazón será menospreciado. 9 Mejor es el que se menosprecie y se hace siervo, que el que se precia, y carece de pan. 10 El justo tiene misericordia aun a su bestia; mas las piedad de los impíos es crueldad. 11 El que labra su tierra, se saciará de pan; mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento. 12 Desea el impío la red de los malos; mas la raíz de los justos dará fruto. 13 El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; mas el justo saldrá de la tribulación. 14 El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; y la paga de las manos del hombre le será dada. 15 El camino del loco es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio. 16 El loco al momento da a conocer su ira; mas el que cubre la injuria es cuerdo. 17 El que habla verdad, declara justicia; mas el testigo mentiroso, engaño. 18 Hay quienes hablan como dando estocadas de espada; mas la lengua de los sabios es medicina. 19 El labio de la verdad permanecerá para siempre; mas la lengua de mentira por un momento. 20 Engaño hay en el corazón de los que piensan mal; mas alegría en el de los que piensan bien. 21 Ninguna adversidad acontecerá al justo; mas los impíos serán llenos de mal. 22 Los labios mentirosos son abominación al SEÑOR; mas los obradores de la verdad su contentamiento. 23 El hombre cuerdo encubre su sabiduría; mas el corazón de los locos publica la locura. 24 La mano de los diligentes se enseñoreará; mas la negligencia será tributaria. 25 El cuidado congojoso en el corazón del hombre, lo abate; mas la buena palabra lo alegra. 26 El justo hace reflexionar a su prójimo; mas el camino de los impíos les hace errar. 27 El engañoso ni aun asará su caza; mas el haber del hombre diligente es precioso. 28 En la vereda de la justicia está la vida; y el camino de su vereda no es muerte. CAPÍTULO 13 1 El hijo sabio toma el castigo del padre; mas el burlador no escucha la reprensión. 2 Del fruto de su boca el hombre comerá bien; mas el alma de los prevaricadores hallará mal. 3 El que guarda su boca guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad. 4 El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será engordada. 5 El justo aborrece la palabra de mentira; mas el impío se hace odioso y abominable. 6 La justicia guarda al de perfecto camino; mas la impiedad trastornará al pecador. 7 Hay quienes se hacen ricos, y no tienen nada; y hay quienes se hacen pobres, y tienen muchas riquezas. 8 La redención de la vida del hombre son sus riquezas; pero el pobre no oye censuras. 9 La luz de los justos se alegrará; mas se apagará la candela de los impíos. 10 Ciertamente la soberbia dará a luz contienda; mas con los avisados es la sabiduría. 11 Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que trabaja las multiplicará. 12 La esperanza que se prolonga, es tormento del corazón; mas árbol de vida es el deseo cumplido. 13 El que menosprecia la palabra, perecerá por ello; mas el que teme el mandamiento, será recompensado. 14 La ley al sabio es manantial de vida, para apartarse de los lazos de la muerte. 15 El buen entendimiento conciliará gracia; mas el camino de los prevaricadores es duro. 16 Todo hombre cuerdo obra con sabiduría; mas el loco manifestará su locura. 17 El mal mensajero caerá en mal; mas el mensajero fiel es medicina. 18 Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el castigo; mas el que guarda la corrección, será honrado. 19 El deseo cumplido deleita el alma; pero apartarse del mal es abominación a los locos. 20 El que anda con los sabios, sabio será; mas el que se allega a los locos, será quebrantado. 21 Mal perseguirá a los pecadores; mas a los justos les será bien retribuido. 22 El bueno dejará herencia a los hijos de los hijos; y el haber del pecador, para el justo está guardado. 23 En el barbecho de los pobres hay mucho pan; mas se pierde por falta de juicio. 24 El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, madruga a castigarlo. 25 El justo come hasta saciar su alma; mas el vientre de los impíos tendrá necesidad. CAPÍTULO 14 1 La mujer sabia edifica su casa; mas la loca con sus manos la derriba. 2 El que camina en su rectitud teme al SEÑOR; mas el pervertido en sus caminos lo menosprecia. 3 En la boca del loco está la vara de la soberbia; mas los labios de los sabios los guardarán. 4 Sin bueyes el alfolí está limpio; mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan. 5 El testigo verdadero no mentirá; mas el testigo falso hablará mentiras. 6 El burlador buscó la sabiduría, y no la halló; mas la sabiduría al hombre entendido es fácil. 7 Vete de delante del hombre loco, pues no le conociste labios de ciencia. 8 La ciencia del cuerdo es entender su camino; mas la locura de los locos es engaño. 9 Los locos se hablan pecado; mas entre los rectos hay amor. 10 El corazón conoce la amargura de su alma; y extraño no se entremeterá en su alegría. 11 La casa de los impíos será asolada; mas la tienda de los rectos florecerá. 12 Hay camino que al hombre parece derecho; pero su fin son caminos de muerte. 13 Aun en la risa el burlador tendrá dolor en el corazón; y el término de aquella alegría es congoja. 14 De sus caminos será harto el desviado de corazón; y el hombre de bien se apartará de él. 15 El simple cree a toda palabra; mas el entendido entiende sus pasos. 16 El sabio teme, y se aparta del mal; mas el loco se arrebata, y confía. 17 El que presto se enoja, hará locura; y el hombre malicioso será aborrecido. 18 Los simples heredarán la locura; mas los cuerdos se coronarán de sabiduría. 19 Los malos se inclinarán delante de los buenos, y los impíos a las puertas del justo. 20 El pobre es odioso aun a su amigo; pero muchos son los que aman al rico. 21 El pecador menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres, es bienaventurado. 22 ¿No yerran los que piensan mal? Pero los que piensan bien alcanzarán misericordia y verdad. 23 En toda labor hay fruto; mas el hablar y no hacer, empobrece. 24 La corona de los sabios es su sabiduría; mas lo que distingue a los locos es su locura. 25 El testigo verdadero libra las almas; mas el engañoso hablará mentiras. 26 En el temor del SEÑOR está la fuerte confianza; y allí sus hijos tendrán esperanza. 27 El temor del SEÑOR es manantial de vida, para ser apartado de los lazos de la muerte. 28 En la multitud del pueblo está la gloria del rey; y en la falta del pueblo la flaqueza del príncipe. 29 El que tarde se aíra, es grande de entendimiento; mas el corto de espíritu engrandece la locura. 30 El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia, pudrimiento de huesos. 31 El que oprime al pobre, afrenta a su Hacedor; mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra. 32 Por su maldad será lanzado el impío; mas el justo en su muerte tiene esperanza. 33 En el corazón del cuerdo reposará la sabiduría; y es conocida en medio de los locos. 34 La justicia engrandece al pueblo; mas el pecado es afrenta de las naciones. 35 La benevolencia del rey es para con el siervo entendido; mas su enojo contra el que lo avergüenza. CAPÍTULO 15 1 La respuesta suave quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor. 2 La lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la boca de los locos hablará locura. 3 Los ojos del SEÑOR están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos. 4 La sana lengua es árbol de vida; mas la perversidad en ella es quebrantamiento de espíritu. 5 El loco menosprecia el castigo de su padre; mas el que guarda la corrección, saldrá cuerdo. 6 En la casa del justo hay gran provisión; pero turbación en los frutos del impío. 7 Los labios de los sabios esparcen sabiduría; mas no así el corazón de los locos. 8 El sacrificio de los impíos es abominación al SEÑOR; mas la oración de los rectos es su gozo. 9 Abominación es al SEÑOR el camino del impío; mas él ama al que sigue justicia. 10 El castigo es molesto al que deja el camino; mas el que aborreciere la corrección, morirá. 11 El infierno y la perdición están delante del SEÑOR; ¡cuánto más los corazones de los hombres! 12 El burlador no ama al que le castiga; ni se allega a los sabios. 13 El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor de corazón el espíritu se abate. 14 El corazón entendido busca la sabiduría; mas la boca de los locos pace locura. 15 Todos los días del pobre son trabajosos; mas el de buen corazón tiene un convite continuo. 16 Mejor es lo poco con el temor del SEÑOR, que el gran tesoro donde hay turbación. 17 Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio. 18 El hombre iracundo revolverá contiendas; mas el que tarde se enoja, apaciguará la rencilla. 19 El camino del perezoso es como seto de espinos; mas la vereda de los rectos como una calzada. 20 El hijo sabio alegra al padre; mas el hombre loco menosprecia a su madre. 21 La locura es alegría al falto de entendimiento; mas el hombre entendido enderezará su caminar. 22 Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman. 23 El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es! 24 El camino de la vida es cuesta arriba al entendido, para apartarse del infierno abajo. 25 El SEÑOR asolará la casa de los soberbios; mas él afirmará la heredad de la viuda. 26 Abominación son al SEÑOR los pensamientos del malo; mas el hablar de los limpios es limpio. 27 Alborota su casa el codicioso; mas el que aborrece las dádivas vivirá. 28 El corazón del justo piensa para responder; mas la boca de los impíos derrama malas cosas. 29 Lejos está el SEÑOR de los impíos; mas él oye la oración de los justos. 30 La luz de los ojos alegra el corazón; y la buena fama engorda los huesos. 31 La oreja que escucha la corrección de vida, entre los sabios morará. 32 El que tiene en poco el castigo, menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección, tiene corazón entendido. 33 El temor del SEÑOR es enseñanza de sabiduría; y delante de la honra está la humildad. CAPÍTULO 16 1 Del hombre son las preparaciones del corazón; mas del SEÑOR la respuesta de la lengua. 2 Todos los caminos del hombre son limpios en su opinión; mas el SEÑOR pesa los espíritus. 3 Encomienda al SEÑOR tus obras, y tus pensamientos serán afirmados. 4 Todas las cosas ha hecho el SEÑOR por sí mismo, y aun al impío para el día malo. 5 Abominación es al SEÑOR todo altivo de corazón; el pacto que él haga, no será sin castigo. 6 Con misericordia y verdad será reconciliado el pecado; y con el temor del SEÑOR se aparta del mal. 7 Cuando los caminos del hombre son agradables al SEÑOR, aun a sus enemigos hacen estar en paz con él. 8 Mejor es lo poco con justicia, que la muchedumbre de frutos sin derecho. 9 El corazón del hombre piensa su camino; mas el SEÑOR endereza sus pasos. 10 Sentencia divina está en los labios del rey; en juicio no prevaricará su boca. 11 Peso y balanzas de juicio son del SEÑOR; obra suya son todas las pesas de la bolsa. 12 Abominación es a los reyes hacer impiedad; porque con justicia será afirmado el trono. 13 Los labios justos son el contentamiento de los reyes; y aman al que habla lo recto. 14 La ira del rey es mensajero de muerte; mas el hombre sabio la evitará. 15 En la luz del rostro del rey está la vida; y su benevolencia es como nube de lluvia tardía. 16 Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; y adquirir inteligencia vale más que la plata. 17 El camino de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su camino guarda su alma. 18 Antes del quebrantamiento es la soberbia; y antes de la caída la altivez de espíritu. 19 Mejor es humillar el espíritu con los humildes, que partir despojos con los soberbios. 20 El entendido en la palabra, hallará el bien; y bienaventurado el que confía en el SEÑOR. 21 El sabio de corazón es llamado entendido; y la dulzura de labios aumentará la doctrina. 22 Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee; mas la erudición de los locos es locura. 23 El corazón del sabio hace prudente su boca; y con sus labios aumenta la doctrina. 24 Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina a los huesos. 25 Hay camino que es derecho al parecer del hombre, mas su salida son caminos de muerte. 26 El alma del que trabaja, trabaja para sí; porque su boca le constriñe. 27 El hombre perverso cava en busca del mal; y en sus labios hay como llama de fuego. 28 El hombre perverso levanta contienda; y el chismoso aparta los príncipes. 29 El hombre malo lisonjea a su prójimo, y le hace andar por el camino no bueno; 30 cierra sus ojos para pensar perversidades; mueve sus labios, efectúa el mal. 31 Corona de honra es la vejez, que se hallará en el camino de justicia. 32 Mejor es el que tarde se aíra que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. 33 La suerte se echa en el regazo; mas del SEÑOR es el juicio de ella. CAPÍTULO 17 1 Mejor es un bocado seco, y en paz, que la casa de contienda llena de víctimas. 2 El siervo prudente se enseñoreará del hijo que deshonra, y entre los hermanos compartirá la herencia. 3 El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; mas el SEÑOR prueba los corazones. 4 El malo está atento al labio inicuo; y el mentiroso escucha a la lengua maldiciente. 5 El que escarnece al pobre, afrenta a su Hacedor; y el que se alegra en la calamidad ajena, no quedará sin castigo. 6 Corona de los viejos son los hijos de los hijos; y la honra de los hijos, sus padres. 7 No conviene al loco la altilocuencia; ¡cuánto menos al príncipe el labio mentiroso! 8 Piedra preciosa es el cohecho en ojos de sus dueños; a donde quiera que se vuelve, da prosperidad. 9 El que cubre la prevaricación, busca amistad; mas el que reitera la palabra, aparta al príncipe. 10 Aprovecha la reprensión en el entendido, más que cien azotes en el loco. 11 El rebelde no busca sino mal; y mensajero cruel será enviado contra él. 12 Mejor es que se encuentre un hombre con una osa a la cual han robado sus cachorros, que con un loco en su locura. 13 El que da mal por bien, no se apartará el mal de su casa. 14 Soltar las aguas (hablar precipitadamente) es el principio de la contienda; pues, antes que se revuelva el pleito, déjalo. 15 El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos por igual son abominación al SEÑOR. 16 ¿De qué sirve el precio en la mano del loco para comprar sabiduría, no teniendo entendimiento? 17 En todo tiempo ama el amigo; mas el hermano para la angustia es nacido. 18 El hombre falto de entendimiento toca la mano, fiando a otro delante de su amigo. 19 La prevaricación ama el que ama pleito; y el que alza su portada, quebrantamiento busca. 20 El perverso de corazón nunca hallará bien; y el que revuelve con su lengua, caerá en mal. 21 El que engendra al loco, para su tristeza lo engendra; y el padre del loco no se alegrará. 22 El corazón alegre hará bien como una medicina; mas el espíritu triste seca los huesos. 23 El impío toma dádiva en secreto para pervertir las veredas del derecho. 24 En el rostro del entendido aparece la sabiduría; mas los ojos del loco manifiestan su locura hasta el cabo de la tierra. 25 El hijo loco es enojo a su padre, y amargura a la que lo engendró. 26 Ciertamente no es bueno condenar al justo, ni herir a los príncipes por hacer lo recto. 27 El que detiene sus palabras tiene sabiduría; y de espíritu valioso es el hombre entendido. 28 Aun el loco cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido. CAPÍTULO 18 1 Segun su antojo busca el que se desvía; en toda doctrina se envolverá. 2 No toma placer el loco en la inteligencia, sino en lo que descubre su corazón. 3 Cuando viene el impío, viene también el menosprecio, y con el deshonrador la afrenta. 4 Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y arroyo revertiente, la fuente de la sabiduría. 5 Tener respeto a la persona del impío, para hacer caer al justo de su derecho, no es bueno. 6 Los labios del loco vienen con pleito; y su boca a plaga llama. 7 La boca del loco es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma. 8 Las palabras del chismoso parecen blandas, mas ellas descienden hasta lo íntimo del vientre. 9 También el que es negligente en su obra es hermano del dueño disipador. 10 Torre fuerte es el nombre del SEÑOR; a él correrá el justo, y será levantado. 11 Las riquezas del rico son la ciudad de su fortaleza, y como un muro alto en su imaginación. 12 Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra es el abatimiento. 13 El que responde palabra antes de oír, le es locura y oprobio. 14 El ánimo del hombre soportará su enfermedad; mas ¿quién soportará al ánimo angustiado? 15 El corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de los sabios busca la ciencia. 16 La dádiva del hombre le ensancha el camino, y le lleva delante de los grandes. 17 El justo es el primero en su pleito; y su adversario viene, y le busca. 18 La suerte pone fin a los pleitos, y desparte los fuertes. 19 El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte; y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar. 20 Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. 21 La muerte y la vida están en poder de la lengua; y el que la ama comerá de sus frutos. 22 El que halló esposa halló el bien, y alcanzó la benevolencia del SEÑOR. 23 El pobre habla con ruegos; mas el rico responde durezas. 24 El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano. CAPÍTULO 19 1 Mejor es el pobre que camina en integridad, que el de perversos labios y loco. 2 El alma sin sabiduría no es buena; y el presuroso de pies peca. 3 La locura del hombre tuerce su camino; y contra el SEÑOR se aíra su corazón. 4 Las riquezas allegan muchos amigos; mas el pobre, de su amigo es apartado. 5 El testigo falso no será absuelto; y el que habla mentiras no escapará. 6 Muchos rogarán al príncipe; mas cada uno es amigo del hombre que da. 7 Todos los hermanos del pobre le aborrecen; ¡cuánto más sus amigos se alejarán de él! Buscará la amistad y no la hallará. 8 El que posee entendimiento, ama su alma; guarda la inteligencia, para hallar el bien. 9 El testigo falso no quedará sin castigo; y el que habla mentiras, perecerá. 10 No conviene al loco el deleite; ¡cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes! 11 El entendimiento del hombre detiene su furor; y su honra es disimular la ofensa. 12 Como el bramido del cachorro de león es la ira del rey; y su favor como el rocío sobre la hierba. 13 Dolor es para su padre el hijo loco; y gotera continua las contiendas de la mujer. 14 La casa y las riquezas herencia son de los padres; mas del SEÑOR la mujer prudente. 15 La pereza hace caer en sueño; y el alma negligente hambreará. 16 El que guarda el mandamiento, guarda su alma; mas el que menospreciare sus caminos, morirá. 17 Al SEÑOR presta el que da al pobre, y él le dará su paga. 18 Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se excite tu alma para destruirlo. 19 El de grande ira llevará la pena; porque aun si lo librares seguirá lo mismo. 20 Escucha el consejo, y recibe el castigo, para que seas sabio en tu vejez. 21 Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo del SEÑOR permanecerá. 22 Contentamiento es a los hombres hacer misericordia; pero es mejor hacerlo al pobre que al mentiroso. 23 El temor del SEÑOR es para vida; el que lo tenga vivirá satisfecho; no será visitado de mal. 24 El perezoso esconde su mano en el seno; aun a su boca no la llevará. 25 Hiere al burlador, y el simple se hará avisado; y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia. 26 El que roba a su padre y ahuyenta a su madre, es hijo avergonzador y deshonrador. 27 Cesa, hijo mío, de oír la enseñanza que induce a divagar de las razones de sabiduría. 28 El testigo perverso se burlará del juicio; y la boca de los impíos encubrirá la iniquidad. 29 Aparejados están juicios para los burladores, y azotes para los cuerpos de los locos. CAPÍTULO 20 1 El vino hace burlador, la cerveza alborotador; y cualquiera que en ellos yerra, no será sabio. 2 Como bramido de cachorro de león es el miedo del rey; el que lo hace enojar, peca contra su alma. 3 Honra es del hombre dejarse de contienda; mas todo loco se envolverá en ella. 4 El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará. 5 Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo alcanzará a sacar. 6 Muchos hombres publican cada uno su misericordia; mas varón de verdad, ¿quién lo hallará? 7 El justo que camina en su integridad, bienaventurados serán sus hijos después de él. 8 El rey que se sienta en el trono de juicio, con su mirar disipa todo mal. 9 ¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón; limpio estoy de mi pecado? 10 Doble pesa y doble medida, abominación son al SEÑOR ambas cosas. 11 Aun el niño es conocido por sus obras, si su obra fuere limpia y recta. 12 El oído que oye, y el ojo que ve; el SEÑOR hizo ambas cosas. 13 No ames el sueño, para que no te empobrezcas; abre tus ojos, y te saciarás de pan. 14 El que compra dice: Malo es, malo es; mas cuando se aparta, se alaba. 15 Hay oro y multitud de piedras preciosas; mas los labios sabios son vaso precioso. 16 Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño; y tómale prenda al que fía la extraña. 17 Sabroso es al hombre el pan de mentira; mas después su boca será llena de cascajo. 18 Los pensamientos con el consejo se ordenan; y con industria se hace la guerra. 19 El que descubre el secreto, en chismes anda; no te entremetas, pues, con el que lisonjea con sus labios. 20 El que maldice a su padre o a su madre, su candela será apagada en oscuridad tenebrosa. 21 La herencia adquirida de prisa al principio, su postrimería no será bendita. 22 No digas, yo me vengaré; espera al SEÑOR, y él te salvará. 23 Abominación son al SEÑOR las pesas dobles; y el peso falso no es bueno. 24 Del SEÑOR son los pasos del hombre; ¿cómo, pues, entenderá el hombre su camino? 25 Lazo es al hombre el devorar lo santo, y andar pesquisando después de los votos. 26 El rey sabio esparce los impíos; y sobre ellos hace rodar la rueda. 27 Candela del SEÑOR es el aliento del hombre que escudriña lo secreto del vientre. 28 Clemencia y verdad guardan al rey; y con clemencia sustenta su trono. 29 La gloria de los jóvenes es su fortaleza, y la hermosura de los viejos su vejez. 30 Las señales de las heridas son medicina para lo malo; y las vivas amonestaciones llegan a lo más secreto del vientre. CAPÍTULO 21 1 Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano del SEÑOR; a todo lo que quiere lo inclina. 2 Todo camino del hombre es recto en su opinión; mas el SEÑOR pesa los corazones. 3 Hacer justicia y juicio es al SEÑOR más agradable que sacrificio. 4 Altivez de ojos, y orgullo de corazón, que es la candela de los impíos, es pecado. 5 Los pensamientos del solícito ciertamente van a abundancia; mas los de todo presuroso, indefectiblemente a pobreza. 6 Allegar tesoros con lengua de mentira, es vanidad desatentada de aquellos que buscan la muerte. 7 La rapiña de los impíos los destruirá; por cuanto no quisieron hacer juicio. 8 El camino del hombre perverso es torcido y extraño; mas la obra del limpio es recta. 9 Mejor es vivir en un rincón del terrado que con la mujer rencillosa en espaciosa casa. 10 El alma del impío desea mal; su prójimo no le parece bien. 11 Cuando el burlador es castigado, el simple se hace sabio; y enseñando al sabio, toma sabiduría. 12 Considera el justo la casa del impío; cómo los impíos son trastornados por el mal. 13 El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído. 14 El presente en secreto amansa el furor, y el don en el seno, la fuerte ira. 15 Alegría es al justo el hacer juicio; mas quebrantamiento a los que hacen iniquidad. 16 El hombre que yerra del camino de la sabiduría, vendrá a parar en la compañía de los muertos. 17 Hombre necesitado será el que ama el deleite; y el que ama el vino y el ungüento no enriquecerá. 18 El rescate del justo será el impío, y por los rectos el prevaricador. 19 Mejor es morar en tierra del desierto, que con la mujer rencillosa e iracunda. 20 Tesoro codiciable y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre loco lo disipará. 21 El que sigue la justicia y la misericordia, hallará la vida, la justicia, y la honra. 22 La ciudad de los fuertes tomó el sabio, y derribó la fuerza en que ella confiaba. 23 El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias. 24 Soberbio, arrogante y burlador es el nombre del que obra con la furia de la soberbia. 25 El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar. 26 Hay quien todo el día codicia; mas el justo da, y sigue dando. 27 El sacrificio de los impíos es abominación; ¡cuánto más ofreciéndolo con maldad! 28 El testigo mentiroso perecerá; mas el hombre que oye, permanecerá en su dicho. 29 El hombre impío endurece su rostro; mas el recto ordena sus caminos. 30 No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra el SEÑOR. 31 El caballo se apareja para el día de la batalla; mas del SEÑOR es el salvar. CAPÍTULO 22 1 De más estima es la buena fama que las muchas riquezas; y la buena gracia más que la plata y el oro. 2 El rico y el pobre se encontraron; a todos ellos los hizo el SEÑOR. 3 El avisado ve el mal, y se esconde; mas los simples pasan, y reciben el daño. 4 Riquezas, y honra, y vida, son la remuneración de la humildad y del temor del SEÑOR. 5 Espinas y lazos hay en el camino del perverso; el que guarda su alma se alejará de ellos. 6 Instruye al niño en su carrera; aun cuando fuere viejo no se apartará de ella. 7 El rico se enseñoreará de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta. 8 El que sembrare iniquidad, iniquidad segará; y se consumirá la vara de su ira. 9 El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al menesteroso. 10 Echa fuera al burlador, y saldrá la contienda; y cesará el pleito y la afrenta. 11 El que ama la limpieza de corazón, y la gracia de sus labios; su compañero será el rey. 12 Los ojos del SEÑOR miran por la ciencia; mas él trastorna las cosas de los prevaricadores. 13 Dice el perezoso: El león está afuera; en medio de la calle seré muerto. 14 Sima profunda es la boca de las extrañas; aquel contra el cual estuviere el SEÑOR airado, caerá en ella. 15 La locura está ligada en el corazón del niño; mas la vara de la corrección la hará alejar de él. 16 El que oprime al pobre para aumentarse él, y que da al rico, ciertamente será pobre. 17 Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios, y pon tu corazón a mi sabiduría; 18 porque es cosa deleitable, si las guardares en tus entrañas; y que juntamente sean ordenadas en tus labios. 19 Para que tu confianza sea en el SEÑOR, te las he hecho saber hoy a ti también. 20 ¿No te he escrito tres veces en consejos y ciencia, 21 para hacerte saber la certidumbre de las razones verdaderas, para que puedas responder razones de verdad a los que a ti enviaren? 22 No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en el juicio al necesitado; 23 porque el SEÑOR juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren. 24 No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos; 25 para que no aprendas sus veredas, y tomes lazo para tu alma. 26 No estés entre los que tocan la mano, entre los que fían por deudas. 27 Si no tuvieres para pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti? 28 No traspases el término antiguo que pusieron tus padres. 29 ¿Has visto hombre solícito en su obra? Delante de los reyes estará; no estará delante de los oscuros. CAPÍTULO 23 1 Cuando te sentares a comer con algún señor, considera bien lo que estuviere delante de ti; 2 y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito. 3 No codicies sus manjares, porque es pan engañoso. 4 No trabajes por ser rico; desiste de tu cuidado. 5 ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas, como alas de águila, y volarán al cielo. 6 No comas pan de hombre de mal ojo, ni codicies sus manjares; 7 porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él. Come y bebe, te dirá; mas su corazón no está contigo. 8 ¿Comiste tu parte? La vomitarás; y perderás tus suaves palabras. 9 No hables a oídos del loco; porque menospreciará la prudencia de tus razones. 10 No traspases el término antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos; 11 porque el defensor de ellos es el Fuerte, el cual juzgará la causa de ellos contra ti. 12 Aplica tu corazón al castigo, y tus oídos a las palabras de sabiduría. 13 No detengas el castigo del niño; porque si lo hirieres con vara, no morirá. 14 Tú lo herirás con vara, y librarás su alma del infierno. 15 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón; 16 mis entrañas también se alegrarán, cuando tus labios hablaren cosas rectas. 17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor del SEÑOR todo tiempo; 18 porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada. 19 Oye tú, hijo mío, y sé sabio, y endereza tu corazón al camino. 20 No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne; 21 porque el bebedor y el comilón empobrecerán; y el sueño hará vestir vestidos rotos. 22 Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. 23 Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza, y la inteligencia. 24 Mucho se alegrará el padre del justo; y el que engendró sabio se gozará con él. 25 Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te dio a luz. 26 Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos. 27 Porque sima profunda es la ramera, y pozo angosto la extraña. 28 También ella, como robador, acecha, y multiplica entre los hombres los prevaricadores. 29 ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el ay? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? 30 Para los que se detienen junto al vino, para los que van buscando la mixtura. 31 No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en el vaso, se entra suavemente; 32 mas al fin morderá como serpiente, y como basilisco dará dolor. 33 Tus ojos mirarán las extrañas, y tu corazón hablará perversidades. 34 Y serás como el que duerme en medio del mar, y como el que se acuesta junto al timón. 35 Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aun lo volveré a buscar. CAPÍTULO 24 1 No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos; 2 porque su corazón piensa en robar, e iniquidad hablan sus labios. 3 Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; 4 y con ciencia se llenarán las cámaras de todas riquezas preciosas y hermosas. 5 El hombre sabio es fuerte; y el hombre entendido es valiente de fuerza. 6 Porque con industrias harás la guerra; y la salud está en la multitud de consejeros. 7 Alta está para el loco la sabiduría; en la puerta no abrirá él su boca. 8 Al que piensa mal hacer le llamarán hombre de malos pensamientos. 9 El pensamiento del loco es pecado; y abominación a los hombres el burlador. 10 Si fueres flojo en el día de tribulación, tu fuerza será reducida. 11 Si dejares de librar los que son tomados para la muerte, y los que son llevados al degolladero; 12 si dijeres: Ciertamente no lo supimos; ¿no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras. 13 Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y del panal dulce a tu paladar; 14 tal será el conocimiento de la sabiduría a tu alma, si la hallares; y al fin tu esperanza no será cortada. 15 Oh impío, no aceches la tienda del justo, no saquees su cámara; 16 porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal. 17 Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes; y cuando tropezare, no se alegre tu corazón; 18 para que el SEÑOR no lo mire, y le desagrade, y aparte de sobre él su enojo. 19 No te entremetas con los malignos, ni tengas envidia de los impíos; 20 porque para el malo no habrá buen fin, y la candela de los impíos será apagada. 21 Teme al SEÑOR, hijo mío, y al rey; no te entremetas con los veleidosos; 22 porque su quebrantamiento se levantará de repente; y el quebrantamiento de ambos, ¿quién lo comprenderá? 23 También estas cosas pertenecen a los sabios. Tener acepción de personas en el juicio no es bueno. 24 El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones; 25 mas los que lo reprenden, serán agradables, y sobre ellos vendrá bendición de bien. 26 Besados serán los labios del que responde palabras rectas. 27 Prepara tus labores de afuera, y disponlas en tu heredad; y después edificarás tu casa. 28 No seas testigo falso contra tu prójimo; y no lisonjees con tus labios. 29 No digas: Como me hizo, así le haré; daré el pago al varón según su obra. 30 Pasé junto a la heredad del hombre perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; 31 y he aquí que por toda ella habían ya crecido espinas, ortigas habían ya cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba ya destruida. 32 Y yo miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé castigo. 33 Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; 34 así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre de escudo. CAPÍTULO 25 1 También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá. 2 Honra de Dios es encubrir la palabra; mas honra del rey es escudriñar la palabra. 3 Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, y para el corazón de los reyes, no hay investigación. 4 Quita las escorias de la plata, y saldrá vaso al fundidor. 5 Aparta al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará en justicia. 6 No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes; 7 porque mejor es que se te diga: Sube acá, que no que seas abajado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos. 8 No salgas a pleito presto, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado. 9 Trata tu causa con tu compañero, y no descubras el secreto a otro; 10 para que no te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse. 11 Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene. 12 Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, es el que reprende al sabio que tiene oído dócil. 13 Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían; pues al alma de su señor da refrigerio. 14 Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta en don de mentira. 15 Con larga paciencia se aplaca el príncipe; y la lengua blanda quebranta los huesos. 16 ¿Hallaste la miel? Come lo que te basta; no sea que hastiado de ella, la vomites. 17 Detén tu pie de la casa de tu prójimo, no sea que hastiado de ti te aborrezca. 18 Martillo y cuchillo y saeta aguda, es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio. 19 Diente quebrado y pie resbalador, es la confianza en el prevaricador en el tiempo de angustia. 20 El que canta canciones al corazón afligido, es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre. 21 Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; y si tuviere sed, dale de beber agua; 22 porque ascuas allegas sobre su cabeza, y el SEÑOR te lo pagará. 23 El viento del norte ahuyenta la lluvia, y el rostro airado la lengua detractora. 24 Mejor es estar en un rincón del terrado, que con la mujer rencillosa en casa espaciosa. 25 Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras. 26 Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que se inclina delante del impío. 27 Comer mucha miel no es bueno; ni inquirir de su propia gloria es gloria. 28 Como ciudad derribada y sin muro, es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda. CAPÍTULO 26 1 Como la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así conviene al loco la honra. 2 Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición sin causa nunca vendrá. 3 El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, y la vara para el cuerpo del loco. 4 Nunca respondas al loco en conformidad a su locura, para que no seas tú también como él. 5 Responde al loco mostrándole su locura, para que no se estime sabio en su opinión. 6 El que da un cargo al que no tiene facultad para ejercitarlo, es el que envía algo por mano del loco; y beberá el daño. 7 Así como camina el cojo; es el proverbio en la boca del loco. 8 Como quien liga la piedra en la honda, así es el que da honra al loco. 9 Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los locos. 10 El gran Dios cría todas las cosas; y al loco da la paga, y a los transgresores da el salario. 11 Como perro que vuelve a su vómito, así el loco que repite su locura. 12 ¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del loco que de él. 13 Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles. 14 Las puertas se revuelven en sus quicios; así el perezoso en su cama. 15 Esconde el perezoso su mano en el seno; se cansa de volverla a su boca. 16 Más sabio es el perezoso en su propia opinión que siete que le den consejo. 17 El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, es como el que toma al perro por las orejas. 18 Como el que enloquece, y echa llamas, y saetas, y muerte, 19 tal es el hombre que daña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma. 20 Sin leña se apaga el fuego; y donde no hay chismoso, cesa la contienda. 21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda. 22 Las palabras del chismoso parecen blandas; mas ellas entran hasta lo secreto del vientre. 23 Como escoria de plata echada sobre el tiesto, son los labios enardecidos y el corazón malo. 24 El que odia disimula con sus labios; mas en su interior maquina engaño. 25 Cuando hablare amigablemente, no le creas; porque siete abominaciones hay en su corazón. 26 Aunque su odio se encubre en el desierto; su malicia será descubierta en la congregación. 27 El que cavare sima, caerá en ella; y el que revuelva la piedra, a él volverá. 28 La falsa lengua aborrece al que atormenta; y la boca lisonjera hace resbaladero. CAPÍTULO 27 1 No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día. 2 Alábete el extraño, y no tu boca; el ajeno, y no tus labios. 3 Pesada es la piedra, y la arena pesa; mas la ira del loco es más pesada que ambas cosas. 4 Cruel es la ira, e impetuoso el furor; mas ¿quién parará delante de la envidia? 5 Mejor es la reprensión manifiesta que el amor oculto. 6 Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece. 7 El alma saciada desprecia el panal de miel; mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce. 8 Como el ave se va de su nido, así el hombre se va de su lugar. 9 El ungüento y el incienso alegran el corazón; así la dulzura del amigo con el consejo del alma. 10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano. 11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, y tendré qué responder al que me deshonrare. 12 El avisado ve el mal, y se esconde, mas los simples pasan, y llevan el daño. 13 Quítale su ropa al que fio al extraño; y al que fio a la extraña, tómale prenda. 14 El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana, por maldición se le contará. 15 Gotera continua en tiempo de lluvia, y la mujer rencillosa, son semejantes; 16 el que la escondió, escondió el viento; porque el aceite en su mano derecha clama. 17 Hierro con hierro se aguza; y el hombre le da ánimo a su amigo. 18 El que guarda la higuera, comerá su fruto; y el que guarda a su señor, será honrado. 19 Como en agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al hombre. 20 El sepulcro y la perdición nunca se sacian; así los ojos del hombre nunca están satisfechos. 21 El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro; y al hombre la boca del que lo alaba. 22 Aunque majes al loco en un mortero entre granos de trigo a pisón majados, no se quitará de él su locura. 23 Considera atentamente el rostro de tus ovejas; pon tu corazón al ganado; 24 porque las riquezas no son para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones? 25 Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y se segarán las hierbas de los montes. 26 Los corderos son para tus vestidos, y los cabritos son para el precio del campo; 27 y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas. CAPÍTULO 28 1 Huye el impío sin que nadie lo persiga; mas el justo está confiado como un leoncillo. 2 Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos; mas por el hombre entendido y sabio permanecerá sin mutación. 3 El hombre pobre y robador de los pobres, es lluvia de avenida que deja sin pan. 4 Los que dejan la ley, alaban al impío; mas los que la guardan, contenderán con ellos. 5 Los hombres malos no entienden el juicio; mas los que buscan al SEÑOR, entienden todas las cosas. 6 Mejor es el pobre que camina en su perfección, que el de perversos caminos, y rico. 7 El que guarda la ley es hijo prudente; mas el que es compañero de glotones, avergüenza a su padre. 8 El que aumenta sus riquezas con usura y recambio, para que se dé a los pobres las allega. 9 El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también será abominable. 10 El que hace errar a los rectos por el mal camino, el caerá en su misma sima; mas los perfectos heredarán el bien. 11 El hombre rico es sabio en su opinión; mas el pobre entendido es más sabio que él. 12 Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; mas cuando los impíos son levantados, el hombre cuerdo se esconderá. 13 El que encubre sus pecados, no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. 14 Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; mas el que endurece su corazón, caerá en mal. 15 León rugiente y oso hambriento, es el príncipe impío sobre el pueblo pobre. 16 El príncipe falto de entendimiento multiplicará los agravios; mas el que aborrece la avaricia, prolongará sus días. 17 El hombre que hace violencia con sangre de persona, huirá hasta el sepulcro, y nadie le sustentará. 18 El que camina en integridad, será salvo; mas el de perversos caminos caerá en alguno. 19 El que labra su tierra, se saciará de pan; mas el que sigue a los ociosos, se llenará de pobreza. 20 El hombre de la verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecer, no será absuelto. 21 Tener acepción de personas en el juicio, no es bueno; hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre. 22 Se apresura a ser rico el hombre de mal ojo; y no conoce que le ha de venir pobreza. 23 El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua. 24 El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, compañero es del hombre destruidor. 25 El altivo de ánimo suscita contiendas; mas el que en el SEÑOR confía, medrará. 26 El que confía en su corazón es loco; mas el que camina en sabiduría, será salvo. 27 El que da al pobre, nunca tendrá pobreza; mas el que del pobre aparta sus ojos, tendrá muchas maldiciones. 28 Cuando los impíos son levantados, el hombre cuerdo se esconderá; mas cuando perecen, los justos se multiplican. CAPÍTULO 29 1 El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado; y no habrá para él medicina. 2 Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; mas cuando domina el impío, el pueblo gime. 3 El hombre que ama la sabiduría, alegra a su padre; mas el que mantiene rameras, perderá la hacienda. 4 El rey con el juicio afirma la tierra; mas el hombre amigo de presentes la destruirá. 5 El hombre que lisonjea a su prójimo, red tiende delante de sus pasos. 6 En la prevaricación del hombre malo hay lazo; mas el justo cantará y se alegrará. 7 Conoce el justo el derecho de los pobres; mas el impío no entiende sabiduría. 8 Los hombres burladores enlazan la ciudad; mas los sabios apartan la ira. 9 Si el hombre sabio contendiere con el loco, que se enoje o que se ría, no tendrá reposo. 10 Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto; mas los rectos buscan su alma. 11 El loco da rienda suelta a todo su espíritu; mas el sabio al fin lo sosiega. 12 Del señor que escucha la palabra mentirosa, todos sus ministros son impíos. 13 El pobre y el usurero se encontraron; el SEÑOR alumbra los ojos de ambos. 14 El rey que juzga con verdad a los pobres, su trono será firme para siempre. 15 La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho suelto avergonzará a su madre. 16 Cuando los impíos son muchos, mucha es la prevaricación; mas los justos verán la ruina de ellos. 17 Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará deleite a tu alma. 18 Sin visión profética el pueblo perecerá; mas el que guarda la ley es bienaventurado. 19 El siervo no se castigará con palabras; porque entiende, mas no hace caso. 20 ¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del loco que de él. 21 El que regala a su siervo desde su niñez, a la postre será su hijo. 22 El hombre iracundo levanta contiendas; y el furioso muchas veces peca. 23 La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra. 24 El cómplice del ladrón aborrece su vida; oirá maldiciones, y no lo denunciará. 25 El temor a los hombres es peligroso; mas el que confía en el SEÑOR será levantado. 26 Muchos buscan el favor del príncipe; mas del SEÑOR viene el juicio de cada uno. 27 Abominación es a los justos el hombre inicuo; y abominación es al impío el de rectos caminos. CAPÍTULO 30 1 Palabras de Agur, hijo de Jaqué: La profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal. 2 Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, ni tengo entendimiento de hombre. 3 Yo ni aprendí sabiduría, ni conozco la teología. 4 ¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? 5 Toda palabra de Dios es limpia; es escudo a los que en él esperan. 6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso. 7 Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera: 8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan de mi juicio; 9 para que no me sacie, y te niegue, y diga, ¿Quién es el SEÑOR? O no sea que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios. 10 No acuses al siervo ante su señor, para que no te maldiga, y peques. 11 Hay generación que maldice a su padre, y a su madre no bendice. 12 Hay generación limpia en su opinión, y nunca se ha limpiado su inmundicia. 13 Hay generación cuyos ojos son altivos, y cuyos párpados son alzados. 14 Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, para devorar de la tierra a los pobres, y de entre los hombres a los menesterosos. 15 La sanguijuela tiene dos hijas que se llaman, dame, dame. Tres cosas hay que nunca se sacian; aun la cuarta nunca dice, basta: 16 El sepulcro, y la matriz estéril, la tierra que no se sacie de aguas, y el fuego que jamás dice: Basta. 17 El ojo que escarnece a su padre, y menosprecia la enseñanza de la madre, los cuervos lo saquen del río, y lo devoren los hijos del águila. 18 Tres cosas me son ocultas; aun tampoco sé la cuarta: 19 El rastro del águila en el aire; el rastro de la culebra sobre la peña; el rastro de la nave en medio del mar; y el rastro del hombre en la doncella. 20 Tal es el rastro de la mujer adúltera, come, y limpia su boca, y dice: No he hecho maldad. 21 Por tres cosas se alborota la tierra, y la cuarta no puede sufrir: 22 Por el siervo cuando reinare; y por el loco cuando se saciare de pan; 23 por la mujer aborrecida cuando se casare; y por la sierva cuando heredare a su señora. 24 Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, y las mismas son más sabias que los sabios: 25 Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida; 26 los conejos, pueblo no fuerte, y ponen su casa en la piedra; 27 las langostas, no tienen rey, y salen todas acuadrilladas; 28 la araña, ase con las manos, y está en palacios de rey. 29 Tres cosas hay de hermoso andar, y la cuarta pasea muy bien: 30 El león, fuerte entre todos los animales, que no vuelve atrás por nadie; 31 el lebrel ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; y el rey contra el cual ninguno se levanta. 32 Si caíste, fue porque te enalteciste; y si mal pensaste, pon el dedo sobre la boca. 33 Ciertamente el que exprime la leche, sacará manteca; y el que recio se suena las narices, sacará sangre; y el que provoca la ira, causará contienda. CAPÍTULO 31 1 Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre. 2 ¿Qué, hijo mío? ¿Y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos? 3 No des a las mujeres tu fuerza ni tus caminos, que es para destruir los reyes. 4 No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la cerveza. 5 No sea que bebiendo olviden la ley, y perviertan el derecho de todos los hijos afligidos. 6 Dad la cerveza al que perece, y el vino a los de amargo ánimo. 7 Beban, y se olviden de su necesidad, y de su miseria no se acuerden más. 8 Abre tu boca por el mudo, en el juicio de todos los hijos de muerte. 9 Abre tu boca, juzga justicia, y el derecho del pobre y del menesteroso. 10 Alef Mujer valiente, ¿quién la hallará? Porque su valor pasa largamente a la de piedras preciosas. 11 Bet El corazón de su marido está en ella confiado, y no tendrá necesidad de despojo. 12 Guímel Ella le dará bien y no mal, todos los días de su vida. 13 Dálet Buscó lana y lino, y con voluntad labró con sus manos. 14 He Fue como navío de mercader; trae su pan de lejos. 15 Vau Se levantó aun de noche, y dio comida a su familia, y ración a sus criadas. 16 Zain Consideró la heredad, y la compró; y plantó viña del fruto de sus manos. 17 Het Ciñó sus lomos de fortaleza, y esforzó sus brazos. 18 Tet Gustó que era buena su granjería; su candela no se apagó de noche. 19 Yod Aplicó sus manos al huso, y sus manos tomaron la rueca. 20 Caf Alargó su mano al pobre, y extendió sus manos al menesteroso. 21 Lámed No tendrá temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles. 22 Mem Ella se hizo tapices; de lino fino y púrpura es su vestido. 23 Nun Conocido es su marido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra. 24 Sámec Hizo telas, y vendió; y dio cintas al mercader. 25 Aín Fortaleza y hermosura es su vestidura; y en el día postrero reirá. 26 Pe Abrió su boca con sabiduría; y la ley de clemencia está en su lengua. 27 Tsade Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. 28 Caf Se levantaron sus hijos, y la llamaron bienaventurada; y su marido también la alabó. 29 Res Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú las sobrepasas a todas. 30 Sin Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada. 31 Tau Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos. . | ||||||||||